A 130 años del nacimiento del gran dirigente internacionalista (18 de junio de 1882)
Los trotskistas lo detestan y los burgueses lo odian profundamente. Lo primero que hicieron cuando recuperaron el poder en su país, Bulgaria, en 1989 fue destruir su hermoso mausoleo en el centro de la capital.
Nosotros veneramos su memoria y reconocemos sus méritos extraordinarios. Jorge Dimitrov fue el dirigente histórico de la Internacional Comunista (I.C.), que en su séptimo congreso, en agosto de 1935, diseñó la política capaz de aglutinar a las fuerzas revolucionarias y democráticas para enfrentar victoriosamente el tremendo desafío que para la Humanidad representaba el ascenso terrible de la bestia nazi-fascista y que conducía al mundo a un nuevo holocausto militar.
Propuso que los Partidos Comunistas debían crear frentes únicos proletarios de amplio contenido antifascista junto a las fuerzas reformistas de la clase obrera y los sectores antifascistas de las capas medias y pequeña burguesía.
EXPERIENCIA EXITOSA
Esa política de frente popular permitió a la República española cohesionar en 1936 una firme unión antifascista en cuyo seno el Partido Comunista fue consiguiendo a base de heroísmo, organización, paciencia y espíritu unitario, la dirección política y militar reconocida por sindicatos, nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, republicanos, socialistas, anarquistas, cristianos, militares e intelectuales republicanos. La entonces dirección del PC de España encabezada por José Díaz y Dolores Ibárruri (La Pasionaria) supieron aplicar correctamente la política propuesta por Dimitrov e impulsada por la I.C.
Es cierto que esa guerra la ganó el fascismo internacional, pero sirvió de duro entrenamiento para los sangrientos combates que se librarían posteriormente en la URSS, Polonia, Checoslovaquia, Francia, Grecia, Italia, Yugoslavia, Albania, Alemania, Bulgaria, Rumania y otros países que permitieron aplastar el fascismo y salvar a la Humanidad.
Los comunistas yugoslavos, albaneses, franceses, belgas, búlgaros y de otros países constituyeron asimismo frentes populares con diversos nombres: Frente de la Independencia, en Bélgica; Consejo Antifascista de Liberación Nacional (AVNOJ), en Yugoslavia; Frente de Liberación Nacional, en Albania; Frentes Nacionales, en Checoslovaquia y República Democrática Alemana; Frente de la Patria, en Bulgaria; Brigada Garibaldi, en Italia.
El camarada Dimitrov previó que el frente único aumentaría extraordinariamente la influencia de los Partidos Comunistas y así fue.
POLÍTICA CORRECTA
En su informe al mencionado Congreso de la I.C., titulado “La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo”, explica la necesidad de crear un frente único proletario antifascista. Los elementos centrales que desarrolla es que el fascismo no es un régimen político cualquiera sino “la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios y más chovinistas” del capital financiero.
No se trata de que el comunismo se reconcilie con la socialdemocracia en lo ideológico sino que se produzca una unidad de acción sobre todo con los obreros socialdemócratas. El informe no duda en criticar los graves errores socialdemócratas en varios países que favorecieron el ascenso del fascismo. Los Partidos Comunistas deben impulsar ese frente único con dos condiciones:
Primero, su reforzamiento cuantitativo y cualitativo. Un pequeño partido alejado de las masas no sirve para nada.
La segunda condición, es el abandono de lo que, entonces y ahora, es un verdadero cáncer que corroe a algunos comunistas: el sectarismo.
Dimitrov es sumamente duro en criticar el “sectarismo engreído, satisfecho de su estrechez doctrinaria y de su alejamiento de la vida real de las masas, satisfecho de sus métodos simplistas”. Afirma que si en la época de Lenin esta desviación era una “enfermedad infantil” ya en su época (y lamentablemente en ésta también) “es un vicio muy arraigado que frena el despliegue de la política bolchevique de masas”. Sigue insistiendo en que el sectarismo “no quiere ni puede entender cómo conquistar la confianza de las masas obreras” y, además, “entorpece la educación y formación de cuadros relacionados con las masas”. Es una de las lecciones dimitrovianas más vigentes. Las masas confiarán en comunistas sencillos, humildes, esforzados y pacientes (es decir, verdaderamente proletarios) pero detestarán a sectarios “engreídos” estúpidamente satisfechos de su aislamiento. La vida confirma esta máxima.
CLARIDAD HISTÓRICA
No se puede imputar a Dimitrov por la desviación derechista del Secretario General de los comunistas estadounidenses, Earl Browder, quien propuso que los comunistas debían liquidarse organizativamente en organizaciones más amplias. El browderismo establecía que el comunismo debía apoyar a los aliados burgueses y renunciar a toda posibilidad revolucionaria. Hubo Partidos Comunistas en toda Latinoamérica –incluyendo dirigentes venezolanos de la época– que cometieron el error de seguir a Browder y no a Dimitrov. Este último planteaba claramente en su informe que los Partidos Comunistas “de las colonias y países dependientes” debían encabezar la lucha antiimperialista de liberación nacional. A los Partidos de los países imperialistas les tocaba ser solidarios con los Movimientos de Liberación Nacional de los países oprimidos.
El browderismo fue una desviación oportunista de derecha que precedió a la línea impulsada en el movimiento comunista internacional –luego de la muerte de Stalin y Dimitrov– por Nikita Kruschev en el nefasto XX Congreso del PCUS, en 1956.
VIDA EJEMPLAR
Por si fuera poco, a Dimitrov le corresponden tres insólitos honores más: haber dirigido la insurrección obrera búlgara de 1923 por la que fue condenado a muerte y debió refugiarse en Alemania; haber denunciado al nazismo frente a un tribunal hitleriano que lo acusaba sin pruebas de haber quemado el parlamento alemán (su heroísmo inspiró a Fidel en su inolvidable alegato “La historia me absolverá”); y, haber sido el primer Presidente de la República Popular Búlgara tras la derrota del fascismo.
El nazi Goering manifestó su deseo irrefrenable de “colgar a ese bribón”, pero él fue el que terminó en la papelera de la Historia, mientras que Dimitrov es un gigantesco héroe comunista de las fuerzas mundiales del progreso en su conjunto.
Más temprano que tarde, la tierra del inmortal Dimitrov continuará su senda socialista. Con humildad y sin sectarismo, pero orgullosos de su ejemplo, nos inclinamos ante su memoria y aprendemos de las lecciones que nos legó.
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