Durante su discurso anual ante los embajadores franceses en el extranjero, Hollande -al referise al conflicto sirio- expresó que el presidente Bashar al-Assad no tiene por qué ser parte del futuro de su país.
Para Damasco, las palabras del mandatario galo confirman la implicación y participación de Francia en el derramamiento de sangre siria y forma parte de la mentalidad colonialista orientada a confiscar la decisión de los pueblos y controlar sus opciones al servicio de intereses materiales baratos.
La protesta enfatizó que el gobierno de Francia vende sus posiciones y valores en los mercados del petróleo, y ratificó que mientras París mantenga esas posiciones, Siria no aceptará ningún papel francés en la solución política.
La Cancillería siria instó a Hollande a sacar conclusiones de sus posturas políticas, con el fin de preservar lo que le queda de reputación a Francia en el mundo.
Reiteró que Siria lucha con firmeza contra el terrorismo, y se aferra a la preservación de la soberanía e independencia, y enfrentará a cualquier intento de interferir en sus alternativas nacionales.
Por otro lado, Ejército sirio continuó sus operaciones ofensivas contra bandas terroristas en varios puntos del país.
Voceros militares confirmaron que decenas de yihadistas fueron abatidos en la provincia de Hama, al noreste de Damasco.
A consecuencia de los enfrentamientos en la zona de al-Masheik, fuerzas del autoproclamado Ejército de la Conquista (Jaish al-Fatah) sufrieron considerables pérdidas en armas y municiones, y fueron destruidos varios vehículos artillados.
También se reportaron bajas en las filas de los grupos extremistas Frente al-Nusra y Los Hombres Libres del Levante (Ahrar al-Sham), durante los operativos en la aldea de al-Bahsa.
En Idleb, cazas sirios bombardearon posiciones de los extremistas en las regiones de Abu Dohour y Jisr al-Shougur, acción que provocó la muerte de decenas de takfiristas.
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