Mucho se ha hablado por estos días en que el Presidente Barack Obama visitó Vietnam del fin del embargo de venta de armas norteamericanas al país indochino pero pocos recuerdan que en apenas tres décadas la política de Estados Unidos en Asia ha dado un giro de 180 grados en relación con China y Vietnam.
En enero de 1979, Deng Xiaoping obtuvo el apoyo de Washington para su fracasada invasión con 450.000 hombres al territorio vietnamita que buscaba restablecer en el poder en Cambodia al régimen genocida de Pol Pot que fuerzas vietnamitas habían derrocado y el liderazgo chino apoyaba. En ese momento ya el gobierno de James Carter había entronizado la retórica de los derechos humanos pero eso no fue óbice para que los estadounidenses dieran el visto bueno al intento de restauración en Nom Pen de un régimen que había segado más de millón y medio de vidas.
Países en el TPP
Entonces, en el escenario de Guerra Fría donde Vietnam y la URSS eran aliados, Washington apoyaba a China contra Vietnam. Ahora, cuando Beijing ha emergido como potencia económica global, Estados Unidos trata de atraer a Vietnam a su esfera de influencia y no permitir que las relaciones chino-vietnamitas se consoliden a pesar de los esfuerzos de ambos países vecinos, cuya más reciente evidencia es la visita de Estado del líder chino Xi Jinping a Hanoi en noviembre del pasado año.
Deng Xiao Ping junto a James Carter
Cuando en octubre de 2015 Obama firmó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) fue muy claro al afirmar sus propósitos: “No podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global.”.
Mientras el golpe parlamentario al gobierno de Dilma Rouseff debilita la situación del grupo BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica) como alternativa al control estadounidense, Washington trata de avanzar en nuevas alianzas. Pero el TPP, que incluiría a Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EEUU y Vietnam y abarcaría el 40% de la economía mundial, aun aguarda la aprobación del Congreso estadounidense.
A pesar de que la prensa occidental solo nos presentó el punto de vista estadounidense durante la visita de Obama a Vietnam, los dirigentes vietnamitas no son tontos ni ponen todos sus huevos en una sola canasta, más cuando parece ser que el Congreso norteamericano no está muy dispuesto a aprobar el tratado que Obama promovió durante su viaje y los candidatos de ambos partidos a la presidencia (Hillary Clinton y Donald Trump) se han declarado opositores al mismo. Hanoi ha suscrito recientemente acuerdos comerciales con la Unión Europea y Corea del Sur y también está negociando una asociación económica regional integral con China, destinada a competir con el TPP.
Por otra parte, que Washington pretenda que Vietnam deje de ser el principal socio de Rusia en cooperación técnico-militar en la región Asia-Pacífico por obra y gracia de que ahora le levantó un embargo de armas es una prueba del papel del presidente norteamericano como gerente de ventas del Complejo Militar Industrial pero que convenza a los vietnamitas de abandonar seis décadas de conocimiento y cooperación con el armamento ruso por un socio recién llegado y al que le conocen bien las intenciones es otra bien diferente.
Como dice un refrán cubano, una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero. Si algo han evidenciado los dirigentes vietnamitas es inteligencia para defender su soberanía frente a grandes potencias cercanas y lejanas y aprovechar las oportunidades de desarrollo económico que su entorno geográfico, su cultura milenaria y su masa crítica demográfica de 92 millones de habitantes les ofrece.
Como dice un refrán cubano, una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero.
Iroel Sánchez
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