Después del fallido golpe del 15 de julio, el Gobierno de Turquía vuelca su mirada hacia los países que había dejado atrás en virtud de su crónico sueño europeo.
Tras la asonada militar del 15 de julio pasado en Turquía, para algunos una maniobra digitada desde Washington, para advertir a un aparentemente indócil Recep Tayyip Erdogan, que no avanzará en pasos cuestionados por Estados Unidos y para otros un autogolpe implementado por el propio Erdogan, para fortalecer su poder; el Gobierno turco vuelca su mirada e interés político y económico hacia regiones que había dejado atrás en virtud de su crónico sueño europeo.
Efectivamente, el Gobierno de Erdogan ha intensificado los contactos con actores tan diversos como la Federación Rusa y la República islámica de Irán, llamando incluso al diálogo para promover el mejoramiento de relaciones con Siria. Estrategia en el campo exterior, que se acompaña con las acciones en política interna expresadas en la fuerte purga contra políticos, militares, intelectuales, medios de comunicación, organizaciones sociales, todas ellas bajo el pretexto de haber conspirado para el derrocamiento del gobierno del hombre fuerte de Turquía y que hoy fortalece su posición con manifestaciones de gran masividad, críticas occidente y amenazas de reestablecer la pena de muerte e incluso con voces que llaman a salirse de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
¿Golpe? ¿Autogolpe?
Complejo resulta saber, si los miles de expulsados de puestos gubernamentales, de Universidades, del Ejército, la Policía e incluso de Federaciones deportivas, bajo la acusación de ser seguidores de Fethulá Gulén – el chivo expiatorio para todos los males turcos – son parte o no de la conspiración denunciada por Erdogan contra su gobierno. Sobre todo, según expresa el analista Thierry Meyssan “porque Hizmet – el movimiento de Gulen – es indispensable para la CIA en África, los Balcanes y Asia Central” y difícilmente lo pondrían en peligro en materia de participar de un Golpe que no tenía viso alguno de victoria pues los golpistas pertenecerían más bien al kemalismo, que a corrientes islámicas cercanas a Fethulá Gulen.
Lo más claro, es que los efectos de la asonada político-militar del 15 de julio – atribuida a militares seculares kemalistas al servicio de la OTAN - ha servido para fortalecer el régimen de Recep Tayyip Erdogan, generando los pasos necesarios para tratar de retomar la idea de convertirse en una potencia regional, con influencia sobre el acontecer político, militar y económico en Oriente Medio. Ello, bajo la premisa que para concretar ese plan requiere acercarse a sus vecinos, a potencias regionales como Rusia e irán y dejar en Stand by el viejo sueño aspiracional de ser aceptado en el seno de la Unión Europea. Una Turquía y sus contradicciones internas, que la sacude desde que fuera establecida desde las cenizas del imperio otomano por su padre fundador Mustafá Kemal Atatürk y que la ha hecho participar, activamente en los conflictos que sacuden Oriente Medio.
Lo paradójico es que el nuevo camino emprendido por Erdogan, de acercamiento con Rusia e Irán, principalmente, había sido esbozado por el destituido ex Primer Ministro Ahmed Davutoglu, sobre todo cuando este ocupó la cartera de Relaciones Exteriores. Esto, bajo la tesis de la “profundidad estratégica” que tenía como idea central el recobrar para Turquía su preeminencia en la zona, preconizando el denominado neo-otomanismo que implicaba: reanudar relaciones con los países inmediatos y aquellos con influencia regional bajo el marco de “cero problemas con los vecinos” y apoyar el Islam en los países de la zona como medio de unificación. La Doctrina de Davutoglu implicaba, en esencia, el imperativo que Turquía se adaptase a una realidad dictada por la postguerra fría. El construir su propio eje y radio de influencia expresadas en las crisis regionales – aquellas ajenas a la influencia de Ankara, como también aquellas propiciadas por el régimen de Erdogan – que debían ser un escenario propicio para mostrar el poderío blando turco, como también su poderío militar. Recordemos que el Ejército turco el segundo mejor dotado en armas y efectivos de la organización aliancista.
En esa etapa Turquía participó activamente en el apoyo a la Franja de Gaza, que lo llevó a una clara confrontación con la entidad sionista y que tuvo su expresión concreta en el asalto israelí a la Flotilla de la Libertad, abordando el barco Mavi Marmara, con el resultado de 10 ciudadanos muertos a manos israelitas. Etapa, igualmente donde se avanzó en el llamado Mercado Común entre Siria- Turquía-Irán el año 2009. Todo aquello quedó enterrado cuando se inicia el proceso que involucró a Turquía en la agresión contra su vecino sirio durante el llamado Despertar islámico. Bajo el objetivo digitado desde Washington y Bruselas destinado a derrocar al gobierno sirio, cercar a Irán e impedir el avance ruso más allá de sus fronteras occidentales. Las presiones contra Ankara se intensificaron por parte de Washington y sus socios europeos (Francia, Inglaterra y Alemania principalmente) y de Oriente Medio (Israel y Arabia Saudí) para abandonar definitivamente esa idea de “cero problema con los vecinos” y que implicó, desde el inicio de la agresión contra el pueblo sirio apoyar a los grupos terroristas takfiríes que combaten al Gobierno de Bashar al-Asad.
Desde el inicio de la acometida contra Siria, Turquía se mostró como lo que era: el mejor instrumento de la OTAN en la zona, con lazos y apoyos indesmentibles con las bandas terroristas takfiríes que operaban tanto en Irak como en Siria.“Erdogan se convirtió en un monstruo, que cumplía bien su misión pero apestaba demasiado y al que occidente creyó necesario que era hora de reemplazar por otro que ayudase a limpiar o a mejorar la imagen de la alianza militar. Un nuevo monstruo al que poder controlar mejor” afirman Basem y Laila Tajeldine.
Turquía, sobre todo tras la asonada militar del 15 de julio y el temor del régimen frente a las posibles implicancias de Occidente en su derrocamiento, entra en una espiral contraria a todo aquello que se ensalzaba en materia de la inestable teoría de la profundidad estratégica turca de Davutoglu. Sobre todo porque la realidad geoestratégica que posee Oriente Medio – en materia militar, política, económica, geográfica – tensiona al régimen turco en una región donde las alianzas se suelen tejer en función de intereses, objetivos y realidades disímiles a aquellas que se plantean en la teoría de oficinas o unidades de análisis de los servicios de inteligencia. Ese camino distinto al planeado por la dupla Davutoglu-Erdogan generó el cambio del otrora ideólogo del neo-otomanismo, excanciller y ex primer ministro, siendo sustituido por Binali Yildirim, cuya misión principal ha sido, sobre todo tras el intento golpista del 15 de julio, imbricar una política de acercamiento con la Federación Rusa y la República Islámica de Irán. Buscar el nuevo lugar de Turquía.
Yildirim, en declaraciones efectuadas al Diario Turco Karar sostuvo que “ha llegado el tiempo para mejorar las relaciones con Siria. Está cambiando la política exterior de nuestro país en la idea de hacer más amigos y disminuir los enemigos. Superaremos el problema de Siria pero con los actores de la región, preservando absolutamente la integridad territorial de Siria donde ninguna de las formaciones sectarias, étnicas o regionales tenga supremacía sobre los otros”.Declaración que, lógicamente, obedece al factor Kurdo, que preocupa a Ankara tanto en su frontera sur, como su propia minoría Kurda que constituye el 20 % de su población. Las posiciones de Turquía respecto al tema sirio y la guerra de agresión que se lleva contra el país levantino se acercan, cada día más, a las posiciones sustentadas por la Federación Rusa.
Intrigan las razones de este giro inesperado de la política turca, sobre todo porque las relaciones entre Ankara y Moscú se deterioraron fuertemente tras el derribo del avión ruso Sukhoi Su 24 en noviembre del año 2015 y la posterior ejecución del piloto por grupos armados apoyados por Turquía. Este acercamiento obligará a Ankara, si de verdad desea establecer relaciones de lucha contra el terrorismo junto a Rusia e Irán, a cesar todo apoyo a los grupos terroristas takfirí como Daesh y el Frente Fath al-Sham – ex Frente Al-Nusra – lo que significará un incremento de los procesos desestabilizadores en la región por parte de la Casa Al Saud y las Monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico, que asumirán con mayor énfasis el apoyo a las bandas terroristas.
Debilitar a tu Enemigo, Aliándote con tu Adversario
Si bien es cierto, tanto Moscú como Teherán han expresado en múltiples oportunidades la necesidad que Ankara termine con el apoyo logístico, de asistencia militar y protección en su territorio a las bandas takfirí, la posibilidad de contrarrestar el poderío de la OTAN y los afanes hegemónicos de occidente en Oriente Medio, generan esta conducta pragmática de acercar posiciones con el régimen de Erdogan en planos tan diversos como el político, energético y de combate al terrorismo. Son frentes de lucha contra Washington y sus aliados con el objetivo de concretar un eje Ankara-Moscú- Teherán con visión de largo alcance: sacar a la OTAN de la zona lo que significaría, según el análisis de Basem y Laila Tajeldine “un duro revés geoestratégico-militar para aquella Organización al servicio de Estados Unidos” Todo está cambiando en el terreno político europeo y en el terreno militar en Oriente medio. Las grandes contradicciones afloran, las alianzas se rompen y el mañana se hace un poco predecible”
Dos cumbres celebradas a inicios del mes de agosto dieron pié para conjeturar que Oriente Medio y Asia Central están dando un giro geopolítico de indudable repercusiones. El día 8 de agosto en Bakú, la capital de Azerbaiyán los mandatarios Hasan Rohani de Irán, Vladimir Putin de Rusia y del país anfitrión Ilham Aliyev se reunieron para tratar temas relacionados con el Corredor Norte – Sur, la expansión de la cooperación entre estos países en los ámbitos de energía, comercio exterior, medio ambiente, transporte y sobre todo lucha contra el terrorismo, donde el tema sirio estuvo a la orden del día. Esta Cumbre vino a continuación de otro encuentro trilateral celebrado en la localidad iraní de Incheh Borun - en la Provincia de Golestán - entre Irán, Turkmenistán y Kazajistán donde se trataron temas relacionados con el ferrocarril que conecta a estos países y lo que ello implica respecto a China y otras vías de comunicación y transporte que ofrece a Kazajstán y Turkmenistán acceso al Golfo Pérsico. Todo ello con un claro aumento de los intercambios comerciales de los países de Asia Central con Oriente Medio y el sur y sudeste de Asia.
Igualmente traemos a colación otra reunión tripartita celebrada en la capital persa, en el mes de junio, entre Irán, India y Afganistán para tratar puntos relacionados con el puerto de Chabahar y las conexiones implicadas. Medios iraníes consignaron que “La firma del acuerdo entre Irán, India y Afganistán sobre el desarrollo del puerto iraní de Chabahar, constituye un hecho sobresaliente para Irán y un pacto estratégico que puede terminar en alianzas comerciales más amplias. India se comprometió en invertir hasta 500 millones en el desarrollo del puerto. Su participación en el desarrollo le permite ampliar su comercio con Irán, además de poder enviar sus mercancías a otros países centroasiáticos sin tener que pasar por el territorio pakistaní. Las reticencias que impone Pakistán sobre el paso de las mercancías indias por su territorio tenía maniatadas a India. Sin embargo, con la firma de este acuerdo, India podrá enviar sus mercancías desde sus puertos al de Cahbahar y desde aquí, por tren o carretera, a Afganistán”.
El día 9 de agosto otra reunión, esta vez en la ciudad rusa de San Petersburgo el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su homólogo ruso Vladimir Putin trataron temas relacionados con la situación Siria donde trascendió que se trabajará por crear un triángulo Irán-Rusia-Turquía que busque, dentro del ámbito regional una solución al contencioso que ha ocasionado ya 400 mil muertos en la sociedad siria. Igualmente se trabajaron temas relacionados con la defensa y la energía. Tras la Cumbre un par de proyectos claves volvieron a ser reflotados: Uno relacionado con la reactivación del proyecto Turkish Stream – competencia del gasoducto Nabucco – y que estaría en concordancia con el gasoducto del norte ruso que abastece de gas a Europa.
Así, es posible que Europa, que ha planeado estrategias para no depender del gas ruso podría encontrarse atrapado por los proyectos rusos y sus socios diversos tanto en el Báltico como aquellos que salen desde el Mar Negro. Se une a esta área energética tratada entre Ankara y Moscú, la reactivación de la construcción a manos de una empresa rusa de la planta nuclear de Akkuyu que entraría en servicio a fines del año 2021. Los medios rusos señalaron, unánimemente que Occidente, ante el encuentro ruso-turco actuó con alarma, temor, turbación, y hasta con desdén. “Hay nerviosismo ante la idea de que Rusia se convierta en la alternativa a la Unión Europea para Turquía. Mientras, el canciller turco alerta con que Occidente puede perder a Turquía” señaló Mundo Sputnik News.
A la par de estas intensas reuniones, que inquietan a las cancillerías europeas, como también a Israel y Arabia Saudita, el Ministro Iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Yavad Zarif visitó la capital turca a inicios del mes de agosto y en entrevista con su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglu – recordemos que Irán fue el primer país en condenar la asonada militar - en clara oposición al silencio de occidente – sostuvieron la necesidad de fortalecer la cooperación entre ambos países para lograra una paz duradera en Siria y establecer un contacto más cercano. Al mismo tiempo el canciller Zarif destacó el trabajo de acercamiento entre Turquía y Rusia alentando incluso la idea de una próxima conformación de un grupo de trabajo ruso-turco-iraní para tratar la problemática Siria. Eso implica tener como norte y eje central de estos encuentros el respeto a la integridad territorial siria frente a cualquier plan de paz y cese del fuego.
Para el analista Jesús Pérez, en un interesante artículo donde trata esta línea de acercamiento entre Rusia, Irán y Turquía afirma “"Está por ver que Rusia, Irán y Turquía acuerden una política común para Siria, cuando cada cual tiene sus propios intereses, que no encajan necesariamente con los de los otros. De momento, asistimos a gestos de cara a la galería que son un desplante de Turquía a sus tradicionales socios occidentales. Pero cuanto más avance Ankara en su realineamiento internacional hacia Moscú y Teherán, menos ambigüedades podrá mantener".
Hoy por hoy, la alianza Ruso-Iraní en apoyo a las sociedades de Siria e Irak, a lo que se une la labor del Movimiento Hezbolá, ha sido determinante en la nueva correlación de fuerzas en Oriente Medio. Una Coalición determinada a derrotar definitivamente a las bandas terroristas takfirí apoyadas por occidente, la Casa al Saud, Israel, Jordania, las Monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico y la propia Turquía. Este último país, si de verdad desea avanzar en materias de cooperación y relaciones políticas y económicas con Rusia e Irán deberá, más temprano que tarde definir el abandono a su política de apoyo al terrorismo salafista y sus propias relaciones con la OTAN y sus mirada europeista. Turquía, cada día, mira más y más al este.
En ese plano, la presión que ejerza Moscú y Teherán será fundamental. Si es así, efectivamente, transitaríamos hacia un escenario geopolítico que marcaría un giro a 64 años de relaciones entre Turquía y la OTAN. Un marco cuya concreción está por verse, que aún parece propio de un análisis de política-ficción, pero que parece avanzar para el escozor de occidente y el temor sionista, que avizora que su gran enemigo: Irán, se acerca cada día más. Lo claro es que mientras algunos hablan de guerra, de generar inestabilidad, de amenazas y presiones, otros, como la República islámica de Irán n concordancia con su política de alianzas buscan caminos que ofrezcan desarrollo a sus sociedades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario