La historia contemporánea nos demostrado que, en la política, no hay enemigos ni amigos eternos. Al menos así lo ratifican los acontecimientos que han tenido lugar en la región de Oriente Medio y los lazos entre Arabia Saudí y Turquía con Israel.
De hecho, el desarrollo de los sucesos en Oriente Medio, la inestabilidad imperante en la región y diversos factores más han motivado que los gobiernos no tengan una política exterior estable en sus relaciones con otros países. Antes de que Ankara diera pasos para restablecer sus vínculos con el régimen israelí, Arabia Saudí había estado haciendo sus jugadas de forma clandestina con el mismo fin y así favorecer sus políticas en la región.
En este artículo pretendemos estudiar los antecedentes de las relaciones entre Ankara y Tel Aviv, además de analizar el porqué de su restablecimiento.
Lazos Ankara-Tel Aviv
Turquía fue el primer país musulmán que reconoció al régimen de Israel, el 28 de marzo de 1949. Ambos consideraban de alta prioridad sus lazos militares, estratégicos y diplomáticos. En la década de los 90, se consideraban aliados muy cercanos, de forma que relazaban incluso maniobras militares conjuntas.
De acuerdo con un informe publicado por el Nueva York Times, en 1999, las relaciones bilaterales entre ambos se fortalecieron tanto que las fuerzas aéreas israelíes realizaban maniobras en espacio aéreo turco y los israelíes se encargaban de modernizar los aviones de combate turcos.
Tensiones entre Israel y Turquía
Con la llegada al poder del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco), en 2003, la política exterior turca se basó en cero conflictos con los vecinos, de acuerdo con la doctrina de Ahmet Davoutoglu, que pretendía que su país desempeñara el rol de líder en Oriente Medio. No obstante, esta nueva doctrina traería consecuencias, es decir, teniendo en cuenta el mapa político de la región, cualquier amistad o alianza con un país, podría provocar la enemistad con otros.
Sin embargo, las autoridades turcas ignorando esa realidad llevaron adelante el plan de reconciliación con los países de la región. En este contexto, el partido de Erdogan, cuya doctrina se fundamenta en el Islam, priorizó el apoyo a los grupos islámicos de la región, así como al Movimiento de Resistencia Islámico de Palestina, Hamas, una decisión que provocó una respuesta de los gobiernos reaccionarios de la región, además de Israel.
A raíz de la seria y profunda enemistad entre Hamas y el régimen israelí, además de que Ankara quería ser el líder de la región para revivir el imperio Otomano, los líderes de Ankara dejaron de mediar entre Israel y Hamas y apoyaron explícitamente al movimiento islámico. Este fue el detonante de las tensiones entre Ankara y Tel Aviv, cuyo clímax fue el ataque de comandos israelíes al Mavi Marmara, un barco turco cargado de activistas propalestinos que se dirigía a Gaza en 2010 y que dejó diez muertos turcos. Ante esa situación, Ankara exigió en varias oportunidades una disculpa por parte de los israelíes, pero esto nunca se produjo. Así que se produjo un absoluto estancamiento de los lazos bilaterales.
Restablecimiento de lazos
En la situación en que se encuentra la región de Oriente Medio, es decir, la crisis entre Turquía y Rusia, los conflictos en Siria e Irak, además de la interacción e influencia de Irán en la región y el mundo tras el acuerdo nuclear con el Grupo 5+1, Ankara no ve otra alternativa que restablecer lazos con Israel.
En otras palabras, ambos disponen de inquietudes comunes, retos de seguridad e intereses mutuos, factores que los impulsan a acercarse de nuevo. No obstante, en base a los parámetros existentes que los estudiaremos a continuación, parece ser Ankara quien mayor interés en este restablecimiento.
De hecho, hoy, Turquía está involucrada en serios conflictos regionales que han dificultado su situación, tanto a nivel interno como externo. Desde el inicio de la crisis en Siria, Ankara apostó por una política hostil hacia Damasco y abogó por la eliminación del presidente Bashar Al Asad. Así que para cumplir con ese objetivo no escatimó apoyo financiero, militar y logístico a los opositores armados. Tal política le conllevó graves consecuencias, y ensombreció su imagen de país pacífico ante la comunidad internacional. Una de las más importante consecuencias es la tensión con Moscú, que empezó con el derribo del avión de combate ruso, el pasado 24 de noviembre de 2015. Posteriormente a ese acontecimiento, Rusia aplicó medidas de represalia y cortó todos los lazos económicos y políticos con Turquía. Así que la economía del país se vio seriamente afectada, al igual que su sector energético debido al cese del abastecimiento de gas ruso.
En tales circunstancias, con el objetivo de reducir los efectos directos e indirectos de las sanciones rusas y propiciar un cambio en su política exterior, los líderes turcos optaron por revivir los lazos con Tel Aviv. Dado que los territorios de Palestina ocupados por Israel cuentan con enormes recursos gasíferos en el Mar Mediterráneo. Unos 990 mil millones de metros cúbicos con los que Turquía podría eludir las sanciones rusas y recibir el gas que necesita.
Por otra parte, el régimen israelí, que comparte la política de Turquía en las ecuaciones regionales, considera beneficioso este restablecimiento. Por lo tanto, anunció su disposición de pagar 20 millones de dólares como indemnización a las familias de las víctimas del Mavi Marmara. Además, dieron luz verde a la solicitud de Turquía de que los gazatíes tuvieran acceso a aguas internacionales y se eliminaran los obstáculos para el envío de ayudas internacionales al enclave costero.
Plan sionista para Oriente Medio
Se puede señalar que, de momento, la escalada de las tensiones, conflictos, guerras y la inseguridad solo han beneficiado el cumplimiento de la agenda del régimen sionista de Israel para Oriente Medio, ya que tales acontecimientos han motivado el acercamiento de ciertos enemigos, como es el caso de Arabia Saudí y Turquía.
En base a estos cambios ocurridos en la región, ahora Israel puede promover sus proyectos hegemónicos y eliminar la Resistencia en Oriente Medio, que conforman por Irán, El Líbano y Siria. De hecho, mediante su acercamiento a Turquía pretende presionar al Gobierno sirio, y a través de sus lazos con los saudíes busca afectar a Irán y El Líbano. De materializarse sus objetivos, Tel Aviv lograría impulsar el plan de la división de Oriente Medio, conocido como un proyecto sionista-estadounidense, lo que resultaría en la formación de países pequeños para que no puedan desempeñar un rol significativo en la región.