Este hecho, además de infringir las más mínimas normas humanitarias incluso en un escenario de guerra, no ha hecho más que radicalizar la ya grave situación de violencia que se vive en las regiones kurdas desde que el Gobierno de Tayip Erdogán iniciara, hace un mes, una vasta operación contra este grupo armado y las organizaciones políticas que le apoyan.
El propio gobernador de Mus ha reconocido lo ocurrido con un comunicado en el que informaba que Kevser Elturk, militante del PKK y conocida con el sobrenombre de Ekin Wan, había sido “neutralizada” y que personas desconocidas habían fotografiado su cuerpo desnudo para difundirlo por las redes sociales. En la imagen se aprecia el cadáver de la joven tendido en una plaza junto a tres hombres que parecen dispuestos a colocarla en un ataúd improvisado para su traslado. En las piernas se pueden ver magulladuras y contusiones mientras que una franja blanca oculta la zona abdominal que, según los testimonios difundidos, estaba desgarrada y ensangrentada.
Aunque desde el principio se denunció el ultraje del cuerpo, fue en su localidad natal de Van donde la mujer que la lavó y preparó para proceder a su entierro el día 12 constató la existencia de marcas en el cuello y sobre todo en la zona de la cintura, valoración que también corroboró Hamiyet Shain, la co-responsable del Partido Democrático del Pueblo (HDP) en esta ciudad. Para los diputados Gulser Yildirim y Enise Guneyli, también del HDP, aparte de no responder al más mínimo sentido de humanidad, el trato dado al cuerpo refleja una “mentalidad semejante a la del Estado Islámico”.
Por su parte, Sevim Salihoglu, que ha encabezado una comisión investigadora de la Asociación turca de Derechos Humanos en Varto, considera que también se debe investigar si, como aseguran otras personas, Kevser Elturk fue capturada herida y en realidad falleció como consecuencia de las torturas a las que fue sometida.
Gulistán Elturk, hermana de la guerrillera fallecida, explicó a la agencia de noticias Jinha, con base en Diyarbakir y dedicada específicamente a temas relacionados con la mujer, que, cuando llegó con su familia a recoger el cuerpo, en el lugar todavía permanecían decenas de soldados y policías que no dejaron de mofarse de ellos y que, después, aún siguieron el vehículo en el que la familia transportaba el cuerpo.
Al conocerse lo ocurrido, el Congreso de Mujeres Libres y la asociación Mujeres por la Paz realizaron llamamientos para organizar manifestaciones de protesta y han dado conferencias en varias ciudades, como Diyarbakir, Batman o Cizre, denunciando los hechos a la prensa nacional e internacional, iniciativas de las que se ha hecho eco la citada agencia Jinha.
Este miércoles, un centenar de mujeres, fundamentalmente dirigentes del HDP y del Congreso de Mujeres Libres, acudieron a Varto procedentes de ciudades de Turquía como Ankara, Istanbul y Diyarbakir para exigir que se conozca “toda la verdad”. Figen Yuksekdag, co-presidenta del HDP, dijo, repitiendo la consigna que se grita en las manifestaciones por el caso de Ekin Wan, que “el cuerpo desnudo de Ekin es un honor para nosotras”. La delegación, según informa el sitio web Bianet, visitó a las familias de dos civiles muertos en Varto por disparos del Ejército y comprobó que prácticamente todas las casas tenían impactos de los combates ocurridos en esta localidad.
No es la primera vez que se difunden imágenes de soldados turcos ultrajando los cuerpos sin vida de miembros del PKK ni la primera vez que se distribuyen fotografías junto a los cuerpos previamente desnudados de guerrilleras muertas como si se tratara de trofeos de caza. Estas prácticas ya fueron utilizadas en los años 90, tal y como refleja otra de las imágenes.
Aunque son numerosas las denuncias por violaciones de derechos humanos –incluidas ejecuciones sumarias, torturas, bombardeos indiscriminados y destrucción de comercios y viviendas- que se están registrado durante la ofensiva del Ejército contra el PKK, el escándalo provocado por el caso de Kevser Elturk tiene una especial significación no solo por el trato degradante que supone hacia la mujer sino porque las guerrilleras del PKK se habían convertido en el símbolo internacional de la lucha de la mujer contra el Estado Islámico.
Igualmente este grave deterioro en relación con los derechos humanos echa por tierra la imagen que el Gobierno de Erdogán se ha esforzado en dar ante la opinión pública mundial, precisamente en este terreno, siendo una de sus consignas preferidas cuando llegó al poder la de “tolerancia cero ante la tortura”.
De hecho, esa imagen le permitió liderar, junto al presidente Zapatero, la Alianza de Civilizaciones, organización todavía vigente y que, por cierto, sigue teniendo en su presidencia, al menos formalmente, a representantes del Gobierno turco.
El escándalo tiene también otra repercusión internacional ya que Ankara cuenta con el aval explícito de la Alianza Atlántica para esta operación, sin que, hasta ahora, ninguno de los Gobiernos que integran la OTAN, incluido el español, hayan dicho una palabra sobre la generalizada violación de los derechos humanos que está acompañando a esta vasta ofensiva política y militar en el Kurdistán turco.
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