Así anda la ultraderecha anticubana en Washington y Miami, lanzando patadas de ahogado en medio de la tormenta que los azota desde el pasado 17 de diciembre.
Quienes siempre han jugado al odio, el revanchismo y la confrontación no pueden admitir su derrota ni aceptan ser relegados por el nuevo escenario de diálogo, no exento de diferencias.
Unos, rumian desesperados su pesar por los pasillos y salones del Congreso: Marco Rubio amenaza con bloquear el nombramiento de un futuro embajador norteamericano en Cuba si La Habana no cumple una lista de requisitos y advierte en carta al Secretario de Estado Kerry: “Es importante que las actividades pro-democracia no sean sacrificadas en nombre de la diplomacia” ; el truhán Bob Menéndez rezonga su pesar por el retiro de Cuba de la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo: “Es terriblemente desconcertante ver que la lista de concesiones unilaterales por la administración Obama sigue creciendo sin ninguna señal de reciprocidad por un despótico y revigorizado régimen castrista”); Ileana Ross destila frustración por no haber podido parar en el Congreso esa decisión de la administración Obama y anuncia proponer “una legislación de mayor alcance con relación a Cuba que ayude a asegurar que se proteja la seguridad nacional de EE.UU, y que nuestra nación continúe abogando para los derechos humanos en la isla”. Mario Díaz Balartanuncia su ofensiva anticubana en el legislativo: “En estas circunstacias el Congreso no puede curzarse de brazos”.
En consecuencia, se han lanzado desenfrenados a proponer proyectos legislativos de todo tipo. Marcos Rubio ha presentado en el Senado un proyecto para condicionar el restablecimiento de relaciones al pago de compensaciones por las propiedades nacionalizadas, bajo el rimbombante título de “Ley Cubana de Liquidación de Reclamaciones de Estados Unidos”. También adelantó un proyecto de ley nombrado“Cuban Military Trasperency Act”, que busca prohibir a Estados Unidos comerciar con entidades de los grupos empresariales de las FAR y el MININT.
Similar propuesta fue introducida en la Cámara de Representantes el miércoles por Ileana Ros-Lethinen y compañía, y aprobada como percha dentro del proyecto de ley de asignación de fondos a Justicia, Comercio y Ciencia para el año fiscal 2016. Igual subterfugio legislativo usó Mario Díaz Balart para aprobar el jueves en la Cámara de Representantes, con el apoyo de la bancada republicana, un apéndice a las asignaciones presupuestarias del 2016 para Transporte y Desarrollo Urbanístico, que busca desautorizar las flexibilidades recientes a los viajes a Cuba y la posibilidad de vuelos directos, negar los fondos para el establecimiento de una Embajada u otra instalación diplomática en Cuba, obstaculizar la apertura de una Embajada cubana en Washington e incrementar los fondos para los planes subversivos y las emisiones radiotelevisivas ilegales contra Cuba.
Mientras, en Miami, otros, ensayan el ridículo en sus calles: los tarados sin pudor de la exigua tropa de Vigilia Mambisa armaron hace unas horas un piquete bufo frente al banco Stonegate, por su decisión de brindarle servicios a la Sección de Intereses de Cuba en Washington y su oficina consular; el terrorista Orlando Gutiérrez Boronat (el mismo del primer piñazo en el Parque a Martí en Panamá) prepara su showcito callejero para este sábado en protesta contra la administración Obama y su nueva política hacia Cuba. “Nos oponemos a la normalización de relaciones de EE.UU contra la dictadura castrista…”, vocifera a la prensa el cabecilla del llamado Directorio Democrático Cubano.
El propósito es obstaculizar, donde se pueda, el nuevo rumbo que la administración Obama le ha dado a la relación con Cuba y buscar, como siempre, cualquier incidente, medio o legislación que impida el acercamiento respetuoso, en medio de claras diferencias, entre dos naciones vecinas.
Pero de poco ha servido hasta ahora el pataleo de estos representantes directos de la política fracasada: las conversaciones bilaterales avanzan; Cuba salió oficialmente este jueves de la infame Lista Terrorista; continuas delegaciones de Congresistas, empresarios, estudiantes y hasta estrellas del espectáculo desembarcan en suelo cubano; unos dos tercios de los norteamericanos están a favor del fin del bloqueo según ratificó el Pew Research Center; una mayoría evidente de los cubanos residentes en Estados Unidos favorece el fin de las restricciones a los viajes y de la política de bloqueo a Cuba, como muestra la reciente investigación de opinión de marzo 2015 de Bendixen & Amandi International.
El odio suele ser agua pesada en los mares de la política -más si es con tanta ferocidad interesada-, y termina hundiendo a sus practicantes.
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