lunes, 18 de mayo de 2015

Francia rapta a Cuba bajo las narices de España

Presidente de Francia, François Hollande y presidente de Cuba, Raúl Castro

La diplomacia española no ha sabido ver la oportunidad que le brinda el deshielo político iniciado hace seis meses por Barack Obama y Raúl Castro para restablecer sus relaciones diplomáticas congeladas desde la década de los 60 del siglo pasado.

"El que da primero…" Esa ha sido la reacción tuitera, breve pero intensa, de Javier Solana Madariaga, experto en relaciones internacionales, exsecretario general de la Alianza Atlántica y exministro español, a la reciente visita a Cuba del presidente de Francia, François Hollande. El que da primero, da dos veces, sostiene el refrán y eso es precisamente lo que ha hecho el dirigente galo sin un ápice de rubor.

París ha tomado la delantera a todos sus socios europeos en su política de acercamiento a Cuba, pues el viaje de Hollande no es sólo el primero de un presidente de la República Francesa sino también la primera visita oficial de un líder comunitario a la isla caribeña en casi 30 años. Hay que remontarse a 1986 cuando estuvo Felipe González como presidente del Gobierno de España. Rebuscando en las hemerotecas también se encuentra la noticia de que en 1999 José María Aznar estuvo allí acompañado por los Reyes; sin embargo, aquella fue una visita no oficial. Hollande sacaba pecho de esta circunstancia: "Que Francia sea la primera, es su vocación", afirmaba orgulloso.

La iniciativa francesa deja en un mal lugar a la diplomacia española que no ha sabido —o ha podido- ver la oportunidad que le brinda el deshielo político iniciado hace seis meses por Barack Obama y Raúl Castro para restablecer sus relaciones diplomáticas congeladas desde la década de los 60 del siglo pasado.

Por razones históricas y culturales, España siempre ha sido uno de los mejores socios comerciales de Cuba. Es su principal inversor mundial al aglutinar un 45% de las inversiones totales, seguida de Canadá e Italia con el 10% respectivamente. Francia, en comparación, tiene una balanza comercial mucho más modesta. Precisamente por ello, Hollande se hizo acompañar de una comitiva de una treintena de empresarios y ejecutivos franceses interesados en hacer negocios en aquel país, entre ellos, por ejemplo, Air France.

Y se trajo algunos frutos. De ahí el comentario del ministro cubano de Comercio Exterior. "Los intercambios sectoriales desarrollados en la mañana de hoy [11 de mayo] entre el empresariado de Francia y Cuba permitieron identificar intereses comunes y constatar las potencialidades existentes entre los dos países para consolidar las relaciones económico-comerciales", declaró Rodrigo Malmierca.

El "golpe diplomático", como ya lo califica el diario Le Figaro de París, no ha debido sentar nada bien en los despachos del madrileño Palacio de Santa Cruz, cuartel general del Ministerio de Asuntos Exteriores. Allí aparentemente todavía no se han recuperado de la sorpresa que les dio el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el que fue su canciller Miguel Ángel Moratinos. Hace tres meses ambos políticos socialistas se plantaron en La Habana y se entrevistaron con Raúl Castro, haciendo probablemente lo que tendría que haber hecho el actual Gobierno del Partido Popular para ganar esta partida. El paso sentó fatal al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Su ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, no dudó en calificar la decisión de Zapatero de "desleal" e "inoportuna". Una vez más, el debate de las relaciones comerciales exteriores se canalizó en clave interna cuando tendría que ser un asunto de Estado.

En un intercambio con estudiantes de la Universidad de La Habana el presidente francés insistió en la necesidad de levantar el embargo decretado hace décadas por Estados Unidos contra Cuba y que está en vías de ser anulado (con el permiso del Congreso norteamericano).

"Francia hará todo lo que pueda para permitir que se tomen nuevas decisiones, para que se confirme esa apertura y para que esas medidas que tanto perjudicaron a Cuba puedan por fin ser anuladas, suprimidas y que cada país siga siendo respetado en su identidad", explicó monsieur Hollande desde la tribuna de oradores, contestando a la pregunta de una estudiante de Filosofía.

Pedir el fin del embargo a Cuba no es nada nuevo, pero hacerlo desde La Habana supone una ventaja innegable.

Pocos minutos antes, en el discurso previo, Hollande había lanzado un mensaje a toda América Latina, poniendo en valor a Cuba como "forma de reivindicación, dignidad e independencia". Recordó que las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla se están produciendo en La Habana. Incluso jugó la baza de la Guayana Francesa como departamento francés de ultramar —realmente es un enclave colonial-, y recordó el encuentro en 1874 en París entre José Martí, héroe de la independencia de Cuba, y el escritor Victor Hugo. Francia, dijo, comparte con ellos el mismo movimiento de ideas, las aspiraciones, los vínculos seculares y admira los mismos autores. Sin citarlo, se estaba refiriendo al espíritu revolucionario que brotó en 1789.

El máximo representante de Francia se reunió posteriormente con Fidel Castro en un encuentro cargado de enorme simbolismo pues el padre de la Revolución cubana no se prodiga nada en público —cada seis meses la oposición en Miami le da por muerto- y vive casi aislado. Fidel aceptó departir con el jefe del Elíseo en un ambiente muy distendido a tenor de las fotografías que se distribuyeron de ese insólito momento.

© AP PHOTO/ ALEX CASTRO
Presidente de Francia, François Hollande y Fidel Castro

Además, el viaje de Hollande supone el acta formal de defunción de la llamada Posición Común de la Unión Europea a propósito de Cuba, una línea de actuación auspiciada en 1996 por Aznar nada más llegar a La Moncloa.

Aznar propuso entonces a sus colegas de la UE un plan basado en la teoría del palo y la zanahoria. En otras palabras, ha sido un instrumento diplomático que ha condicionado el diálogo de cualquier índole al avance democrático y al respeto de los derechos humanos en la isla, En la práctica ha sido un fracaso y ha implicado un bloqueo. La Posición Común sigue oficialmente en vigor y desde entonces las relaciones entre Cuba y la UE se han convertido en una verdadera montaña rusa que se ha ido complicando a medida que el club se ampliaba hacia el este de Europa con los países excomunistas. Así, Cuba sigue siendo el único país de Latinoamérica con el que la Unión Europea no ha suscrito ningún tipo de acuerdo bilateral.

Eso debe cambiar. La "anomalía" de Cuba será previsiblemente uno de los temas que marcarán la agenda de la próxima cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) fijada para los días 10 y 11 de junio donde acudirán jefes de Estado y de Gobierno de ambos lados del Atlántico.

Hay signos para pensar con optimismo que a finales de este año se podría cerrar un acuerdo de diálogo político y cooperación, fruto de la frenética y eficaz actividad negociadora de la italiana Federica Mogherini, la representante de Política Exterior de los 28.



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