Después de 32 años de ausencia, Marruecos ha solicitado, sin condiciones previas, su ingreso en la Unión Africana (UA).
Un paso histórico, debido a que era el único país del continente que no formaba parte de esta mayor organización a nivel de África.
Sin embargo, al reino marroquí no le será muy fácil su vuelta a la familia africana. Marruecos abandonó, de forma voluntaria, la institución panafricana allá por 1984, por la misma razón que ahora esgrime y le apremia tanto para su admisión: El Sáhara Occidental.
El difunto rey Hassan II, padre del actual monarca Mohamed VI, decidió que Marruecos tenía que dejar de formar parte de la organización ya que dos años antes, en 1982, había admitida como Estado de pleno derecho a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) fundada por el Frente POLISARIO en 1976. La RASD, nombre oficial del territorio del Sáhara Occidental, está desde hace 40 años en disputa política y militar entre Marruecos y el Frente POLISARIO, y es considerada por las Naciones Unidas territorio no autónomo, y en vía de descolonización.
Las palabras de despedidas que Hassan II dirigió a la extinta Organización para la Unidad Africana (OUA)- cuya heredera legítima es la actual Unión Africana (UA)- fueron lacónicas y directas: “Ya está. Lo siento. Es la hora de separarnos. Os decimos adiós y os deseamos buena suerte con vuestro nuevo compañero", en clara referencia a la RASD.
Tres décadas después el país norteafricana, a través de un carta enviado por el rey Mohamed VI al presidente de Chad y de turno de la UA, Idriss Déby, en la 27ª sesión ordinaria de la Asamblea de la UA celebrada la pasada semana en Kigali (Ruanda), reclama su lugar en un organismo que ya no es el mismo del que se separó, y que ahora se rige ya por otras reglas y parámetros. Y que de un tiempo a esta parte, ha hecho suya la causa del Sáhara Occidental, y se ha convertido en su mayor apoyo a nivel regional e internacional.
El difícil retorno a la UA
El primer obstáculo que con el que Marruecos se enfrentará en su nueva aventura, es el hecho de que nunca ha formado parte de la Unión Africana, constituida en 2002, por lo que sería necesario solicitar su ingreso, pero ya como nuevo Estado, tal como hizo Sudan del Sur, por ejemplo, en 2011. Y en este caso ha de someterse a la votación de los 54 Estados miembros. Y entre ellos está la República Saharaui, que Marruecos considera parte de su territorio, y que en cambio la UA reconoce como un Estado independiente y soberano.
El segundo escollo, y en eso hay que reconocer que Marruecos a priori ha eludido la posibilidad de la expulsión de la RASD, o en el mejor de los casos, la “congelación” o “suspensión” de su membresía, como condición para su entrada en la familia africana. Sin embargo, tendrá muy difícil esa posibilidad, ya que los estatutos internos de la UA son muy claro en ese aspecto: Se prohíbe la expulsión de los estados miembros, excepto en caso de golpe de estado. Y en ese caso, Marruecos lo tendrá harto difícil.
Un férreo apoyo a nivel de África
Por tanto, Marrueco encontrará en la Unión Africana un fiel defensor por la descolonización e independencia del Sáhara Occidental. Y aunque para la UA España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara, considera a Marruecos una potencia ocupante, y en todas sus resoluciones y comunicados le exige respetar las normas de las Naciones Unidas que desde los años sesenta corroboran el derecho del pueblo saharaui a un referéndum de autodeterminación. Para tal caso, la UA nombró en 2014 al expresidente de Mozambique, Joaquím Chissano, de 77 años, como enviado especial para el Sáhara Occidental, como una forma de presión para que la ONU halle una solución a la “última colonia africana”, como así se conoce ese territorio en los pasillos de la UA.
Cierto es que Marruecos cuanta también con fuertes aliados en el seno de la UA, especialmente el de algunas antiguas colonias francesas. Sin embargo, es muy sabido que en esa institución continental el peso de las decisiones económicas y políticas está en manos de países de influencia anglosajona, como es el caso de Sudáfrica o Nigeria. Estos dos Estados, que junto con Argelia, son los tres miembros que más apoyan sin fisura el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación e independencia. Y por tanto acérrimos aliados de la RASD.
Aislamiento continental
Marruecos abandonó a la UA por culpa del Sáhara Occidental, y 32 años después vuelve a llamar oficialmente a la puerta de la organización debido al aislamiento que ha sufrido a nivel continental, precisamente a consecuencia de la misma razón que la de 1984. El reino marroquí encontrará esta vez una Unión Africana que ha abanderado la causa saharaui en estos últimos años, de tal forma, que Marruecos ni siquiera ya supedita su ingreso a que la UA suspenda, o congele o expulse al Estado saharaui, sino que al menos minimice y neutraliza su presencia en la institución africana.
Marruecos, si al final es admitido, tendrá que coexistir con la RASD, y aceptar de facto su existencia como Estado soberano, un hecho sin parangón en estos 40 años de disputa. Pero eso habrá que verlo durante la próxima sesión ordinaria a principio del 2017 en Addis-Abeba, una vez se discuta su ingreso como nuevo Estado en la UA.
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