Una década después de la guerra con Israel que disparó su popularidad como "organización de resistencia", la milicia-partido chií lo ha hipotecado todo en la guerra sectaria de Siria
Hace una década, el jeque Sayed Hasan Nasrallah, secretario general del partido-milicia chií libanesa Hezbollah se convirtió en uno de los dirigentes árabes más populares el mundo musulmán tras la guerra contra Israel en el verano de 2006. Su brazo armado ha sido, hasta el día de hoy, la única guerrilla árabe capaz de doblegar a las implacables fuerzas israelíes. Sus hazañas bélicas han quedado estampadas en tazas de café, mecheros y llaveros que se venden como souvenires en el Museo de la Resistencia en Melita, al sur del Líbano. Cientos de turistas y visitantes de la zona se acercan los fines de semana al parque temático de Hezbolá para recrearse viendo tanques israelíes destrozados y con los cañones anudados, y cascos y botas de soldados “enemigos” abatidos.
La capacidad militar de Hezbollah sigue siendo un enigma, pero fuentes cercanas al movimiento chií estiman que este “ejército”, a la sombra de Irán, contaría entre sus filas con más de 7000 paramilitares y 20.000 reservistas, superando en número al propio ejército libanés, e incluso a algunos otros estados árabes. Un comandante de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, Hossein Salami, ha dicho recientemente que el Partido de Dios tiene “más de 100.000 misiles preparados para ser lanzados desde el Líbano" a Israel, pero podría ir de farol. Además, la organización llega a generar unos ingresos anuales que ascienden a entre 80 y 100 millones de dólares, de los que un 70% provienen de Irán, y el resto de los fondos llegan a través de donaciones privadas chiíes de los países del Golfo y las redes mafiosas en el Líbano.
Los ingresos anuales de Hezbollah ascienden a entre 80 y 100 millones de dólares, de los que un 70% provienen de Irán, y el resto de donaciones privadas
Sin embargo, la guerra en Siria ha cambiado el rumbo del grupo. La popularidad del “Partido de Dios” comenzó declinar hace unos años cuando el jeque Nasrallah decidióreformular la causa “divina”, -hasta entonces, la liberación de los territorios ocupados por Israel en las granjas de la Shebaa y los Altos del Golán-, para convertirse en el gran defensor del chiismo en la región. La injerencia de Hezbollah en Siria, con su incondicional apoyo al régimen de Bashar Al Asad, así como en Irak y el Yemen, le están pasando factura. Aunque su capacidad para hacer frente a Israel sigue siendo respetada a regañadientes, ha perdido su aura de resistencia y se manifiesta ahora como un bando partidista y sectario, que se pone de parte de Irán y de sus aliados.
En el Líbano, un país multiconfesional, donde un tercio de la población de cuatro millones es suní y el resto, chií, el movimiento Hezbolá podría llegar a perder su poderosa influencia política. Algunas zonas del norte suní del Líbano se han alzado en armas para desafiar al grupo chií y al gobierno dominado por éste y están apoyando abiertamente a los rebeldes sirios. Estos grupos suníes estáncreando un enclave armado en el norte del país para contrarrestar su fuerza en los bastiones chiíes de Beirut, el sur y la región de la Bekaa.
El Partidos de Dios se ha hipotecado en Siria. “Ha sido una decisión muy difícil para Hezbollah participar en la guerra de Siria, pero si el régimen de Al Asad cae, corre el riesgo de perder su vía de abastecimiento de armas procedentes de Irán”, explica el analista libanés Paul Salem, subdirector del Centro Carnegie de Oriente Medio. “El grupo no podría compensar la pérdida dependiendo exclusivamente delos puertos libaneses o del aeropuerto de Beirut, porque sería fácil bloquearlos todos. Sin la capacidad para reabastecerse, Hezbollah saldría de cualquier guerra futura con una fuerza sumamente debilitada”, dice a El Confidencial.
Un combatiente de Hezbollah en Qalamoun, Siria, en mayo de 2015 (Reuters)
Tres de cada cuatro combatientes, en Siria
A falta de datos oficiales, y de confirmación por parte del grupo chií, algunos medios estiman que las fuerzas de combate de Hezbollah en Siria suman entre 6000 y 8000 combatientes. Pero si aceptáramos esta cifra, eso significaría que la milicia chií libanesa ha comprometido cerca o más del 75 % de su fuerza total en el frente sirio, dejando desguarnecida la frontera con Israel.
En la guerra de Siria han muerto ya un millar de libaneses. Solo en junio fallecieron más de 26 milicianos de Hezbollah en Alepo
Hezbollah tiene posiciones fijas en la provincia de Homs, en Damasco, y también en los Altos de Golán. La milicia chií libanesa está a la vanguardia de las operaciones militares del régimen sirio en la provincia de Alepo, donde llegarán nuevos refuerzos desde el Líbano para apoyar a Damasco en su mayor ofensiva. Además, la milicia chií libanesa se prepara para liderar la ofensiva gubernamental contra el bastión del Estado Islámico en Deir Ezzor, según una publicación reciente del diario libanés Al Akhbar, afín al grupo.
La guerra en el país vecino ha dejado ya un millar de combatientes libaneses muertos. Solo en el mes de junio murieron más de 26 milicianos de Hezbollah en Alepo, tal y como ha reconocido el jeque Nasrallah en su último discurso. Hileras de fotografías de muchachos con vestimenta militar, que han pasado ya a la otra vida, cuelgan de las farolas a la entrada de la localidad de la Hermel, feudo de la milicia chií en el valle de la Bekaa.
“Mi familia se sentirá orgullosa si muero como un mártir”, manifiesta Jafar, combatiente chií de Hermel. Jafar asegura que está luchando y seguirá luchando hasta el final porque así “lo ha ordenado Hasan Nasrallah”. Otros cientos de jóvenes más han salido de los barrios de la periferia de Beirut para ir a morir a Siria. En el cementerio de los mártires de Hezbolá de Dahie, suburbios de Beirut, hay enterrados más de un centenar de combatientes, la mayoría muertos desde mediados de 2015 en Siria.
El Partido de Dios se preocupa en cuidar a las familias de sus soldados caídos. Les da una ayuda mensual de entre 500 y 1000 dólares como compensación, se encarga de comprar una vivienda a las familias que no tiene casa propia, y les paga los gastos de hospitalización y medicinas a los enfermos.
Funerales del comandante Mustafa Amin Badreddine, muerto en Siria, celebrados en Beirut el 13 de mayo de 2016 (Reuters)
Un año negro para el grupo
En los cementeros de los suburbios de Beirut no solo descansan los caídos en combate, también la población civil libanesa está pagando las consecuencias por la participación de Hezbollah en la guerra siria. Una serie de atentados en los feudos chiíes de la capital libanesa han dejado más de 300 muertos entre 2013 y 2015.
El presente año está siendo uno de los más negros para el Partido de Dios. El pasado mes de mayo perdió a su jefe militar en Siria, Mustafa Amin Badredinne, en un ataque a las afueras de Damasco. Al principio Hezbollah responsabilizó a Israel de su muerte de Badredinne, pero las investigaciones revelaron que el comandante chií fue abatido por yihadistas sirios, probablemente miembros delFrente Al Nusra.
Las sanciones económicas impuestas por el Banco Central del Líbano por orden de EEUU están poniendo a Hezbollah en dificultades financieras
La muerte de Badreddine constituye uno de los mayores golpes asestados a Hezbolá, desde que un atentado con coche bomba en Damasco, planeado por el Mossad israelí, liquidó en 2008 a su cuñado y jefe militar, Imad Mugniyeh. La estela de la muerte persigue a los Mugniyeh. En enero de 2015 un drone israelí abatió a Yihad Mugniyeh (hijo de Imad), que dirigía la operaciones del grupo en los Altos del Golán. El varapalo militar fue recibido con un “funeral de Estado” en los suburbios de Beirut, donde decenas de miles de simpatizantes del grupo acudieron para despedirse del comandante caído.
Además de haber perdido este año a dos de sus máximos comandantes en Siria, el Partidos de Dios está atravesando dificultades económicas, desde que el Banco Central del Líbano comenzó a implementar el mes pasado un paquete desanciones económicas impuestas por Estados Unidos contra Hezbollah, incluido en la lista de grupos terroristas por EEUU y la UE. Y días después de que los bancos libaneses ordenaran la congelación de un centenar de cuentas del grupo una bomba estalló junto a banco Blom Bank, en el área de Verdún, cerca a la residencia del ministro del Interior, Nuhad Mashnuk. La explosión, causada por una bomba de 5 kilos de dinamita, destrozó la fachada del banco y e hirió a dos personas. Ningún grupo se atribuyó la autoría del atentado, pero todas las miradas apuntan al Partido de Dios.
“Hezbollah podría considerar que una amenazadora bomba para los bancos libaneses entra dentro de lo normal para lograr sus objetivos. Lo que no entiende es que esta vez no está robando la leche, sino que está matando a la vaca”, escribió recientemente el reputado periodista libanés Husein Abdul Husein en su artículo “La tercera república: El Líbano, estado de la Resistencia”.
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