Hace algunas semanas, veo publicado en la excelente web “Musulmanes Andaluces” un par de artículos que quisiera comentar. En primer lugar, leo con felicidad uno que invita a la unidad entre sunníes y shiíes . Cito:
“En nuestros días y en nuestra época, es más importante subrayar los puntos de acuerdo antes que los puntos de desacuerdo y tratar de tender un puente entre la Sunna y la Shi'a sin comprometer los valores islámicos, porque lo que une a los musulmanes es mucho más grande que lo que los desune.”
Sin embargo, la lectura del artículo señala prácticas shiíes como “no musulmanas”, estableciendo como criterio el Corán y la Sunna… esta última, sunní. En fin, lo que se dice en un párrafo se niega en otro:
“Debería estar claro que no todo lo que cae bajo el nombre de Shi'a puede ser considerado islámico”
Si lo que se quiere es “subrayar los puntos de acuerdo antes que los puntos de desacuerdo y tratar de tender un puente entre la Sunna y la Shi'a sin comprometer los valores islámicos, porque lo que une a los musulmanes es mucho más grande que lo que los desune”; entonces, lo mejor sería dejar de lado cierta caracterización que tienen algunos hermanos sunníes hacia la shía en general.
Conviene señalar que, desgraciadamente, estos hermanos sunníes tratan a la escuela islámica shiíta como los occidentales tratan al Islam en general: en base a estereotipos , sin serios fundamentos, y con preocupantes aires de superioridad.
Parece que el sunnismo es para algunos hermanos “la ortodoxia” –como también dicen los orientalistas- que debe intentar contener a los hermanos que se han equivocado, en el mejor de los casos:
“No cabe duda de que la Shi'a tiene creencias y dogmas que nosotros condenamos como desviaciones pero esto no les hace dejar de ser musulmanes.”
Siempre debemos trabajar en la unidad, es nuestra obligación. Sabemos el daño que se hace a los musulmanes cuando solo se habla de la diferencia sunní-shií, donde muchas veces no hay representantes de ambas escuelas, sino más bien –es justo decirlo- propaganda política de alguna monarquía con mucho petróleo intentando justificar su penoso lugar en el mundo islámico. También es muy penoso que algunos musulmanes proselitistas se hagan los que están “más allá de las diferencias”, intentando mostrarse como ajenos a estas discusiones, pero que luego terminan siendo parte del salafismo más recalcitrante.
Consideramos fundamental para la unidad el diálogo, y la justa interpretación de las escuelas, según lo que señala cada una en base a sus libros y sabios. Todo aquel que quiera conocer el Islam sabe que hay libros disponibles y sitios webs de alta calidad, que interpretan el Islam seriamente. Y quien quiera conocer la escuela islámica shiíta, tiene a su disposición mucho material traducido que no deja lugar a dudas sobre los profundos fundamentos muhammadíes de esta escuela.
La web “Musulmanes Andaluces” es una de las tantas páginas que los musulmanes hispano-parlantes disponen para conocer el Sunnismo tradicional. Además, cuenta con excelente contenido para aprender árabe, y un jugoso material de Tasauuf, entre otras cosas.
Pero con el Shiísmo se equivocan. Y ahora paso a contestar un mediocre artículo publicado por los hermanos andaluces, plagado de injusticias hacia la shía, que contradice el artículo anterior que busca la unidad entre los hermanos. Dejamos de lado algunos buenos aportes en la crítica compartida al salafismo.
El artículo es una traducción al español del escritor Yassin Al Haj Saleh, publicado en la reconocida web de noticias y opinión “Al-Quds al-Arabi” . Leemos en el mismo:
“En este artículo queremos presentar sólo algunas pocas ideas caracterizadoras acerca de dos fitnas en el Islam, que si bien son opuestas en muchos aspectos, en la esencia de su naturaleza coinciden: el chiísmo y el salafismo, que desgarran en la actualidad a la Umma en un enfrentamiento mutuo del que es víctima la gran mayoría de los musulmanes.”
La trampa no puede ser más evidente. El autor intenta simplificar los serios problemas de la Umma (la OTAN, EE.UU., Israel) con una explicación pobre. Nada de petróleo, de intereses económicos, de luchas por la liberación, de Palestina como centro de batalla de todos los musulmanes.
El autor considera al Shiísmo como la otra cara de la moneda del Salafismo:
“Nuestras críticas se centran en los extremismos que se dan en ambas corrientes.”
Así, se desentiende de las serias diferencias doctrinales que se dan entre ambas tendencias. Se sabe la dura posición que tienen los salafíes hacia la Shía y el Sufismo, pero el autor insiste en presentar el problema desde una óptica reduccionista, falsa y que es injusta. Pues desde la política concreta, vemos hoy como shiíes y salafíes se encuentran en bandos opuestos, con serios proyectos antagónicos, y el autor no quiere ver que la verdadera unidad entre los sunníes y shiíes hoy se da justamente en la lucha contra estos sectores takfiríes que tanto dañan la imagen del Islam.
Si antes decíamos que la Unidad empieza en el diálogo, ahora decimos que termina en políticas concretas de colaboración. Una política deber ser hacia adentro, luchando contra las tendencias extremistas. Pero también hacia afuera, contra el enemigo en común que tenemos los musulmanes: Sunníes y shiíes, Hezbollah y Hamas, Irán y Siria, son serias señales que la unidad entre hermanos se puede dar en base a objetivos concretos y serios.
El autor sigue trampeando. Miremos su lectura de la historia del Islam:
“Algunos autores dicen que chií es un término netamente sunní.”
Dios mío, cuanta ignorancia. Otra vez, una especie de “chauvinismo sunnita”. Sigue:
“Encontramos, en la sunna, entre los trasmisores de hadices, a personas cuyos biógrafos denominan chiíes sin que ello suponga ningún problema ni ninguna contradicción con el sunnismo, ya que el término carecía de contenido doctrinal: eran musulmanes como el resto y su credibilidad no dependía de su opción política.”
El autor quiere presentar a los orígenes de la Shía como un movimiento de reivindicación política exclusivamente. No puede comprender, como muchos musulmanes, que hay serias fuentes en los hadices –tantos sunníes como shiíes- que demuestran otra cuestión: para los shiíes, la elección de Alí como sucesor del Profeta Muhammad es, principalmente, un hecho de fundamentos espirituales y doctrinales. Al ser Alí, luego del Mensajero de Dios, superior en sabiduría al resto de los sahabas, es entonces, merecedor del Califato.
No pedimos a los hermanos sunníes que compartan nuestra posición, pero sí exigimos que presenten nuestra postura tal cual es, pues para la unidad, es fundamental conocer nuestras coincidencias y diferencias en forma rigurosa.
Sigamos con la historia:
“Los chíitas (al menos los extremistas "chillones", los chiítas-rafidíes) pretenden que los musulmanes "han traicionado" a 'Ali (r). Se trataría de una traición, para empezar, perpetrada por algunos, o muchos, de los Compañeros mismos de Rasûlullâh (s.a.s.), y, a continuación, por el resto de los musulmanes desde entonces hasta ahora, por haber aceptado el califato de los omeyas. Hay que recordar que todos estos mitos son construcciones muy posteriores, pero que se proyectaron interesadamente en épocas anteriores para interpretar los acontecimientos que siguieron a la muerte de Rasûlullâh (s.a.s.). De nada sirve recordar a los chiíes que ya han pasado más de mil cuatrocientos años: para ellos, y para mantener su institución, es de vital importancia preservar vivo el conflicto que se desató entonces entre dinastías y pretendientes, pues encuentran en eso la legitimidad actual.”
La legitimidad actual de los shiíes está lejos de atarse a una realidad histórica que en al párrafo anterior está, por lo menos, mal presentada. Quien conozca un poco de la ciencia del Kalam, del Fiqh, cuestiones vinculadas al rol de los Imames, y las enseñanzas irfaníes, por no hablar de las enseñanzas filosóficas, sabe muy bien que el shiísmo no se encuentra anclado en la historia…como sí lo hace el salafismo. Por las dudas, miren de reojo lo que hacen los shiítas iraníes con su plan nuclear, que es bien moderno y no tiene 1400 años…
No vamos a negar que tenemos diferencias en cómo vemos a los compañeros del Profeta. Es innegable que el shiísmo como escuela tiene una lectura histórica que difiere de la sunní. Pero intentar acusar a los shiíes de hacer responsables a todos los musulmanes es, por lo menos, una injusticia. En especial, porque sabemos que muchos musulmanes de esa época se levantaron contra las injusticias hacia Ahlul Bait (a.s.).
Lo que nosotros no negamos, sino que además nos hacemos cargo, es que en las diferencias entre algunos sahabas y el imam Alí, nosotros, los shiíes, no dudamos: apoyamos al Imam Alí (a.s.). En el Sunnismo, habrá quien comparta esa opinión, como así también aquellos que intenten una síntesis conciliadora, como aquellos que se desentienden del Imam Ali (a.s.).
Ahora es el turno de los Omeyas. Describe bien el autor nuestra postura al afirmar:
“El triunfo de los omeyas se ve como una gran traición a los principios del Islam”, eso lo afirmamos, pero no es verdad que “se culpabiliza de ella al conjunto de los musulmanes”.
Luego intenta justificar a la dinastía omeya:
“Fue el resultado de la fuerte crisis de crecimiento que sufrió el Islam, cuando dejó de ser factible la asamblea como medio para decidir los asuntos comunes”.
Ni Mua´wia, ni su hijo Iazid, ni Karbalá…todo fue resultado de una “fuerte crisis de crecimiento”!!!
Hay más imprecisiones históricas. Y si bien es cierto que el “victimismo” de algunos shiíes ha existido, siempre se ha mantenido a raya las diferencias entre los musulmanes en general, y sus gobernantes omeyas, quienes han producido un gran daño histórico-doctrinal a los musulmanes en su conjunto.
Pero hay un argumento más serio, que merece una consideración especial. Sin duda, aquí el autor desarrolla una idea que puede parecer interesante, pero no por eso cierta. Leamos:
“Al igual que el Imâm 'Ali y las gentes de la casa del Profeta sirven de excusa a los chiítas-rafidíes en su tendencia a la exclusión del resto, los salafíes hacen lo mismo, pero en esta ocasión haciendo del salaf el pretexto. Al igual que para los chiítas los musulmanes han traicionado al Imâm 'Ali (r), para los salafíes (los extremistas entre ellos, pues es siempre a ellos a los que nos referimos) los musulmanes hemos traicionado al salaf.”
En resumen, se intenta criticar la apropiación que hacen los salafíes de las primeras generaciones de musulmanes con la que hacen los shiíes con Ahlul Bait (a.s.).
Vayamos por partes. Es cierto que en el Sunnismo se habla de Ahlul Bait (a.s.), como también es cierto que ambas escuelas del Islam no entienden lo mismo por quiénes son los que forman parte de la “Gente de la Casa”. El rol de los imames no es preponderante en el Sunnismo, más allá de que se hable de Ahlul bait (a.s.).
Por otro lado, la apropiación de las primeras generaciones de musulmanes es un debate propio del Sunnismo. De alguna manera, son los propios sunnitas los que se consideran todos “salafíes”, aunque sin dejar de desentenderse de los movimientos actuales que llevan ese nombre.
Por último, las comparaciones son incorrectas. Por varias razones:
-El salafismo quiere retornar al pasado, porque no tiene proyecto de futuro. Su mitología de la historia del Islam se explica por su ausencia de programa actual. En cambio, el Shiísmo, con su esperanza en el regreso del Imam Al Mahdi, reconoce que debemos prepararnos para la llegada de la justicia. Esa espera no es quietista, porque todos los musulmanes (sunníes y shiíes) debemos generar las condiciones necesarias de resistencia para que el Imam regrese. La parusía del Imam se da en el futuro que construyen día a día todos los musulmanes. Los musulmanes viven el presente de resistencia ante el opresor, no en recuerdos de un pasado inventado.
-El rol de las primeras generaciones está lejos de equipararse al rol de los Imames de Ahlul Bait. Si los compañeros tendrán alguna importancia en la historia, otros en la transmisión de hadices, etc.; en la shía, Ahlul Bait es la encargada de custodiar la correcta interpretación del mensaje coránico, ellos son los maestros del fiqh, del kalam, transmiten hadices, etc. Ya de antemano sabemos que nuestros hermanos sunníes no entienden el rol de los imames en el shiísmo, o no lo comparten. Por eso siempre vemos con buenos ojos al Sufismo (el serio, no el que está de moda), porque vemos a muchos imames formando parte de las silsilas, y encontramos a los imames en un lugar más semejante al del Shiísmo.
-Las diferencias doctrinales entre los salafíes-wahabitas-takfiríes con el Shiísmo son abismales. Como así también las semejanzas del Shiísmo con algunas perspectivas del Sufismo son dignas de conocer y estudiar (de hecho, por esos caminos se pueden dar diálogos entre los hermanos). La lectura que ellos hacen sobre la Bida (innovación) y el Shirk (asociación a Dios) son penosas. Y sabemos que los sufíes y los shiíes han sido considerados “infieles” ante los wahabíes. Además, las enseñanzas místicas del Shiísmo, sus escuelas de filosofía, su presencia permanente del “iytihad”, alejan de cualquier comparación a las pobres perspectivas salafíes.
Finalmente, el autor muestra la hilacha, como decimos los argentinos. Lo que quiere es comparar e igualar el rol de Arabia Saudí con el de Irán en la región. Huelgan las palabras para saber que es una injusticia hacer esto. Podemos criticar muchas cosas a los iraníes –y podemos o no estar de acuerdo-, pero hoy, en Siria, en el Líbano, en Iraq, pero principalmente en Palestina, son la vanguardia que lucha contra las tres desgracias del mundo árabe-islámico: EE.UU., Israel, y el Takfirismo.
Kamel Gómez el-Sheij
*Título del Artículo original: Shiísmo y salafismo: una injusta comparación
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