lunes, 3 de noviembre de 2014
Chechenia y la guerra de Siria
El presidente de Chechenia, Ramzan Kadirov, ha sido uno de los principales pilares en la lucha contra el terrorismo en todo el Cáucaso ruso y en el mundo musulmán. Kadirov, hijo del asesinado mufti checheno, Ahmat Kadirov, que fue asesinado por terroristas en 2004, es el presidente de esta república autónoma rusa desde 2007 y ha sido objeto de numerosos ataques en la prensa occidental.
Chechenia fue un refugio de terroristas internacionales durante los años 1994 y 1999 en que mantuvo una independencia de facto tras la primera guerra chechena. De historial tradicionalmente sufí, la república acabó bajo el control de los wahabíes ayudados por el dinero del Golfo y que buscaban crear un emirato en el norte del Cáucaso e independizar la región de Rusia.
En 1999, un grupo de militantes invadió Daguestán con el fin de tomar el control de esta república rusa, vecina de Chechenia. Esto llevó a Moscú a emprender una acción dirigida a restaurar su control sobre esta última, a la que se concedió posteriormente autonomía. Tras la llegada de los militares y de las fuerzas de seguridad rusas, el fenómeno del terrorismo fue gradualmente desapareciendo allí, aunque posteriormente muchos militantes chechenos se fueron a otros países a combatir, principalmente Siria.
El mérito por la victoria sobre el terrorismo en Chechenia corresponde en gran medida a Kadirov, que ha utilizado el arma de la religión islámica contra el terrorismo destacando la incompatibilidad entre ambos. Kadirov es un profundo conocedor del Islam, al igual que su padre Ahmat, y ha tomado medidas para defender y fortalecer la religión en Chechenia en los últimos años, incluyendo la construcción de mezquitas y la defensa de los derechos religiosos de las mujeres musulmanas.
Aparentemente, la lucha de Kadirov contra el terrorismo va ahora más allá de las propias fronteras de Rusia. Él afirmó recientemente que iba a crear un grupo de seguridad especializado con el fin de seguir el rastro del líder del Estado Islámico en Iraq y Siria, Ibrahim Samarrai, más conocido con el nombre de Abu Bakr al Bagdadi, y llevarlo a juicio o eliminarlo.
Chechenia considera su seguridad amenaza por la presencia de militantes del Cáucaso en Siria e Iraq. Cientos de chechenos extremistas han viajado a esos países y se han integrado en las filas del EI prácticamente desde la creación del grupo.
La cooperación de Kadirov con Siria quedó de manifiesto a finales de octubre, cuando él se reunió con el Gran Mufti de Siria, Ahmad Badr al Din Hassun, y el embajador sirio en Rusia, Riad Haddad. Estos últimos invitaron al presidente checheno a visitar el país árabe e informaron a Kadirov sobre el influjo de chechenos extremistas hacia el mismo. Según la prensa siria, la delegación de Damasco entregó al presidente checheno una lista de los chechenos muertos o prisioneros en Siria y destacó el hecho de que una gran parte de los mismos eran residentes en países occidentales.
Kadirov manifestó que los países occidentales tratan de presentar a los chechenos como terroristas y extremistas y buscan también hacer luchar a los musulmanes entre sí. Él señaló que el terrorismo wahabí había sido derrotado en Chechenia y nunca más podría levantar la cabeza allí.
En su opinión, el EI ha sido financiado y apoyado por los servicios secretos occidentales. “Bagdadi debería quitarse la máscara y declarar en voz alta y clara que es un agente de la CIA”, dijo Kadirov el pasado 28 de octubre. “Ellos (los miembros del EI) son diablos y su única obsesión es apoderarse de tanto dinero como puedan. Ellos buscan exterminar deliberadamente a los musulmanes. Bagdadi debe confesar que está matando a sus hermanos en la fe”, afirmó.
Los hermanos Batirashvili y EEUU
Las acusaciones de Kadirov han sido corroboradas por algunos medios en EEUU. Según The Daily Beast, el jefe militar del EI, Abu Omar el Checheno, cuyo verdadero nombre es Tarjan Batirashvili, fue entrenado por los servicios de inteligencia estadounidenses. El periódico afirma además que su hermano mayor, Tamaz, es el líder real de los chechenos que combaten en Siria y que están agrupados en la así llamada Brigada de los Muhayirin y los Ansar.
Según el periódico estadounidense, Tarjan, de 27 años, trabajó un cierto tiempo con las unidades de élite de los servicios de seguridad georgianos (Spetsnaz) y, anteriormente con el servicio de operaciones especiales del Ministerio del Interior georgiano, conocido como KUD o Departamento de Seguridad Constitucional, que mantienen estrechos vínculos con las agencias de inteligencia de EEUU.
Siempre según The Daily Beast, después de unirse en 2006 al Ejército georgiano, cuyo entrenamiento militar es supervisado por EEUU, Tarjan recibió la misión de vigilar y examinar los tanques rusos en la guerra de 2008 entre Georgia y Chechenia.
Tamaz, por su parte, participó en la guerra de Chechenia de 1999 y llevó a toda su familia a Siria durante el inicio de la crisis en ese país. “Aunque no se deja ver, él es el cerebro de todos los elementos chechenos que se unen a las filas del EI en Iraq y Siria”, señaló una fuente al diario.
Si esto es verdad, señala The Daily Beast, esto explica por qué, a diferencia de los otros altos jefes militares del EI, Tarjan se deja fotografiar ampliamente. Ellos crean la ilusión de que él es “la cabeza de la serpiente” mientras que el auténtico arquitecto de las operaciones del EI es Tamaz.
El diario señaló que las afirmaciones del padre de ambos, Temur, sobre los vínculos de sus hijos con los servicios de seguridad de Georgia fueron confirmados por un responsable militar de ese país bajo la cobertura del anonimato. Georgia ha reclutado a antiguos combatientes de las guerras de Chechenia para hacer frente a las tropas rusas.
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