viernes, 5 de junio de 2015

Alarma en el Sahel africano, cinturón de cuatro millones de kilómetros cuadrados del oeste al este del continente

La disposición manifiesta del grupo armado Al Murabitum -que opera en la franja sahelo-saheliana africana-, de subordinarse al Estado Islámico (EI) sienta un peligroso precedente para la seguridad de los países en esa región.
Hasta hace poco, esas tentativas de enlazar grupos extremistas que toman la confesión como pivote para remodelar las configuración del poder, se presentaba como una ilusión difícil de concretar pese al amenazante discurso panislamita al uso, pero se percibe cierto avance.

Terrorismo en Sahel
Terrorismo en Sahel
Aquel ideal unionista mutó tras la guerra que Occidente desató contra Libia y que no concluyó con el asesinato del líder de ese país Muammar Gadafi, a quien los atacantes desde mucho antes de 2011, año de la guerra, identificaban con el "mal".

Lo cierto es que al lanzar una operación de esa índole contra la Jamahiriya, tal vez los presuntos vencedores calcularon sólo las ganancias inmediatas y no las pérdidas a largo plazo que podría tener el desmontaje de un Estado, como ocurrió respecto a la reactivación de otros focos de violencia en la zona.

Al desaparecer la estructura de gobierno libio, se anularon los mecanismos de control, entre ellos los relacionados con los arsenales (en cuanto a concentraciones de armamentos significativas, porque existe una tradición en el área de portar armas ligeras, lo cual complica la situación).

El descontrol sobre los armamentos libios dejó en manos de muchos combatientes los útiles bélicos y al concluir la contienda contra Gadafi, muchos fueron a otros frentes como el caso de Mali y sus movimientos de la comunidad tuareg, y otros ya desempleados y poseedores de esos "medios de trabajo" razonaron más utilitariamente.

Todo lo anterior equivale a decir que el aún inacabado proceso en Libia -además de exacerbar las contradicciones internas e irradiarse hacia todo el Sahel-, incentivó la existencia de grupos armados de corte confesional, algunos que en la práctica apenas eran solo un nombre.

Ahora la noticia fue sobre Al Murabitum, que nació en agosto de 2013 por la fusión del grupo extremista Brigada de los Enmascarados, del argelino Mokhtar Belmokhtar, y el Movimiento para la Unidad y la Jihad en África Occidental (Mujao), pero antes sobresalió otro,  Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), que también afecta la zona.

Yihadistas de Al Murabitún en Mali
Yihadistas de Al Murabitún en Mali
EL ESCENARIO

El Sahel son cuatro millones de kilómetros cuadrados que forman de cinturón a través del continente africano de oeste a este: norte de Senegal, sur de Mauritania, Mali, extremo sur de Argelia, Níger, Chad, sur de Sudán y Eritrea, limitada por el norte por el Sahara y por el sur por una sabana menos árida, pero con predominio semidesértico.

Esa franja de hasta cinco mil 400 kilómetros de ancho atraviesa África desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo y tiene una larga historia sobre los asentamientos de las comunidades que tuvieron en muchos casos auges inusitados, como ocurrió con los llamados reinos sahelianos, monarquías que sobresalieron del siglo VIII al  XVIII.

La riqueza de esas estructuras de poder procedía del control de las rutas del comercio transahariano, en especial del tráfico árabe de esclavos, lo que con el tiempo marcó diferencias en la percepción de los oriundos respecto a los comerciantes y sobre todo acerca de su relación con la mercancía.

Se considera que los primeros reinos sahelianos surgieron a partir del año 750 alrededor de importantes centros comerciales, devenidos ciudades a lo largo de la región del río Níger, como Tombuctú, Gao y Djenné. Esas formas premodernas detuvieron su avance en las zonas boscosas sureñas, donde eran hegemónicos ashantis y yorubas.

Es así como se fue confeccionando la  historia de la faja, donde conviven comunidades sedentarias, las cuales explotan los escasos recursos que brindan la flora y la fauna, nómadas y seminómadas, estas mucho más vinculadas al pastoreo y el comercio.

Además del valor que tiene ser en cierto modo la frontera biogeográfica del desierto, el Sahel sirve de bloque de arrancada (aunque también de barrera) para el flujo migratorio en dirección al norte del continente, desde donde los emigrantes africanos esperan llegar a Europa.

A ese espacio territorial también se le señala como un elemento incidente en el tráfico ilegal de personas y bienes, el comercio ilícito de armas y un corredor que posibilita el narcotráfico, y de ahí que el Viejo Continente le preste su atención y los temas sahelianos pasen por evaluaciones sobre la seguridad comunitaria.

Cuando muchos en Occidente se refieren al Islam, lo hacen solo sobre su perfil político y desechan matices necesarios.

Sin dudas, hay una filosofía agresiva en los grupos armados que operan en el Sahel, una de las regiones más pobres del mundo; es sumamente complejo el pensamiento que promueve enarbolar la Jihad (guerra santa musulmana) como un propósito que rinda dividendos, aunque se alíen al terror para hacer carrera.

Además de los problemas de antaño en la construcción del Estado-Nación, hay otros más tangibles como las reclamaciones territoriales, las diferencias en los puntos de vista de asumir la religión y también otros flagelos como el hambre y el desempleo en medio de economías primarias destrozadas por la modernidad.

Tales condiciones socioeconómicas constituyen una mezcla explosiva que allana una serie de grupos extremistas de confesión islámica como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y de su escisión el Movimiento de la Unidad y la Jihad en África Occidental (Mujao) y Harakat Ansar Ad Dine (conocido como Ansar Dine).

Al Qaeda en el Magreb Islámico es una derivación del el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC),  nacido como consecuencia de la dispersión del Grupo Islámico Armado en 1998.   Ansar Dine es el grupo creado en 2011 por el tuareg Iyad Ag Ghali, quien llegó a pertenecer al servicio diplomático maliense.

Asimismo, Mokhtar Belmokhtar, connotado jefe terrorista, formó en diciembre de 2012 un grupo con el nombre de Al Mulathamin (los Enmascarados) y también integró  Al-Mua'qi'un Biddam (los que firman con su sangre), y que se relaciona con el Grupo Islámico Armado (GIA) que operaba en Argelia.

En ese ámbito está Mujao, considerada una escisión de AQMI, a la que acusa a de tibieza en la ejecución de jihad.

También se incluye Al Murabitum, y su decisión de unirse al EI no la comparten otros facciosos como Belmokhtar. Existen dudas, incluso, sobre la veracidad del mensaje sobre rendirle lealtad al califa Abu Bakr al Bagdadí, difundido por una radioemisora saheliana.

Mapa del Sahel Africano
Mapa del Sahel Africano
PREOCUPACIÓN Y PRECAUCIÓN

Los ministros responsables de la seguridad de los países miembros del Sahel (G5) -Mauritania, Malí, Níger, Burkina Faso y Chad-, se reunieron en mayo en Niamey, la capital de Níger, para intercambiar información en la lucha contra el terrorismo y la inmigración ilegal, dos de los problemas que afectan la región.

El titular francés del Interior, Bernard Cazeneuve, afirmó que "el intercambio de información puede permitirnos desmantelar los grupos que proyectan llevar a cabo ataques tanto en la franja del Sahel-Sahara como en Europa".

Existe el temor de la Unión Europea de que la situación de peligro en lo que identifica como su frontera estratégica sureña pueda llegar a su territorio y causar pérdidas en su ciudadanía, eso respecto al terrorismo, deducción de una lógica del pensamiento similar a las que emplea respecto al flujo migratorio.

En el Sahel, todas las amenazas para la seguridad se entremezclan. El islamismo combatiente se fusiona con el terrorismo internacional, la piratería y todo tipo de tráficos ilícitos. Las antiguas redes y las recientemente constituidas se solapan para respaldar la criminalidad internacional organizada librándose de distancias y fronteras.

Esto lo expresa el analista Aarón Raiss Costa en su texto La evolución del terror en el Sahel.

Ante la posible escalada de la violencia, en enero pasado los ministros del Interior de la Unión Europea acordaron un plan concreto para enfrentar al islamismo radical y prevenir nuevos atentados en este continente. Entre las propuestas está el control sistemático de los ciudadanos europeos de la entrada y salida del espacio Schengen.

Asimismo, se planteó la creación de una inspección de datos de pasajeros de aviones, para seguir los desplazamientos sospechosos, así como dotarse de la tecnología requerida a fin de rastrear los intercambios en las redes sociales y descodificar comunicaciones.

Los medios de prensa reportaron la existencia de consenso de que Europa debe reforzar su arsenal contra el terrorismo, ya que está bajo la doble amenaza de un gran ataque organizado por Al Qaeda y acciones perpetradas por individuos radicalizados, a quienes se les identifica como lobos solitarios.

*Jefe de la redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina.
Fuente: PL

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