En los últimos meses los lazos entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y el premier israelí se han intensificado y hemos sido testigos de sus discrepancias.
El siguiente artículo pretende, además de estudiar la raíz de los lazos entre Israel y EEUU, analizar el por qué de ese cambio de actitud, principalmente, por parte de la Casa Blanca.
Lazos entre EEUU e Israel
Los lazos entre EEUU e Israel no siempre fueron calientes. Por ejemplo: en los primeros 20 años de la fundación de ese régimen en 1948, los franceses constituían los principales suministradores de sus armas, ayudando incluso a construir el reactor nuclear; no obstante esa situación se transformó con la guerra de seis días entre Israel y los árabes en 1967, junto a la orden del presidente francés, el general De Gaulle, basada en sancionar la venta de armas a toda la región de Oriente Medio.
Después que Francia cambió su postura hacia Israel, coincidiendo con el auge de la Guerra Fría, EE.UU. enfocó su política exterior hacia el régimen como un socio estratégico en la región de Oriente Medio para contrarrestar la influencia y la extensión del comunismo en la zona, especialmente cuando Egipto y Siria tomaban de referente a la Unión Soviética.
Sin embargo, la caída de la URRS constituyó la principal brecha en los lazos entre estos dos socios. No obstante, en esta época las cosas habían cambiado en EE.UU. y el lobby poderoso israelí entraba en la escena sociopolítica estadounidense.
Los judíos Stephen M. Walt y John J. Mearsheimer, expertos en las Relaciones Internacionales de EE.UU. publicaron por primera vez en una investigación académica en 2006, el libro “Lobby de Israel y la Política Exterior de EEUU” en el que destacan la influencia y el poder del lobby israelí como elemento determinante en la política exterior de EE.UU. En su texto afirman que “el poder sin rival del lobby israelí forma la política exterior de la Casa Blanca a favor de Israel”.
Obama y tensión con Netanyahu
Pero parece que la llegada de Obama a la presidencia de EE.UU. y su doctrina de evitar la fuerza en la política exterior de su país, para responder a los intereses nacionales, cambió la postura de Washington hacia su aliado israelí. La escalada de tensión entre Barack Obama, y el premier israelí, Benyamin Netanyahu, inició en las campañas electorales estadounidenses de 2012.
En septiembre del mismo año, Obama en entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS ante la pregunta si estaba bajo presión de Netanyahu para decidir sobre Irán, respondió que “cuando se trata de los intereses nacionales y de seguridad, la única presión que siente es la del pueblo estadounidense y su decisión respondería mejor a sus demandas”, haciendo caso omiso a cualquier otra voz contraria.
En estas circunstancias, el presidente moderado, Hasan Rohani, llegó al poder en Irán para hacer más polémicos los lazos entre Obama y Netanyahu logrando que EE.UU. se sentara, junto con otros miembros del Grupo 5+1, en la mesa de diálogos y alcanzaran una conclusión de diálogos sobre el programa nuclear iraní.
Por lo tanto, Netanyahu para impedir un acuerdo con Irán, incluso viajó a Washington para pronunciar un discurso en el Congreso Estadounidense, no obstante, ni el vicepresidente Joe Biden, ni 53 congresistas demócratas asistieron al evento en un acto casi sin precedente.
Lo que parece es que por lo menos para los demócratas, Israel ya no es un interés estratégico, aunque cuentan con el régimen como fuerza para ejercer la política exterior de EE.UU. en Oriente Medio.
Según un informe publicado el pasado enero por New York Times, Obama en una reunión a puerta cerrada dijo que comprende las presiones de la oposición del acuerdo con Irán, a pesar de recibir el apoyo de otros, no obstante, no se debe dejar que los intereses a corto plazo afecten los duraderos.
De hecho, Obama y los demócratas han llegado a la conclusión de que los intereses a largo plazo de Israel y EE.UU. se están alejando, además las políticas erróneas israelíes mediante sus agresiones en la región de Oriente Medio estimulan los sentimientos antiestadounidenses en la opinión pública mundial.
En este mismo contexto, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, advirtió que EEUU revisará su apoyo diplomático a Israel en las Naciones Unidas, si el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu cierra la puerta a una solución de dos Estados con Palestina.
El otro tema es Irán; para el gobierno iraní el régimen de Israel se considera enemigo, por lo que Israel se esfuerza en derrocar al sistema de la República Islámica de Irán, algo que sin el apoyo de EE.UU. lo ve imposible.
En este contexto, Tom Cotton, el senador estadounidense pro israelí mediante un discurso pronunciado el pasado enero, manifestó que el objetivo del Congreso debe ser impedir un acuerdo nuclear con Irán y hacer todo lo posible para cambiar el sistema de Irán.
Las declaraciones de Cotton y su idea pueden beneficiar los intereses de Israel, no obstante, para EE.UU. especialmente después de la experiencia de Irak y Afganistán puede conllevarle a enorme gasto e incluso a consecuencias devastadoras para la región de Oriente Medio. Además, hay que reconocer que el gobierno iraní puede desempeñar un rol importante en la lucha contra el extremismo que se ha apoderado de una gran parte de Irak y Siria; razón que también puede beneficiar a EE.UU. en las ecuaciones de Oriente Medio.
Con todo ello, sabemos que ya una parte de la administración estadounidense- los demócratas- coinciden en que no se puede seguir apoyando a Israel bajo “cualquier condición” y poner mal ante la opinión pública la figura de EE.UU. mientras el régimen de Tel Aviv sigue con sus atrocidades y belicismo; hecho que se puede interpretar como un punto inminente en las relaciones entre Washington y su aliado, aunque no sea un cambio duradero, e incluso, si se tratara de una maniobra política, está aislando al régimen israelí.
HispanTv
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