La capacidad de resistencia que está demostrando Bernie Sanders en la carrera por la nominación demócrata para la candidatura a la presidencia de Estados Unidos se ha convertido en una auténtica pesadilla para Hillary Clinton. La ex secretaria de Estado, que se planteó el proceso de primarias como un trámite con características de paseo triunfal, ya se ve condenada, tras su derrota el martes en Virginia Occidental, a mantener el pulso con su rival izquierdista hasta el final del proceso de primarias que termina en junio. A menos que ocurra un cataclismo, Clinton no va a perder la nominación, pero Sanders está consiguiendo su objetivo: forzar un giro a la izquierda en las posiciones de Clinton y del Partido Demócrata para el próximo ciclo político.
Sanders defiende en su programa un sistema público de asistencia sanitaria universal como los que funcionan en Europa y hasta ahora Clinton lo rechazaba por considerar que eso obligaría a aumentar considerablemente los impuestos. Esta semana, la candidata se ha acercado a las posiciones de Sanders, aceptando extender el sistema público que se aplica a los jubilados a las personas mayores de 50 años. No es la primera vez que Clinton gira a la izquierda forzada por su rival Sanders. También se pronunció contra el Acuerdo Comercial Transpacífico firmado por el presidente Obama y que ella misma había apoyado como secretaria de Estado, pero que genera enorme rechazo no sólo de Sanders, sino también de los sindicatos y del ala izquierda del Partido Demócrata. Sanders propone elevar el salario mínimo a 15 dólares la hora y forzó a Clinton a fijarlo en 12 dólares la hora. (Paradójicamente en este asunto Trump también hace la competencia y apoya el aumento).
“Estoy impaciente por debatir con Donald Trump”, decía Clinton ayer en Nueva Jersey, pero su nominación está tardando más de lo previsto y eso le obliga a lidiar al mismo tiempo con Sanders y con Trump , una verdadera complicación estratégica. Necesita movilizar el voto de la izquierda ahora y más que lo necesitará en noviembre, pero sin excederse, porque, al mismo tiempo, tiene que acentuar la imagen centrista que le permita capitalizar el voto de los republicanos moderados que rechazan a Trump.
La derrota de Clinton en Virginia Occidental es más psicológica que aritmética. Aunque Sanders sacó 15 puntos a Clinton, apenas le arañó siete delegados. A la ex secretaria le faltan 143 delegados para confirmar la nominación y quedan por disputarse 1.065, la mitad de ellos en California, el 7 de junio. La previsión es que Sanders vuelva a ganar la semana que viene en Oregon pero Clinton lo compensará probablemente en Kentucky.
Sanders es una pesadilla para Clinton, pero el gran quebradero de cabeza de la candidata es que no consigue apoyos suficientes entre los hombres y entre los jóvenes. El peor dato que ha conocido Clinton esta semana es un sondeo en Ohio, según el cual Trump la superaría por cuatro puntos, porque Clinton , que ganaría por siete puntos en el voto femenino, pierde por 15 puntos entre los hombres. Y Ohio es el estado que suele registrar la misma proporción del voto nacional.
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