Hombres y mujeres, generalmente jóvenes, muchos menores de edad, con rostros que demuestran el drama y el sufrimiento soportado tras semanas de periplo tratando de llegar, ya sea al sueño europeo, estadounidense o cualquier otro que brinde esperanzas de un mejor vivir.
Los vemos atiborrando los pasos fronterizos, durmiendo a la intemperie, encaramados en las rejas y vallas que impiden su paso, los visualizamos tendidos en las arenas de un Mediterráneo que termina convertido en su tumba, los hemos divisado tratando de dejar la miseria o el horror de las persecuciones o la guerra que devasta sus países, ahorrando durante largos años para pagar pasajes, sobornos y pases en sus recorridos.
Los avistamos tratando de abrir puertas, atascadas con cerraduras, cadenas, guardias, leyes y decisiones de no dejar pasar al ser humano, aunque ello signifique la segura muerte de los aspirantes a vivir en países, que en algún momento emitieron sus cantos de sirena y hoy enmudecen, hacen oídos sordos y se ciegan frente al drama de cientos de miles de personas, extranjeros, indeseables, inmigrantes, convertidos en zombies a vista y paciencia de una humanidad que tiende día a día a perder el asombro. Resulta paradójico, que en el marco de la globalización, que suponía ampliaría las relaciones entre los países, abrir las fronteras, permitir el libre flujo de seres humanos, lo único que tiene esa libertad en este tercer lustro del siglo XXI sean los capitales financieros. Ellos se mueven sin restricciones. Viajan de país en país sin pedir permiso, sin mostrar pasaportes y sin que se considere que color de piel, que raza, que ideología o que religión poseen.
CAPITAL SÍ ¡ SERES HUMANOS NO ¡
En la realidad, en la cotidiana lucha por la sobrevivencia para 60 millones de desplazados en el mundo, las guerras, hambrunas, dificultades económicas, persecución religiosa, inestabilidad política, invasión de sus países por parte del terrorismo, son algunas de las razones que impulsan a decenas de millones de personas a buscar nuevos horizontes a miles de kilómetros de sus países de origen y encontrar la muerte frente a la indiferencia de las grandes potencias. Estas, principalmente Estados Unidos y potencias europeas, suelen defender la libertad de mercado y la total apertura de fronteras cuando se trata de capital financiero, pero cierran esas puertas cuando son seres humanos necesitados de protección quienes golpean las puertas.
Seres humanos, principalmente magrebíes, ciudadanos de países subsaharianos, eritreos, somalíes, nigerianos, iraquíes, afganos, sirios – que representan el mayor número de solicitantes de asilo - hombres y mujeres, entre ellos miles de niños, que suelen morir ahogados en la fosa común en que se ha convertido el Mar Mediterráneo o el Mar de Andamán, muertos por asfixia en barcos atestados por centenares de desesperados; mutilados o baleados en las vallas de Ceuta y Melilla o aquellos 71 refugiados de origen sirio encontrados en estado de descomposición, abandonados como mercancía sin valor en un camión, al costado de una Autopista Austriaca, justo en momentos en el cual la capital de este país miembro de la Unión Europea era sede de una Conferencia Internacional sobre Inmigrantes, la denominada “Conferencia de los Balcanes”.
Para Salil Shetty, Secretario General de Amnistía Internacional señala que “Estamos presenciando la peor crisis de refugiados de nuestra era, en la que millones de mujeres, hombres y niños luchan por sobrevivir en medio de guerras brutales, redes de traficantes de seres humanos y gobiernos que persiguen intereses políticos egoístas en lugar de mostrar una compasión humana básica. La crisis de los refugiados es uno de los retos que definen el siglo XXI, pero la respuesta de la comunidad internacional es un vergonzoso fracaso. Necesitamos una reforma radical de la política y la práctica para crear una estrategia global coherente e integral”.
Sólo en lo que va del año 2015, las Naciones Unidas ha informado que 300 mil personas han intentado cruzar el otrora Mare Nostrum muriendo 3 mil de ellos en el intento, en cifras oficiales a las que habría que sumar aquellos otros miles cuya suerte ni siquiera tiene una mención en una nota necrológica en algún diario o agencia noticiosa. A esa cifra hay que sumar los miles de inmigrantes, principalmente de sirios, somalíes, paquistaníes y afganos y iraquíes que se encuentran en los Balcanes, que tratan de cruzar hacia Macedonia y Serbia, sorteando la frontera griega, para entrar a la Europa comunitaria y encontrar mejores perspectivas de vida. El gobierno macedonio ante esta situación decretó el Estado de Emergencia informando que “Debido a la creciente presión en la frontera sur nuestro gobierno implantará controles más amplios y más eficientes en la zona fronteriza donde han sido detectadas entradas masivas de personas procedentes de Grecia".
El Gobierno de Macedonia criticó al gobierno griego por no proteger su frontera – considerado el límite sur de la Unión Europea – permitiendo esta entrada masiva de refugiados, que complican a uno de los países más pobres de Europa Oriental. Al mismo tiempo, autoridades búlgaras desplegaron tropas blindadas en la frontera con Macedonia para impedir la irrupción de inmigrantes que se desplazan por los Balcanes camino al centro europeo. Recordemos que Bulgaria a principios del año 2015 estableció una serie de campos de confinamiento de inmigrantes en los cuales actualmente se encuentran confinados 15 mil solicitantes de asilo.
En el caso del gobierno conservador de Hungría – uno de los últimos incorporados a la Unión Europea – concluyó la instalación de 200 kilómetros de una valla – una alambrada de púas - a lo largo de su frontera con Serbia de un metro y medio de altura, destinada a contener la llegada de inmigrantes que atraviesan este país del este europeo, camino al centro del continente. Recién concluida la instalación de este freno al desplazamiento de miles de personas comenzó la construcción de un segundo engendro, que se espera esté concluida en un par de meses con un altura de cuatro metros. Croacia, por su parte, ha dado a conocer a las autoridades de Bruselas su temor respecto a que la instalación en Hungría desvíe el flujo de inmigrantes a su país.
Hasta ahora, lo que se confirma, es la puesta en práctica de la estrategia de contención de inmigrantes trazado por la Unión Europea para su frontera sur, que delega esa labor en Grecia, Italia y España, principalmente. Estos, como alumnos aventajados, han cumplido eficientemente, forzando con ello a que los inmigrantes busquen alternativas de entrada a la UE, en países que también deberán mostrar buena conducta ante las autoridades de Bruselas, para seguir recibiendo las prebendas que les permitan mantenerse en la UE o aspirar a mejores condiciones. Tal comportamiento ha sido duramente criticado por el Presidente del Parlamento Europeo, el Alemán Martin Schulz quien afirma “Los gobiernos de algunos estados miembros deben, finalmente, eliminar el bloqueo y poner fin a este juego indigno. Se trata de un fracaso total de esos países, que se abstienen de asumir sus responsabilidades al respecto e impiden una solución europea para la crisis migratoria. Así, el Mediterráneo se convierte en una fosa común, escenas horripilantes se producen en las fronteras y los más necesitados que están buscando nuestra protección, se quedan sin ayuda" concluyó el político europeo.
Por su parte, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, se mostró “horrorizado” por la muerte de cientos inmigrantes y refugiados “Esta es una tragedia humana que requiere una decidida respuesta política colectiva. Es una crisis de solidaridad, no una crisis de cifras. Estas tragedias subrayan la crueldad de los contrabandistas y traficantes de personas cuyas actividades criminales se extienden desde el mar de Andaman hasta el Mediterráneo y las autopistas de Europa. También demuestran la desesperación de la gente que busca protección o una nueva vida. La mayoría de estas personas son refugiados que arriesgan su vida procedente de Siria, Afganistán e Iraq. No podemos hacer distinciones entre los solicitantes de asilo en base a su religión o identidad ni obligarles a regresar a sus países de origen El elevado número de refugiados e inmigrantes son síntoma de problemas más hondos, incluidos conflictos que no cesan, violaciones de derechos humanos o represión. Los países occidentales deben asumir sus obligaciones y mostrar más determinación en resolver las causas que obligan a la gente a huir”.
A pesar de la parafernalia mediática representada por los reclamos de países europeos, alarmados ante la “avalancha de refugiados” tal temor dista mucho de la realidad pues cuando hablamos de refugiados, la carga mayor no se la llevan los países más desarrollados, sino que justamente aquellos más carenciados o donde ya existen dificultades. Un 86% de los refugiados en el mundo también calificados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas Para los Refugiados - ACNUR – como personas en situación de desplazamiento forzado tanto interna como externa – calculados en 60 millones – viven en países no desarrollados. Esta cifra representa un 30% mayor que hace una década atrás. Países como Irán, Turquía, El Líbano son hoy por hoy las naciones que más refugiados acogen en su territorio.