Hace una semana salió a la luz un video sorprendente en el que policías israelíes golpeaban a un negro. El asunto es que no se trata de un palestino ni un musulmán ni un árabe, sino de un judío. Por si fuera poco, es un soldado del Ejército israelí. Pero eso no importó, porque lo que les molestó, fue el color de su piel.
El video de judíos pegando a uno de sus semejantes fue suficiente para explotar la indignación de una comunidad, la etíope, que durante tres décadas ha sido ofendida, discriminada y golpeada, sólo porque su piel es diferente.
Para muchos israelíes, los negros son simplemente seres humanos de segunda categoría. De hecho, el racismo en el régimen de Israel tiene más de 30 años de antigüedad, desde que comenzaron a llegar los judíos etíopes. Hoy, más de 135 mil viven en los territorios palestinos que ocupa Israel. Su pan de cada día es el racismo y la humillación. Antes no, pero ahora, gracias a las redes sociales, se sabe la verdad de lo que hace el régimen.
El repudio ha sido tan fuerte que el primer ministro del régimen de Israel, Benyamin Netanyahu, no tuvo más opción que disculparse y abrazar al soldado golpeado, judío, pero negro como a su propio hijo.
Mientras tanto, cuando se produce algún acontecimiento que ponen en jaque la seguridad de los israelíes en diferentes partes del mundo, sus autoridades llaman a toda la comunidad judía para que emigre a los territorios ocupados, haciéndoles creer que pueden garantizarles una mayor seguridad en estos territorios.
El caso más reciente se produjo tras el ataque perpetrado el pasado mes de febrero contra un centro de judíos en París, Francia, y una sinagoga en Copenhague, Dinamarca. Posterior a estos atentados, el premier israelí llamó a una inmigración masiva de judíos europeos hacia los territorios ocupados de Palestina, calificándolos como el único lugar seguro para la comunidad judía.
Cabe destacar que más de 120 mil judíos de origen etíope viven hoy en los territorios ocupados palestinos. Entre 1984 y 1991, el régimen israelí organizó varias operaciones para que emigraran desde Etiopía unos 80 mil judíos. En 1991, en solo una operación militar encubierta llamada Operación Salomón, unos 14.200 etíopes judíos fueron trasladados por aire de su país, porque los consideraron descendientes directos de la tribu de Dan o sea, de sangre judía. Para ellos, pusieron en práctica un lavado de cerebro de que iban a la tierra prometida.
“No cejaremos hasta que todos nuestros hermanos y hermanas de Etiopía se encuentren a salvo en su patria (el estado judío)", dijo el primer ministro israelí,Simón Peres, en un emotivo discurso pronunciado en la Universidad Henra de Al-Quds (Jerusalén).
No obstante, hoy, los datos nos revelan una verdad distinta; además de la discriminación y la humillación que atraviesan, más de la mitad vive en la pobreza total. Una realidad que nos permite concluir que ese régimen, que necesidad de aumentar su población, estaría comprando esclavos.
¿Acaso un judío golpeando a otro, y no un judío cualquiera, sino un soldado del ejército, significa “sentirse verdaderamente seguro” como dijo Netanyahu o prometió Simón Peres en 1985?
No todo se limita al caso del soldado etíope y no pretendemos describir la situación interna israelí basados en un solo video o juzgar según la condición en la que vive la comunidad etíope.
En este contexto, se debe añadir también la discriminación existente entre los diferentes grupos de judíos presentes en la sociedad israelí y los problemas económicos que les preocupan por igual.
De acuerdo con el establecimiento del régimen de Israel, que se basa en la congregación de judíos de todo el mundo en los territorios ocupados, deducimos que es una sociedad conformada por un 75 por ciento de judíos y un 20 por ciento de árabes. Así que, por un lado, los judíos que se consideran superiores a los árabes violan, con razón o sin ella, los derechos de los árabes y siempre les han tratado como ciudadanos de segunda clase, quienes nunca han disfrutado del bienestar y de las facilidades de que disponen otros judíos. Por otra parte, los judíos asquenazíes (de origen alemán, ruso o centroeuropeo) se consideran superiores a los sefardíes (descendientes de judíos hispano-portugueses), además de que ocupan los principales cargos y oportunidades de empleo. Este tema ha sido central para los israelíes, que se ven oprimidos y no han podido ver cómo se las declaraciones y promesas de las autoridades israelíes para convencerles de que inmigraran a estos territorios, a la hora de reflexionar sobre volver a sus países de origen o trasladarse a otras partes del mundo.
Una encuesta realizada por Haaretz-Dialog mostró que el racismo está casi institucionalizado entre los israelíes. Según la encuesta, la mayoría de la población judía, el 59 %, apoya la preferencia para los judíos sobre los árabes en la admisión a cargos ministeriales. Casi la mitad de ellos, el 49 %, quiere que se trate a los ciudadanos judíos mejor que a los árabes, mientras el 42 % no quiere vivir en los mismos edificios que los árabes.
Parece que el incumplimiento de las promesas de las autoridades israelíes a los judíos de otras partes del mundo o, mejor dicho, su incapacidad de crearles un ambiente seguro dentro de los territorios ocupados de Palestina les ha dejado frente una gran crisis: la reducción de la inmigración hacia los territorios ocupados y la creciente ola de emigración.
Una encuesta realizada por el periódico israelí 'Haaretz', según la cual, más de un tercio de los residentes en los territorios ocupados de Palestina apuestan por marcharse de esa zona, corrobora esta afirmación.
Por Rasoul Goudarzi
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