Los ojos del mundo están puestos en el destino de la ciudad siria de Palmira, una milenaria memoria arqueológica en peligro de ser arrasada por la voracidad criminal del grupo terrorista Estado Islámico (EI).
Los extremistas armados, que se mantienen al acecho a solo dos kilómetros de este rincón del mundo declarado en 1980 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, podrían destruir en minutos, lo que tomó miles de años conservar como legado cultural del ser humano.
Desde el 12 de mayo, unidades del ejército sirio y fuerzas de defensa popular están enfrentando los ataques de los extremistas armados, quienes han tratado infructuosamente de infiltrase en las localidades de al-Sijnah, al-Ameriya y en las zonas industriales ubicadas en la periferia de Palmira.
A su paso, los yihadistas armados cometen crímenes contra los residentes del lugar, obligándolos a abandonar la zona, después de quemar y saquear sus propiedades, como un presagio de lo que ocurrirá con los tesoros históricos empotrados en las ruinas de Palmira.
JOYA DE LA HUMANIDAD
Esta joya de la arquitectura antigua, cuyo nombre significa "lugar de las palmeras", fue fundada hace más de siete mil años, y está enclavada en el camino de Damasco a Mesopotamia, en un oasis en medio del desierto sirio, que contaba con un abundante manantial de agua.
Fue uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo y punto de encuentro de las caravanas en la conocida Ruta de la Seda, y a partir del siglo I comenzó a desarrollarse el arte y la cultura, que provocó fuera bautizada como "la novia del desierto".
Ubicada en una encrucijada de civilizaciones, Palmira alcanza su mayor esplendor en el siglo III, bajo dominio del Imperio Romano, mezclándose armónicamente las culturas grecorromanas con las tradiciones locales y las influencias persas.
Palmira estaba en la ruta comercial que unía a Roma con Persia, la India y China, y ya en el siglo III desempeñaba un importante rol militar y estratégico, en tiempos de la Reina Zenobia, coronada en el año 266, que después de conquistar a Siria extendió sus dominios hasta Egipto y Anatolia.
Los romanos no aceptaron la insolencia de Zenobia, que se
consideraba descendiente de la mítica Cleopatra, y en el 271, las tropas de Aureliano destruyeron la ciudad.
Lo que quedó de Palmira terminó de sepultarse en 1089, después que un terremoto hundiera bajo tierra los reductos de una de las ciudades más florecientes del Medio Oriente, la cual permaneció en el olvido hasta que sus ruinas fueron redescubiertas en el año 1678, para ser convertidas en establos para los camellos.
¿QUÉ PELIGRA EN PALMIRA?
Las Ruinas de Palmira atesoran la Gran Columnata, conocida como la arteria principal de la ciudad antigua, un camino empedrado de mil 200 metros de largo, coronado por un pórtico colosal, adornado de cariátides.
También se conserva el templo de Bel, erigido en el año 32 -hace mil 983 años-, y consagrado al dios semita Bel, que era adorado junto al dios lunar Aglibol y al dios solar Yarhibol, centro de la vida religiosa en Palmira.
Este templo fue convertido en fortaleza por los árabes en 1132, conservando su estructura original, por lo cual todavía puede verse el pasillo que asciende hacia el altar de sacrificio.
Otra de las reliquias que se atesoran en este lugar es el
Anfiteatro, con su foso para la orquesta, la entrada al escenario, el muro decorado y un pasadizo abovedado que conduce al espacio semicircular rodeado por el graderío.
Allí está el valle de las Tumbas, donde se hacían cuatro tipos de enterramientos, entre las que destacan la tumba-torre, la tumba-casa y la tumba-hipogeo, construida para recibir durante dos siglos los cuerpos de una misma familia.
La tumba subterránea más importante es la llamada de los "tres hermanos", que cuenta unos 400 nichos funerarios y cuyas paredes están recubiertas de frescos.
Además se conservan las fortalezas de Qasr al-Hir ash-Sharqui, en la ruta que conduce a Deir Ezzor, y la de Qasr al-Hir al-Gharbi, en la orilla del camino que lleva de Palmira a Damasco, construidos en la época de las invasiones otomanas.
TERRORISMO FRENTE AL PATRIMONIO HISTORICO
A su paso por diferentes puntos históricos en Siria e Iraq, las bandas armadas del grupo terrorista Estado Islámico (EI) han ido destruyendo todo el patrimonio cultural de la humanidad.
Esto por considerarlo como un acto de idolatría, que contradice -según estos takfiristas-, las reglas establecidas en el libro sagrado del Corán por el profeta Mahoma.
Destruyeron la ciudad de Nimrud, joya del imperio asirio fundado en el siglo XIII; destrozaron Hatra, con más de dos mil años de antigüedad, el museo y la biblioteca de Mosul, en Iraq.
En la ciudad siria de Bosra, en la provincia de Daraa, más de 20 sitios históricos sufren sistemáticos actos de saqueo y sabotaje por parte de grupos extremistas, entre ellos la mezquita de Mabrak al-Naqa, el monasterio de Arraheb Bouhaira, el teatro musical, y la entrada oeste de la mezquita fatimí de Bab al-Hawa.
S.O.S. INTERNACIONAL
La directora general de la Unesco, Irina Bokova, llamó a proteger Palmira y hacer todo lo posible para impedir su destrucción. "Estoy profundamente preocupada por las informaciones que nos llegan. Hay que salvarla", dijo consternada ante las noticias.
Por su parte, el director general de Antigüedades y Museos sirios, Maamoun Abdulkarim, alertó de que si el Estado Islámico (EI) conquista la ciudad, destruirán todo lo que existe allí, y "significará una catástrofe internacional".
La ciudad de Palmira, junto a los cascos antiguos de Alepo, Damasco y Busra; el Krak de los Caballeros y las aldeas antiguas del norte, forman parte de los seis sitios sirios declarados Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, y hoy están amenazados de desaparecer, ante un terrorismo manipulado por Occidente, que bien podría pretender seguir su ruta destructora en la Vieja Europa.
Fuente: Corresponsal de Prensa Latina en Siria
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