La pasada semana, la Agencia Monetaria de Arabia Saudí publicó un informe que pasó prácticamente desapercibido en los medios internacionales, pese a la gravedad de sus afirmaciones.
El informe indica que el déficit presupuestario saudí para 2015 excederá de 180.000 millones de riyales, o sea unos 50.000 millones de dólares, una cifra que muestra la diferencia entre los ingresos y los gastos del reino.
Además, la reservas de divisas del país han perdido 76.000 millones de dólares en casi tres meses, quedando en la actualidad en unos 700.000 millones, lo que significa que ellas han caído en más de un 10% en este breve espacio de tiempo. Algunos expertos achacan este hecho, en primer lugar, a la caída de los precios del petróleo, que han quedado reducidos a casi la mitad en este tiempo,
Lo peor es que los precios del petróleo no se van a recuperar y se mantendrán en un nivel similar o incluso más bajo durante largo tiempo. Hay factores como son la producción de petróleo y gas de esquisto en EEUU, que ha reducido su dependencia del petróleo extranjero, y el exceso de oferta que se incrementará por la salida del petróleo iraní al mercado tras las sanciones.
Existe, sin embargo, otro factor importante: la política exterior del país, que le ha llevado a librar guerras a través de mercenarios contra Siria, Iraq y otros lugares, su intervención directa en Yemen y su apoyo a la dictadura de los Al Jalifa en Bahrein. Estos conflictos están secando las reservas de divisas de Arabia. Otro tanto cabe decir de la adquisición de armas. No cabe olvidar que Arabia Saudí es el tercer país que más dinero gasta en armas en el mundo. Esto recuerda el ejemplo de la Unión Soviética en Afganistán o de EEUU en Vietnam, cuando ambos países quedaron exhaustos económicamente debido a tales conflictos y a los gastos en armamento.
El reino gasta también miles de millones de dólares en sus embajadas y servicios de seguridad, en sobornar a medios para que no hablen mal del régimen saudí, en la apertura y mantenimiento centros wahabíes en todo el mundo y en mantener a la población tranquila para que no protagonice revueltas internas. El reino apoya subvenciones para mantener los precios del agua y la electricidad bajos que podrían equivaler a unos 50.000 millones de dólares al año.
Por otro lado, el reino costea las extravagancias de los más de 5.000 príncipes de la familiar, incluyendo las costosas vacaciones del rey y otros miembros de la familia real en países como Francia o Marruecos.
La continuación de la agresión contra Yemen y las amenazas contra Kuwait y contra Irán muestran que el liderazgo saudí ha llegado al peligroso punto de confundir sus deseos con la realidad y esto recuerda el juego llevado a cabo en su día por Saddam Hussein que llevó a la destrucción de Iraq. En este sentido, la amenaza de bancarrota es uno más de los problemas a los que puede hacer frente en un futuro próximo Arabia Saudí.
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