sábado, 6 de junio de 2015

Afganistán: Otra guerra del opio


Afganistán guerra opio

Una guerra larvada entre Estado Islámico y al-Qaeda, que ya no solo se enfrentan en Siria, sino que también lo hacen en Libia, Afganistán y Yemen, parece profundizarse cada vez con más violencia. Pareciera ser que el epicentro de tanta devastación será otra vez Afganistán y por su producto más importante: el opio.
Mientras Siria sigue siendo un naipe tapado, y el fin de la guerra tras cuatro años y medio de su inicio parece estar cada vez más lejano, las dos bandas más activas, muy activas, en la guerra contra el presidente Bashar al-Assad: Estado Islámico y el al-Qaeda local denominado Jabhat an-Nuṣrah li-Ahl ash-Shām (Frente de la Victoria para el Pueblo de la Gran Siria) o al-Nusrah como se lo conoce mediaticamente, ahora aliado con grupos menores como Harakat Ahrar ash-Sham al-Islami, (Movimiento Islámico de los Hombres Libres del Levante) Faylaq al-Sham, (Legión del Levante) vinculados a los Hermanos Musulmanes y Jund al-Aqsa (Guerreros por Jerusalén) conformó Jaish al-Fatah (Ejército de la Conquista), estos últimos solo intenta revitalizar su embestida contra las fuerzas de Damasco, sino también disputarle el poder a Estado Islámico, el gran animador de la sangría en Siria, Libia, Yemen y Nigeria.
Hay que recordar que el odio entre ambas bandas salafistas proviene de lejos. Estado Islámico, la antigua organización iraquí Estado Islámico para Irak y el Levante (ISSIS o Daesh) representantes del al-Qaeda global en Irak pasó a Siria, (territorio exclusivo de al-Nusra), en 2013 para luchar contra al-Assad, las rispideces entre ambas organizaciones las llevó a protagonizar combates entre ellas algunos con más de trecientos muertos. El jefe de al-Qaeda global y heredero de Osama Bin Laden, Aymán al-Zawahirí, ordenó entonces al líder de ISSIS Abu Bakr al-Bagdadí, abandone la lucha en Siria y que retornase a Irak a lo que al-Bagdadí no solo se negó, sino que doblando la apuesta disolvió ISSIS para crear Estados Islámico y ungirse así mismo como el Califa Ibrahim en febrero de 2014.

Desde entonces la historia es muy conocida Estado Islámico se ha extendido a muchos países donde al-Qaeda tenía fuerte presencia como Libia, Yemen, Pakistán, India y la propia Nigeria donde el Grupo Boko Haram ha adjurado de al-Zawahirí y en marzo último ha jurado fidelidad al Califa Ibrahim.
Mientras las dos organizaciones salafista combaten al Ejército Árabe Sirio, que a su vez es asistido por algunos cuerpos de la milicia libanesa Hezbollah y comandos de la Guardia Revolucionaria de Irán, a la vez los dos grupos terroristas, mantiene entre ellas duros combates, los que ya han tenido replica en otros países donde ambas bandas tienen representaciones.
Los hombres de Estado Islámico envalentonados por la toma de la legendaria ciudad de Palmira, a doscientos cuarenta kilómetros de Damasco y punto clave para el cruce de abastecimientos de Irán a zonas de la costa siria . Allí Estado Islámico se ha hecho de importantes arsenales que el Ejercito Árabe Sirio debió abandonar tras replegarse de Palmira. Estado Islámico también capturó la ciudad iraquí de Ramadi, la capital de la provincia de el-Anbar, se han lanzado con más virulencia contra todos sus enemigos incluído el Frente al-Nusra y sus aliados.
Estado Islámico controla el norte y el oeste desértico de Irak, y más de la mitad oriental de Siria, a pesar de que según fuentes norteamericanas en los nueve meses que la coalición encabezada por Washington lleva bombardeando zonas ocupadas por Estado Islámico tanto en Sira como en Irán, les habrían producido unas diez mil bajas, lo que parece no importarles demasiado, ya que el reclutamiento forzado o no, es continuo. Más allá de las campañas y los controles de la Comunidad Europea, por evitar que cientos de jóvenes de origen musulmán se incorporen a alguna de la facciones salafistas, parece no haber logrado mucho, por otro lado los más de ochocientos kilómetros de frontera entre Turquía y Siria, han sido permanentemente cruzados por hombres y abastecimientos para los salafistas, con la anuencia de las autoridades turcas.
Se ha denunciado infinidad de veces que Turquía se ha convertido en la gran puerta de entrada no solo para militantes europeos, sino también en la escala fundamental para los que llegan desde el Magreb y también miles de uzbecos, tayikos, georgianos, chechenios y daguestanos entre otros ciudadanos de las ex republicas soviéticas musulmanas.
Las bandas salafistas en este momento se encuentran enfrascadas en duros combates por la conquista de la localidad de Sawran, clave para el acceso a Alepo, la segunda ciudad del país en el norte del país. Al-nusrah y sus aliados intentan aproximarse a Damasco y en la frontera con Líbano donde están teniendo duros combates contra Hezbollah en las alturas de al- Qalamoun.
La madre de todas las batallas
El rotundo fracaso de los Estados Unidos y la OTAN en Afganistán es ya inocultable. La OTAN, que prácticamente salió escapada del país asiático, por así decir puso fin a su misión de combate a finales de 2014 los militares relevados fueron suplantados por unos cuatro mil soldados solo ocupados en trabajos de asistencia y capacitación, la que será pronto suplantada por otra misión mixta de civiles y militares.
Estados Unidos mantendrá desplegados casi diez mil hombres hasta final de año como parte de su misión “antiterrorista” en Afganistán, que ningún éxito puede acreditar.
La lucha de las fuerzas occidentales fundamentalmente contra el terrorismo y la producción de droga han finalizado con más fracasos que éxitos.
No es un secreto para nadie que los talibanes (el núcleo fundador de al-Qaeda) históricamente han sostenido en buena parte sus campañas militares con el tráfico de opio, que le provee de ingentes recursos para la adquisición de material bélico y el sostenimiento de sus hombres. Ya desde su guerra contra la Unión Soviética, y más allá de los recursos aportados por las petro-monarquías del golfo, particularmente la saudita, habrá que recordar que la fortuna de la familia Bin Laden, de la que Osama tanto utilizó en Afganistán se origina justamente en Arabia Saudita. Además de los aportes del Departamento de Estado no solo en armamento, información y dólares. Washington tal como lo hizo en la guerra de Vietnam convirtió el opio en un elemento clave para la financiación de la guerra. Proveyéndose del entonces legendario Triangulo de Oro, sembradíos ubicados entre Tailandia, Laos y Myanmar, por entonces los mayores productores a nivel mundial, Estados Unidos financio muchas acciones fundamentalmente las encubiertas, por las cuales no podían usar partidas legales.
Tras una severa sequía y el aliento dado por Washington, durante la guerra contra la Unión Soviética, pasó Afganistán a convertirse en el mayor productor mundial, sin duda la base de su economía. Para fines de 2014 la producción estimada era de 6.400 toneladas, un 17 % más de las 5.500 del año anterior. Un total de doscientos veinticuatro mil hectáreas dedicadas a la siembra de amapolas, en 2002 la producción ocupaba setenta y cuatro mil hectáreas.
Más allá de las rivalidades mediáticas entre los hombres del Mullah Omar y los califados de Ibrahim, las diferentes visiones de cómo llevar la lucha contra todo lo que no sea su atrabiliaria manera de entender el Corán, la guerra que vienen protagonizando en mucho pasa por la conquista de esa caja que a quien la posea le garantiza una infinita fuente de financiamiento, para avanzar hacia otros países.
Más allá de la misilística verbal con que se han prodigado los líderes de ambas organizaciones salafistas pasaron también a los hechos.
Abu Bakr al-Bagdadí, el Califa Ibrahim declaró acerca del fundador y líder de los talibanes, el mullah Mohammad Omar: “Es comandante de campo analfabeto, no merece confianza”. Mientras los jefes talibanes exigieron a sus hombres a impedir que Estado Islámico ondeé su negra bandera en territorio afgano.
En enero pasado Estado Islámico anunció la creación de “Emirato de Khorasan”, que incluye nada menos que a Afganistán, Pakistán, India y Bangladesh.
Se sabe que en las provincias afganas del este y sur (Logar, Paktia, Gazni, Zabul, Helmand), y en el norte del país (Kunduz, Jawzjan y Parwan), se ha reavivado el integrismo, que durante los años de la ocupación norteamericana desde 2001 hasta la actualidad se había morigerado, pero a partir del 2012 los talibán han tenido mucho más presencia con atentados suicidas y emboscada a lo largo de todo el país, incluyendo dentro de regimientos tanto del ejercito y la policía afganas en la misma capital Kabul.
Son cada día más los capitanes del talibanes que juran lealtad al Califa Ibrahim.
En los primeros días de junio se han registrado fuertes enfrentamientos entre ambos grupos. Una patrulla de Estado Islámico interceptó el paso de talibanes en la provincia occidental de Nanhargar y tras tomarlos prisioneros los decapitó en el mismo lugar.
La provincia de Nanhargar, se ha convertido en el epicentro de la lucha entre los salafistas. El propio ejército afgano ha sido el responsable de comunicar la gravedad de los enfrentamientos entes Estado Islámico y los talibán, que ya ha dejado cientos de muertos y heridos.
Otro enfrentamiento se había desarrollado en el distrito de Khak-e-Safid, también en la provincia oriental de Farah, donde casi treinta salafistas de ambos bandos murieron tras un combate.
Los enfrentamientos armados entre Talibanes y Estado Islámico recién comienzan en Afganistán y sin duda se van a profundizar tal cual sucede en Siria, y tal cual está sucediendo también en Yemen, en Libia, Pakistán es otro de los países donde cohabitan ambas estructuras terroristas y donde posiblemente empiecen a jugarse en simultaneo otras batallas de la misma guerra. Pero sin duda los campos de amapolas de Afganistán serán el botín de quien gane la madre de todas las batallas.

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