La sesión del Senado Federal que decide sobre el desplazamiento temporario de la presidenta Dilma Rousseff pasó a la tercera etapa en la noche de este miércoles (11) en medio de un clima de inestabilidad y disputa que tomó cuenta del Congreso Nacional. Para los oficialistas y opositores, es dada como cierta la aprobación del proceso de impeachment, que puede apartar a Dilma del cargo por hasta 180 días.
En un ejercicio de proyección, parlamentarios de la oposición esperan conseguir cerca de 54 votos y oficialistas hablan de, mínimo, 21. Para que se confirme la autorización, es necesaria la mayoría simple de los votos de los 81 senadores; cuatro de ellos están ausentes, incluyendo los suplentes del senado Delcidio Amaral (sin partido-MS), Pedro Chaves dos Santos (PSC-MS), que no asumió el cargo. La sesión puede pasar de la media noche.
“Esto es un colegio electoral de excepción”, dijo la senadora Vanessa Graziottin (PCdoB-AM), sustentando la tesis de que el movimiento opositor orquestó un golpe contra el gobierno y de que el proceso estaría viciado y técnicamente fallido.
Para ella y otros oficialistas, el posible resultado de hoy señaliza la existencia de un retroceso para el país. “Lo que está en curso en Brasil no es un proceso de impeachment. Es un golpe para cambiar el proyecto políticos-económico de la nación”, completó, destacando además la previsión de una flexibilización de los derechos laborales en un eventual gobierno del vicepresidente Temer.
Para el senador Humberto Costa (PT-PE), líder del gobierno en el Senado, la sesión transcurre dentro de lo esperado. “Nosotros vamos a continuar insistiendo en que se trata de un golpe parlamentario porque no hay crimen de responsabilidad probado contra la presidenta Dilma, lo que señaliza una enorme injusticia”, declaró.
Él afirma que, si se confirma la previsión del desplazamiento, con el PMDB en el poder, el PT deberá hacer una “oposición firme” a Temer. “Porque los partidos de oposición patrocinaron las llamadas pautas-bomba para generar desequilibrio fiscal y presupuestario en el país y se asociaron al corporativismo más atrasado para crear dificultades para Brasil, generando esta inestabilidad política y económica”, argumentó.
En la misma linea de Graziottin, el legislador prevé que, confirmada la aprobación del impeachment, el país va a atravesar un gobierno más conservador, inclusive en política externa. “Los eventuales miembros del gobierno interino son francamente favorables a un cambio en el sentido de privilegiar una política que dependa más de los Estados Unidos y de los países europeos en detrimento de los latinoamericanos y africanos”, afirmó.
El senador Lindbergh Farias, vice-líder del PT en el Congreso, cree que Temer enfrentaría un problema de baja popularidad por no estar legitimado por el voto ciudadano. Cuestionado sobre el asunto, el senador Ronaldo Caiado, líder del DEM en el Senado Federal, cree que eso sería “relativo”. “Él va a precisar tener coraje. Yo soy optimista. Los partidos están siendo lacayos de una decisión que es de la sociedad brasilera”, defendió.
Expectativas
A pesar de la previsión para el resultado de hoy, el gobierno cree que la disputa no está perdida. “Si en esta sesión ellos logran 56 o 57 votos, por ejemplo, eso muestra cuán apretado puede ser el final del proceso porque hay varios senadores que están votando por la admisibilidad, pero resaltan que deberán evaluar el impedimento definitivo mediante hechos y pruebas”, afirma Lindbergh, explicando que eso compromete el suceso de los opositores, ya que no habría crimen de responsabilidad. “Eso aquí es apenas una batalla; la guerra final es la votación que debe ocurrir en unos 180 días”, declaró.
Para el senador Jorge Viana (PT-AC), la situación actual es “grave” e “histórica”. “Es lamentable estar viviendo esto, que disminuye la democracia brasileña, disminuye al país. No habrá tranquilidad ni estabilidad en un eventual gobierno de Temer. Dependiendo de la composición, ese gobierno puede hasta transformarse en un caso de policía al día siguiente”, afirma.
Según el senador, la crisis de gobernabilidad actual es atribuida “a una clase política fisiológica que avergüenza y disminuye la democracia brasileña”, lo que compromete, por lo tanto, la imagen del país. “Esa misma clase va a toda costa cazar dos cosas: a Dilma y a los 54 millones de electores que votaron en ella. Delante de eso, no tengo dudas de que vamos a tener un gobierno absolutamente ilegitimo”, dijo, resaltando que el probable resultado podría ser combustible para el país volver a una elección directa.
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