[El impacto del inicio de las relaciones diplomáticas y comerciales, entre ambos países traerá consecuencias en los países latinoamericanos polarizados entre la afinidad con el gobierno de Cuba o el gobierno estadounidense; impactará al gobierno de México, que parece no tener una estrategia frente a este nuevo escenario continental.]
Todavía hay muchos pendientes entre ambos gobiernos y muchas rencillas por solucionar, como el tema de la exigencia cubana de que EUA devuelva la zona de Guantánamo que mantiene desde 1903 como base militar; además de dar punto final-final al embargo económico unilateral que la Casa Blanca impuso en 1962 como castigo a que…
… En abril de 1961 –por al asedio de una invasión armada anticastrista organizada por Estados Unidos- la revolución cubana se proclamó socialista y se declaró afín a la política soviética y del bloque comunista de Europa del Este… pasando por la crisis de los misiles de 1962 que casi lleva al mundo a una nueva confrontación mundial…
A lo largo de estos 54 años los agravios han sido muchos y mutuos: la reiterada posición del gobierno de EUA que pasó del bloqueo al reclamo por los derechos humanos en la isla y por el predominio de la política cubana en países latinoamericanos afines a su política social, hacían casi imposible una reconciliación a corto plazo…
Pero los hechos históricos no avisan, no piden permiso y así, el 17 de diciembre comenzaron las señales de cordialidad entre el presidente Barack Obama y Raúl Castro, lo que se consolidó en abril pasado, durante la Cumbre de las Américas en Panamá, cuando anunciaron el inicio de negociaciones diplomáticas entre ambos.
Ya se sentarán en la mesa de las negociaciones, frente a frente, sus gobernantes. Mientras, la gente de a pie en ambos países ve este hecho con optimismo o con descrédito; entre la duda y la certeza de que algo bueno habrá de ocurrir… Esto último será, sin menoscabo de la ideología que sustenta a cada uno de los gobiernos. Lo mejor está ahí: verse, entenderse y respetarse…
Así que este viernes, luego de 70 años, un secretario de Estado norteamericano pisará suelo cubano. Antes lo había hecho Edward Stettinius, en marzo de 1945 durante el gobierno de Harry Truman. Esta vez John Kerry acude al reencuentro y junto con los tres marines que en 1961 arriaron la bandera estadounidense, esta vez la izarán como emblema de que todo se puede arreglar si se cuenta con la voluntad de hacerlo…
Al gobierno mexicano este inicio de relaciones lo pesca sin estrategia de participación en ellas y mucho menos con posibilidades de recuperar su viejo papel de interlocutor entre ambas naciones: ya no es necesario, ya se pueden hablar ellos, de forma directa… Habrá de repensar el impacto económico aquí –como es el caso de las maquiladoras que seguramente volarán a la Isla—o el impacto en el turismo de estadounidenses a nuestro país… por ejemplo.
Aun así, para los mexicanos jóvenes el acontecimiento parece pasar desapercibido. No para los mexicanos de años, sobre todo aquellos que vieron el inicio de las diferencias y gestaron aquí mismo una especie de polarización internacional: unos ‘pro yanquis’ y otros ‘pro cubanos’ los más.
No es para menos. México tuvo mucho que ver en la llegada de Fidel Castro y sus colaboradores al gobierno de Cuba. De Tuxpan, Veracruz, salieron los guerrilleros que habrían de iniciar la Revolución Cubana; en la capital mexicana estuvieron, aquí se interrelacionaron y gestaron lo que habría de ser el cambio que impactaría a todo el continente, desde la Isla.
Pero más que eso: para los mexicanos, los cubanos son amigos especiales: así lo había sido durante muchos años; así parece ser aún, a pesar de la diferente perspectiva con la que ven el acontecimiento viejos y jóvenes. Los cubanos son la sal y la alegría continental. Lo fueron y lo han sido para México, y a la inversa. México mostró solidaridad con Cuba, a pesar de todo.
Digamos que quienes vieron aquellas campañas “Cuba sí, yanquis no” y aquella contra campaña de “Comunismo no”, de principios de los sesenta mexicanos, saben lo que significaba ver con enojo cómo se agraviaba a un amigo y cómo se sigue siendo amigos, a pesar de las barreras.
Y aunque han ocurrido problemas o malos entendidos, como aquel dicho de Fidel que decía que los niños mexicanos conocían más al pato Donald que al abecedario o aquel “Comes y te vas” de Vicente Fox para quedar bien con los estadounidenses, nada de eso ha ensombrecido una relación entre ambos pueblos –dije pueblos- que es fraternalmente histórica.
Ya Cuba está en otro momento de su historia. Estados Unidos también. Y nosotros, los mexicanos, contentos de poder ver cómo se pueden arreglar las cosas sin necesidad de bloqueos, groserías y malos modos.
Qué bueno por todos: que bueno por Cuba que sabe respetarse y hacerse respetar. Qué bueno por Barack Obama: un gran regalo, para todos.
Por Joel Hernández Santiago
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