martes, 26 de julio de 2016

Comandante Ma Zhanshan, un señor de la guerra

Ma Zhanshan, hijo de una familia pobre de origen musulmán, nació el 30 de Noviembre de 1885 en Fengtian, región de Huaide, China.

Desde muy joven, con solo 20 años, Ma Zhanshan demostró su espíritu guerrero convirtiéndose en bandido al servicio de los señores de la guerra al norte de China. Debido al odio que sentía por la Dinastía Qing, trabajó para Japón en la Guerra Ruso-Japonesa de 1905 bajo las órdenes de un grupo paramilitar en Heihushan al mando de su amigo Yu Chonghan. Terminado el conflicto, Ma Zhanshan se pasó al Ejército Imperial Chino hasta conseguir el mando de un batallón de defensa en Mukden en 1908. Cuando se produjo la Revolución China de 1911 que instauró la República, Ma Zhanshan otra vez volvió a servir para los señores de la guerra, en este caso para el bandido Wu Junsheng, que en 1920 le promovió al rango de coronel.

Sin duda alguna sus tácticas en la caballería contra ejércitos modernos le granjeó su fama de gran jinete.


Al mando de la 5ª Brigada de Caballería del Ejército del Noroeste del señor de la guerra Zhang Zuolin, las tropas de Ma Zhanshan se enfrentaron al Kuomintang de Chiang Kai-Shek durante las campañas contra el bandidaje. Durante estos años Ma Zhanshan se convirtió en un maestro de la caballería y en las cargas de jinetes contra unidades compactas de infantería. En 1927 se le cedió la jefatura de la guarnición de Heilongjiang, responsabilidad que gestionó tras la muerte de su líder Zhang Zuolin en un atentado organizado por los japoneses en 1928. Por fin con el grado de comandante, Ma Zhanshan mantuvo a raya a las tropas del Kuomintang en la región de Heihe junto a la frontera de la Unión Soviética durante casi tres años y apenas sin sobresaltos.

Inesperadamente Japón invadió Manchuria el 18 de Septiembre de 1931 tras el Incidente de Mukden, un suceso que hizo que Ma Zhanshan decidiera coaligarse con el Kuomintang en un acto de patriotismo por defender la patria del invasor nipón. Su área de operaciones fue Heilongjiang, zona en la que junto al general Zhang Haipeng concentró a soldados del Kuomintang y bandidos para aguantar la embestida japonesa. Sin embargo en el último momento Chiang Kai-Shek ordenó a Zhang Haipeng abandonar Heilongjiang por motivaciones políticas, algo a lo que Ma Zhanshan se negó para quedarse a resistir. La batalla tuvo lugar contra los japoneses al mando del general Yoshihide Hayashi los días 6 y 8 de Noviembre junto al Río Nonni, orillas que los soldados de Ma Zhanshan defendieron bien hasta verse obligados tras muchas pérdidas a iniciar la retirada. Sin embargo Ma Zhanshan se negó a aceptar la derrota y después de reorganizarse lanzó una contraofensiva contra Heilongjiang sobre la capital de Qiqihaer. En esta ocasión Ma Zhanshan estuvo a punto de conseguir una victoria de no ser porque la minoría manchú instigada por su líder nacionalista Liu Shengyun traicionó a los chinos y se pasó al bando japonés. Muy superiores en número los manchús y japoneses, apoyados por tanques y aviación, rompieron el cerco en Qiqihaer, lo que inevitablemente forzó a Ma Zhanshan a retirarse para siempre y cruzar la frontera de Manchuria con China para ponerse a salvo.

Mientras todavía se desarrollaban los combates en Manchuria, Ma Zhanshan envió telegramas a Nankíng para presionar a Chiang Kai-Shek a que resistiera antes de que negociara con los japoneses un alto el fuego desfavorable para China. Al mismo tiempo envío órdenes a su subordinado que aún combatía en Manchuria, Xu Baozhen, para asegurarse de que no cesase el fuego en su área de despliegue en Daxing. Pero sus medidas de nada sirvieron porque en el invierno de 1931 a 1932 fue obligado por Chiang Kai-Shek a colaborar con los japoneses ante la posibilidad de alcanzar una paz justa. Debido a estos sucesos fue de nuevo enviado a Manchuria para encabezar un gobierno provisional con él mismo, Zhang Jinghui, Zang Shiyi y Xi Qia. Incluso el general japonés Kenji Doihara le ofreció 3 millones de dólares para comandar el Ejército Imperial Manchú. Por suerte para él no tuvo que soportar más la humillación porque los incumplimientos de los japoneses y el anuncio de la formación del Estado títere de Manchukuo reactivó la guerra fronteriza con el Kuomintang, lo que hizo que definitivamente Ma Zhanshan el 10 de Abril de 1932 volviera a ponerse al mando de un grupo bandido al servicio de Chiang Kai-Shek.

Desarrollada la rebelión de Ma Zhanshan, los japoneses y manchús emplearon 30.000 tropas para aplastar a los 3.500 sublevados. Sin embargo no pudieron capturarles porque utilizaron tácticas guerrilleras y pactaron en Longmen con el Ejército de Salvación Nacional de Heilungkiang del señor de la guerra Su Bingwen, lo que incrementó sus efectivos. Entre algunas de las acciones perpetradas por Ma Zhanshan estuvo la breve incursión al aeródromo de Hsinking en la que sus hombres destruyeron 6 aviones japoneses.

A lo largo de los años siguientes Ma Zhanshan viajó por el extranjero intentando sin éxito buscar apoyo de potencias extranjeras como Italia, Alemania y la Unión Soviética. Precisamente en Rusia recibió financiación a cambio de que les ayudase en la Guerra de Sinkiang para contener el levantamiento musulmán de los iugures. De regreso a China Ma Zhanshan fue clave en el Incidente de Xian para llegar a un acuerdo de paz entre el Kuomintang y los musulmanes.


Cuando se produjo el Incidente del Puente Marco Palo en 1937 que derivó en la invasión de Japón a China, Ma Zhanshan tomó el mando de la Fuerza de Avance del Noroeste del Kuomintang para proteger la ciudad de Liaoning, en Jilin. Durante algunas semanas sus hombres aguantaron la acometida japonesa, pero al final fueron expulsados y puestos en retirada. Poco después Ma Zhanshan reorganizó sus fuerzas y entre 1937 y 1939 combatió encarnizadamente a japoneses y colaboracionistas mongoles en Rehe, Chahar, Shanxi, Datong y Suiyuán.

Sorprendentemente, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Ma Zhanshan se cansó de las constantes retiradas del Kuomintang y prefirió sumarse en secreto a la guerrilla del Partido Comunista Chino (PCCh) en el Yenan. Allí Mao Tse-Tung le recibió con gusto y le ofreció el mando de la provincia de Heilongjiang, todavá en manos japonesas, para cuando terminase la guerra. Ma Zhanshan aceptó, aunque continuó durante todo el resto de la Segunda Guerra Mundial trabajando para el Kuomintang en oficinas del Alto Mando.

Finalizada la Segunda Guerra Chino-Japonesa en 1945, el Kuomintang premió a Ma Zhanshan con la comandancia de Shenyang. Aquello fue un error fatal, pues Ma Zhanshan cumplió su tratado secreto con los comunistas y aprovechando el descalabro del Kuomintang en la última etapa de la Guerra Civil China, traicionó a Chiang Kai-Shek en 1949 y regaló en bandeja la provincia a los maoístas.

Como recompensa por la ayuda, Mao Tse-Tung ofreció a Ma Zhanshan un puesto de honor en el Consejo de la nueva República Popular de China. No obstante, una inesperada enfermedad, puso fin a la vida Ma Zhanshan el 29 de Noviembre de 1950 en Pekín. En esta ocasión, el veterano caudillo no pudo recoger su nuevo premio por cambiarse de bando por décima vez en conflicto.

Haile Selassie...el último Emperador de Etiopía

Haile Selassie fue el Emperador de Etiopía durante más de la mitad del siglo XX. Derrocado primero por el fascismo italiano en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y posteriormente por el comunismo soviético en la Guerra Fría, este monarca pasaría a la Historia por ser uno de los Jefes de Estado más importantes de África.

Tafari Makonnen nació un 23 de Julio de 1892 en Ejersa Goro, un pueblo de Etiopía situado en la provincia de Harar. Su padre fue el Príncipe “Ras” Makonnen Woldemikael Gudessa, general victorioso de la Batalla de Adua contra Italia en la Primera Guerra Ítalo-Abyssínea (1895-1896); mientras que su madre, la Princesa “Woizero” Yeshimebet Alí Abajifar, era la heredera a gobernar la provincia de Wollo.

Makonnen desde muy pequeño fue educado por su familia en las más estrictas costumbres de la nobleza, en un ferviente patriotismo (al fin y al cabo Etiopía era junto con Liberia la única nación de África no colonizada por Occidente) y en la más rigurosa religión cristiana, esta última impartida por un monje capuchino llamado Abba Samuel Wolde Kahin. Curiosamente a raíz de esta educación, el Príncipe Tafari, que en lengua amhárica significaba “el Respetado y Temido”, adquirió una personalidad egocéntrica y soberbia con la que ansiaba alcanzar grandes logros para su país. De hecho su lectura favorita era El Príncipe de Nicolás Maquiavelo y su ídolo histórico Napoleón Bonaparte, de quién consiguió la edición de un antiguo libro suyo estampado con su firma.

Con tan sólo 14 años y tras la muerte de su padre Makonnen Woldemikael, el “Ras” Tafari Makonnen fue nombrado en 1906 gobernador de la provincia de Salale. Al año siguiente, en 1907, se casó con la Princesa Altayech, de la que obtuvo el mandato de la provincia de Harar; aunque acabaría divorciándose poco después para volver a casarse con la Princesa Menen Asfaw de Ambassel, quién sería su esposa toda la vida. Fruto de sendos matrimonios, nacerían los tres príncipes Wossen, Makonnen y Sahle Selassie; y las cuatro princesas Romanework, Tenagnework, Zenebework y Tsehai.
Príncipe “Ras” Tafari Makonnen con atuendos de guerrero africano.

A la muerte del Emperador Menelik II en 1913, el Príncipe Yyasu que por aquel entonces era menor de edad, fue nombrado su sucesor; algo que no gustó a un sector de la nobleza dirigido por la Princesa Zauditu, donde curiosamente estaba el propio Tafari por ser su sobrino. Gracias a que el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 amenazó las fronteras de Etiopía al estar rodeada de colonias británicas, francesas, belgas e italianas en sus extremos; el país precisó urgentemente de un Jefe de Estado fuerte y por ello en Febrero de 1917 el Príncipe Yyasu fue depuesto por la Emperatriz Zauditu I, tía del Príncipe Tafari.

Iniciado el mandato de la Emperatriz Zauditu (primera mujer en ser elegida Jefa de Estado en África), su sobrino Tafari fue nombrado Regente. Una de sus primeras misiones como tal, fue hacer modernas reformas con las que amplió la sanidad, la educación y el transporte público; además de conseguir que Etiopía fuese admitida en 1923 como miembro de la Sociedad de Naciones (SDN) de Ginebra. Un año después, en 1924, Tafari comenzó un viaje por las colonias británicas de Egipto y Palestina, adoptando en esta última a 40 niños huérfanos procedentes de Armenia que habían sido supervivientes del Genocidio Armenio perpetrado por Turquía en la Gran Guerra. Poco después continuó su aventura por Europa visitando países como Inglaterra, Holanda, Bélgica, Suecia, Suiza y Grecia, donde Etiopía adquirió relevancia internacional en acuerdos comerciales y de seguridad.

La reforma militar impulsada por Tafari fue el motivo de disensión entre muchos de los jerarcas porque decretó la conversión del Ejército Imperial Etíope en la columna vertebral de las fuerzas armadas de la nación, todo ello en detrimento de los ejércitos privados controlados por los nobles. Este malestar generó un golpe de Estado perpetrado por el general Dejazmatch Balcha Safo, quién al mando de un destacamento de tropas tomó la capital de Addis Abbeba y a punto estuvo de capturar a Tafari en el Gran Palacio, de no ser porque este último obtuvo el apoyo de la Guardia Real y aplastó a los sediciosos. Una vez vencida la sublevación, el 7 de Octubre de 1928 la Emperatriz Zauditu I premió a Tafari otorgándole el título simbólico de Rey de Etiopía o “Negus”.

Cuando el 2 de Abril de 1930 falleció la Emperatriz Zauditu I, el Rey Tafari fue elegido su único sucesor político. Desde entonces y durante los siguientes siete meses se tuvo que ir granjeando tanto apoyos internos de la nobleza como del exterior para convertirse en el nuevo Jefe de Estado del Imperio Etíope. Finalmente el 2 de Noviembre de 1930, tuvo lugar la coronación del monarca primero en la Catedral de San Jorge de Addis Abbeba y luego mediante unas festividades de varios días que costaron 3 millones de dólares y que contaron con una amplia presencia internacional, como por ejemplo el Duque Enrique de Gloucester en representación de Reino Unido, el Príncipe Fernando de Saboya-Génova por Italia o los embajadores de Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón, Turquía, Suecia, Bélgica y Egipto. Curiosamente entre los títulos que alcanzó el Rey Tafari, recientemente rebautizado como Emperador Haile Selassie (Poder de la Trinidad), fue el de “León Conquistador de la Tribu de Judá”, “Elegido de Dios” y “Negus Nagast (Rey de Reyes)”.

Reformista fue el reinado del Emperador Haile Selassie porque en muchos sentidos fue imitando a las democracias liberales, aunque siempre sin dejar de lado el autoritarismo característico de su régimen. Por ejemplo impulsó la constitución de un Parlamento con un sistema bicameral , cuya Cámara Alta estaba representada por la nobleza y cuya Cámara Baja era designada a dedo por el propio Selassie. Simultáneamente se redactó una Carta Magna en la que también se garantizaba a Selassie la elección de los diputados, ya que según reflejaban sus líneas los ciudadanos no podrían votar a sus políticos “hasta que la población estuviese en posición de elegirlos por si misma”. De hecho y a pesar de que desde el exterior se veía a Etiopía como un régimen liberalizante, lo cierto fue que Selassie instauró una monarquía absoluta, donde los derechos de sus súbditos eran pésimos y donde existía la esclavitud mediante la compra y venta de seres humanos que todavía en el siglo XX iban con los pies encadenados. Sin embargo el régimen de Selassie también obtuvo resultados positivos en otros ámbitos porque gracias al fluido mercado con Japón y Estados Unidos hubo un “boom económico” que aumentó las clases medias; mientras que a nivel exterior Etiopía se anexionó en 1931 el Reino de Jimma que hasta ese momento se había erigido como un pequeño país independiente.

El Emperador Selassie inspecciona una compañía de ametralladoras durante la Guerra Ítalo-Etíope contra la Italia Fascista en 1935.

Inesperadamente en Diciembre de 1934 se produjo el Incidente de Welwel, un choque armado entre unos soldados etíopes que por orden del Emperador Selassie avanzaron más allá de la frontera con Somalia por el desierto, justamente en un territorio de dominio nada claro para los observadores internacionales, ya que según Roma era propiedad del Imperio Italiano. Tal y como era de esperarse, los italianos respondieron con un tiroteo que dejó 30 muertos entre ambos bandos, lo que generó la indignación del Duce, Benito Mussolini, quién acusó a Selassie de ser el culpable de lo sucedido. Por supuesto como el Emperador deseaba evitar un conflicto, envió a sus diplomáticos a la Sociedad de Naciones de Ginebra, donde obtuvieron una respuesta escasamente condenatoria ante una más que probable agresión italiana. Esta contestación sin duda abocó a Etiopía a la guerra contra Italia.

El 3 de Octubre de 1935 estalló la Segunda Guerra Ítalo-Abyssínea o Guerra Ítalo-Etíope cuando medio millón de soldados del Ejército Italiano cruzaron la frontera con Etiopía desde Somalia y Eritrea; teniendo en frente a 800.000 hombres del Ejército Imperial Etíope al mando del mismo Emperador Haile Selassie. A pesar de que los italianos y las tropas coloniales eritreo-somalís avanzaron con facilidad en los primeros meses tomando importantes centros como Adrigat, Adua, Mek’ele o Axum, los etíopes consiguieron frenar a sus enemigos en la Batalla de Tembien y rechazarlos al otro lado del Río Tacazzé; lo que facilitó a Selassie buscar una salida negociada al conflicto. Por desgracia para el Emperador, la Sociedad de Naciones dio la espalda a Etiopía y salvo unas sanciones económicas a Italia por la agresión (y la ayuda militar de Adolf Hitler desde Alemania que vendió armamento a los etíopes), nadie asistió al país africano, por lo que la contienda continuó a partir de 1936 con victorias favorables para los italianos en Genale Uenz, Negele, el Macizo de Amba Aradam, la provincia de Harar y especialmente en la Batalla de Maitschew.

Sitiada la capital de Addis Abbeba, al Emperador Selassie únicamente le quedaron dos opciones: exiliarse de Etiopía o marchar al norte para organizar una última guerrilla cerca de la frontera con Sudán. Finalmente se descantó por la primera y por eso mismo el 2 de Mayo de 1936, Selassie y su familia abandonaron en tren Etiopía para refugiarse en la colonia francesa de Djibuti y luego embarcar en el crucero de guerra británico HMS Enterprise que lo llevó a Jerusalén en el Mandato de Palestina. Sería en Tierra Santa, donde el depuesto Emperador conoció la noticia de la rendición de Etiopía y su conversión en una colonia del Imperio Italiano de Mussolini. Indignado por lo sucedido, el 30 de Junio de 1936 se presentó en la Sociedad de Naciones de Ginebra para discutir primero acaloradamente con el Ministro de Asuntos Exteriores, Galeazzo Ciano; y luego para pronunciar un discurso contra el fascismo y el colonialismo que recibió los abucheos de los diplomáticos italianos y los aplausos de ciertas fuerzas de izquierda como los socialistas franceses.

Gran Bretaña fue el lugar de residencia en el exilio escogida por el Emperador Selassie, concretamente el Hotel Bath situado al sudoeste de Inglaterra en Somerset. Allí se dedicó a escribir una biografía en idioma amhárico sobre su vida y a llevar una vida más o menos tranquila; aunque también se convirtió en todo un icono antifascista entre los comunistas europeos y en un defensor de los negros para los afroamericanos en Estados Unidos y Jamaica, siendo en este último el precursor del movimiento “Rastafari” en honor a su antiguo nombre Ras Tafari. De hecho en Norteamérica, la revista estadounidense Time eligió a Selassie personaje del año y los exiliados comunistas italianos le consideraron un luchador por la libertad (algo absurdo porque su régimen había sido una monarquía absoluta y esclavista).

Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939 y entrar Italia en la contienda contra Reino Unido en 1940, el Primero Ministro Winston Churchill vio en el exiliado Emperador Haile Selassie un instrumento para abrir un frente interno a los italianos en el África Oriental. Por eso mismo el “Negus” fue enviado a la colonia del Sudán Anglo-Egipcio a la espera de reunirse con una serie guerrilleros etíopes entrenados por el Ejército Británico y agrupados en la Fuerza Gedeon (Gedeon Force) al mando del general Orde Wingate. Allí permanecería reclutando miles de compatriotas hasta que una vez construido un pequeño Ejército Imperial Etíope, el 18 de Enero de 1941, el Emperador Selassie volvió a cruzar la frontera etíope-sudanesa de su patria a la altura de la aldea de Um Iddla. Desde entonces y al frente de sus tropas etíopes, las cuales siempre estuvieron acompañadas por soldados británicos y de la Commonwealth, Selassie dirigió las operaciones contra los italianos en diversas batallas como las de Keren, Amba Alagi, Culqualber o Gondar, hasta ser reconquistado el país y entrar victorioso en la capital de Addis Abbeba el 5 de Mayo de 1941, exactamente tras seis años de ausencia.

Tropas etíopes y británicas acompañan al Emperador Haile Selassie a su regreso a Etiopía en 1941.

Recuperado el control de Etiopía a mediados de 1941, el segundo reinado de Etiopía no iba a ser fácil para el Emperador Selassie. Primeramente los Aliados obligaron al monarca a no restituir el comercio de esclavos (en 1935 los italianos habían abolido la esclavitud) y luego le forzaron a involucrarse en la lucha contra el Eje. Esta última solicitud implicó el envío de tropas para aniquilar la guerrilla protagonizada en todo el África Oriental por combatientes italianos, somalís y eritreos que se prolongaría hasta finales de 1943; además de prestar vigilancia costera en la costa de Somalia ante el riesgo de la presencia de buques de guerra enviados por Japón. Por si fuera poco, aquel mismo año 1943 el “Negus” se encontró con un nuevo problema al descubrir que Reino Unido pretendía anexionarse Etiopía al término de la contienda. Ante el riesgo que tal cosa suponía, Selassie buscó ayuda diplomática de Estados Unidos, país con el que firmó el Acuerdo de Ayuda Mutua consistente en una serie de privilegios militares y comerciales con los norteamericanos a cambio de mediación política frente a Londres, algo que sin duda evitó que el país fuese ocupado por los ingleses. De hecho, Etiopía no sólo se salvó de ser colonizada por Inglaterra, sino que además fue admitida en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945 como uno de los países vencedores de la contienda y totalmente soberano.

Terminada la Segunda Guerra Mundial en 1945, el Emperador Haile Selassie amplió el Imperio Etíope con la anexión de la provincia de Ogadén a costa de Somalia en 1948 y de Eritrea en 1950. Sin embargo en el ámbito político, Selassie tuvo que ir moderando su monarquía absoluta en concordancia con los cambios políticos y sociales que estaban teniendo lugar en otros países del mundo. Por ejemplo en 1955 convirtió a la Cámara Baja del Parlamento en un órgano elegido por sufragio de los ciudadanos, en 1959 reconoció la independencia de la Iglesia Ortodoxa Etíope, en 1960 se sumó sus tropas a las Fuerzas de Pacificación de la ONU durante la Crisis del Congo, en 1963 presidió la Confederación de Jefes de Estado Africanos de Addis Abbeba y en 1966 aprobó un registro de tierras para reducir el poder de la nobleza. Respecto a sus relaciones exteriores, Selassie continuó siendo muy popular a nivel internacional tanto por sus enérgicos discursos en la ONU, como por ser uno de los Jefe de Estado más antiguos del siglo XX. Precisamente entre sus amistades hubo líderes de todas las ideologías como el Presidente Charles De Gaulle de Francia, el Presidente John Kennedy de Estados Unidos, el Primer Ministro Giuseppe Saragat de Italia, el Gran Timonel Mao Tse-Tung de China, el Caudillo Francisco Franco de España, el Mariscal Josip Tito de Yugoslavia o el Papa Pablo VI del Vaticano.

Repentinamente en 1974, una sequía asoló Etiopía provocando una hambruna sobre la provincia de Wollo que dejó más de 200.000 muertos, tragedia por la cual muchos culparon al Emperador Selassie debido a su inactividad. A raíz de este suceso, los estudiantes azuzados por los comunistas se echaron a las calles para manifestarse contra el Emperador; al mismo tiempo que un sector del Ejército Imperial Etíope organizado por simpatizantes socialistas que se agrupaban en el Comité Militar (Derg) comenzaban a conspirar desde la sombra contra el monarca.

Derecha: Haile Selassie con el Presidente John Kennedy de Estados Unidos. Izquierda: Con el Generalísimo Francisco Franco de España.

De forma inesperada el 12 de Septiembre de 1974, se produjo un golpe de Estado en el seno del Ejército Imperial Etíope, cuyos instigadores al frente del general Aman Andom que apoyaba desde el exterior la Unión Soviética, se hicieron con el control de Etiopía y capturaron en su residencia al Emperador Selassie, al cual retuvieron bajo arresto domiciliario en el Gran Palacio. Neutralizado el “Negus”, los golpistas abolieron la monarquía y proclamaron la República Etíope, un régimen comunista que se encargó de dirigir el Gobierno Militar Provisional de la Etiopía Socialista liderado por Mengitsu Haile Mariam.

Finalmente el 27 de Agosto de 1975, el Emperador Haile Selassie falleció cautivo en su propio Gran Palacio a la edad de 83 años. Con el alma de Ras Tafari, sin duda se marchó uno de los líderes de África más controvertidos del siglo XX.

Los judíos del Líbano, una minoría olvidada a punto de desaparecer


La comunidad judía ha formado parte de la historia libanesa desde hace 13 siglos, pero para la mayoría de los libaneses es un tema tabú. Hoy apenas queda medio centenar

Para la mayoría de los habitantes del Líbano, referirse a los judíos de ese país es un tema tabú. Ausente de la conciencia colectiva, la pequeña comunidad judía libanesa se ha acostumbrado a mantener un perfil bajo, a menudo ocultando sus nombres y su religión con el fin de evitar el ostracismo o la hostilidad, alimentados por casi siete décadas de conflicto con el vecino Israel. Y sin embargo, los judíos han formado parte de la historia del Líbano desde hace trece siglos. El judaísmo es una de las 18 sectas oficialmente reconocidos en la Constitución libanesa.

A diferencia del resto de los estados árabes, de los cuales los judíos se marcharon en masa después de la fundación del Estado de Israel en 1948, Líbano vio crecer su comunidad judía en la década de 1950. Pero las sucesivas guerras árabe-israelíes hicieron que el número de sus miembros se redujese de 12.000 en 1970 a apenas 2.000 en las dos décadas siguientes.

Para los que se quedaron, las cosas pronto se pusieron peor. Durante la guerra civil de 1975-1990, el histórico barrio judío de Beirut se encontró a lo largo de la línea defensiva que dividía la ciudad en las zonas este y oeste. En 1982, el ejército israelí llegó incluso a bombardear la sinagoga como parte de una campaña aérea en la zona contra los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El clima de violencia y los continuos enfrentamientos convencieron a casi todos los restantes miembros de la comunidad judía de abandonar el país. Apenas queda medio centenar.

“Los miembros de nuestra comunidad evitan asistir a las funciones públicas. Prefieren mantenerse en el anonimato por seguridad y oran en silencio en sus hogares”, indica a El Confidencial Simon Behur. Este empresario judío libanés que ronda los sesenta ha sido el encargado de promover y conseguir los fondos para la restauración de Maghen Abraham, la última sinagoga construida en 1926 por la familia Dishy en el barrio Wadi Abu Jamil, en el centro de Beirut.

“Queremos que los judíos vuelvan a tener un lugar de culto, como el resto de las otras 17 confesiones religiosas que hay en El Líbano”, exclama el también secretario general del Consejo de la Comunidad Judía del Líbano. “La reapertura de Maghen Abraham es, pues, un recordatorio muy necesario de la convivencia religiosa. Todos los partidos políticos del Líbano, incluido Hezbolá, ofrecieron suapoyo a los esfuerzos de la reconstrucción”, destaca Behur, sentado en el despacho del abogado Bassam al-Hout, que se encarga de los asuntos legales de los nacimientos, matrimonios y defunciones de la comunidad judía, al igual que hizo su padre Mahmud, también abogado, antes de jubilarse.

Al Hout es musulmán suní, pero se crió entre los judíos libaneses. “En el Líbano no tenemos ningún problema con los judíos. Lo que no apoyamos es al Estado de Israel”, manifiesta el abogado frente a su cliente judío. Behur añade que él también, como libanés, está en contra de “la política belicista” del Estado de Israel respecto al Líbano. “Nunca he estado en Israel ni estaré. Es mi forma de protestar por los ataques de las fuerzas israelíes en el sur del Líbano”, asegura.

La sinagoga de Maghen Abraham, en Beirut, tras su restauración (Foto: Bassam Lahoud)

Una sinagoga sin rabinos

Isaac Arazi, presidente de la Comunidad Judía del Líbano, inició por primera vez el proyecto de restauración de la sinagoga en 2008. “La mayoría de los fondos recaudados provienen de la diáspora judía libanesa, que incluye a los Safras, una familia prominente de banqueros”, explica Behur.

También grupos empresariales y políticos libaneses hicieron su contribución. La firma inmobiliaria Solidere SAL, creada por la familia del ex primer ministro asesinado, Rafiq Hariri, “se comprometió a donar una cantidad de 150.000 dólares”, detalla Behur antes de agregar que el costo total de la restauración, ronda entre 4 y 5 millones de dólares.

Las obras finalizaron a principios de 2014, y Maghen Abraham iba a volver a abrir sus puertas tras décadas de marginación, detrás de unos muros con grafitis antisemitas y olor a orín. Sin embargo, el clima de inestabilidad política, y con el Estado Islámico a las puertas del Líbano, se decidió posponer la apertura. “Por seguridad, decidimos que no era el momento adecuado”, puntualiza Behur, sin dar más explicaciones. No obstante, desmiente que hubieran un par de incidentes mientras se realizaban las obras. “No es cierto que hayan intentado atacar la sinagoga. Son informaciones falsas”, asegura el empresario judío.

Si bien Maghen Abraham ha sido restaurada después de décadas de abandono, no hay rabinos disponibles para oficiar servicios en el país de los cedros. El último rabino jefe, Yakoub Chreim, dejó el Líbano en 1978. No importa cuando, finalmente, se vuelve a abrir el templo, ya que quedará simplemente como gesto simbólico.

Existen otras cuatro sinagogas más antiguas repartidas por todo el Líbano -en Bhamdoun, Deir al Qamar, Sidón y Trípoli-, todas abandonadas o cerradas durante décadas. Los cementerios judíos del país están descuidado y cubierto de arbustos o zarzales, y los antiguos hogares judíos están habitados por ciudadanos libaneses cristianos o musulmanes.

Restos subterráneos de una antigua sinagoga en Amchit (Foto: Bassam Lahoud)

"Desaparecerán en dos décadas"

Aún así, “no hay que olvidar que los judíos son parte de la cultura y la historia del Líbano. No debemos ignorarlo”, defiende a El Confidencial el historiador Nagi George Zeidan, que ha escrito un libro sobre la comunidad judía en el Líbano, pero todavía no ha encontrado una editorial que se lo publique. Este investigador ha dedicado varias décadas de su vida a recopilar información, obtenida de periódicos árabes, listas electorales y registros de defunción para establecer una gran base de datos, y la historia de las familias judías que vivieron en el Líbano hasta finales del siglo XX.

Zeidan reconoce que los judíos que se quedaron prefieren mantenerlo en secreto. “Tienen miedo y, a menudo, ni siquiera dicen que son judíos”, advierte. El historiador estima que la pequeña comunidad del Líbano “desaparecerá dentro de una o dos década”. "La mayoría de ellos son viejos, y los que se fueron no mantienen ninguna esperanza de volver", puntualiza Zeidan ante de agregar que “todo lo que tienen aquí son sus recuerdos."

Al final de la era del profeta Mahoma, se produjo un gran éxodo de los judíos que quedaban en la región de Khaibar ( Arabia Saudita), que emigraron a Irak, Damasco (Siria) y Trípoli (norte del Líbano), explica con detalle el historiador libanés. Durante siglos, los judíos se establecieron en la ciudad portuaria de Trípoli, así como Sidón (al sur), otro puerto importante en aquellos tiempos.

También hubo presencia de esta comunidad en la región de Monte Líbano, feudo de la comunidad drusa pero también de cristianos maronitas, e incluso en la romana ciudad de Biblos y la vecina Amchet. Los judíos vivían en sus propios barrios, donde construyeron sinagogas y escuelas. Además tenían líderes políticos y religiosos.

En Deir Al Qamar se encuentra la sinagoga más antigua del Monte Líbano, que fue construida en el siglo XVII por el Emir Fakhreddine II “como parte de su palacio para atender a la población judía local", señala el historiador libanés. “El templo se encuentra aun en buenas condiciones pero fue cerrado en 1998 por cuestiones de seguridad”, explica Zeidan. Las hostilidades entre los drusos y maronitas a principios del siglo XIX llevó a muchos judíos a partir de las montañas de Chouf, en busca de mejores oportunidades en Beirut durante la década de 1840, y vendieron sus propiedades antes de mudarse. Después de la guerra, la posesión del emir fue transferida al gobierno libanés, que lo restauró junto con el resto del barrio histórico de Deir Al Qamar.

Guerras, terremotos y cólera

En Bhamdoun, una estación de montaña de veraneo, hay otra sinagoga, todavía lo suficientemente intacta para dar una idea de lo que una vez fue. “Las fuerzas palestinas y drusas la protegieron durante la guerra civil. Al final, la sinagoga fue el único lugar religioso que resistió.Todo lo demás fue arrasado", detalla Zeidan.

En las frescas montañas de Aley, otro retiro vacacional de todas las religiones durante los meses más calurosos, se encuentra los restos de un edificio sin techo, que fue a finales del siglo XIX hogar espiritual de la comunidad judía. Construido alrededor de 1885, “la sinagoga estuvo abierta hasta que comenzó la guerra civil y miles de libanes de todos los credos comenzaron a huir del país”, explica Zeidan. Al igual que millones de edificios, la sinagoga fue saqueada y sufrió graves daños durante los combates que se produjeron en Aley. Lo único que queda son las ventanas de arco, el único distintivo de lo que una vez fue la estructura de una sinagoga. 

Algo similar ocurrió con la comunidad judía de Sidón, que prácticamente desapareció hace un par de siglos. Pero en este caso no fue la guerra, sino el terremoto de 1768 y la epidemia de cólera de 1813, lo que la llevó a marcharse. Ohel Jacob fue la primera sinagoga, construida en 1850 en el barrio judío de Sidón. “Se abrió para unos 250 miembros”, señala el historiador libanés, antes de agregar que, según el censo de 1855, “había 453 judíos entre una población de 5000 musulmanes y cristianos”. A día de hoy, la sinagoga de Sidón se ha convertido en un atractivo turístico para extranjeros. “La sinagoga es una vivienda particular, alquilada ahora a una familia de origen palestino, que permite a los turistas visitar la casa”, indica Zeidan. El templo se encuentra en el que fue el “Barrio Judío” de Saida, pero después de 1948, tras la creación del Estado de Israel y la guerra del 57, se olvidó que la zona vieja de la ciudad fue durante mucho tiempo hogar de los judíos. 

El historiador explica que hasta el siglo XIX apenas había presencia de judíos en Beirut. La sinagoga de Abraham, fue la primera que se construyó en el centro de la capital libanesa en 1817, en Bab Idris, el antiguo barrio judío. “La sinagoga fue destruida en 1930 y el solar se compró para construir el Hotel Suit”, lamenta. La pequeña comunidad judía de Beirut, mayoritariamente comerciantes, se trasladó después a Wadi Abu Jamil, donde compraron viviendas, establecieron sus comercios y construyeron la sinagoga de Maghen Abraham.

Uno de los secretos mejor guardados sobre la existencia de los primeros judíos que habitaron el Líbano está en la vivienda familiar del arquitecto Bassam Lahoud, en Amchet. Bajo los pilares de la casa se encontraron los restos de una sinagoga familiar y un pequeño cementerio judío. Su casa es una de las más antiguas e históricas de la zona, celosamente custodiada por la familia. Lahoud nos explica una anécdota que le contó su primo, un general del ejército libanés. Sucedió en 1982, en el verano, después de que los israelíes invadieron Líbano: “Unos soldados del ejército israelí llegaron a Amchit, y fueron frente de mi casa. En ese momento, mi primo estaba en el barrio. Uno de los oficiales israelíes le preguntó si sabía de la existencia de una sinagoga en esta área, y él respondió que él no sabía nada”, recuerda. “De hecho, él sabía que existía debajo de nuestra casa, pero no lo diría, sin saber cuáles eran sus intenciones”.

Hezbollah 2016: ¿qué ha sido del grupo armado más poderoso de Oriente Medio?


Una década después de la guerra con Israel que disparó su popularidad como "organización de resistencia", la milicia-partido chií lo ha hipotecado todo en la guerra sectaria de Siria

Hace una década, el jeque Sayed Hasan Nasrallah, secretario general del partido-milicia chií libanesa Hezbollah se convirtió en uno de los dirigentes árabes más populares el mundo musulmán tras la guerra contra Israel en el verano de 2006. Su brazo armado ha sido, hasta el día de hoy, la única guerrilla árabe capaz de doblegar a las implacables fuerzas israelíes. Sus hazañas bélicas han quedado estampadas en tazas de café, mecheros y llaveros que se venden como souvenires en el Museo de la Resistencia en Melita, al sur del Líbano. Cientos de turistas y visitantes de la zona se acercan los fines de semana al parque temático de Hezbolá para recrearse viendo tanques israelíes destrozados y con los cañones anudados, y cascos y botas de soldados “enemigos” abatidos.

La capacidad militar de Hezbollah sigue siendo un enigma, pero fuentes cercanas al movimiento chií estiman que este “ejército”, a la sombra de Irán, contaría entre sus filas con más de 7000 paramilitares y 20.000 reservistas, superando en número al propio ejército libanés, e incluso a algunos otros estados árabes. Un comandante de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, Hossein Salami, ha dicho recientemente que el Partido de Dios tiene “más de 100.000 misiles preparados para ser lanzados desde el Líbano" a Israel, pero podría ir de farol. Además, la organización llega a generar unos ingresos anuales que ascienden a entre 80 y 100 millones de dólares, de los que un 70% provienen de Irán, y el resto de los fondos llegan a través de donaciones privadas chiíes de los países del Golfo y las redes mafiosas en el Líbano.

Los ingresos anuales de Hezbollah ascienden a entre 80 y 100 millones de dólares, de los que un 70% provienen de Irán, y el resto de donaciones privadas

Sin embargo, la guerra en Siria ha cambiado el rumbo del grupo. La popularidad del “Partido de Dios” comenzó declinar hace unos años cuando el jeque Nasrallah decidióreformular la causa “divina”, -hasta entonces, la liberación de los territorios ocupados por Israel en las granjas de la Shebaa y los Altos del Golán-, para convertirse en el gran defensor del chiismo en la región. La injerencia de Hezbollah en Siria, con su incondicional apoyo al régimen de Bashar Al Asad, así como en Irak y el Yemen, le están pasando factura. Aunque su capacidad para hacer frente a Israel sigue siendo respetada a regañadientes, ha perdido su aura de resistencia y se manifiesta ahora como un bando partidista y sectario, que se pone de parte de Irán y de sus aliados.

En el Líbano, un país multiconfesional, donde un tercio de la población de cuatro millones es suní y el resto, chií, el movimiento Hezbolá podría llegar a perder su poderosa influencia política. Algunas zonas del norte suní del Líbano se han alzado en armas para desafiar al grupo chií y al gobierno dominado por éste y están apoyando abiertamente a los rebeldes sirios. Estos grupos suníes estáncreando un enclave armado en el norte del país para contrarrestar su fuerza en los bastiones chiíes de Beirut, el sur y la región de la Bekaa.

El Partidos de Dios se ha hipotecado en Siria. “Ha sido una decisión muy difícil para Hezbollah participar en la guerra de Siria, pero si el régimen de Al Asad cae, corre el riesgo de perder su vía de abastecimiento de armas procedentes de Irán”, explica el analista libanés Paul Salem, subdirector del Centro Carnegie de Oriente Medio. “El grupo no podría compensar la pérdida dependiendo exclusivamente delos puertos libaneses o del aeropuerto de Beirut, porque sería fácil bloquearlos todos. Sin la capacidad para reabastecerse, Hezbollah saldría de cualquier guerra futura con una fuerza sumamente debilitada”, dice a El Confidencial.

Un combatiente de Hezbollah en Qalamoun, Siria, en mayo de 2015 (Reuters)

Tres de cada cuatro combatientes, en Siria

A falta de datos oficiales, y de confirmación por parte del grupo chií, algunos medios estiman que las fuerzas de combate de Hezbollah en Siria suman entre 6000 y 8000 combatientes. Pero si aceptáramos esta cifra, eso significaría que la milicia chií libanesa ha comprometido cerca o más del 75 % de su fuerza total en el frente sirio, dejando desguarnecida la frontera con Israel.
En la guerra de Siria han muerto ya un millar de libaneses. Solo en junio fallecieron más de 26 milicianos de Hezbollah en Alepo

Hezbollah tiene posiciones fijas en la provincia de Homs, en Damasco, y también en los Altos de Golán. La milicia chií libanesa está a la vanguardia de las operaciones militares del régimen sirio en la provincia de Alepo, donde llegarán nuevos refuerzos desde el Líbano para apoyar a Damasco en su mayor ofensiva. Además, la milicia chií libanesa se prepara para liderar la ofensiva gubernamental contra el bastión del Estado Islámico en Deir Ezzor, según una publicación reciente del diario libanés Al Akhbar, afín al grupo.

La guerra en el país vecino ha dejado ya un millar de combatientes libaneses muertos. Solo en el mes de junio murieron más de 26 milicianos de Hezbollah en Alepo, tal y como ha reconocido el jeque Nasrallah en su último discurso. Hileras de fotografías de muchachos con vestimenta militar, que han pasado ya a la otra vida, cuelgan de las farolas a la entrada de la localidad de la Hermel, feudo de la milicia chií en el valle de la Bekaa.

“Mi familia se sentirá orgullosa si muero como un mártir”, manifiesta Jafar, combatiente chií de Hermel. Jafar asegura que está luchando y seguirá luchando hasta el final porque así “lo ha ordenado Hasan Nasrallah”. Otros cientos de jóvenes más han salido de los barrios de la periferia de Beirut para ir a morir a Siria. En el cementerio de los mártires de Hezbolá de Dahie, suburbios de Beirut, hay enterrados más de un centenar de combatientes, la mayoría muertos desde mediados de 2015 en Siria.

El Partido de Dios se preocupa en cuidar a las familias de sus soldados caídos. Les da una ayuda mensual de entre 500 y 1000 dólares como compensación, se encarga de comprar una vivienda a las familias que no tiene casa propia, y les paga los gastos de hospitalización y medicinas a los enfermos.

Funerales del comandante Mustafa Amin Badreddine, muerto en Siria, celebrados en Beirut el 13 de mayo de 2016 (Reuters)

Un año negro para el grupo

En los cementeros de los suburbios de Beirut no solo descansan los caídos en combate, también la población civil libanesa está pagando las consecuencias por la participación de Hezbollah en la guerra siria. Una serie de atentados en los feudos chiíes de la capital libanesa han dejado más de 300 muertos entre 2013 y 2015.

El presente año está siendo uno de los más negros para el Partido de Dios. El pasado mes de mayo perdió a su jefe militar en Siria, Mustafa Amin Badredinne, en un ataque a las afueras de Damasco. Al principio Hezbollah responsabilizó a Israel de su muerte de Badredinne, pero las investigaciones revelaron que el comandante chií fue abatido por yihadistas sirios, probablemente miembros delFrente Al Nusra.
Las sanciones económicas impuestas por el Banco Central del Líbano por orden de EEUU están poniendo a Hezbollah en dificultades financieras

La muerte de Badreddine constituye uno de los mayores golpes asestados a Hezbolá, desde que un atentado con coche bomba en Damasco, planeado por el Mossad israelí, liquidó en 2008 a su cuñado y jefe militar, Imad Mugniyeh. La estela de la muerte persigue a los Mugniyeh. En enero de 2015 un drone israelí abatió a Yihad Mugniyeh (hijo de Imad), que dirigía la operaciones del grupo en los Altos del Golán. El varapalo militar fue recibido con un “funeral de Estado” en los suburbios de Beirut, donde decenas de miles de simpatizantes del grupo acudieron para despedirse del comandante caído.

Además de haber perdido este año a dos de sus máximos comandantes en Siria, el Partidos de Dios está atravesando dificultades económicas, desde que el Banco Central del Líbano comenzó a implementar el mes pasado un paquete desanciones económicas impuestas por Estados Unidos contra Hezbollah, incluido en la lista de grupos terroristas por EEUU y la UE. Y días después de que los bancos libaneses ordenaran la congelación de un centenar de cuentas del grupo una bomba estalló junto a banco Blom Bank, en el área de Verdún, cerca a la residencia del ministro del Interior, Nuhad Mashnuk. La explosión, causada por una bomba de 5 kilos de dinamita, destrozó la fachada del banco y e hirió a dos personas. Ningún grupo se atribuyó la autoría del atentado, pero todas las miradas apuntan al Partido de Dios.

“Hezbollah podría considerar que una amenazadora bomba para los bancos libaneses entra dentro de lo normal para lograr sus objetivos. Lo que no entiende es que esta vez no está robando la leche, sino que está matando a la vaca”, escribió recientemente el reputado periodista libanés Husein Abdul Husein en su artículo “La tercera república: El Líbano, estado de la Resistencia”.

domingo, 24 de julio de 2016

La mujer siria, símbolo de un país asolado por la guerra


Las mujeres sirias que han perdido a sus maridos en la guerra que azota el país han compartido con Sputnik las dificultades que afrontan después de haberse quedado viudas en una sociedad conservadora y qué impacto ha tenido el conflicto en sus vidas.

La sanguinaria guerra que vive Siria desde hace más de cinco años se ha cobrado miles de vidas y ha dejado una huella imborrable entre los vivos. En la mayoría de las zonas controladas por los terroristas, las mujeres han sido sometidas a la humillación, la esclavitud y el abuso sexual. En algunas cuentas árabes de redes sociales aparecen imágenes de las mujeres sirias, que son el símbolo de un país que anhela emprender el camino hacia la paz.

Las viudas que ha dejado la guerra

Según el Centro de Documentación de Siria, más de 74.000 mujeres han perdido a sus maridos, que fallecieron luchando contra los militantes. 50.000 de ellas son madres, pero el resto no tiene hijos que puedan ayudarlas en el futuro. No obstante, estas son las cifras oficiales y registradas —el número real de viudas sirias es mucho más elevado—.

No es habitual ver a mujeres sirias centrándose en sus carreras profesionales para poderse ganar la vida y habitualmente son los hombres los que trabajan y los que mantienen a la familia. Por lo tanto, la mujer media siria no está preparada para vivir sola e integrarse en el mercado laboral.

"Trabajo para curar a mi hija del cáncer"

Alía, que está en el segundo año de Universidad, se vio obligada a abandonar su hogar, en la provincia de Damasco, para ganar dinero para el tratamiento de su hija, que padece leucemia.

"Mi marido era un oficial del Ejército sirio pero lo mataron en la provincia de Homs por lo que tuve que marcharme de casa y empezar a trabajar en el ámbito de la educación para poder tratar a mi hija", dijo Alía.
La guerra ha convertido a su marido en un minusválido

Um Mustafa, una mujer de avanzada edad, dice que la guerra no se cobró la vida de su marido pero lo dejó sin brazos ni piernas —un ataque terrorista lo convirtió en un discapacitado—.

"La pensión de mi marido no es suficiente para llegar a fin de mes. Por eso tengo que trabajar yo y ayudarle a mantener a nuestra familia", dice Um Mustafa, que trabaja como vendedora en un mercado local.

Mujeres sirias

"Voy a estudiar por el bien de mis hijos"

Umayma tiene cuatro hijos y es analfabeta, por lo que le cuesta encontrar un trabajo mejor pagado para poder alimentar a su familia —por el momento, trabaja de niñera en casa de una familia de la capital siria—. La muerte de su marido en los combates por Alepo la obligó a tomar la firme decisión de ponerse a estudiar.

"Era muy joven cuando me casé, por eso no pude seguir con mis estudios. Debo aprender a leer y escribir para ser capaz de ayudar a mis hijos", explicó Umayma.

A dos años del brutal asalto israelí que mató a más de 2.200 palestinos, #GazaLives narra las historias de palestinos que viven allí, en sus propias palabras. Hoy conoceremos la historia de Ahmad

El 20 de julio de 2014, por lo menos 150 palestinos murieron en el barrio Shuja’iyya después de que las fuerzas israelíes devastaron la zona.

Invernadero destruido en Gaza, julio de 2014. Foto: Mohammed al Baba / Oxfam
Mi nombre es Ahmad. Tengo 25 años, y soy de Shuja’iyya.
La guerra duró demasiado tiempo, mucho más allá de nuestras expectativas. Se nos impuso un nivel de dolor que superó lo que nuestros corazones y almas podían soportar.
Han transcurrido más de dos años desde que esta guerra maligna devoró todo en Gaza. La única cosa que dejó en el cielo era humo y aviones aún presentes.
En la tierra se quedaron sólo los escombros de casas demolidas que durante años habían alojado amor y recuerdos. Casas fueron bombardeadas, derribándose sobre las cabezas de sus habitantes, algunos de ellos clamando al cielo al verlas derrumbadas, obligándolos a dar vuelta la página de una vida familiar que una vez estuvo llena de amor.
La guerra no perdonó a ninguna de las aves que cantaban en las mañanas a nuestra gente en sus ventanas.
La incursión israelí robó la belleza del mar de Gaza. El mar es la cara brillante de Gaza. Albergó las preocupaciones de la población de Gaza durante los largos años de asedio y asesinatos. Compartió con ellos la carga de tres guerras y dos intifadas más.
¡El mar que consuela a las personas que viven bajo la presión de su dolor; el mar que abre los brazos para envolver a todos con agrado y amor!
Incluso el mar fue asaltado para asesinar desde barcos que bombardearon arbitrariamente en esa playa.
Esto es Gaza, la franja donde no hay palabras que puedan describirla, la Franja que ningún idioma, incluso el árabe, puede proporcionar un retrato sencillo, ya que sólo con la inundación de sangre, el mundo pudo ubicar a Gaza en el mapa.
Esta es una historia de paciencia dedicada. Esta es la Franja adorada por su pueblo, donde el odio no tiene cabida, sin importar lo que les hagan. Se les robó su derecho a la vida; fueron despojados de cualquier sentido de agrado, felicidad y belleza.
Depósito de agua destruido en Shuja’iyya, Mayo el año 2015. Foto: Caroline Gluck, UE / ECHO /
Aun así, su gente les encanta porque Gaza es diferente a cualquier lugar en este mundo. ¡Para ellos, Gaza es algo más que lo que no puede describir las palabras!
Pero somos incapaces de estar optimistas. Somos incapaces de soportar cualquier dolor o prolongación de nuestra paciencia después de todo este tiempo.
No podemos entender las lágrimas en los ojos de un niño pequeño, cuyos padres fueron asesinados, dejándolo solo en un laberinto que lo perseguirá para siempre.
Me pregunto cómo podemos entender el sentimiento de una persona que perdió a su hermano, con quien compartió toda una vida. Ellos jugaron juntos; estuvo con él en todo lo que hacía.
Me pregunto cómo podemos entender la agonía de una madre que perdió a su pequeño niño con quien solía jugar todas las mañanas. Ella acostumbraba a poner perfume a su bebe y vestirlo elegantemente. ¿Estará ahora más elegante en el ataúd? … ¿Va a ser más feliz en el paraíso lejos de la injusticia y la oscuridad de Gaza?.
Me pregunto cuál sería la sensación de un niño pequeño cuando escuchó que su padre murió. Pensé mucho acerca de esto hace dos años, cuando el primo de mi padre fue asesinado, junto con su familia, dejando a su pequeño hijo solo.
Traté de imaginar lo que la vida de este muchacho sería, sin su padre para apoyarlo en sus próximos días. Entonces, lo vi trabajando cerca de la universidad.
En ese momento, tuve otra sensación que no reconocí inmediatamente. Me sorprendió por su paciencia y perseverancia para seguir luchando después de la muerte de su padre.
A menudo me pregunto ¿cómo puede una familia entera que perdió su casa cuando fue destruida con todo su contenido, simplemente seguir viviendo?. Me pregunto cómo se siente esta familia.
¿Cómo se siente el dueño de casa, el jefe de esta familia que pasó varios años trabajando duro para construir todo esto? Él trabajó muy duro para proporcionar un refugio seguro para sus hijos y familiares.
Las consultas sobre cómo pueden seguir aquellos que perdieron su familia y amigos, que perdieron sus casas y hogares, que perdieron un ser querido, un amigo, un hermano…
La dura verdad es que no vamos a saber cómo cualquiera de estas personas se siente; ellos son los únicos que conocen sus sentimientos. No importa lo mucho que hablemos o intentemos, no vamos a ser capaces de conocer su forma de pensar a menos que vivamos la misma experiencia.
Bueno, ahora que la guerra es “cubierta”… ninguna de estas cosas ha llegado a su fin. Las heridas son profundas y permanecen abiertas. Misiles, francotiradores, aviones, barcos de guerra y artillería pesada, hicieron estas heridas, sin embargo, las ocultaron con su humo y misiles.
Nadie podía sentir la magnitud o el peso del dolor de entonces.
Pero, ahora que todo esto se ha ido, y seguimos aquí, podemos dar a conocer nuestras heridas dejadas por la guerra. Mostraremos nuestros corazones y como la guerra forjó una profunda abertura con dolor y pena. El sufrimiento por la pérdida de un familiar o un ser querido, la pérdida de una vivienda o el hogar amado. Vamos a abrir nuestras heridas y trabajar con ellas para poder sanarlas.
Sabemos que todo lo que la guerra robó no puede ser canjeado o compensado por cualquier otra cosa en este mundo. Nada puede consolar a un hombre por la pérdida de su hijo…
Nada puede compensar un hombre que trabajó durante décadas para construir un hogar para sus pequeños hijos. Nada puede remediar nuestros entristecidos corazones.
Todo lo que deseo, es que aquel Dios que nos probó con este desastre tenga alguna piedad con nosotros, con nuestros agobiados corazones. Deseo que él tenga misericordia por la risa de los niños de la Franja de Gaza y la fuerza de sus hombres y el dolor de sus madres.
Esta es la conmemoración de la ofensiva israelí en Gaza. A pesar de la muerte, la destrucción y el dolor que se fundió corazones y destruyó nuestros bellos momentos, todavía recuerdo la voz de Gaza llamándome con ansiedad y horror.
Tenía una angustia extrema después de lo que habíamos presenciado. Estaba a punto de sucumbirme en las sombras del horror y el miedo. Pero, Gaza, ella me ha concedido los medios para resistir y me empujó a escribir y a escribir.
No he podido contar con electricidad o tiempo para escribir.
Nos gustaría poder contar los proyectiles disparados por los aviones israelíes y cómo cuando la noche llegó a su fin, nuestros ojos se tensaban, ya que se centraban en el recuento y se aferraban a las paredes, intentando encontrar la esquina más segura en nuestra casa.
Éramos como niños; nos dimos cuenta de que la muerte estaba muy cerca. Pero ¡qué podíamos hacer, sólo levantar los brazos para orar al cielo!
La voz de Gaza me llamó para animarme a escribir sobre usted y sobre ellos.
‘No seguir así mientras que se puede decir al mundo lo que pasó aquí, aquellos que no son conscientes de las masacres cometidas aquí; queremos que el mundo escuche tu voz y su voz’.
Me gustaría colgar el teléfono y empezar a buscar papel blanco y un lápiz para registrar lo que he visto y oído.
Fui a ver las escuelas en las que cientos de mujeres y niños se encuentran refugiados después de que se quedaron sin hogar, dependen ahora de ayudas. Estaban aterrorizados, temblando de miedo y frío. La muerte estaba muy cerca de ellos.
Foto: Mohammed al Baba / Oxfam. Edificio destruido en Gaza, julio de 2014
Corrimos antes del asalto y estuvimos corriendo durante el ataque. No estamos seguros de que alguna vez dejamos de correr.
¿Cómo podríamos rescatar la belleza de la vida después de haber recogido los cuerpos de los niños? Un hombre llevó el cuerpo de su hijo y no necesitaba un ataúd; sus brazos eran el ataúd de su hijo, que estaba envuelto con una tela blanca.
Caminaba con la cabeza hacia arriba y vertiendo sus lágrimas. Aun así, tuvo la suerte de estar vivo para despedir a su hijo. Otras familias fueron completamente exterminadas y enterradas en su totalidad en sus casas y nadie estuvo allí para celebrar una ceremonia fúnebre para ellos.
En este mundo civilizado de las convenciones internacionales de derechos humanos, el derecho a la vida, el derecho a la vivienda, el derecho a la educación, el derecho a la libre expresión y muchos otros derechos, para los palestinos, no hay derecho alguno. ¡Los derechos, solo son para los demás!
¿Quién se preocupa por las mujeres que fueron asesinadas con sus ropas de oración, que fue lo único que encontraron para cubrir sus cuerpos, huyendo, cuando el odio las sorprendió con la las lluvias de misiles?
Sus sueños se hicieron añicos, dejándolos vulnerables al sufrimiento, angustia y dolor. Ella lleva un hijo, ella lleva un corazón sangrando, ella lleva tristeza. Ella deja detrás a una persona mayor; olvida su corazón en un rincón de su hogar.
Ella tiene miedo de mirar de nuevo la escena de sus seres queridos cubiertos de sangre. Ella corre y corre hasta el infinito, porque si se detiene, nunca será capaz de correr de nuevo.
No hay lugar para la vida. No hay lugar para el retorno. Toda Gaza es una despedida del uno al otro cada noche, felicitando a los que sobrevivieron para otro día.
Cerrar los ojos, volver a abrirlos y llamar a los nombres de sus miembros de la familia, uno por uno, por lo que sus nombres no desaparecen de la memoria y de sus almas no se borran de ninguna manera.
Palestina seguirá viva en los corazones de los que se fueron y de aquellos que sobrevivieron.
No hay palabras para describir esta guerra. Esta es la guerra que robó todo lo que teníamos. Nos dejó con meros dolorosos recuerdos, nos vemos obligados a volver a vivir cada día y cada momento.
Esta incursión saboteó nuestro futuro y el futuro de nuestros jóvenes. Muchos graduados deambulan de aquí para allá sin ningún futuro. Yo, que escribo estas líneas, soy uno de ellos. Me gradué de la escuela de derecho, que paradójicamente, me enseñó que los derechos son inalienables.
Proseguí mis estudios y obtuve una maestría en derecho público. Sin embargo, ahora estoy a la espera de una señal de alguna esperanza de ser alguien en esta sociedad. Yo trabajo en una organización especializada en derechos humanos para supervisar los crímenes de guerra y el sufrimiento causados.
Pero, aquí, en esta tierra, la esperanza para cualquier cosa simple, es una imposibilidad.


Las valientes mujeres yazidíes luchan contra Daesh


Desde hace tiempo, al oeste de la ciudad iraquí de Mosul, tomada por los terroristas, actúan milicias voluntarias que protegen sus pueblos de la invasión de Daesh. En Wadi Shlo, una de esas villas, se formó una brigada integrada solo por féminas.

Las muchachas, de origen yazidí —religión preislámica de Oriente Medio—, vestidas de uniforme y con armas en las manos defienden valientemente su tierra de la amenaza yihadista. 

Wadhat Jalil Salej, de 22 años, tomó parte en la campaña para liberar la ciudad de Sinjardesde los primeros días de la operación, donde las brigadas de mujeres combatían junto con hombres contra los terroristas de Daesh.

"Decidí ser miembro de la brigada femenina de Sinjar desde que, en 2014, los combatientes de Daesh cometieron genocidio contra nuestro pueblo. Ahora participo en las acciones militares en la región de Sinjar para liberar completamente este territorio de los yihadistas", declaró la joven a Sputnik.

Miembros de la brigada de mujeres yazidíes que luchan contra Daesh en Irak

Durante todos los combates, Wadhat abatió a varias decenas de terroristas. Su misión consiste no solo en luchar en el frente, sino en repeler los contraataques a la hora de liberar a los pueblos sometidos.

Los yazidíes que luchan contra Daesh en Irak

Al principio nos entrenaban mujeres de las fuerzas de defensa popular en Sinjar, en la frontera con Siria y otras regiones del Kurdistán iraquí. Ahora realizamos principalmente operaciones para liberar a rehenes yazidíes secuestradas por Daesh. Entre ellas están mis parientes", señala la joven, que combate junto a sus dos hermanas.

La miliciana no pudo recibir una formación completa debido al genocidio de 2014. Ahora, Wadhat tiene un solo sueño: que todas las yazidíes vuelvan y en Irak reine la paz.


"Me dirijo a todos los combatientes de Daesh y a sus jefes: ¡les espera una derrota total! ¡Les echaremos de todo Irak!", manifestó la miliciana.

Conozca qué país árabe está al borde de una nueva guerra


La guerra por la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) pronto podría reanudarse por culpa de Marruecos, que obliga a los saharaui a vivir en condiciones inhumanas, opina el periodista argelino Said Gafúrov, en su artículo para el diario ruso Vzglyad.

A principios de julio, en el campamento de los refugiados del Sahara Occidental Dajla en la provincia de Tinduf, en el sur de Argelia, se inició el congreso extraordinario del Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, conocido también como Polisario.

Entre la guerra y la paz

El Frente Polisario es reconocido por la ONU como el único representante del pueblo del Sahara Occidental, muchos de los cuales viven en exilio como refugiados, mientras que las zonas del Río de Oro y Saguía el Hamra están ocupadas por Marruecos. El conflicto permanece desde 1975, y actualmente las Naciones Unidas califican al Sahara Occidental como la última colonia en África. La lucha armada del Polisario contra Marruecos se suspendió en 1991, cuando, bajo los auspicios de la ONU, haciendo hincapié en el derecho del pueblo saharaui a la libre autodeterminación, fue firmado un armisticio con la condición de llevar a cabo un referéndum que determinaría el destino de esta antigua colonia española. Sin embargo, durante el último cuarto del siglo, el plebiscito ha sido saboteado abiertamente por la parte marroquí.

En la administración del Frente compiten tres facciones convencionales: la 'política', la 'juvenil' y la 'militar', además, están tratando de defender sus intereses los saharauis que viven en Mauritania y territorios controlados por Marruecos. La cuestión clave que separa las fracciones está relacionada con la reanudación de la guerra. Formalmente no existe la 'fracción de paz' en el Frente Polisario. Entre los cientos de delegados del congreso anterior, que hablaron con los observadores rusos, solo la jefa de la Federación de mujeres saharauis se opuso a la guerra. Así que la cuestión se reduce a los términos y condiciones de su reanudación.

© AFP 2016/ FAROUK BATICHE
Miembros del Ejército de la Liberación del Pueblo Saharaui con las banderas del Frente Polisario en el campamento de los refugiados del Sahara Occidental Dajla en la provincia de Tinduf

En este contexto, la cuestión más importante planteada en el congreso extraordinario, fue la unidad de la Secretaría Nacional y la designación de un candidato único. Como resultado, el objetivo fue conseguido: el candidato único fue el legendario líder de los saharauis Ibrahim Gali.

La 'intifada' saharaui

El discurso del presidente electo de la RASD tenía un tono amenazante. La idea principal del discurso fue que los saharauis quieren una solución pacífica del problema, pero están listos para reanudar la guerra.

Los refugiados están cansados de esperar un cambio. Desde la firma del acuerdo sobre el armisticio y la celebración del referéndum ya han pasado 25 años viviendo en condiciones deplorables, en los campamentos en el corazón del Sahara. Ya ha crecido una generación entera. Delante de sus ojos blanden armas, rechazando públicamente el acuerdo firmado, expulsando a los empleados de la Misión de las ONU para el referéndum del Sáhara Occidental, e interponiendo denuncias contra el secretario general de la organización, Ban Ki-moon.

Al mismo tiempo, la población de los territorios ocupados por Marruecos, cada vez con más fuerza, expresa su descontento. Si antes se manifestaba principalmente en forma de desobediencia civil, huelgas de hambre y protestas, ahora los documentos del congreso del Frente Polisario están hablando de una 'intifada' en toda regla. Mientras tanto, los habitantes de los campamentos de refugiados están empezando a exigir la reanudación de la guerra por la liberación de la patria.

© AFP 2016/ FAROUK BATICHE
Miembros del Ejército de la Liberación del Pueblo Saharaui en el campamento de los refugiados del Sahara Occidental Dajla en la provincia de Tinduf

Así, durante el discurso, Ibrahim Gali empleó la palabra 'paz' solo una vez, mientras que 'guerra' se repitió en tres ocasiones. El legendario líder saharaui entiende mucho de los asuntos militares, por eso la parte más importante de su informe fue dedicada a la escalada militar, así como a la necesidad de reformar las fuerzas armadas y rejuvenecer el cuerpo de oficiales.

El movimiento que exige la reanudación de la lucha armada, actualmente está creciendo no solo en los campamentos, sino también entre los saharauis que viven bajo la ocupación. No tienen nada que perder, pero pueden adquirir mucho: con un número relativamente pequeño de población, el Sahara Occidental tiene enormes recursos naturales. Y si antes se creía que el más importante es el único yacimiento de fosfatos y las reservas de minerales de hierro, ahora aún más valiosas son las aguas costeras del océano en la zona económica, donde se ubica un área extremadamente importante de la industria pesquera.

Amenaza terrorista

En su conjunto, todo eso crea un caldo de cultivo para que no solo al Sahara Occidental sino a Marruecos puedan llegar los terroristas islamistas de los países vecinos. Y si ahora este problema se soluciona principalmente a la fuerza —a los misioneros islamistas extranjeros simplemente no les dejan entrar en la región, y los agentes secretos parece que los abaten-, en caso de reanudación de las hostilidades, el desarrollo de los acontecimientos podría tomar un rumbo inesperado.

En este contexto, la ONU entiende la urgencia del referéndum sobre el Sahara Occidental. El Polisario propone tres opciones para el plebiscito: independencia, autonomía dentro de Marruecos o adhesión completa a este reino. Lo importante es que la población del Sahara Occidental decida su destino sola. Cualquier solución impuesta desde arriba podría provocar violencia, lo que en nuestros tiempos se puede traducir en conflictos al otro lado del mar Mediterráneo.