Al-Quds (Jerusalén), que desde el año 1967 está sujeta a la ocupación israelí, soporta hoy la intensificación por parte de Israel de una política de colonización a gran escala con el objetivo de expulsar a su población árabe.
Esa estrategia colonialista y violatoria del derecho internacional, ha significado crear asentamientos, construir viviendas y e implantar colonos judíos, que en número de 150 mil pretender cambiar la balanza demográfica en Al-Quds. Colonos armados y además protegidos por soldados de las fuerzas de ocupación, con represión sistemática de la población árabe local. El atropello a las creencias de la comunidad musulmana, sus recintos sagrados, excavaciones que pretenden legitimar una concepción judaica exclusiva de la ciudad, con proyectos de demoler todo aquello que represente al Islam, ya sea respecto a la explanada de las mezquitas o la declaración ilegal de sostener que Al Quds es la capital eterna e indivisible de la entidad sionista. Conducta que ha sumado un nuevo elemento: el desplazamiento forzado de la población Jerosolimitana.
Crímenes de Lesa Humanidad
El desalojo de la población nativa de Al-Quds, lleva en su seno las restricciones de desplazamiento, de visitar sus recintos sagrados, el impedir la construcción de viviendas o la ampliación de las existentes e implementar procesos de compra de viviendas por parte de entidades de fachada judías que obligan a la sociedad palestina, según lo señala el abogado de derechos humanos y Profesor de la Universidad de Al Quds, Munir Nuseibah “a convertirse en refugiada o desplazada interna. El desplazamiento forzado de personas palestinas forma parte del sistema legal de Israel y ello debe entenderlo la autoridad política palestina y la comunidad internacional, de tal forma de contrarrestarlo de manera más firme”. Es indudable que el desplazamiento forzado de la población de un Estado, por parte de una potencia ocupante es un crimen de guerra y cuando ese desplazamiento se hace sistemático, cotidiano, permanente, como lo ha hecho Israel desde el año 1948 a la fecha estamos ante crímenes de guerra, necesarios de investigar y sancionar.
Nuseibah afirma que esta política de desplazamiento forzado es un nuevo intento de Israel “por disminuir la población palestina de Jerusalén en una postura cada vez más explícita que los palestinos de Al Quds no son sino inmigrantes extranjeros a quienes se puede trasladar fácilmente fuera de lo que Israel considera su territorio soberano…desde 1967 a la fecha se han revocado más de 14 mil residencias en Jerusalén, la mayoría de ellas ex post el proceso de paz iniciado a principios de la década de los 90” . La revocación de la residencia de los habitantes jerosolimitanos se está ejerciendo mediante una creación jurídica israelí, que no por absurda deja de ser enormemente peligrosa y brutal: la figura legal de declarar la “violación de la lealtad a Israel” con un arco amplísimo de violaciones a esa legalidad del ocupante sionista: tirar piedras a los soldados ocupantes, salir del perímetro signado por el ejército, no portar documentos de identidad, construir sin permiso de edificación, entre otros “delitos” que los tribunales israelitas se encargan de reafirmar. Esta supuesta “violación de la lealtad a Israel” es simplemente un argumento destinado a expulsar a los palestinos de su tierras, despojarlos de su dignidad y de tierras donde han vivido desde tiempos inmemoriales y de esta forma cambiar la demografía de la ciudad y avanzar hacia su judaización.
Una de las organizaciones dedicadas a implementar esta política es ELAD - acrónimo hebreo de “a la Ciudad de David” que representa a un grupo de colonos, que se han trasladado al barrio palestino de Silwan en el este de Al-Quds creando un lunar sionista en medio de una cultura que esos colonos desprecian y reprimen. Recordemos que cuando un grupo de colonos se inserta en medio de la comunidad árabe, ese traslado implica militarizar y aislar la zona, impidiendo el paso de la población palestina. Para el abogado israelí Daniel Seideman las acciones de ELAD u otros grupos como Ateret Cohanim contienen en su seno “las semillas de la “Hebronización” de Jerusalén” refiriendo con ello a la ciudad situada en Cisjordania – Al Jalil - donde un pequeño grupo de colonos, viven bajo la protección militar del ejército israelí, constituyendo una incitación permanente a la población palestina, que ve, día a día disminuir sus tierras de labranzas en desmedro de la ampliación de los asentamientos sionistas en la zona”.
Día a día, sin que la cacareada “comunidad internacional” alce su voz, los colonos israelíes y soldados fuertemente armados, irrumpen en Al Quds Este, violentando uno de los símbolos sagrados para 1500 millones de Musulmanes: la Explanada de las Mezquitas donde se ubican la Mezquita de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca. Con ello se provoca a la población palestina, se prepara el asesinato para los asesinatos, para la represión y avanzar así en el objetivo de judaizar la ciudad en su conjunto. Esta política ha sido criticada por muchos judíos, que ven en ello una violación a su propia religión. Tal es el caso del rabino Yisrael Dovid Weiss – de la entidad antisionista “Neturei Karta” - quien en sus conferencias a lo largo de todo el mundo declara que la política de Israel “ha causado más desangramientos como nadie hubiese imaginado. Décadas antes del Estado., el deseo sionista de gobernar llevó a asaltos, asesinatos, muertes y dolores sin fin. No habrá paz en medio oriente mientras haya un Estado de Israel. La verdadera solución fiel a la Torah, la clave de la paz, es la inmediata devolución de palestina a los palestinos, en su totalidad, incluyendo el Monte del templo y Jerusalén. Lo que incluiría, por cierto, el retorno pleno de todos los refugiados”.
Es un imperativo trabajar por proteger Al Quds, reaccionar urgentemente contra las acciones israelíes que atacan la naturaleza única de esta ciudad”. En una crónica anterior, sostuve, sin que ello haya cambiado un ápice que “La locura sionista, destinada a saquear y destruir el patrimonio arquitectónico, religioso e histórico de otras creencias; se expresa día a día, con esta idea tan singular de construir el tercer templo del Judaísmo en los sitios donde se encuentran la Mezquita Al Aqsa y la Cúpula de la Roca. Operación que a la par de provocaciones permanentes de los sectores más reaccionarios de la sociedad israelí, se complementan con la judaización urbanística y demográfica de la Jerusalén árabe ocupada”.
La Historia de violaciones de la entidad sionista contra el pueblo palestino sigue su curso en la Franja de Gaza, en Cisjordania y el Al Quds. Ello, en un marco regional donde el respeto por los derechos humanos del pueblo palestino ha quedado en segundo plano frente al supuesto combate occidental contra las bandas terroristas takfirí en Siria e Irak. Conflictos hábilmente aprovechados por Tel Aviv, en momentos que las miradas de occidente están centradas en sus propios temores contra el takfirismo, sus problemas económicos y esa pesadilla que significa, para la Europa opulenta, el tener sus puertas a cientos de miles de refugiados. En ese contexto, se ha abandonado a Palestina y su sueño de autodeterminación. En ese contexto Israel intensifica la violación del derecho internacional, asesina a moribundos con balazos en la cabeza, profana la Mezquita de Ibrahim en Al Jalil, impide la entrada de peregrinos a la Explanada de las Mezquitas en Al Quds, detiene a niños y jóvenes, confisca tierras, demuele viviendas, destierra a familias enteras y se niega a reconocer en el otro a un ser humano. En ese marco, la idea de los Dos Estados es simplemente una farsa. La colonización de Al Quds expresa así una política de limpieza étnica.
Combatir a los Judeo Nazis
Cualquiera que haya leído, sólo el párrafo anterior, podría creer que estamos ante una adaptación Siglo XXI de la política del nacionalsocialismo en los países ocupados, de la política de exterminio contra el pueblo judío establecido por los nazis con sus campos de concentración, sus guetos, el desplazamiento forzado de la población, la negación de derechos básicos, la expulsión de su casas y el robo de sus propiedades, la violación constante de los derechos humanos pero…aquí en el 2016 hablamos del Nacionalsionismo que de la mano de Benjamín Netanyahu y los sectores más reaccionarios de Israel ha decidido que la población palestina debe ser expulsada de Al Quds. Un nacionalsionismo que define que la única población que debe permanecer en Al Quds es la población judía.
En un encuentro sostenido por este cronista con la Abogada Palestina y residente jerosolimitana Hiba Husseini, asesora jurídica de la ANP para el proceso de paz entre palestinos e israelíes, la profesional sostuvo que “el objetivo de la política israelí en Al Quds es expulsarnos, revocar nuestra residencia, tratarnos como extranjeros en nuestra propia tierra. Mi preocupación es que nuestra juventud ve pocas esperanzas, no ven alternativas, no se identifican con ninguna organización política pues existe una falta enorme de liderazgo en esta zona del mundo palestino”. Para la Sra. Husseini resulta claro que Israel, en el marco de la actual situación en el Levante Mediterráneo, aprovecha estas crisis, que suelen ser temporales para establecer sus medidas legales y políticas permanentes tal como lo sostiene su colega Munir Nuseibah“Yo vivo en Jerusalén Oriental, que día a día ve más reducidos los barrios palestinos, cada día con más fuerza. Los palestinos tenemos hoy el desafío de mantener la causa palestina en la agenda internacional, a pesar de las dificultades que ello conlleva. Ya no tenemos ese apoyo que tuvimos en la década de los 90 del siglo XX. Ha disminuido sensiblemente. Es lamentable decirlo, pero el mundo y algunos medios de comunicación se sienten más atraídos cuando hay violencia. Por ello, lo que está haciendo EIIL – Daesh en árabe – hace mucho daño a la causa palestina”.
Husseini señaló, que el actual estado de la situación en Palestina y en Jerusalén en particular es extremadamente grave, angustiante. Constata que el tema de Jerusalén no es parte de las discusiones sobre la ocupación israelí., el gobierno sionista no acepta que su política de judaización sea parte de una agenda de trabajo. No se reconoce la ocupación por parte de Israel y menos aún que se detenga su programa de asentamientos en Palestina “hemos estado confundidos con la creencia, hasta ingenua si se quiere, que Israel deseaba la misma paz que nosotros. Pero, lo cierto es que Israel no quiere la paz y menos un vecino que este capacitado. Prefiere un inválido, un vecino con su territorio fragmentado donde las fronteras no existan. Israel, como potencia ocupante y bajo el manto protector de su formidable aparato militar vive con la comodidad de quien puede realizar lo que hace sin reproches e impunemente. Es claro hoy que un acuerdo de paz que ponga fin al conflicto, no es asunto urgente para ellos. Israel está dispuesto a perpetuar un conflicto que hasta ahora le es posible manejar ejerciendo un control minucioso sobre nuestro pueblo y sus bienes como lo hace en Al Quds” Las palabras de Husseini reflejan desesperanza frente al optimismo mostrado al inicio del despertar islámico el año 2011.
Israel camina hacia la consolidación de lo que el sionismo denomina el “Gran Israel” lo que obliga a pensar que una de las formas de enfrentar esta política, no sólo marcha por relevar la causa palestina, sino también intensificar el programa de Boicot, Sanción y Desinversión contra Israel, al mismo tiempo que incrementar el apoyo político y militar a las organizaciones que han mostrado que el camino es enfrentar al ocupante. Y es importante enfrentarlo en todos los planos, mostrar al mundo que el régimen de Netanyahu se ha rodeado de los elementos más criminales de los últimos años. Donde se destaca lo que el medio Haaretz israelí define, por el analista Uri Misgav como “los judeo-Nazis en la legislatura de Israel” un conglomerado racista que través de sus dirigentes habla de los judíos como la raza superior y la necesidad de evitar todo contacto con “la raza enemiga” un conglomerado que ocupa las importantes carteras de Educación y Justicia.
Las acciones israelitas de judaización del territorio palestino, son avaladas por su sistema ideológico y político, caracterizado por una derecha ultranacionalista, cada día más poderosa y cuyo objetivo es fomentar la ocupación y la aniquilación de todo aquello que no sea judío. Por ello, no es extraño constatar que la tendencia es creer que un Estado judío debe anteceder a un estado democrático, con tendencias extremistas donde se impone la idea que los ciudadanos de origen judío deben tener más derechos que los no-judíos. Desde la proclamación del régimen de Israel, el año 1948 la política sionista ha hecho de la transformación física y demográfica de Palestina en general y Al Quds en particular su propósito político principal mediante un proceso de judaización.
Nuestra sociedades requieren ver con claridad que la entidad sionista ha devenido en una potencia que lleva el germen de su propia destrucción en su interior. Pero, no sin antes, seguir ocasionando daño y dolor a una región que no vislumbra el enemigo principal y que se ha ahogado, bajo los intereses hegemónicos de occidente y sus aliados de la triada Riad-Tel Aviv-Ankara, en un baño de sangre que ha fragmentado a Irak, que ha ocasionado 280 mil víctimas en Siria, millones de refugiados y desplazados y la invisibilidad de la causa palestina. En ese escenario, el sionismo se revitaliza, lo que obliga a combatirlo hasta su total destrucción.