Ha pasado ya más de un año desde el inicio de la invasión saudí al país más pobre del mundo árabe, Yemen.
Para acabar con esta crisis se han realizado numerosas iniciativas por parte de los actores regionales e internacionales, no obstante, todo parece terminar en un callejón sin salida y las perspectivas para alcanzar la paz siguen bastante oscuras.
Desde que se desató el conflicto, el 25 de marzo de 2015, aparentemente con el objetivo de devolver al poder al expresidente fugitivo Abd Rabu Mansur Hadi, aliado de Riad, y debilitar al movimiento popular Ansarolá, más de 8500 yemeníes han perdido la vida, cuya inmensa mayoría, el 93 por ciento, son civiles.
La invasión ha afectado seriamente las infraestructuras del país árabe y, según datos de las Naciones Unidas, ha provocado unos 2 millones cuatrocientos mil desplazados. Arabia Saudí, también, ha conducido un asedio contra Yemen, evitando que llegue la ayuda humanitaria. La creciente violencia y el cerco han generado una grave crisis. 20 millones de yemeníes necesitan asistencia. La hambruna se propaga. De acuerdo con la ONU, 14,4 millones de ciudadanos se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, además, cerca de la tercera parte de los menores de cinco años sufren de malnutrición aguda.
Varias rondas de diálogo se han llevado a cabo, bajo el auspicio de la ONU y con la participación de las partes involucradas para acabar con la crisis, no obstante, los resultados han sido nulos y las negociaciones se han estancado en Kuwait.
En este artículo pretendemos estudiar los motivos del fracaso de los diálogos y analizar las perspectivas de la situación en esta parte del mundo.
¿Por qué no son fructíferos los diálogos?
Si observamos la naturaleza de las negociaciones, especialmente las de Kuwait, a simple vista podemos percatarnos de que no son para nada entre representantes verdaderos yemeníes y el Gobierno saudí. En este contexto, existen dos factores que se deben tener en cuenta. Primero, los saudíes han demostrado que, de momento, no quieren una solución porque sus planes aún no se han materializado. Y el segundo, radica en que no existe un consenso entre los propios yemeníes para enviar a un representante a los diálogos. Es así que aquellos que están a favor de Arabia Saudí no abogan por el cese de la guerra ya que no cuentan con la popularidad necesaria para poder gobernar en el país y si los diálogos dan resultados podrían perder su poder. Por ello apuestan por la continuación de la guerra hasta que se encuentre una solución que les favorezca. Por otra parte, quienes se oponen a los saudíes, como Ansarolá, se resisten a tirar la toalla ante los planes hegemónicos saudíes.
Los diálogos se realizan en base a la resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU, que especifica que Ansarolá debe deponer sus armas y retirarse de las ciudades; además añade que los yemeníes deben llegar a un consenso para formar gobierno. No obstante, lo que verdaderamente está ocurriendo es que Ansarolá y el Congreso Nacional de Yemen dicen que primero debe reinar la paz y se debe establecer un gobierno, para que luego los grupos como Al/Qaeda, Daesh y los afiliados a Arabia Saudí depongan sus armas. De esa forma, se puede ver que existen dos posturas claramente opuestas y contradictorias.
A esto se debe añadir la variedad de movimientos y grupos que están activos y operando en el país árabe, así como las diferencias que existen entre ellos. Como ejemplo podemos mencionar a los grupos afiliados a los saudíes. Ninguno de ellos considera a Yemen como un país independiente y lo que están haciendo es desarrollar una lucha en ese país, bajo la supervisión de Arabia Saudí, sin tener una visión clara de sus objetivos reales.
Por otro lado, los movimientos que están activos en el sur del país tienen otros objetivos. Algunos, como Al-Qaeda, reciben apoyo directo desde los Emiratos Árabes Unidos y buscan separar el Sur del Norte del país. A estos se suman aquellos otros grupos que forman parte de las fuerzas de EAU, Sudán, Jordania, EEUU, Etiopia y otros países africanos que piensan que con la ocupación del Sur pueden formar un gobierno independiente ahí.
¿Se alcanzará la paz a corto plazo?
Para llegar a una solución, especialmente cuando se trata de una guerra, todas las partes involucradas deben demostrar su voluntad de alcanzar la paz. En este contexto, hay que plantear que Arabia Saudí, desde que tomaron seriedad las iniciativas para acabar con esta guerra contra Yemen, ha actuado de forma tal que resulta evidente su oposición a conseguir este objetivo. Por ejemplo, Riad incumplió con el cese el fuego establecido por la ONU y continuó sus bombardeos contra diferentes partes de su vecino, demostrando que, de momento, está muy lejos de querer la paz. Su verdadera intención es presentarse como un poder regional, meta que pretende materializar mediante una victoria notable en el conflicto yemení. Sin embargo, por el momento, no solo no ha alcanzado resultados positivos, sino que ha empañado su imagen a nivel internacional a causa de los numerosos crímenes contra la humanidad que está cometiendo.
Además, los saudíes apoyan a los grupos yemeníes que están en conflicto para poder así dividir este país en seis regiones federales, cuatro estados en la parte septentrional y dos en la parte meridional, bajo la excusa de sus reivindicaciones secesionistas.
De esta forma, si Arabia Saudí pone fin a la guerra sin haber materializado sus objetivos de restablecer en el poder Mansur Hadi, debilitar al movimiento popular Ansarolá y a las fuerzas leales al expresidente Ali Abdulá Saleh, además del fracaso de la puesta en marcha del plan de división, sería un golpe duro para la reputación de la Familia Al Saud, que se enfrentaría con las duras críticas internas por el despilfarro de miles de millones de dólares que han conducido al país a una crisis socioeconómica a cambio de nada.
Ahora con todo lo expuesto, se puede decir que bajo el silencio y la parcialidad de la ONU, la paz y la estabilidad en Yemen siguen en manos de Arabia Saudí. Si Riad en realidad quiera acabar con la guerra, podría reunirse con los grupos políticos yemeníes y llegar a un acuerdo. No obstante, si Al Saud mantiene sus pretensiones de tomar el control del país y convertirlo en una nación subordinada, ni siquiera alcanzando un acuerdo definitivo, la guerra civil entre los partidarios saudíes y los opositores llegaría a su fin.
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