He tenido la gran suerte de visitar durante varios días Donbass y Donetsk. Así que he cumplido con la obligación que habría sido la de nuestro Gobierno en tiempos normales. Con recursos muy escasos pero con el apoyo extraordinario de algunas personalidades de Donetsk (y de otros lugares), he podido comprobar con mis propios ojos lo qué está pasando en esta región de Europa de la que todo el mundo habla pero que casi ningún francés sabría colocar en un mapa. He viajado miles de kilómetros para llegar allí y ahora estoy en posición de acusar al Gobierno francés con más fuerza y más justamente. Permanecer en silencio sería criminal: sería deshonrar mi nombre como francés. Yo te acuso Gobierno de Francia, te acuso por tu apoyo indirecto de ser responsable de la muerte de miles de personas en Donbass, de contribuir al sufrimiento y a las deplorables condiciones de vida de la población; te acuso de participar en una propaganda mentirosa, injusta, sucia y escandalosa cuyas víctimas son millones de personas, te acuso de traicionar todas las tradiciones francesas, nacidas con la Revolución francesa y hasta durante el Antiguo Régimen, cuyo propósito es apoyar a los débiles, defenderlos y liberarlos de la opresión. Exactamente como miles de voluntarios nacionales marcharon en el año II del calendario Republicano por Europa para ganar su libertad y la de otros pueblos.
Te acuso, Gobierno de Francia, de abandonar tu soberanía, arrojándola a una alcantarilla llamada Unión Europea; te acuso de haber dejado de usar los derechos y responsabilidades de “La voz francesa”, voz que exige a nuestras autoridades usar la diplomacia y nuestra influencia en el mundo para hacer el bien, con plena independencia y al margen de las esferas de influencia que sean contrarias al interés de la nación. Te acuso, Gobierno de Francia, de mentir a los franceses a través de una criminal propaganda masiva que desde hace muchos meses ha tratado de minar, atacar y ensuciar a Rusia de todos los modos posibles. Esta peligrosa política rusófoba, que roza el racismo, el nacionalismo, es tan espantosa para nuestro país que nos hemos negado a participar junto a nuestros hermanos rusos en el desfile de Moscú para celebrar la Victoria del 9 de mayo de 1945, la victoria contra el nazismo. Mientras tanto en Ucrania, apoyamos a un régimen que se apoya en una franja neo-nazi, ya les hemos aportado, vía Unión Europea, varios miles de millones de euros de los impuestos de los franceses. Esos fondos se han destinado a armar y equipar a soldados de batallones de asesinos y de violadores como los de Sbovoda [es probable que se refiera al Sich o al Azov] o Aidar.
Te acuso Gobierno de Francia, con todos o casi todos los periodistas de nuestro país, de participar en una dramática mentira por la que personas están muriendo en Donbass: el mito de la agresión del Ejercito Ruso contra Ucrania. He estado en Donbass, entré allí pasando por dos puestos fronterizos diferentes, Novoshakhtinsk y Matveyev Kurgan. Si hubiera allí 50.000 soldados rusos, como afirman activistas pro-ucranianos cuyas manos están ya manchadas de manera indirecta de sangre, tal como la infame Nathalie Pasternak, si hubiera allí varias divisiones, habría tenido necesariamente que ver cientos de tanques, camiones, fuerzas de apoyo, de intendecia, etc.. Pero no he visto ninguna fuerza militar rusa concentrada en la frontera y es difícil de esconder a tantas fuerzas en un país en el que el paisaje y la morfología del terreno consiste principalmente en la estepa cosca. A lo largo del viaje, no he visto ni soldados rusos, ni regimiento, ni brigada, ni división o ejército de la Federación Rusa. En todos los sitios a los que he ido, en las ciudades por las que he pasado, como por ejemplo la ciudad cosaca de Antrasit, pequeña ciudad de 54.000 habitantes, al sur de Lugansk, no he visto fuerzas militares tropas rusas. Tuve la ocasión de preguntar a todos los residentes locales con los que me encontré y todos ellos, incluyendo aquellos que no apoyan el proyecto de Novorrusia (¡porque sí que me he encontrado con algunos de ellos!), han afirmado que no había Ejército Ruso en Donbass. He podido verificarlo yo mismo durante toda mi estancia, ya que sólo me encontré con soldados republicanos de las fuerzas de las dos Repúblicas, vestidos y armados de forma muy diversa.
En otro momento hablaré de lo que ví y oí exactamente en Donbass. Habría sido suficienre para el Gobierno francés enviar a un único diplomático, a un único observador, para poder constatar, verificar y preparar un informe objetivo para nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores y el Presidente de la República. Pero nuestro Gobierno, en lugar de hacer esto, insiste en cargar contra Rusia. Lo que he conocido en Donbass ha sido a gente común, jóvenes y no tan jóvenes, hombres y mujeres, mayores y niños. Sí, es un pueblo de habla rusa pero que sólo desea ganar su libertad. Ya optó por la independencia a través de un referéndum. Ya ha izado la bandera de la libertad sobre Donetsk y Lugansk. Su población está apoyada, y sólo de forma relativa, por Rusia que ha acogido, sin ningún apoyo externo, a 1,7 millones de refugiados, sin que Francia -país de los Derechos Humanos- haya gastado un solo céntimo para ayudar a esa gente en apuros. Por el contrario, señala a Rusia y la somete a sanciones de manera injusta. Mientras es la población de Donbass quien sufre y muere. Sin la increíble solidaridad de las gentes de Donbass, miles de ellos ya habrían muerto; pero otros, soldados y civiles, todavía morirán. Y eso porque quieren ser libres, ser dueños de su destino, vivir.
Así que apelo, exclusivamente en mi nombre, y al margen de lo que pueda costar, incluso la opresión o la prisión, a todos los franceses, sean cuáles sean sus orígenes, sin distinción de color de piel o de creencias políticas, a sancionar al Gobierno francés por medio de todas las formas de resistencia posibles, electorales o no, y que practiquen la resistencia pasiva, se levanten y dejen por fin dejen de vivir de rodillas. El pueblo de Donbass nos dan ejemplo, podemos acabar con este régimen presidencial injusto, dominado por oligarcas bien alimentados y autocomplacientes. Podemos empujarles de forma pacífica fuera de nuestros muros porque, como decía Danton, la fuerza del Pueblo no tiene límites. Una sola mecha sería suficiente para que Francia vuelva a retomar su fuerza popular, se vuelva a apropiar de la Democracia para que nunca más las mentiras y las falsificaciones de la historia reciban apoyo en Francia, sobre todo cuando personas mueren bajo los bombardeos, asesinadas e incluso por la de cuidados médicos y alimentos.
Para mí la decisión está tomada. Como el embajador de Francia en Praga en 1939, que pidió la ciudadanía checa cuando las divisiones alemanas cruzaban la frontera del país, pido la nacionalidad de Donbass. Prefiero compartir el destino de hombres bravos que callarme y , con ese silencio, apoyar de forma tácita a políticos que, cada día que pasa, deshonran sus cargos y con ello a Francia.
—Laurent Brayard, periodista, ciudadano de Francia
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