Las intrigas saudíes en Oriente Próximo vienen de lejos pero en los últimos meses han crecido considerablemente hasta el punto de que algunos analistas locales hablan de una "abducción" de las llamadas "primaveras árabes". El personaje central en estas intrigas es el príncipe Bandar bin Sultan, director general de la Agencia de Inteligencia, un hombre con enorme peso específico en su país y fuera de él, que está jugando el papel de tenor en Egipto y sobre todo en Siria y Líbano.
Los métodos que utiliza Bandar para conseguir sus objetivos son expeditivos y podrían calificarse de mafiosos en alguna ocasión sin necesidad de recurrir a ninguna hipérbole. De acuerdo con The Daily Telegraph, Bandar se reunió recientemente en Moscú con el presidente Vladimir Putin y le prometió el oro y el moro a cambio de forzar la caída del presidente Bashar al Assad, y lo hizo con el consentimiento de funcionarios estadounidenses, de acuerdo con fuentes saudíes.
Si Putin colaboraba en ese objetivo, Bandar le garantizaba que el nuevo régimen de Damasco permitiría a los rusos mantener la base militar que tienen en el puerto de Tartús, que es su única base naval en todo el Mediterráneo.