Por: Dr. Kevin Barrett
Bandar bin Sultan es el director general de la Agencia de Inteligencia saudí. Como tal, se ha ganado una bien merecida reputación como el "príncipe de los terroristas".
De acuerdo con el Wall Street Journal, Bandar lidera las fuerzas rebeldes que intentan derrocar al Gobierno sirio. Muchos analistas lo consideran el principal sospechoso en el evidente ataque con armas químicas de falsa bandera en Al-Guta (Damasco).
Adam Entous, del Wall Street Journal, declara que el príncipe Bandar y su Agencia de Inteligencia saudí fabricaron las "pruebas" de que el Gobierno sirio había utilizado gas sarín antes del ataque de Al-Guta.
Entous declaró durante una entrevista a Democracy Now: "La Agencia de Inteligencia de Bandar llegó a la conclusión de que las armas químicas se estaban utilizando a pequeña escala por parte del régimen. Acto seguido, los británicos y los franceses estaban convencidos de la misma conclusión. Las agencias de Inteligencia de Estados Unidos tardaron hasta junio para llegar a esa conclusión".
En otras palabras, Bandar utilizó su dinero, influencias y conexiones para asegurarse de que "la Inteligencia se fijara entorno a la política" - al igual que hizo Bush con las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes en 2003.
¿Cómo Bandar convenció a las agencias de Inteligencia occidentales a aceptar sus muy dudosas afirmaciones de que Al-Asad estaba utilizando gas sarín? Bandar encontró un sirio que había sido expuesto al sarín y lo trasladó a Gran Bretaña para que lo examinaran. Cuando la víctima siria dio positivo por el sarín, Bandar empujó a sus colegas de Inteligencia occidentales a aceptar la muy alejada conclusión de que Al-Asad debía ser el responsable.
Según Entous: "Lo que los británicos descubrieron cuando hicieron la prueba era que este sirio había sido expuesto al gas sarín, el cual los EE.UU. y las inteligencias británica y francesa creen que sólo posee el régimen sirio".
Pero, ¿los EE.UU., Gran Bretaña y la Inteligencia francesa realmente creen que Bandar - quien comanda cientos de miles de millones de dólares y una sofisticada red de operaciones encubiertas y asesinos - no podría haber envenenado a la víctima siria? Obviamente, ellos no son tan ingenuos. La Inteligencia occidental es cómplice de la tentativa de Bandar para hacer una encerrona a Al-Asad por el uso de gas sarín. Estaban buscando una excusa para atacar a Siria, y Bandar se la dio.
Entonces, cuando el gran ataque con sarín golpeó Al-Guta el 21 de agosto, los observadores bien informados, inmediatamente, sospecharon de un ataque de falsa bandera por las fuerzas de Bandar. Según el corresponsal de Associated Press para Medio Oriente, Dale Gavlak, y Yahya Ababneh: "... a partir de numerosas entrevistas con los médicos, residentes de Guta, combatientes rebeldes y sus familias emerge una imagen diferente (de la corriente principal de la narrativa de los medios occidentales). Muchos creen que ciertos rebeldes recibieron armas químicas a través del jefe de Inteligencia saudí, el príncipe Bandar bin Sultan, y fueron los responsables de llevar a cabo el atentado con gas letal".
Más evidencia de que el príncipe terrorista orquestó el ataque a Al-Guta surgió cuando se supo que las fotos de los niños muertos no eran lo que parecían. De acuerdo con VoltaireNet.org:
"A raíz de la difusión de las imágenes de la masacre en Guta, distribuidas por el Ejército Sirio Libre y transmitidas por los servicios franceses y estadounidenses, las familias alauitas de Latakia han presentado una denuncia por asesinato".
"Algunos de estos videos fueron filmados y publicados en YouTube antes de los acontecimientos que reflejan."
"Se muestran niños sofocados por intoxicación química que, posiblemente, no puede ser gas sarín (este último provoca baba amarilla, no blanca)".
"Los niños no corresponden a una muestra de la población: son casi todos de la misma edad y tienen el pelo claro. No están acompañados por sus familias afligidas".
"En realidad eran niños que habían sido secuestrados por los yihadistas (es decir, los mercenarios del príncipe Bandar), dos semanas antes en los pueblos alauitas en los alrededores de Latakia, a 200 kilómetros de distancia de Guta."
"Contrariamente a las afirmaciones del Ejército Sirio Libre y los servicios occidentales, las únicas víctimas identificadas de la masacre Guta son los que pertenecen a las familias que apoyan al Gobierno sirio. En los videos, los individuos que muestran su indignación contra los ‘crímenes de Bashar al-Asad’ son, en realidad, sus asesinos".
¿Es el príncipe terrorista Bandar tan descarado como para secuestrar a los niños, asesinarlos, y luego presentarlos como presuntas víctimas de sus enemigos? En una palabra: sí.
La desvergüenza de Bandar no conoce límites. El jefe disoluto de los "terroristas islámicos radicales", en realidad, tuvo la osadía de amenazar al presidente ruso, Putin, con un ataque terrorista en los Juegos Olímpicos de Invierno, ¡si no dejaba de apoyar al Gobierno sirio! Bandar declaró que tenía el pleno apoyo del Ejecutivo estadounidense como emisario para ofrecer sobornos y amenazas terroristas al presidente Putin.
Bandar, un íntimo de la familia del crimen Bush que es conocido cariñosamente como "Bandar Bush", también parece haber estado involucrado en los ataques de falsa bandera del 11-S. Echemos un vistazo a algunas de las pruebas - ciertamente circunstanciales - que vinculan a Bandar al 11-S.
De los 19 presuntos secuestradores, 15 eran saudíes. Fuentes de la CIA han confirmado el testimonio de Michael Springman, exjefe de la Oficina de Visados de EE.UU. en Yeda, sobre los "secuestradores pandilleros" saudíes. Eran agentes de la CIA, supuestamente con experiencia en la Inteligencia saudí, que llegaron a Estados Unidos con "visas de soplones" de la CIA. "Estas fueron visas especiales, que la CIA ofreció como recompensa a los saudíes que espiaban para los EE.UU. (la Inteligencia saudí está tan estrechamente conectada a la CIA que es difícil saber dónde termina una y comienza la otra.)
Mientras vivían en los EE.UU., los supuestamente futuros secuestradores del 11-S vivieron vidas encantadoras. Entrenaron en las seguras instalaciones militares de Estados Unidos, incluyendo la Estación Aérea Naval de Pensacola, donde Mohamed Atta era un fiestero asiduo en el club de oficiales, y la Base Aérea Maxwell en Alabama. Dos de los presuntos secuestradores recibían cheques regulares, por un total de decenas de miles de dólares del príncipe Bandar y su esposa, canalizados a través del agente de Inteligencia saudí-estadounidense Omar al-Bayumi.
Inmediatamente después del 11-S, todo el tráfico aéreo en los EE.UU. fue obligado a aterrizar. Los únicos aviones autorizados a volar eran los privados especiales que Bush y Cheney gestionaron para transportar a Bandar, junto con miembros de la familia de Bin Laden y otros sospechosos saudíes fuera del país, antes de que pudieran ser interrogados por el FBI.
La evidencia sugiere que el príncipe Bandar ha sido el jefe de operaciones de Al-Qaeda, la base de datos de la CIA de su legión árabe de combatientes muyahidines, desde la guerra de Afganistán en 1980. Son estos combatientes de Al-Qaeda apoyados por la CIA y el Mossad a quienes Bandar comanda hoy en Siria.
En resumen, es Bandar Bush, el príncipe de los terroristas - no la bien intencionada víctima Osama Bin Laden, o el ideólogo estridente Al-Zawahiri - quien siempre ha sido el verdadero comandante de la operación de inteligencia occidental conocida como "Al-Qaeda".
Bandar bin Sultan es el director general de la Agencia de Inteligencia saudí. Como tal, se ha ganado una bien merecida reputación como el "príncipe de los terroristas".
De acuerdo con el Wall Street Journal, Bandar lidera las fuerzas rebeldes que intentan derrocar al Gobierno sirio. Muchos analistas lo consideran el principal sospechoso en el evidente ataque con armas químicas de falsa bandera en Al-Guta (Damasco).
Adam Entous, del Wall Street Journal, declara que el príncipe Bandar y su Agencia de Inteligencia saudí fabricaron las "pruebas" de que el Gobierno sirio había utilizado gas sarín antes del ataque de Al-Guta.
Entous declaró durante una entrevista a Democracy Now: "La Agencia de Inteligencia de Bandar llegó a la conclusión de que las armas químicas se estaban utilizando a pequeña escala por parte del régimen. Acto seguido, los británicos y los franceses estaban convencidos de la misma conclusión. Las agencias de Inteligencia de Estados Unidos tardaron hasta junio para llegar a esa conclusión".
En otras palabras, Bandar utilizó su dinero, influencias y conexiones para asegurarse de que "la Inteligencia se fijara entorno a la política" - al igual que hizo Bush con las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes en 2003.
¿Cómo Bandar convenció a las agencias de Inteligencia occidentales a aceptar sus muy dudosas afirmaciones de que Al-Asad estaba utilizando gas sarín? Bandar encontró un sirio que había sido expuesto al sarín y lo trasladó a Gran Bretaña para que lo examinaran. Cuando la víctima siria dio positivo por el sarín, Bandar empujó a sus colegas de Inteligencia occidentales a aceptar la muy alejada conclusión de que Al-Asad debía ser el responsable.
Según Entous: "Lo que los británicos descubrieron cuando hicieron la prueba era que este sirio había sido expuesto al gas sarín, el cual los EE.UU. y las inteligencias británica y francesa creen que sólo posee el régimen sirio".
Pero, ¿los EE.UU., Gran Bretaña y la Inteligencia francesa realmente creen que Bandar - quien comanda cientos de miles de millones de dólares y una sofisticada red de operaciones encubiertas y asesinos - no podría haber envenenado a la víctima siria? Obviamente, ellos no son tan ingenuos. La Inteligencia occidental es cómplice de la tentativa de Bandar para hacer una encerrona a Al-Asad por el uso de gas sarín. Estaban buscando una excusa para atacar a Siria, y Bandar se la dio.
Entonces, cuando el gran ataque con sarín golpeó Al-Guta el 21 de agosto, los observadores bien informados, inmediatamente, sospecharon de un ataque de falsa bandera por las fuerzas de Bandar. Según el corresponsal de Associated Press para Medio Oriente, Dale Gavlak, y Yahya Ababneh: "... a partir de numerosas entrevistas con los médicos, residentes de Guta, combatientes rebeldes y sus familias emerge una imagen diferente (de la corriente principal de la narrativa de los medios occidentales). Muchos creen que ciertos rebeldes recibieron armas químicas a través del jefe de Inteligencia saudí, el príncipe Bandar bin Sultan, y fueron los responsables de llevar a cabo el atentado con gas letal".
Más evidencia de que el príncipe terrorista orquestó el ataque a Al-Guta surgió cuando se supo que las fotos de los niños muertos no eran lo que parecían. De acuerdo con VoltaireNet.org:
"A raíz de la difusión de las imágenes de la masacre en Guta, distribuidas por el Ejército Sirio Libre y transmitidas por los servicios franceses y estadounidenses, las familias alauitas de Latakia han presentado una denuncia por asesinato".
"Algunos de estos videos fueron filmados y publicados en YouTube antes de los acontecimientos que reflejan."
"Se muestran niños sofocados por intoxicación química que, posiblemente, no puede ser gas sarín (este último provoca baba amarilla, no blanca)".
"Los niños no corresponden a una muestra de la población: son casi todos de la misma edad y tienen el pelo claro. No están acompañados por sus familias afligidas".
"En realidad eran niños que habían sido secuestrados por los yihadistas (es decir, los mercenarios del príncipe Bandar), dos semanas antes en los pueblos alauitas en los alrededores de Latakia, a 200 kilómetros de distancia de Guta."
"Contrariamente a las afirmaciones del Ejército Sirio Libre y los servicios occidentales, las únicas víctimas identificadas de la masacre Guta son los que pertenecen a las familias que apoyan al Gobierno sirio. En los videos, los individuos que muestran su indignación contra los ‘crímenes de Bashar al-Asad’ son, en realidad, sus asesinos".
¿Es el príncipe terrorista Bandar tan descarado como para secuestrar a los niños, asesinarlos, y luego presentarlos como presuntas víctimas de sus enemigos? En una palabra: sí.
La desvergüenza de Bandar no conoce límites. El jefe disoluto de los "terroristas islámicos radicales", en realidad, tuvo la osadía de amenazar al presidente ruso, Putin, con un ataque terrorista en los Juegos Olímpicos de Invierno, ¡si no dejaba de apoyar al Gobierno sirio! Bandar declaró que tenía el pleno apoyo del Ejecutivo estadounidense como emisario para ofrecer sobornos y amenazas terroristas al presidente Putin.
Bandar, un íntimo de la familia del crimen Bush que es conocido cariñosamente como "Bandar Bush", también parece haber estado involucrado en los ataques de falsa bandera del 11-S. Echemos un vistazo a algunas de las pruebas - ciertamente circunstanciales - que vinculan a Bandar al 11-S.
De los 19 presuntos secuestradores, 15 eran saudíes. Fuentes de la CIA han confirmado el testimonio de Michael Springman, exjefe de la Oficina de Visados de EE.UU. en Yeda, sobre los "secuestradores pandilleros" saudíes. Eran agentes de la CIA, supuestamente con experiencia en la Inteligencia saudí, que llegaron a Estados Unidos con "visas de soplones" de la CIA. "Estas fueron visas especiales, que la CIA ofreció como recompensa a los saudíes que espiaban para los EE.UU. (la Inteligencia saudí está tan estrechamente conectada a la CIA que es difícil saber dónde termina una y comienza la otra.)
Mientras vivían en los EE.UU., los supuestamente futuros secuestradores del 11-S vivieron vidas encantadoras. Entrenaron en las seguras instalaciones militares de Estados Unidos, incluyendo la Estación Aérea Naval de Pensacola, donde Mohamed Atta era un fiestero asiduo en el club de oficiales, y la Base Aérea Maxwell en Alabama. Dos de los presuntos secuestradores recibían cheques regulares, por un total de decenas de miles de dólares del príncipe Bandar y su esposa, canalizados a través del agente de Inteligencia saudí-estadounidense Omar al-Bayumi.
Inmediatamente después del 11-S, todo el tráfico aéreo en los EE.UU. fue obligado a aterrizar. Los únicos aviones autorizados a volar eran los privados especiales que Bush y Cheney gestionaron para transportar a Bandar, junto con miembros de la familia de Bin Laden y otros sospechosos saudíes fuera del país, antes de que pudieran ser interrogados por el FBI.
La evidencia sugiere que el príncipe Bandar ha sido el jefe de operaciones de Al-Qaeda, la base de datos de la CIA de su legión árabe de combatientes muyahidines, desde la guerra de Afganistán en 1980. Son estos combatientes de Al-Qaeda apoyados por la CIA y el Mossad a quienes Bandar comanda hoy en Siria.
En resumen, es Bandar Bush, el príncipe de los terroristas - no la bien intencionada víctima Osama Bin Laden, o el ideólogo estridente Al-Zawahiri - quien siempre ha sido el verdadero comandante de la operación de inteligencia occidental conocida como "Al-Qaeda".
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