El acercamiento militar entre Grecia e Israel modifica el equilibrio estratégico en los Balcanes. En su doble papel de madrina de la Hermandad Musulmana y supervisora del terrorismo internacional, la Turquía de Recep Tayyip Erdogan se halla ahora del lado de los adversarios de Israel. Mientras tanto, la Grecia de Alexis Tsipras, con su aspiración de reunificar Chipre y su angustiosa necesidad de fondos, acaba de ponerse del lado de Israel.
La llegada de Alexis Tsipras al gobierno en Grecia hizo sonar las alarmas en Israel: Syriza, partidaria de la causa palestina, exigía poner fin a la cooperación militar de Grecia con Israel. Ante la brutal represión israelí contra los palestinos «no podemos mantenernos pasivos porque lo que hoy sucede del otro lado del Mediterráneo mañana puede suceder de nuestro lado», advertía Tsipras.
Siete meses más tarde, las alarmas han dejado de sonar. Panos Kammenos, ministro de Defensa del gobierno de Tsipras, llegó en visita oficial a Tel Aviv, donde el 19 de julio firmó importante acuerdo militar con su homólogo israelí, Moshé Ya’alon. Kammenos, fundador del nuevo partido de derecha ANEL, escogió para esa visita el momento en que Grecia se hallaba sólidamente atenazada por la cuestión de la deuda.
El «Acuerdo sobre el estatuto de las fuerzas», según anuncia el ministerio de Defensa de Grecia, establece el marco jurídico que permite al «personal militar de cada uno de los dos países viajar al otro país y residir allí para participar en ejercicios y actividades de cooperación». El único país con el que Israel ha firmado un acuerdo similar es Estados Unidos. También se habló de la «cooperación en el sector de la industria militar» y la «seguridad marítima», fundamentalmente la de los yacimientos marítimos de gas que Israel, Grecia y Chipre consideran como su «zona económica exclusiva», rechazando los reclamos de Turquía.
Se mencionaron igualmente «los problemas de seguridad en el Medio Oriente y en el norte de África». Haciéndose eco de Ya’alon, quien denunció a Irán como «generador de terrorismo, cuya ambición hegemónica socava la estabilidad de otros Estados», Kammenos declaró: «Grecia también está al alcance de los misiles iraníes. Si uno solo de ellos lograra alcanzar el Mediterráneo, eso podría ser el fin de los Estados de esta región». Y posteriormente se reunió con los dirigentes de las fuerzas armadas israelíes para establecer una coordinación entre ellos y las fuerzas armadas griegas. Al mismo tiempo, el vicealmirante Evangelos Apostolakis, jefe de la marina de guerra griega, firmó con su contraparte israelí un acuerdo de cooperación sobre «servicios hidrográficos», sin otra precisión.
El pacto militar con Israel, firmado en nombre del gobierno de Tsipras, no constituye solamente un éxito personal de Kammenos. También es parte de la estrategia de Estados Unidos y la OTAN que, en el marco de su ofensiva hacia el este y el sur, tratan de integrar más estrechamente a Grecia no sólo en la alianza atlántica sino en la coalición, mucho más amplia, que incluye países como Israel, Arabia Saudita, Ucrania, entre otros.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha declarado que el «paquete de salvamento» de la Unión Europea para Grecia es «importante para toda la OTAN», ya que Grecia es un «sólido aliado que dedica más del 2% de su PIB a la defensa», nivel alcanzado en Europa únicamente por Gran Bretaña y Estonia.
Especialmente importante para la OTAN es sobre todo la base aeronaval de la bahía de Suda, en la isla griega de Creta, que Estados Unidos y varios de sus aliados han venido utilizando permanentemente durante los últimos años para la guerra contra Libia y las operaciones militares en Siria. Gracias al pacto que acaba de firmar con Grecia, Israel también podrá utilizar esa base, sobre todo en contra de Irán.
En ese contexto estratégico se recomponen los conflictos de intereses entre Grecia e Israel por un lado y Turquía del otro. La Turquía donde OTAN tiene más de 20 bases y su Mando de Fuerzas Terrestres; la Turquía que actualmente, en nombre de la «lucha contra el Emirato Islámico», está bombardeando a los kurdos del PKK (que son quienes realmente luchan contra el Emirato Islámico); la Turquía que, junto a Estados Unidos y los «rebeldes», se prepara para ocupar una franja de territorio sirio a lo largo de su frontera. Y eso se haría en virtud del artículo 4 del Pacto Atlántico ya que Turquía considera que existe una amenaza para su seguridad y su integridad territorial.
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