El reconocimiento cada vez mayor de la comunidad internacional al Estado Palestino aumenta el descrédito y el rechazo a la genocida política practicada por Israel contra la población civil en los territorios árabes ilegalmente ocupados, y las críticas a su obstinada negativa a lograr una solución pacífica, justa y permanente al cruento y más antiguo conflicto del Oriente Medio.
Tras la bárbara agresión israelí a la Franja de Gaza en julio pasado, causante de la muertes de más de 2 mil 400 palestinos y de la enorme devastación de su infraestructura socio-económica, nuevos países se han sumado al reclamo de la constitución de ese Estado independiente, y por el respeto a los inalienables derechos de ese pueblo, conculcados por el Israel desde hace 66 años.
Suecia se ha incorporado a las naciones que lo han reconocido, 135 en total, y por igual se han pronunciado los parlamentos del Reino Unido y España, instando a sus respectivos Gobiernos a obrar en ese sentido, como en breve, ha anunciado, lo hará la Asamblea Nacional de Francia.
Con anterioridad, la Liga de Estados Árabes instó a los países de la Unión Europea a sumarse a la iniciativa, como lo hizo a la alta responsable de la Política Exterior y Seguridad de la UE, Federica Mogherni, durante su reciente visita a la Franja de Gaza. .
Tales determinaciones van unidas a los deseos de esos y otras muchos estados de los diversos continentes de contribuir a crear un clima de paz en el Oriente Medio, convulsionado también por las guerras en Iraq y Siria, instigadas por los centros de poder occidentales y algunos de sus aliados árabes. Conflictos que han convertido a la región en una permanente amenaza de conflagración internacional.
La reacción del primer ministro Israelí, Benjamín Netanyahu, y su Gobierno de coalición ultraderechista a tales demandas han sido las airadas amenazas de castigar con severidad a cualquier persona que proteste y pida reconocer a Palestina como Estado; aumentar la represión en Cisjordania y Jerusalén Oriental, mantener su determinación de incrementar los asentamientos de colonos judíos en esos territorios y el bloqueo a la Franja de Gaza, el cual había prometido aliviar, tras el acuerdo de cese el fuego, que el 26 de agosto pasado puso fin a la guerra desatada nuevamente por Tel Aviv en esa región.
El lenguaje de los dirigentes israelíes está perneado de belicismo, prepotencia e intolerancia, de rechazo a poner fin a la construcción de nuevos asentamientos y a la constitución de la entidad palestina, lo que ha conducido al fracaso todas las frágiles negociaciones sostenidas por más de 30 años entre ambas partes beligerantes..
La autoridad sionista no ha dado el menor paso y se opone férreamente a retirarse a las fronteras establecidas en 1967, año en que durante la Guerra de los Seis Días ocupó la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental y las alturas sirias del Golán, condición exigida por los palestinos, respaldados por numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero permanente mente ignoradas por Tel Aviv. .
No obstante, es incomprensible que más de seis décadas después de que la Asamblea General de Naciones Unidas determinara mediante la Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947, el arbitrario, ilegal e infortunado cercenamiento de Palestina, que concedió más de la mitad de ese territorio a Israel, la organización internacional no haya sido capaz de implementar lo que ella misma dispuso en dicha resolución: la formación de dos Estados uno árabe y otro hebreo.
El principal obstáculo para lograrlo han sido la intransigente posición de los líderes sionistas y sus aliados occidentales, encabezados por Estados Unidos, negados a admitir el derecho del pueblo palestino a su milenaria tierra y a su Estado. .
A pesar de la brutal represión y terrorismo israelí y las trágicas e inhumanas condiciones a que se ve sometida la población tanto en la Franja de Gaza, como en Cisjordania y Jerusalén Oriental, su causa avanza lenta pero inexorablemente, y va abriendo nuevos cauces de apertura en el ámbito internacional, como los de su reconocimiento de Estado Observador no miembro de Naciones Unidas y el de miembro pleno de la Comisión para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO)...
En la continuidad de su lucha, la Autoridad Nacional Palestina demandó a la Asamblea General de Naciones Unidas una resolución internacional que establezca un cronograma para poner fin a la ocupación israelí de los territorios palestinos, que de no ser emitida, conducirá a la entidad a buscar su membresía en instituciones y agencias internacionales, incluida la Corte Penal Internacional, vía expedita para abrir cargos por crímenes de guerra contra Israel.
La cuestión palestina, considerada la causa de todos los árabes, permanece desde 1948 sin una solución que reintegre a ese pueblo todos sus derechos, pues mientras Israel insista en rechazarlos, no podrá concertase la paz que ponga fin a una de las mayores, crueles y cruentas injusticias contemporáneas.
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