jueves, 8 de septiembre de 2016

Yemeníes, entre bombardeos saudíes y amenazas terroristas


A diario se producen nuevas noticias sobre Yemen, desde la destrucción y desplazamiento hasta la muerte de civiles, niños y mujeres.

La Organizacion de las Naciones Unidas (ONU) ha anunciado que la guerra, que comenzó en marzo de 2015, ha dejado ya unos 10 mil muertos, cuya mayoría son civiles.

En el siguiente artículo pretendemos estudiar diferentes aspectos de la crisis que vive el país más pobre del mundo árabe, provocada por el bombardeo saudí y las amenazas del terrorismo de EIIL (Daesh, en árabe) y Al-Qaeda.

Orígenes de la crisis en Yemen

El pasado 26 de marzo de 2015, Arabia Saudí y sus aliados Kuwait, Catar, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin, Egipto, Senegal y Sudán entre otros, lanzaron una invasión contra Yemen. El objetivo era restablecer en el poder a Abdu Rabu Mansur Hadi, y eliminar al movimiento popular Ansarolá, no obstante, al día de hoy, el resultado es impactante. El director de la Oficina Humanitaria de Naciones Unidos en Yemen, Jamie McGoldrick, anunció que la guerra ha dejado al menos 10 mil muertos, aunque especifica que los datos se basan en las cifras que ofrecen los hospitales, lo que indica que la dimensión de la tragedia puede ser mucho mayor porque tristemente muchas de las zonas que son blanco de los ataques no tienen hospitales, centros de salud ni sitio alguno en el que se atienda a los heridos ni se contabilicen las víctimas mortales. Asimismo resaltó que el conflicto ha desplazado a 3 millones de ciudadanos mientras que otros 200 mil se han visto obligados a buscar refugio en el extranjero. A esto hay que sumar los 18 millones que necesitan ayuda humanitaria urgente y el millón de niños que lucha por sobrevivir.

Además de los bombardeos que han destruido el país y ha hecho que se desvanezca la esperanza del pueblo yemení de un futuro mejor, la sombra del terrorismo asoma sobre este territorio.

La situación geopolítica y geoestratégica de Yemen es de suma importancia para los extremistas de Al-Qaeda. El país se encuentra en el corazón del mundo islámico y tiene inmensos recursos naturales, además de estar cerca de los lugares sagrados e importantes de los musulmanes; la Meca y Medina, en Arabia Saudí. Estos factores son muy importantes para los salafistas, razón por la cual consideran a Yemen como la cuna de lo que ellos llaman el “califato islámico”.

En este contexto cabe señalar que por el caos reinante en el país árabe, los terroristas de Al Qaeda han establecido un pequeño imperio en la porteña provincia de Al Mukalla, donde han recaudado unos 100 millones de dólares de robos a los bancos y los impuestos que cobran a los comerciantes. Además se han hecho con 1.4 millones de dólares de la compañía nacional de petróleo de Yemen. Si consideramos que Raqqa es la base principal de Daesh en Siria, Al Mukalla es la capital de Al-Qaeda.

Además de Al-Qaeda, Daesh no ha escatimado esfuerzo alguno para aumentar su influencia en Yemen. Incluso a principios de 2015 y en abril del mismo año emitió un video en el que izó su bandera en la capital yemení, Saná. De momento, este grupo terrorista está muy activo en el centro, sur y este del país árabe, y se esfuerza por hacerse con el control de más partes de la provincia de Shabu y establecer su sede principal en el sur de Yemen.

Pasividad de los organismos “competentes”

Al estudiar el trasfondo de la crisis en Yemen, nos percatamos del apoyo que está recibiendo el agresor por parte de las organizaciones competentes. De hecho, desde el inicio de la invasión saudí, no ha habido ni una sola resolución contra Riad por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), ni siquiera ha habido sanciones o medidas de presión por parte de la Unión Europea (UE), EE.UU., u otros países y bloques que se consideran erróneamente los guardianes de los derechos humanos. Sin embargo, la situación es aún peor, si consideramos que durante la agresión a Yemen, se ha disparado la venta de armas y las ayudas financieras y logísticas de parte de varios países europeos como el Reino Unido, Francia y Alemania. El diario británico The Guardian, en un artículo publicado en septiembre pasado, reveló que Londres emitió unas 40 licencias de exportación de armas a Arabia Saudí, justo después del inicio de los ataques. Además, el centro de estudios IHS publicó un documento en el que dejaba a Riad como el primer comprador de armas en el mundo, siendo los Estados Unidos su principal proveedor.

Estos datos muestran claramente por qué no se presiona a Arabia Saudí, pese a los numerosos crímenes que está cometiendo, tanto dentro como fuera de su propio país, desde la represión a los chiíes y el ejercicio de un sistema totalitario en su territorio hasta la financiación de los terroristas en Oriente Medio y los ataques a los yemeníes.

Además, la realidad de Yemen nos conduce hacia la siguiente conclusión: quien posee grandes sumas de dinero y beneficia los intereses políticos y económicos de las superpotencias puede cometer todo tipo de crímenes delitos sin responder por ellos ante nadie; es ahí precisamente cuando se olvidan los derechos humanos. Por lo tanto, no se debe esperar la paz o por lo menos un fin que responda a la voluntad de los yemeníes; incluso habrá más casos de tales crueldades y agresiones mientras no haya una firme voluntad de los países en vías de desarrollo de unirse para cambiar el actual orden mundial que está pisoteando sus derechos.

Crece la oposición en EEUU y el Reino Unido a la venta de armas a Arabia Saudita


Un grupo de 64 congresistas de ambos partidos estadounidenses, liderados por Ted W. Lieu (Demócrata por el Condado de Los Angeles) han enviado una carta al presidente, Barack Obama, para que posponga la venta de más armas a Arabia Saudí. La carta cita documentos de Amnistía Internacional que se refieren a al menos 33 ataques aéreos ilegales por parte de los saudíes contra Yemen subrayando que ellos “fueron dirigidos deliberadamente contra civiles e instalaciones civiles, tales como hospitales, escuelas, mercados y lugares de culto”. “Estos ataques pueden equivaler a crímenes de guerra”, advertía la carta.

Una prominente organización humanitaria norteamericana organizó también un evento el miércoles en Washington para protestar por la venta de armas a Arabia Saudí.

Los activistas de CODE PINK, un movimiento por la paz y la justicia social, trabajan para poner fin a las guerras promovidas por EEUU y han condenado la matanza de civiles en Yemen por parte de Arabia Saudí, a la vez que ha expresado su solidaridad con el pueblo yemení.

Los manifestantes pintaron sus manos con pintura roja para simbolizar la complicidad de Washington en la muerte de civiles yemeníes.

Los activistas de CODE PINK también pidieron a los legisladores norteamericanos que dejen de gastar dólares de los contribuyentes norteamericanos en apoyar al régimen saudí.

Las ventas de armas por parte de los países occidentales a Arabia Saudí han estado bajo el escrutinio de los grupos de derechos humanos debido a la campaña de bombardeos de Riad en Yemen.

Obama ofreció 115.000 millones en armas a Arabia Saudí

La Administración del presidente Barack Obama ha ofrecido a Arabia Saudí 115.000 millones de dólares en armas, señala un informe de Reuters.

La oferta incluía armas y otros equipos militares y de entrenamiento. Se trata de la mayor cifra que EEUU ha ofrecido a la monarquía wahabí en los 71 años de alianza entre ambos, informó Reuters el miércoles.

El informe, realizado por William Hartung, del Centro de Política Internacional, indica que estas ofertas se ejecutaría por medio de 42 acuerdos separados.

Según Reuters, “las ofertas de armas norteamericanas a Arabia Saudí desde que Obama tomó posesión del cargo en enero de 2009 han incluido todo, desde armas cortas y municiones a tanques, helicópteros de ataque, misiles antiaéreos, barcos de defensa antimisil y buques de guerra. Washington también proporciona un mantenimiento y entrenamiento a las fuerzas de seguridad saudíes”.

Arabia Saudí fue el mayor importador de armas del mundo en 2015 y adquirió armas y equipos militares por valor de 9.300 millones de dólares, según IHS, una consultoría de Englewood, Colorado. Esto tuvo lugar en un momento en el que el país hacía frente a una crisis económica sin precedentes y el incremento de la deuda estatal.

Diputados británicos

Por su parte, un grupo de diputados británicos ha pedido al gobierno de Londres en una carta que suspenda las ventas de armas a Arabia Saudí debido a los crímenes de guerra cometidos por el régimen saudí en Yemen y ha señalado que el uso de armas británicas en Yemen parecía “inevitable”. 

El Comité de Exportaciones de Armas de los Comunes dijo en un informe que “el peso de las evidencias de las violaciones de la ley humanitaria internacional por parte de la coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen es tan grande que es muy difícil continuar apoyando a Arabia Saudí y mantener la credibilidad de nuestro régimen de exportación de armas”, indicó la carta, citada por el sitio de Middle East Eye.

El Reino Unido ha vendido miles de millones de dólares en armas a Arabia Saudí, que ha lanzado una guerra contra el pueblo yemení, incluyendo bombardeos discriminados contra civiles, hospitales y fábricas.

Varios grupos realizarán una protesta ante el Parlamento británico para denunciar la próxima visita del ministro saudí de Exteriores, Adel al Yubeir, a Londres, la que ven como “un ejercicio de presión” para que el Reino Unido continúe con sus exportaciones de armas al reino wahabí, tal y como propugnan la primera ministra, Theresa May, y el ministro de Exteriores, Boris Johnson.

Los grupos opuestos a la venta de armas a Arabia Saudí han llevado el tema ante los tribunales británicos donde denunciarán la ilegalidad de vender armas a un régimen con un su atroz historial en materia de derechos humanos y que lleva un brutal asalto contra Yemen. Una sesión ante dos jueces tendrá no lugar no más tarde del 1 de febrero.

Assad visitará Pekín: ¿Una base china en Tartús?


El diario libanés As Safir ha hablado de una inminente visita del presidente sirio, Bashar al Assad, a China y Rusia. El periódico libanés afirma que el presidente sirio es esperado pronto en Pekín a invitación del gobierno chino.

Esta visita le llevará también a Rusia, donde el presidente ruso, Vladimir Putin, reiteró hace unos días en la cumbre del G-20 la legitimidad del presidente sirio. China ha pedido a Siria que le otorgue una base naval en Tartús, donde Rusia ya posee una, señaló el periódico.

Según el almirante Guyan Yuvi, director del Departamento de Cooperación Militar del Ejército chino, esta invitación fue transmitida al presidente sirio el 16 de agosto pasado.

Durante los tres primeros años de la guerra en Siria, las autoridades chinas adoptaron una postura muy prudente y se negaron a firmar contratos de armas con Damasco. Sin embargo, las cosas han cambiado desde hace un año y medio, y Pekín ha comenzado a prestar apoyo real al gobierno sirio y a cumplir los contratos de venta de armas.

Según el Almirante Guyan Yuvi, China va a formar unidades del Ejército sirio y no dudará en actualizar su arsenal de armas.

El acceso a la costa de Siria en el Mediterráneo permitiría a la Marina de guerra china estar cerca de las costas de su aliado ruso. El puerto de Tartús es de gran importancia para Pekín, que busca romper el cerco que EEUU busca crear alrededor de China.

Los analistas hablan de un cambio estratégico en la política de China en relación a EEUU.

martes, 6 de septiembre de 2016

¿Qué viene ahora para Turquía después de la victoria en Jarablus?


¿Cuáles son los objetivos estratégicos de esta operación? ¿Puede extenderse hacia la línea de Rai-Azaz en el oeste y, más relevante aún, al sureste hacia al-Bab para interferir con las Unidades de Protección Popular (YPG) e impedirles que avancen hacia el oeste y que desafíen las líneas rojas impuestas por Turquía?

Un titular del 25 de agosto en el periódico progubernamental Yeni Safak decía: “Esto es sólo el principio”. Fuentes del Ejército Libre de Siria (ELS, FSA por sus siglas en inglés) que hablaron con Al-Monitor bajo condición de anonimato describieron Escudo del Éufrates como una operación compleja con “objetivos importantes”. En Ankara la sensación predominante es que la operación ha sido, por encima de todo, un éxito diplomático del cambio de perspectiva de Turquía en relación a Siria y de la shuttle diplomacy intensa que ha sido llevada a cabo. En el aspecto militar, Ankara ve la captura de Jarabulus en 12 horas sin bajas y evitando un enfrentamiento de envergadura con el Estado Islámico (EI) como un éxito significativo. Una fuente de los servicios de seguridad en Ankara comentó a Al-Monitor que “es la hora de sacar provecho de estos éxitos. Sería un error imperdonable pensar en limitar la operación solo a Jarabulus, después de estar preparándola un año entero”.

Fuentes en los pasillos estratégicos de Ankara y sobre el terreno hablaron con Al-Monitor sobre la previsión de la duración de la operación y sus dimensiones. Los objetivos de Ankara pueden ser divididos a grandes rasgos entres los políticos y los objetivos de campo.

A nivel político, Ankara quiere reunir y consolidar a la oposición armada sunita bajo un mismo techo, al menos en el norte de Siria, pero preferiblemente en todo el país. Ankara parece haber convencido a Washington y Moscú que una parte importante de la oposición en Siria no debería ser descartada cuando se está determinando el futuro de Siria. Turquía piensa que con esta operación ha conseguido una oportunidad para unir a la oposición siria militarmente en torno a un solo objetivo, bajo un solo mando y bajo una estructura militar única. Ankara espera que al unir las filas de la oposición primero en el norte de Siria, después en Aleppo e Idlib, el ELS puede convertirse en una fuerza creíble sobre el terreno y ser aceptada en la mesa de negociaciones.

Pero el currículum del ELS genera preguntas en relación a su actuación sobre el terreno. Una fuente que habló con Al-Monitor bajo anonimato ha dicho que “la guerra en Siria es una guerra ideológica. Un miliciano chiíta muere por los doce imanes; un combatiente de las YPG muere por Ocalan y el nacionalismo kurdo. ¿Por quién morirá un militante del ELS? Sin motivación yihadista, la mayoría del ELS parece más una banda de mercenarios luchando por dinero”.

A pesar de que Ankara puede haber visto la oportunidad de consolidar a la oposición en Siria política y militarmente, motivar esas fuerzas no será tarea sencilla. Necesitarán un incentivo para fortalecer su eficacia en el combate, pero pasarse de rosca en esa motivación podría acabar en “terrorismo”. No hay duda de que la participación de los “yihadistas moderados” como Faylaq al-Sham y Ahrar al-Sham proveerá de algo de motivación. Ankara tiene que tener cuidado al usar estos grupos en una mezcla con el ELS, para no hacer saltar las alarmas de Washington o Moscú.

A nivel militar, Ankara ha delineado tres objetivos estratégicos.

El objetivo principal es establecer en la región de Jarabulus una base militar permanente donde pueda entrenar y equipar al ELS mientras domina el terreno. Esta base estará unida a Turquía con un corredor aéreo. Trabajos de ingeniería en marcha en Jarabulus apuntan en esta dirección. Si Ankara manda un batallón comando a Jarabulus, entonces sabremos que Ankara está considerando muy seriamente el establecimiento de una base militar permanente en Jarabulus. Si Ankara no consigue persuadir a otros países para sumarse a ese esfuerzo, entonces el plan b de Ankara es hacer de Jarabulus un centro del poder militar del ELS en el norte de Siria con una presencia de soldados turcos.

El segundo objetivo estratégico de Turquía con esta operación es capitalizar el éxito de la operación avanzando hacia el oeste a la línea de Rai-Azaz, que Ankara llama la línea Jarabulus-Cobanbey. Ankara tiene dos objetivos con esta expansión. Primero será dominar totalmente las 55 millas de frontera que se extienden entre Jarabulus y Cobanbey. El otro objetivo será el de presionar desde el este al Cantón de Afrin del Partido de la Unión Democrática (PYD), que ya está bajo presión desde el norte. En efecto, tanto Washington como Moscú están a favor de que Turquía corte esta importante línea de abastecimiento del EI dentro de Siria. Esto, evidentemente, requerirá que Ankara asegure a Washington y Moscú que lo que realmente pretende es luchar contra el EI. La ausencia de reacciones fuertes por parte de EEUU y Rusia en relación a la operación de Ankara sugiere que estas garantías han sido dadas y que los países están satisfechos, por lo menos por ahora.

El tercer objetivo de Ankara con la Operación Escudo del Éufrates es la más arriesgada: aprovecharse del éxito de Jarabulus para avanzar al suroeste y capturar al-Bab. Si Ankara opta por este objetivo, el nombre de la operación tendrá que cambiar de Escudo del Éufrates a “Puñal del Éufrates”, porque terminará con el sueño del PYD de unirse con Afrin vía al-Bab y dominar la región al noroeste de Aleppo, al igual que eliminar cualquier conexión por tierra del EI con Turquía.

Las preparaciones a largo plazo del EI en al-Bab han convertido el pueblo en una fortaleza formidable. Al contrario que en Jarabulus, el EI cuenta con un gran número de efectivos y fortificaciones en al-Bab donde viven miles de civiles. Pero también sabemos que las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF, por sus siglas en inglés), que están compuestas mayoritariamente de las YPG, tienen sus ojos puestos en al-Bab también. Si el ELS, apoyados por Turquía, continua con el viento a favor como demostró en Jarabulus y captura al-Bab, tendrá un bastión importante en el norte de Siria.

El incremento de fuego de artillería disparado sobre posiciones de las YPG en el cantón de Afrin desde Turquía desde el 26 de agosto, y el primer bombardeo aéreo sobre posiciones de las YPG en el mismo cantón por cazas turcos, puede ser señal de un movimiento de las operaciones hacia el oeste.

Ahora todo el mundo, especialmente Washington y Moscú, están vigilando de cerca la actuación sobre el terreno del ELS apoyado por Turquía. Si dicha actuación es sobresaliente, entonces, como señal de buena fe hacia Ankara, Washington y Moscú puede que le den la oportunidad al ELS de liberar al-Bab. Si en cambio su actuación es negativa, entonces a la milicia kurda del YPG le será permitido liberar al-Bab. Washington y Moscú, que han escenificado una competición mortífera entre las YPG y el ELS, están satisfechos con los acontecimientos. El test de Ankara será una motivación para el ELS. El PYD tendrá entonces que decidir si puede aceptar que su momento de gloria en el norte de Siria ha terminado y que ahora existe una fuerza muy motivada y competitiva apoyada por Ankara.

En los próximos días, la cuestión más crucial será quien toma al-Bab de las manos del EI: ¿las YPG, apoyado por el PKK, o el ELS, apoyado por Ankara?

Para predecir las intenciones de Ankara, el tipo de unidades militares que utiliza en Siria y sus movimientos militares deben ser vigilados de cerca. No olvidéis, si Ankara despliega un batallón comando a Jarabulus, significará que Turquía estará ahí indefinidamente. Si manda una brigada mecanizada de infantería esperando en la frontera, entonces la intención de Ankara será extenderse hacia el oeste y limpiar esa parte de la frontera moviéndose hacia Azaz via al-Rai. Pero si manda una brigada blindada junto con una brigada mecanizada de infantería sabremos que su siguiente objetivo es al-Bab. En mi opinión, Ankara primero intentará establecer un control total sobre la región de Jarabulus. Prolongando la operación otorgará a Ankara más cartas en la mesa de negociación, por lo que se puede intuir que pretenden quedarse en el norte de Siria a largo plazo.

Mientras, las Fuerzas Armadas Turcas (TSK) han sufrido su primera baja en la Operación Escudo del Éufrates, confirmando las preocupaciones de los expertos de que los enfrentamientos entre las TSK y las YPG son inminentes. El 27 de agosto, militantes kurdos de las YPG, a unas 4 millas al sur de Jarabulus, atacaron dos tanques turcos con misiles antitanque rusos Kornet, matando a un sargento e hiriendo a tres soldados. El TSK respondió con fuego de artillería y de tanques y mandó refuerzos a Jarabulus. Informes sobre el terreno dicen que Turquía continuo bombardeando posiciones de las YPG desde el aire y con artillería el 28 de agosto.

Aunque todavía no se ha confirmado, hay también informes que hablan de un civil muerto a causa de de los bombardeos y ataques aéreos turcos. Turquía ha negado estas informaciones alegando que la mayoría de los muertos son militantes de las YPG refugiándose en aldeas cercanas.

Resistencia Heroica del Yemen al 05-09-2016: Ejército yemení lanza ataque contra tropas saudíes en Jizan


El Ejército yemení, apoyado por las fuerzas populares, ha lanzado un ataque masivo contra los soldados saudíes en Jizan, en el suroeste de Arabia Saudí.

Las unidades militares del Ejército, junto con los comités populares de Yemen, han lanzado varios misiles contra las fuerzas saudíes en la localidad de Abu Madi, en la región de Jizan, ha informado este martes la televisión yemení, Al-Masirah.

Además, las fuerzas yemeníes han logrado destruir un total de seis vehículos militares de Arabia Saudí: cuatro en el este de la base militar de Ain al-Hare y dos cerca de la localidad de Al-Kursi, ambos en el puesto de Al-Jube, en Jizan.

Los ataques de hoy han tenido lugar un día después de que el Ejército yemení atacara en varias ocasiones las bases militares saudíes en el sur de Jizan.

El lunes, los soldados yemeníes lanzaron un misil balístico Zelzal-3 contra la red de distribución de energía de la provincia de Dhahran, en la región saudí de Asir (sur).

Durante la misma jornada, al menos 20 militares partidarios del expresidente fugitivo yemení Abdu Rabu Mansur Hadi murieron y varios otros resultaron heridos como consecuencia de una explosión en la provincia de Mareb, en el este de Yemen.

Por otra parte, cazas saudíes sobrevolaron el distrito de Al Ghayl, en la provincia de Yauf (norte de Yemen), y bombardearon cuatro veces la capital yemení, Saná.

La ofensiva militar contra Yemen fue lanzada por Arabia Saudí en marzo de 2015, en un intento por eliminar de la ecuación al movimiento popular yemení Ansarolá y restaurar en el poder al expresidente fugitivo yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi, un estrecho aliado de Riad.

Según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cifra de muertos por los 18 meses de guerra saudí contra Yemen ha superado ya las 10.000 personas.


"El cinismo y la sinvergüencería en su máxima expresión: el canciller de facto del Brasil impartiendo cátedra de democracia"

El canciller de Ecuador, Guillaume Long.

Para el canciller ecuatoriano, las críticas de su par brasileño, José Serra, a Ecuador y Bolivia son “el cinismo y la sinvergüencería en su máxima expresión”.

El ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Guillaume Long, dijo el lunes que, con la destitución de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, sus opositores lograron con un procedimiento falseado poner fin a 13 años de un gobierno democrático en Brasil.

Tales declaraciones surgen después de que el canciller brasileño, José Serra, dijera al diario español El País que “Bolivia y Ecuador podrían aprender a hacer democracia con lo que ha pasado en Brasil. Lo de Venezuela es pura provocación”, según una entrevista publicada por dicho diario.

Bolivia y Ecuador podrían aprender a hacer democracia con lo que ha pasado en Brasil. Lo de Venezuela es pura provocación”, declaró el canciller brasileño, José Serrá, al diario español El País.

En su cuenta de Twitter, Long contestó que “la experiencia democrática en el Ecuador nos ha enseñado que el voto del pueblo es soberano”. Resaltó además que en muchos casos, “los ejecutores de esta farsa política enfrentan además, para colmo del cinismo, graves acusaciones de corrupción”.

Para el diplomático ecuatoriano, lo sucedido en Brasil la semana pasada fue un “irrespeto” a la voluntad de los 54 millones de votantes que eligieron a la presidenta legítima Dilma Rousseff. Tras la destitución de la mandataria, Bolivia y Ecuador llamaron a consultas a sus embajadores, mientras que Venezuela retiraba a su representante diplomático y congelaba sus relaciones bilaterales con el país carioca.

Serra, por su parte, llamó a consultas a sus embajadores en Venezuela, Ecuador y Bolivia, lamentando, no obstante, la decisión de los gobiernos de la región que rechazaron el proceso de impeachment contra Rousseff por considerarlo un golpe de Estado y un golpe parlamentario.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Historia del conflicto Irlandés, Independencia de Irlanda

El conflicto Irlandés es uno de los entuertos más bravos e intrincado de la historia humana, el cual desató una ola de violencia asombrosa y muy pocas veces vista.

Este conflicto, viejo de siete siglos, tal vez no esté solucionado por siempre jamás, pero últimamente ha entrado en una etapa que nadie, en su sano juicio, hubiera anticipado.

Para entender la ruptura que representa, en la actualidad, este gobierno de Paisley-Mc Guinessess, hay que entrar en el campo minado que es la historia irlandesa, esa que el refrán define como algo que “los ingleses deberían recordar y los irlandeses olvidar”.

El cuento empieza en la Edad Media, cuando el ir y venir de invasiones mutuas comienza a tener una identidad inglesa. Para los tiempos de la primera Isabel, Irlanda ya era un “problema”: los ingleses se sostenían a espadazos en la costa, negociaban y reprimían, hacían la guerra y comerciaban con esas “bandas” incomprensibles de irlandeses.

Pero ya quedaba claro que la gran ventaja inglesa, la temprana organización de un gobierno estable y centralizado, hacía una cuestión de tiempo ganarse la isla. Irlanda, que hace un milenio era un oasis de conocimiento y artes en una Europa barbarizada, nunca pudo unificarse ni muchos menos crear algo como un Estado. Londres sabía que así como ya se había tragado a Gales y estaba erosionando a Escocia, Irlanda sería suya.

El problema de ocupar países fragmentados políticamente (como a Estados Unidos le paso hoy en Irak) es que no saben cuándo rendirse. La historia de los ingleses en Irlanda nunca llegó a ser una de “absorción” ni de “integración”, como lograron hacerlo en la isla mayor, donde los escoceses y galeses se transformaron más o menos en británicos (con vueltas y autonomías, pero en serio). Los irlandeses siempre fueron irlandeses, de lealtad dudosa a la corona, y maníacos del catolicismo, transformado en seña de identidad nacional.

Enrique VIII (imagen derecha), el de las muchas esposas, comenzó una política de reemplazo de población y de cero de tolerancia a las rebeliones, continuada por el republicano Cromwell y por los Carlos, medios bobos pero dispuestos a derramar sangre. Este proceso de ocupación terminó con un curioso nombre, “Plantación”, y fue aun más cruel.

Las tierras se ocupaban con ingleses y escoceses de toda laya y condición social, pero protestantes, y los antiguos dueños morían, emigraban o pasaban a ser peonada. Así nació el exilio irlandés, que solo cesó en 1998. El experimento alcanzó su mayor éxito en algunos condados del Norte, donde los que se consideraban británicos llegaron a ser mayoría y donde con el tiempo se radicó la mayoría de las industrias. El resto del país vivió de crisis en crisis, de rebelión en rebelión, y acabó gobernado directamente desde Londres, como una colonia, al perder su Parlamento propio. La inmovilidad política hizo que tomara siglos algo tan simple como darles el voto a los católicos, la inmensa mayoría del país.

A mediados del siglo XIX, Irlanda estaba superpoblada (cinco millones de habitantes en una isla del tamaño de Entre Ríos) en un equilibrio inestable, quebrada políticamente y siempre al borde de la catástrofe social. Fue entonces que un hongo destruyó casi completamente la cosecha de papas del país. Fue el comienzo de la”Gran Hambruna”. A un siglo y medio de distancia, resulta difícil entender por qué un país entero sufrió una catástrofe indecible por perder una cosecha de un producto. La respuesta es que la papa era, literalmente, lo único que comían los campesinos que vivían en una economía donde lograban alquilar un terreno de veinte por veinte metros para cultivar sus papas y donde el único dinero que se veía era por la venta anual de un chancho. De hecho, del único chancho de la familia. Perder las papas fue perder todo. Murió un millón y medio de personas. Otro millón y medio se fue del país, principalmente a Estado Unidos, pero también a Inglaterra, Australia, Argentina y reinos lejanos del Imperio Británico. Irlanda volvió a tener cinco millones de habitantes recién a fines del siglo XX.

Para 1900, la situación era insostenible y la presión política imponía como mínimo que la isla pasara a ser un dominio, como Canadá, con gobierno autónomo. Los “protestantes” (etiqueta inexacta para los irlandeses que se sentían realmente británicos, aunque no todos fueran protestantes) bloquearon sistemáticamente cada una de las leyes, iniciativas y pedidos de autonomía de la isla. Por Londres ya se había aceptado la realidad cuando, en 1914, comenzó la Primera Guerra Mundial y todo fue al todavía no inventado freezer.


Dos años después, en plena guerra y con cientos de miles de irlandeses sirviendo en las trincheras con los uniformes del rey, los nacionalistas irlandeses se alzaron en armas en Dublín. Duraron una semana, pero estrenaron la bandera tricolor, se inmolaron en una batalla perdida de antemano y proclamaron la República, “en nombre de Dios y de las generaciones muertas”.

Eran una mezcla rara de poetas, estudiosos del idioma irlandés, sindicalistas fierreros, nobles y proletarios, casi todos pero no todos católicos. El ejercito británico los capturó, los juzgó como traidores a la patria en tiempos de guerra y comenzó a fusilar a los líderes. Grave error: Irlanda ama a sus mártires y aunque la abrumadora mayoría del pueblo estaba verde de bronca con los rebeldes, a todo el mundo le cayó torcido que los ingleses los fusilaran. Fue entonces que nació una belleza terrible.

En 1919, ya ganada la guerra, hubo elecciones y los rebeldes, bajo la bandera del partido “Sinn Fein”, ganaron barriendo a todos los partidos tradicionales , más “políticos”. En lugar de tomar sus bancas en Londres, se reunieron en Dublín, se proclamaron como el gobierno legítimo de la República de Irlanda y ordenaron a su brazo armado, el IRA (Ejército Revolucionario de Irlanda) que comenzara el combate contra el ocupante. Como contaban con un inesperado genio militar en el Ministro Collins y como lograron unificar de una vez la fragmentada opinión pública, ganaron la batalla.

Por supuesto que no ganaron militarmente, ya que Gran Bretaña era todavía la mayor potencia del mundo. Lo que lograron los rebeldes fue enfrentar a Londres con la opción de ceder o reprimir en serio, con medio millón de soldados tratando de aplastar una resistencia dispuesta a todo.

El gobierno británico cedió, negoció que Irlanda fuera un Estado Libre (ni República, ni Provincia, ni Dominio) y se cobró la libra de carne: los condados del Norte con mayoría protestantes seguirían siendo ingleses: los irlandeses votaron en un plebiscito tragarse la imposición y así nació esa entidad tan rara, Ulster, o más exactamente, Irlanda del Norte. Al Sur, en el flamante Estado, hubo una feroz y breve guerra civil. Al Norte, en la nueva colonia, se instauró un apartheid de los duros. Mal que mal, hubo paz.

La sigla IRA pasó a ser un sello de duros nostálgicos, vistos como desubicados en un país que se encerró en la pobreza, la censura, el catolicismo preconciliar y la política chica, con la emigración como válvula de escape y la literatura como único destello de originalidad. El espíritu “feiniano” parecía más vivo en los pubs de Boston que en el viejo país.

Así por medio siglo, hasta que en mayo de 1966 dos protestantes bastante pasados de copas le tiraron una molotov a la tienda de un católico en Belfast. Como estaban bebidos no le acertaron al edifico y la bomba entró por la ventana de la casa vecina, donde vivía una anciana protestante que no podía subir las escaleras y siempre dormía en su diminuto living. La bomba le cayó encima, la señora ardió y gritó. Así con “victimas” y “victimarios” protestantes, comenzaron los “problemas”, el eufemismo con lo que se podría nombrar a cuarenta años de guerrilla, contrainsurgencia, represión y asesinatos colectivos.

Después del Domino Sangriento (Enero de 1972) (Sunday Bloody Sunday, como dice la famosa canción de U2), resucitaron de sus cenizas tanto al IRA, la guerrilla más antigua del mundo, como los paramilitares protestantes. Este baño de sangre solo iba a parar en este otro “mundo” en que vive Europa ahora, el “mundo” de la Unión Europea, cuando el muro de Berlín es un recuerdo y los fierros, una suerte de vergüenza tercermundista.

En 1972, el Ulster ya iba en camino a la violencia y con los frenos seriamente pinchados. La misma provincia era una entidad artificial, ni “pato” ni “gallareta”, producto de una rendición a medias y de un triunfo cortado. Los irlandeses nacionalistas le habían ganado su independencia a los británicos de la mano de Michael Collins y después de siete siglos, pero les había alcanzado para ganarla sólo políticamente: el primer IRA forzó a los ingleses a negociar o a ponerse totalitarios, pero no los venció militarmente. Lo que surgió fue una partición de la isla, autónoma –y después independiente- en todo menos en un rincón del Norte donde los protestantes eran mayoría y amenazaban con su propia guerra si no seguían siendo británicos.

Así, en 1922, Irlanda pasó a tener dos parlamentos, uno en Dublín, nacionalista y republicano, y otro en Belfast, bajo bandera inglesa y con el raro status de ser el único rincón del Reino Unido con autonomía parcial. La entidad tenía problemas de nombre -¿Irlanda del Norte? ¿Ulster?- y ni hablemos de la identidad: todos eran irlandeses, pero no como los otros irlandeses.

El Ulster duró unos cuarenta años más o menos en equilibrio, con un apartheid de hecho donde los católicos, sospechosos de nacionalismo, eran ciudadanos de segunda, sin derecho a ejercer ciertas profesiones y con cuotas para los empleos públicos. Los protestantes la tenían cómoda, ya que su mayoría les permitía ejercer el poder sin sobresaltos. Tanto que por medio siglo gobernó siempre el mismo partido, con la misma mayoría de diputados y sin necesidad de pensar demasiado. Los católicos, a su manera, sostenían el sistema por su notable rigidez ideológica. La única política aceptable para ellos era el nacionalismo entendido como fundamentalismo irredento; la patria irlandesa no aceptaba la misma existencia del Ulster, de sus instituciones y su gobierno: los protestantes eran apenas entreguistas, cipayos de los ingleses, peones en un juego de poder dirigido desde Londres. El resultado era que los nacionalistas que resultaban electos para el Parlamento de Stormont (Ulster) no hacían nada. Pero nada de nada: en medio siglo no lograron ni una ley que ayudara a su grey a tener una mejor vida. Y el otro resultado era que la mayoría de los paisanos protestantes, terminaban como fantasmas: nadie pensaba que realmente podían sentirse británicos, que sinceramente pensaban lo que decían, que no querían ser irlandeses gobernados desde Dublín.

Los protestantes no facilitaban el diálogo, presos de sus propios fantasmas. En Ulster todo católico era sospechoso de ser un rebelde peligroso, un tirabombas, y el fundamentalismo protestante era de una grosería rampante. El inefable reverendo Ian Paisley, ya ganaba fama en los años sesenta con sus sermones sobre la “puta de Babilonia” (por la Iglesia Católica) y sus llamados a la violencia armada contra “esos”. Ulster era un lugar victoriano, conservador, rígido, donde los domingos cerraban los comercios, los cines y los bares para que todo el mundo fuera a su iglesia.

Y aun así, la situación se sostuvo hasta la noche tarde del 7 de mayo de 1966, cuando dos protestantes medio mamados encendieron la mecha. Inflamados por Paisley, tapándose la cara con un impermeable y zigzagueando por un callejón de Belsfast, los dos “comandos” le tiraron una molotov a una licorería cuyo dueño era católico. Pero el exceso de cerveza los traicionó: la bomba cayó en la casa de al lado, rompió la ventana del living y le explotó encima a Matilda Gould, una señora de 77 años, lisiada y protestante, que siempre dormía en la planta baja para no subir las escaleras. Lo que bien puede ser descripto como la segunda guerra civil irlandesa arrancó con los gritos de una abuela quemándose viva.

Los borrachos de impermeable eran militantes de la Fuerza Voluntaria del Ulster, UVF, un pequeño grupo de clase obrera protestante que quería luchar contra la “subversión católica”. El grupo emitió un comunicado detallando que los primeros blancos serían “cuadros conocidos del IRA”, pero el festival de matanzas siguió con un homeless alcohólico y católico, y con un chico de 18 años que volvía tarde de trabajar.

Un problema era que, en 1966 era difícil encontrar alguien del IRA en Belfast. La organización acababa de cumplir medio siglo –había nacido de la unión de varios grupos paramilitares para la rebelión de Pascua de 1916, como ejército de la clandestina República Irlandesa – y era un fantasma anticuado, listo para un cambio generacional y viendo cómo grupos de izquierda influidos por las campañas de derechos civiles de Martin Luther King le ganaban la calle. Estos grupos querían trascender la división protestantes-católicos, pensando que los intereses proletarios son comunes, y querían exponer las injusticias del sistema con marchas y manifestaciones sobre temas como vivienda, salud y trabajo. Tuvieron mucho éxito, gracias a la televisión y a la torpeza del gobierno local, que reprimió con gusto todo lo que se moviera y logró que los problemas del Ulster pasarán a la agenda del Londres.

El gobierno británico, para peor laborista, simplemente le ordenó a Stormont que reformara el sistema. Así, hubo anuncios sobre vivienda, voto, empleo y abolición de las viejas leyes especiales que enfurecieron a los protestantes duros. Los grupos de derechos civiles florecieron como hongos, de izquierda y moderados, en su mayoría católicos pero también ecuménicos, todos tomando las calles de pueblos y ciudades, todos sospechados oficialmente de ser apenas “frentes” del IRA. El frágil equilibrio terminó cuando una amplia marcha católica en Belfast (capital del Ulster) fue atacada por cientos de protestantes armados con ladrillos y palos. Hubo cantidades de heridos, gruñidos desde Londres y varias renuncias de los más duros en el gabinete local. El gobierno cayó y hubo que llamar a elecciones.

El voto de febrero de 1969 creó otro país, que se las arregló para llegar a fines de siglo. Los unionistas moderados (todos protestantes por supuesto) ganaron pero perdieron su mayoría automática, ya que los extremistas les armaron bloque propio. La “nueva izquierda” católica barrió a los viejos nacionalistas, cuyo partido prácticamente dejó se existir. Lo curioso es que, debilitado y todo, el gobierno siguió siendo el mismo, igualmente presionado por Londres y dispuesto a reformar el sistema. Los grupos extremistas protestantes, que iban desde patotas de barrio a células políticas, se unificaron bajo el paraguas del UVF, y las bombas empezaron a explotar por todos lados. Tantas, que el gobierno volvió a caer.

Para el verano, la cosa se le estaba yendo de las manos a todo el mundo. El verano es la época más cruel en el Ulster, ya que los protestantes festejan sus viejos triunfos del siglo XVII contra la nobleza católica con marchas provocativas, que por alguna razón siempre pasan por los barrios católicos. En el relativo calor de ese año, comenzaron a llover ladrillos y molotovs sobre los estandartes naranjas de las marchas, que por decenas degeneraron en trifulcas memorables. Los unionistas (protestantes) se encontraron desbordados y la conducción del IRA se desayunó con que los militantes jóvenes de Belfast ya no obedecían las moderadas órdenes de Dublín (capital de la Irlanda católica). La batalla estalló en serio, con muertos, en Derry y Belfast, donde los extremistas protestantes atacaron abiertamente los barrios católicos, protegidos por la policía, y los jóvenes militantes del IRA salieron a la calle a defenderlos con lo que tenían a mano. En agosto, el gobierno capituló y pidió a Londres que enviara al ejército. Las tropas fueron recibidas por los católicos como protectores, con tazas de té y abrazos. Los protestantes comenzaron a armarse en serio. Y el IRA comenzó un debate interno que resonaría en Irlanda por décadas.

Básicamente, la organización de Belfast se cortó sola. Primero, llamó a un congreso a fines de 1969 y por mayoría simple votó aceptar la realidad de Storrmont, asumir que existía Irlanda del Norte. Luego, se dividió cuando los más duros, liderados por Sean Mac Stifan, repudiaron “la entrega”. Los disidentes, entre los que se contaba un joven barman llamado Ferry Adams, no hicieron tiempo de llamar formalmente a un congreso propio, por lo que adoptaron el nombre IRA Provisional. La etiqueta prendió y en los barrios obreros católicos de Belfast comenzaron a aparecer pintadas mostrando un fénix y la consigan, “de las cenizas del ´69 surgieron los provisionales”.

El nuevo IRA era una peligrosa mezcla de dogmatismo republicano –no se negocia, no se participa en política, no se va a elecciones- y de broncas mal digeridas por una vida de opresión. En sus filas andaban veteranos de viejas lides como Billly Mc Kee, fierrero con historia, y pibes indignados como Martin Mc Guinnes. Todos tenían contactos en Nueva York, la ciudad de donde siempre llegaron fondos y armas para la causa, y pronto los arsenales comenzaron a crecer.

Mientras los bandos se armaban y reclutaban, se terminaba el romance con el ejército británico. Las tropas rápidamente se encontraron haciendo trabajo de policías y para junio de 1970 comenzaron los muertos. En los enfrentamientos entre católicos y protestantes, los soldados se ponían al medio, con lo que cobraban de ambos lados, pero más del católico. Para junio, nuevamente verano, los dos IRA –el provisional y el Oficial- comenzaron a atacar al ejército y a defender los barrios católicos. Esta vez no eran palos y piedras, eran armas largas, y las tropas de Su Majestad tuvieron sus primeras bajas en suelo soberano desde la blitzkrieg alemana. El 6 de febrero de 1971, en una emboscada cuidadosamente planeada, Billy Reid, un pibe del Tercer Batallón del IRA Provisional, mató con una ametralladora a Robert Curtiss, soldado raso de veinte años de la Artillería Real. Ese día se cruzó una línea.

Las bajas militares, las decenas de bombas, los muchos asesinatos selectivos, el constante desorden, las batallas callejeras y las huelgas, tanto católicas como protestantes, desbordaron al gobierno y se tragaron al movimiento por los derechos civiles. Para el 9 de agosto de 1971, con el ejército inglés desembarcando diariamente refuerzos, el gobierno decidió “internar” a los provisionales. Ese día, muy de madrugada, se realizaron las primeras razzias en los barrios católicos, con tropas armadas hasta los dientes y con listas de sospechosos a detener sin cargos ni jueces. La operación resultó un una batalla campal y en pocas horas había 15 muertos y 342 detenidos, doce de los cuales fueron prolijamente torturados por una semana en una base de la fuerza Aérea en Ballykelly.

La operación fue un fracaso. Hubo un escándalo en Gran Bretaña por las torturas, el Consejo Militar del IRA dio una conferencia de prensa para mostrar que seguía libre y operando, y la venganza de los provisionales terminó con el saldo de 32 militares ingleses muertos. La espiral de violencia empeoró, con ambos bandos poniendo bombas en bares y locales comerciales, con una alarmante cantidad de niños y hasta bebés muertos. El año horrible de 1971 terminaba con un baño de sangre.

Derry, la segunda ciudad de Ulster llamada Londonberry por los protestantes, se había salvado de lo peor. Menos sectaria que Belfast, los moderados todavía marcaban el tono y a los provisionales les había costado más organizarse. De hecho, recién en agosto de 1971 habían logrado matar a su primer soldado británico. Por eso no llamó la atención que los militantes por los derechos civiles llamaran a una marcha protestando las “internaciones” para el 30 de enero de 1972. Las concentraciones estaban prohibidas, pero el jefe de policía Frank Logan aconsejó autorizar el acto. Por razones que nunca se revelaron Robert Ford, supremo comandante militar británico, ordenó que el ejército frenara la marcha. La decisión había sido tomada al más alto nivel político.

Ese domingo, varios cientos de jóvenes se reunieron en el barrio católico de Bogside para escuchar a los oradores en la “Esquina Libre” de Derry, en el corazón de la zona nacionalista. Todo iba en paz hasta que poco antes de las cuatro de la tarde llegaron diez autos blindados, los notorios “sarracenos”, con “paracaidistas” provocadores. Las tropas bajaron de sus coches, se desplegaron en orden cerrado e inmediatamente balearon a un señor que pasaba por ahí casualmente, John Jonson, que moriría meses después de sus graves heridas. Uno de los “sarracenos” provocadores atropelló a otro hombre y sus conductores se bajaron de un salto, le pusieron los pies encima y lo fusilaron a quemarropa, tirado en el piso.

Esto fue como una señal: las tropas empezaron a disparar con sus armas automáticas para todos lados, desatando un pánico general y ametrallando las casas. La gente comenzó a correr, pero otro regimiento –con el peculiar nombre de Royal Anglicans- había tomado posición atrás y también abrió fuego. Hubo muertos por los francotiradores, hubo muertos por la ráfagas tiradas al voleo y hubo fusilados de rodillas, con las manos en la nuca y frente a testigos. El milagro fue que hubiera solo trece muertos (catorce con el pobre Jonson unos meses después).

La masacre rompió toda posibilidad de que el conflicto del Ulster pudiera ser mediado por Londres, que pasó a ser un actor desorientado, descontrolado y torpe por los siguientes 25 años. Después del Domingo Sangriento (Sunday Bloody Sunday), el ejército británico se encontró como en un Vietnam interminable y de entrecasa, atacado por los provisionales (católicos) y despreciado por “blando” por los protestantes. Lo que era un problema político terminó en una mezcla de guerra de liberación imposible de ganar, conflicto étnico y simple batalla territorial entre bandas. Irlanda del Norte pasó a ser sinónimo de bombas, huelgas de hambre, crueldades y arbitrariedades, famosa por invenciones como el “auto-bomba”, que debutó en las calles de Belfast en la década del setenta.

Para 1995, la situación mundial era otra y pese a las furiosas protestas de Londres, Gerry Adams, notorio líder del frente político del IRA Provisiona y del resucitado partido “Sinn Fein” fue invitado a la Casa Blanca por Bill Clinton en el día de San Patricio. El mismo Adams, que doce años después, es un factor de poder en Belfast y el que piloteo una de las negociaciones de paz más bravas, difíciles y ricas en sabotajes, escisiones y agachadas de la historia humana.

En 1997, a veinticinco años de la inexplicable masacre del Domingo Sangriento, el proceso de paz estaba ganando fuerza y el gobierno de Tony Blair, todavía en ablande, admitía en una nueva investigación que si bien era cierto que algunos manifestantes estaban armados, el ejército había abierto fuego sin provocación. Una comisión llena de lores publicará las conclusiones de cientos de testimonios, y la promesa es que por fin se nombre a los responsables.

En 1998, se firmaba el acuerdo marco que ahora se pone en acción para formar este peculiar gobierno.

La república de Irlanda es hoy uno de los países más prósperos y vitales del mundo, mucho más que su provincia perdida. Toda la isla es parte de la Unión Europea y a nadie le calienta tanto la religión como antaño. Faltaba nada menos, que tener iniciativa política para crear algo que abriera la puertas de un proceso mucho más largo y complicado, el de formar una identidad nueva. Ayudó mucho, el cansancio con la violencia y la evidencia de que las organizaciones armadas de ambos bandos se dedicaban también a la extorsión y el negocio de la “protección”.

Millones de viejas tumbas, protestantes y católicas, se deben estar dando vuelta. Son los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y ancestros de Irlanda, a los que ahora le llegó la increíble noticia: la provincia “perdida”, el Ulster irredento, pasará a ser gobernado por el reverendo Ian Pasley y por Martin Mc Guinness. En el palacio de Stormont, construido en Belfast para que la colonia fuera regida por protestantes británicos, avalan ahora a el líder de los paramilitares unionistas y un cuadro histórico del IRA. No solo que hablan sino que encabezan un gabinete con tres ex guerrilleros y varios sospechosos de defender, con armas en las manos, la versión local de apartheid. Para decirlo en criollo sería como un gobierno compartido entre un Astiz y un Santucho. De tan surrealista hasta puede dar resultado.

La República de Irlanda prosperó de modo increíble, la Unión Europea es una realidad que deja tribalizados a todos los bandos. Y sobre todo, ya nadie aguanta una vida así, de guerra interminable.

La nueva disidencia fue pensar en la paz. Y ahora Stormont no es más la etiqueta del gobierno opresor sino la sede de un gobierno compartido, problemático, siempre en crisis y atado con alfileres, pero que está llamando a elecciones. En Irlanda del Norte, en resumen, se volvió a hacer política y Blair, se pudo dar el gusto, antes de dejar el poder, de asistir en Belfast, a la restauración de la autonomía de Irlanda del Norte con la formación de un gobierno autónomo entre Unionistas protestantes y Republicanos católicos, acuerdo que tuvo en el primer ministro británico a su principal respaldo.


Pablo Salvador Fontana

KURDISTAN: Una revolución no es una cena de gala


¿La palabra “revolución” significa lo mismo para el movimiento de liberación kurdo y para los izquierdistas americanos que apoyaron a Bernie Sanders? Una pequeña historia…

En el siglo 20, estaba claro lo que la gente quería decir cuando usaban la palabra “revolución”. Mao Zedong dijo mejor que nadie: “No se logra con la misma elegancia, calma y delicadeza. Ni con la misma suavidad, amistad, cortesía, moderación y generosidad. La revolución es una insurrección, un acto de violencia en el que una clase invalida a la otra”.

Los fundadores del PKK de Turquía (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) tuvieron en cuenta esta definición en 1978, cuando presentaron una estrategia de guerra popular que conduciría a un Estado kurdo independiente. En un principio se centraron en la “propaganda por el hecho” y en el entrenamiento militar, la construcción de lo que finalmente se convirtió en una fuerza extremadamente capaz, como ISIS descubrió en Siria. Pero su visión de la revolución se amplió enormemente durante los años noventa, cuando un movimiento de resistencia civil llamado Serhildan surgió en las zonas kurdas de Turquía, junto con los esfuerzos por construir un partido parlamentario que pudiera combinar el trabajo electoral y de apoyo.

Esto no fue fácil, ya que cada vez que los kurdos fundaban un partido parlamentario y se postulaban para algún cargo, el Estado turco declaraba al partido ilegal -esto ocurrió en 1993, 1994, 2003 y 2009 y ahora le está ocurriendo al HDP (Partido Democrático de los Pueblos)-, a pesar de (o debido a) que ganó el 13,1% de la votación nacional en las elecciones parlamentarias de junio de 2015.

La respuesta de Erdoğan a esta elección fue llamar a una nueva elección, y al mismo tiempo comenzar una avanzada militar sobre las ciudades kurdas en el sudeste de Turquía, donde los civiles fueron sometidos a bombardeos, despoblación y numerosos crímenes de guerra, al tiempo que sus casas y sus barrios fueron destruidos. Todo esto fue en el nombre de la lucha contra el terrorismo del PKK.

De hecho, el PKK rechazó el terrorismo hace más de veinte años, en su 5° Congreso en 1995, cuando juraron públicamente respetar la Convención de Ginebra y las leyes de guerra, rechazando los crímenes contra la población civil pero manteniendo el derecho a la autodefensa armada contra el gobierno turco. En el mismo Congreso, fundaron el ejército de mujeres en forma separada para aumentar la capacidad de liderazgo de las mujeres en la lucha. La Co-alcaldesa de Diyarbakir, Gültan Kişanak, habló en una entrevista reciente sobre la forma en la que el PKK se transformó, diciendo que al principio la perspectiva era hacer primero la revolución y luego hacer algo en relación a las mujeres, pero eso cambió en los años noventa, debido a la enorme influencia del movimiento internacional por los derechos de la mujer:

“Dentro de este nuevo entorno, las mujeres comenzaron a asumir funciones importantes y crearon sus propias ramas separadas, no sólo siguiendo lo que decía el movimiento político en general, sino también creando políticas alternativas, que el partido debió seguir… Estos cambios no fueron fáciles y los derechos no fueron cedidos por los hombres sin más: las mujeres kurdas hemos luchado en todos los niveles y hemos logrado estos cambios a pesar de las barreras dentro de la sociedad patriarcal y pese a la resistencia de algunos de nuestros compañeros varones”.

Los kurdos de Rojava (Kurdistán sirio) siguen la misma filosofía política del movimiento en Turquía. Por lo tanto, a pesar de la novedad de Rojava, que se convirtió en autónoma en 2012, el movimiento se basa en cuarenta años de experiencia política acumulada, entre los cuales los últimos veinte, han hecho hincapié en el desarrollo de la democracia local, la organización comunitaria, y el liderazgo de las mujeres.

Empecé a estudiar el movimiento de mujeres kurdas durante la batalla de Kobane y rápidamente me convencí de que su historia es tan importante que tenía la obligación de hacerlo, de escribir en inglés lo más rápido que pude, a pesar de que yo no podía ir allí y estaba limitada por mi falta de conocimiento de idiomas.

A medida que trabajaba en “Un camino imprevisto: la lucha de las mujeres contra el Estado Islámico” (1), era constantemente sacudida por la naturaleza radical de esta revolución y por la forma en que cuestiona los supuestos de izquierda más básicos, no sólo de las mujeres, o sobre la relación entre la lucha armada, el movimiento de masas, y el partido en el parlamento, sino del Estado en sí mismo.

Las revoluciones marxistas-leninistas del siglo XX se basan en la premisa de que el Estado era un instrumento de dominación de clase burguesa que podría ser capturado y convertido a los intereses de la clase obrera bajo la “dictadura del proletariado”. En su 5° Congreso en 1995, el PKK describió cómo se había desarrollado en la URSS: “Ideológicamente, se produjo una declinación hacia el dogmatismo, al materialismo vulgar y al chauvinismo pan-ruso; políticamente, fue la creación del centralismo extremo, una suspensión de la lucha de clases democrática, y el ascenso de los intereses del Estado al nivel del factor determinante; socialmente, se redujo la vida libre y democrática de la sociedad y sus individuos; económicamente, el sector estatal fue dominante y fue un fracaso el intento de superar una sociedad de consumo que era emulada en el extranjero; militarmente, el crecimiento del Ejército y la adquisición de armas tuvo prioridad sobre otros sectores. Esta desviación, que se hizo cada vez más clara durante la década de 1960, llevó al sistema soviético a una condición de estancamiento absoluto”.

En 1989, Abdullah Öcalan fue capturado y acusado de asesinato, extorsión, separatismo y traición; su sentencia de muerte fue conmutada a cadena perpetua debido a las regulaciones de la UE.

Empezó a estudiar y a escribir en la cárcel, y comenzó a replantearse seriamente el papel del Estado. En su Declaración del 2005 del Confederalismo Democrático en el Kurdistán, así como sus escritos sobre las mujeres, expuso una teoría que es una ruptura total con el manual leninista.

Hoy en día el movimiento de liberación kurdo sostiene que los Estados-nación son intrínsecamente jerárquicos, de base étnica y sexistas; y que en lugar de tomar el aparato estatal, un movimiento de liberación debe estar involucrado con el Estado sólo hasta el punto de insistir en que sea democrático y permitir la autonomía; más allá de eso, el movimiento debe enfocar su energía en el desarrollo de las economías democráticas y la autonomía local basado en principios anticapitalistas, feministas y ecológicos.

Esta estrategia, puesta en práctica en Rojava, aún no ha sido capaz de llegar a su plenitud debido a la guerra y al embargo. Rojava está rodeado por fuerzas hostiles en todos sus lados: luchando contra ISIS, Jabhat al-Nusra (ahora con un nuevo nombre desinfectado) y otros Islamistas en Turquía; bombardeada por el ejército turco y recientemente bombardeada por Assad; y bloqueada por los aliados de Turquía, el PDK, en la región autónoma kurda iraquí que limita con Siria.

Juntos, Turquía y el PDK han impuesto un brutal cerco económico sobre Rojava, negándoles alimentos, materiales de construcción, equipos médicos e incluso medicamentos y haciendo muy difícil que la gente pueda entrar o salir. A medida que los envíos de ayuda de la ONU se acumulan en la frontera, Rojava no puede ni siquiera alimentar a los cientos de miles de refugiados que han buscado asilo allí, la última ola viene de Manbij y Alepo. La OTAN no ha puesto suficiente presión sobre Turquía para insistir en que se levante el cerco, ni los EEUU han utilizado su considerable influencia en el Partido Democrático Kurdo (PDK).

El reciente intento de golpe de Estado en Turquía en julio -el cual fue inmediatamente denunciado por el HDP- no parece haber cambiado en nada que pueda mejorar en lo que a los kurdos concierne.

Aunque el golpe fue dirigido por los mismos oficiales que habían estado bombardeando las ciudades kurdas, los portavoces kurdos aseguran que lo que ha ocurrido entonces fue un contragolpe, con la intención de Erdoğan de imponer una dictadura islamista en vez de una militar. Sin duda, es significativo que el único partido que Erdoğan ha excluido desde su pos-golpe, es la gran coalición democrática del HDP, partido de los kurdos, los hipsters, los intelectuales, feministas, minorías y homosexuales.

Fue una experiencia extraña estar escribiendo “Un camino imprevisto” justo cuando estaba empezando a tener éxito la “revolución política” de Bernie Sanders en los EE.UU. Apoyé a Sanders; se sentía magnífico escuchar a un político de talla nacional utilizar el lenguaje de la izquierda que se convirtió prácticamente en tabú en las principales corrientes de los Estados Unidos después de la caída del muro de Berlín. Y fue muy conmovedor ver a una nueva generación sensible ante ideas radicales.

Pero Bernie nunca explicó realmente lo que quería decir con una “revolución política” y muchos de sus seguidores eran jóvenes, no habían estudiado demasiada historia, y parecía que era posible pensar hacer una revolución en una campaña electoral. Su dolor cuando Bernie avaló a Hillary Clinton -como siempre dijo que lo haría si ella conseguía la nominación- fue comprensible, como lo fue su indignación de que el sistema de partidos resultara ser partidista, regido por una carrera de afiliación a largo plazo, y hostil a las erupciones repentinas democráticas desde afuera.

La historia del movimiento kurdo podría enseñarles lo difícil que es hacer una revolución, el tiempo que tarda, y por qué las mujeres son la clave para el proceso.

Como dijo Frederick Douglass, “el poder no concede nada sin una demanda. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará”.

La historia de los obreros de Estados Unidos muestra que cuando los intereses económicos sustanciales están en juego, los poderes fácticos pueden luchar para mantener cada pulgada. El tipo de cambio que necesitamos en los EE.UU. no va a ocurrir en un ciclo electoral. No van a suceder sólo a través de la política electoral ni solo a través de protestas. Sólo va a ocurrir a través del tipo de organización que los kurdos han venido teniendo.

El movimiento de liberación kurdo desarrolla la fuerza que vemos hoy a través de muchos años de educación popular, de construcción de sus propias instituciones, combinando el trabajo electoral y parlamentario con la resistencia no violenta y la autodefensa armada cuando es necesaria, esforzándose por “servir al pueblo”, como solían decir las Panteras Negras, y construyendo organizaciones administradas democráticamente que puedan ser sustentables. Es por esto que es tan importante apoyarlos, así como aprender de su ejemplo.

Campaña internacional de recogida de firmas contra la invasión turca a Rojava


Se ha iniciado una campaña a nivel internacional de recogida de firmas contra la invasión militar turca a los territorios de Rojava y norte de Siria. Turquía está construyendo un muro entre Siria y Turquía y busca con esta ofensiva facilitar dicho proyecto a la par que ataca territorios de la audo-administración cantonal de Rojava.

Los primeros firmantes son personas del mundo de la política, juristas, cultura, docencia, etc. Con esta campaña se pretende llevar la denuncia a altas instancias internacionales para que presionen y denuncien las injerencias y ataques constantes el estado turco en territorio de Rojava (norte de Siria).

Nosotros, intelectuales, escritores, artistas, políticos y defensores de los derechos humanos expresamos con indignación y con urgencia la invasión del Estado turco al norte de Siria y Rojava (Kurdistán sirio).

El 24 de agosto de 2016, el ejército turco invadió la ciudad de Jarablus, ciudad localizada al norte de Siria, usando como pretexto combatir supuestamente al grupo extremista Estado Isámico (Daesh). Dicha operación fue realizada en conlaboración con la armada de Al-Qaeda en Siria (Jabhat Fatah al-Sham) y con grupos armados de Ahrar el-Sham.

El ISIS entregó la ciudad de Jarablus sin oponer ninguna resistencia, esto indica claramente la existencia de un acuerdo entre ambas partes para que la ciudad fuera tomada como base de grupos salafistas. A consencuencia de ello, Jarablus continuará siendo usada como corredor que permita el paso de combatientes extranjeros, para ser entrenados y después puedan regresar y ser redistribuidos por Europa y el resto del mundo.

Después de tres días de operaciones (26 de agosto) y hasta el momento, los ataques fueron direccionados contra las fuerzas kurdas, el Consejo Militar de Jarablus y el Consejo Militar de Minbij. Estas fuerzas fueron las que despejaron el norte de Siria de los combatientes del Daesh, con el apoyo de las fuerzas de la coalición internacional lideradas por los EE.UU. Turquía, atacando a dichas fuerzas, trata de reforzar a la organización terrorista Daesh y a sus afines. Recep Tayyip Erdogan y otras autoridades turcas, desde el comienzo vienen anunciando oficialmente el verdadero propósito de dicha operación, que es el de llegar hasta las fuerzas kurdas que se acercan y atacan al Daesh. El ejército turco está involucrado en bombardeos y ataques aéreos contra áreas civiles y por ello perdieron la vida 45 habitantes de las aldeas localizadas al sur de Jarablus. De acuerdo con informes locales, las fuerzas turcas y sus aliados llegaron a emplear armas químicas.

Realmente, tanto EE.UU. como la Unión Europea han hecho caso omiso a dichos ataques e incluso han declarado su apoyo a dichas operaciones. Esta actitud política demuestra una total falta de honestidad y son inapropiadas. Dichas políticas deben ser abandonadas inmediatamente. El ataque de Turquía produce un empeoramiento del caos político y social en la región, recrudeciendo aún más la guerra civil y creando una oleada de refugiados masiva, causando así nuevas tragedias que violan los derechos humanos. Esto debe acabar ya.

El pueblo kurdo junto a otros grupos étnicos han sido capaces de construir una administración democrática en Rojava, basada en la cooperación pacífica con otros pueblos (asirios, sirios, armenios, árabes, turcomanos, etc) y con otros grupos religiosos (musulmanes, cristianos, yezidíes y alevíes). Esta administración es el primer ejemplo del corazón democrática en Siria y estas personas y su fuerza democrática desean continuar con la construcción de este modelo y por ello deben ser apoyadas. El deber moral de todas las personas que abogamos en favor de los derechos humanos es levantarnos contra dichos ataques. Nuestro llamamiento tiene como objetivo:
Todas las personas que estamos al lado de la democracia y de los derechos humanos debemos levantar nuetras voces contra el juego sucio llevado a cabo por el estado turco y contra la invasión. 
Los poderes internacionales, especialmente EE.UU. y la UE, deben retirar inmediatamente su apoyo a dichas acciones y manifestarse contrario a éstas.

Para lograr un mundo estable y libre de grupos como el Daesh debemos manifestarnos contra las intervenciones e injerencias turcas.


Tras las pistas de la China actual. De la Revolución Cultural a Tiananmén


Pensar en China es un ejercicio tremendamente complejo. Miles de ideas aparentemente inconexas acuden a nuestra cabeza: una economía pujante, un imperio milenario, un país superpoblado, una lengua extraña, el último gran experimento comunista o incluso el mayor centro del capitalismo mundial son conceptos que fácilmente se adaptan a China. En definitiva, nos encontramos con un universo difícil de resumir y especialmente de comprender. ¿Cómo poner orden en este caos?

La respuesta no esperen que ni mucho menos sea sencilla. No obstante, ciertos acontecimientos del siglo XX nos acercaran a la compleja realidad del gigante asiático. Quizá el primero de ellos sea laconocida como “Gran Revolución Cultural”. Esta, concentrada entre finales de los sesenta y principios de los setenta, fue concebida por Mao Zedong y sus aliados como un medio para luchar contra el aburguesamiento y la burocratización del Partido Comunista. En palabras del propio dirigente, “llevar la política más allá del estado”. En un contexto en el que el Partido Comunista se había convertido en la principal fuerza hegemónica del país, las estructuras de este se confundían y entrelazaban con el estado, era necesario volver a reabrir el campo político.

La jugada no dejaba de ser arriesgada, ya que acusaba directamente al Comité Central del Partido de haberse alejado del pueblo. Una nueva clase había crecido al amparo del estado, y la única forma de corregir esta tendencia era volver a crear contrapesos políticos desde fuera. Mao Zedong, a los setenta y tres años de edad, volvía a mostrar todo su genio político. Y es que más allá del debate teórico la Revolución Cultural tenía unas consecuencias prácticas muy claras.

En primer lugar el propio Mao se lanzaba a la reconquista del poder. Excluido de los principales órganos de dirección tras el fracaso del “Gran Salto Adelante”, debía eludir a la estructura del partido si quería volver a la primera línea política. Mao se envolvía de nuevo en la bandera revolucionaria y apoyaba su ascenso en una nueva generación de estudiantes chinos. Millones de jóvenes marchaban a Pekín para dar apoyo a la nueva revolución. Al fin y al cabo, ¿quién hubiera podido resistir un llamamiento tan claro como “disparen sobre el cuartel general”?

Miles de manifestantes abarrotan la plaza de Tiananmen portando el libro rojo de Mao durante la Revolución Cultural.

En cuestión de meses los antiguos dirigentes habían quedado totalmente desprestigiados. No obstante, no todo eran buenas noticias para Mao Zedong. Durante los primeros meses de la Revolución, siguiendo las consignas orientadas a la participación política en masa, habían surgido muchos experimentos sociales autónomos en fábricas o escuelas. La población china, azuzada desde Pekín, asumía realmente la remodelación del viejo aparato del Estado-Partido. La repolitización de la sociedad había sido un éxito.

Sin embargo, pronto fue evidente que las nuevas organizaciones y tendencias no iban a ser fáciles de controlar. El partido, desprovisto de sus viejos cuadros, era ahora muy permeable a las influencias externas. No tuvo que pasar mucho tiempo para que la lucha política alcanzara de lleno a la organización. 1967 y 1968 fueron años especialmente sangrientos, y sólo gracias a la lealtad del ejército, dirigido por Lin Biao, la figura de Mao pudo controlar la situación.

Los millones de jóvenes que hasta hace poco habían desfilado por Pekín eran ahora recluidos en el campo. Al fin y al cabo Mao seguía considerando al campesinado como un sujeto clave de la revolución. No estaba de más que estos jóvenes tan incómodos fueran “reeducados” en las áreas rurales. En el IX Congreso Nacional del Partido Comunista, celebrado en 1969, la estructura central de la organización daría por concluida la Revolución Cultural.
“Los jóvenes educados deben acudir al campo a ser reeducados por los pobres campesinos”, 1969.

El proceso, más allá de las luchas de poder internas, tuvo gran repercusión en la cultura política china y cuando en 1976 fallecía el Gran Timonel, las distintas versiones en torno al mismo volverían a saltar a la palestra. Por un lado la conocida popularmente como “Banda de los Cuatro”, formada por Jiang Quing, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen, defendía sin ningún tipo de crítica las acciones cometidas. Estos habían logrado escalar en el partido durante la Revolución Cultural y poner en duda aquellos años podía implicar cuestionar su posición.

Por otro lado, tras la muerte de Mao emergía de nuevo la figura de Deng Xiaoping. Este, que había llegado a ser arrestado y posteriormente desterrado al interior del país, representaba la idea de “enderezar lo torcido”. Es decir, durante la Revolución Cultural la teoría y la práctica se habían alejadocon terribles consecuencias. Era necesario revisar el proceso y asegurar que esto no volviera a suceder.

En los siguientes años se produciría una auténtica guerra por el poder en China. Muchos parecieron estar en la posición ideal para suceder a Mao Zedong, y no fue hasta 1978 cuando Den Xiaoping por fin pudo asegurar su liderazgo. No obstante, quizá más interesante que centrarnos en los distintos actores de esta lucha sea analizar las diferentes tendencias ideológicas que entraron en conflicto.

En el Partido Comunista Chino se logró imponer un repudio total a la Revolución Cultural. Si consultan los libros de historia oficiales, fácilmente encontraran que este periodo está acompañado de atributos como “catástrofe nacional”. La nueva línea política utilizaría de ahora en adelante la Revolución Cultural como un ejemplo negativo. La tendencia a seguir debía conducir a la “despolitización” de la sociedad. La “exageración de la lucha de clases”, en palabras de los nuevos dirigentes, debía ser corregida. El debate tenía que circunscribirse al seno del Partido Comunista. Mientras, obreros y campesinos abandonarían paulatinamente la organización central. Las nuevas palabras de moda en Pekín eran desarrollo y estabilidad.


La revista Time nombró a Deng Xiaoping hombre del año en 1979

No obstante no todo fueron victorias para Deng Xiaoping y sus aliados. La figura de Mao seguía mostrándose inexpugnable, y aunque esta servía para justificar la legitimidad del partido y el nuevo nacionalismo chino, también permitía mantener vigentes los valores básicos del socialismo. Es decir, por mucho empeño que la nueva dirección política pusiera en una reforma más abierta al mercado esta siempre tenía que negociar con la tradición revolucionaria. Los obreros y campesinos encontraron en la antigua retórica maoísta un medio muy útil para oponerse a la mercantilización anunciada desde Pekín. Al final el propio Partido Comunista tuvo que atribuir al Gran Timonel “un 70% de aciertos y un 30% de errores”, regla con la que pretendía cerrar el debate. China afrontaba una nueva etapa de gobierno. Si antes millones de jóvenes estudiantes habían marcado el destino nacional, ahora un pequeño grupo de hombres grises iban a ser los encargados de la reforma.

Las zonas rurales fueron las primeras en percibir la nueva dirección política. A principios de los ochenta nadie con un mínimo conocimiento del campo chino dudaba de la necesidad de introducir cambios en el mismo. Agricultores famélicos, con el cuerpo doblado de trabajar la tierra y casas lúgubres con una mesa y un par de sillas como único mobiliario. El siglo XIX, a pesar de las mejoras que había introducido la revolución, parecía aún muy presente en la China de 1980.

La producción debía aumentar de manera urgente y el gobierno central no dudó en la sustitución de las Comunas Populares por sistemas de trabajo de responsabilidad familiar o individual. Las tierras se volvían a repartir entre los campesinos. Además ahora estos podrían vender los excedentes de su producción a precios no fijados por el estado. Nuevas relaciones de mercado nacían en el campo, y aunque este siguió muy por debajo del nivel de vida de las ciudades, bien es cierto que las rentas rurales no dejaron de aumentar entre 1978 y 1984. Durante todo el proceso la conflictividad social fue muy baja, ya que aunque la desaparición de las Comunas suponía la pérdida de derechos sociales colectivos, los buenos datos económicos dieron argumentos a los representantes gubernamentales. Sólo cuando la tasa de renta rural dejo de crecer reaparecieron los viejos problemas.

Sin embargo en 1984 los nuevos dirigentes de Pekín ya se sentían con la suficiente confianza como para trasladar la reforma del campo a la ciudad. Si todo había ido bien allí, ¿por qué no iba a funcionar igual en las áreas urbanas? El punto central serían las empresas municipales de propiedad estatal. Estas, se decía de manera poco precisa, debían obtener más autonomía. Los recursos industriales debían ser redistribuidos, aunque rápidamente quedó claro que no sería tan sencillo como en las zonas rurales. ¿Cómo se calcularía el valor de estos recursos? ¿Quién lo haría? La opacidad del Partido Comunista no ayudaba y la presencia de importantes intereses económicos dio como resultado un aumento espectacular de la corrupción. Las empresas caían en manos del mejor postor, dándose un auténtico proceso de privatización de la propiedad estatal.

Los nuevos gestores industriales se encontraron además con una legislación muy favorable. Estos podrían reservar cada vez mayores porcentajes de los beneficios y vender toda la producción excedente a precios de mercado, es decir, ajenos al control estatal. Por otro lado los antiguos trabajadores veían cómo los extensos sistemas de protección social eran reducidos paulatinamente. El “cuenco de arroz garantizado” se convertía en un anacronismo de otro tiempo.

No obstante la política de reforma era innegociable y el gobierno, en el que no pocos dirigentes estaban amasando auténticas fortunas, siguió el camino marcado. 1988 es conocido por muchos analistas como “el año del contrato”. Nuevos paquetes legislativos aseguraron más libertad de acción a las empresas, las cuales se abrían a la inversión extranjera, obtenían más facilidades crediticias o una mayor flexibilidad en la contratación individual.

Las medidas, como era de esperar, no corregían la situación. Muy al contrario, diferentes grupos de interés vieron en ellas la oportunidad perfecta para obtener más beneficios. En un sistema con dos vías de fijación de precios la nueva autonomía permitía a las empresas desviar más productos al mercado donde se conseguían mayores ganancias. La planificación y el reparto social volvían a sufrir otro duro golpe. Mientras, unos pocos llenaban impunemente sus bolsillos.

A estas alturas ya eran muchos los que se preguntaban dónde había quedado el viejo ideal maoísta de la igualdad social. En las universidades los estudiantes volvían a organizarse contra el gobierno y el partido. Y aunque desde mediados de los ochenta se habían ido extendiendo las protestas, era ahora cuando estas parecían traspasar los muros de las facultades. De la noche a la mañana las ciudades se llenaron de pintadas contra la corrupción, el sistema de precios o la dura represión estatal.

El movimiento poco a poco tomaba forma, aunque eran tantos los que alzaban su voz que era difícil avanzar más allá de lo que no querían. Huelgas de hambre y multitudinarias marchas inundaban Pekín. El gobierno, entre la espada y la pared, tenía poco que ofrecer y el día 20 de mayo de 1989 se declaraba la ley marcial. El mensaje era claro: abandonen toda protesta y vuelvan a sus casas. Quedarse supondría un desafío directo a las autoridades. Sin embargo muy pocos fueron los que dejaron la plaza.

La tensión aumentaba a diario y tras una larga reunión los líderes del Partido Comunista decidieron resolver la situación militarmente. Soldados y tanques de las divisiones 27 y 28 fueron enviados a Pekín. Estos debían hacerse con el control total del centro de la ciudad. Los manifestantes de nuevo resistieron, sin embargo poco se podía hacer contra el ejército de la República Popular China. Sólo durante los cuatro primeros días de junio se estima que murieron varios cientos de personas entre civiles y militares. Por la mañana del 5 de junio los tanques por fin alcanzaban la plaza de Tiananmén. En las amplias avenidas de la ciudad ya sólo un manifestante había plantado cara al ejército. Este hombre, aún desconocido, elevaría a la categoría de mito los acontecimientos en el mundo occidental. Mientras tanto, en China las aspiraciones de una nueva generación eran definitivamente aplastadas.

Los fantasmas de la antigua Revolución Cultural, tras más de 20 años, habían vuelto a estar a la orden del día. El pueblo quería ser de nuevo un actor político relevante. Sin embargo en un sistema construido para evitar esto a toda costa la petición era sencillamente inaceptable. La política central no podía ser contestada y solo la “estabilidad” era garante del “desarrollo”. Como bien resumía el eslogan oficial: “enriquézcase”, aunque perfectamente podrían haber añadido, “y no haga política”.

Las siguientes décadas estarían indudablemente marcadas por la derrota de los estudiantes de Tiananmén, pero eso ya es otra historia.

Adrián Albiac
elordenmundial.com