lunes, 15 de junio de 2015

'El tuerto' que devino en el Bin Laden del Sáhara


Mujtar Belmujtar, en una grabación de enero de 2013.

El ojo artificial de Mujtar Belmujtar le hace inconfundible, por mucho que su identidad haya ido mutando en mil y un nombres. Desde muy joven se le conoce como 'El tuerto' ('Laauar'), porque perdió un ojocombatiendo en Afganistán. Más tarde, como el Bin Laden del Sáhara, porque fue jefe de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) hasta que, a finales de 2012, creó su propio grupo armado. O como 'Mister Marlboro', por dominar el negocio del contrabando de tabaco en la región del Sahel. Más tarde, las fuerzas de seguridad francesas que entraron en Mali para detener el avance islamista hacia Bamako le apodaron 'El Escurridizo'. Otro de sus nombres es Khaled Abu el Abas. Pero su ojo de cristal, siempre abierto, le delata bajo sus diferentes apelativos.
Nacido el 1 de junio de 1972 en Ghardaïa, un oasis en el desierto del sur de Argelia, Belmujtar pertenece a una familia media -ni rica ni pobre- de comerciantes. Todos sus hermanos y hermanas obtuvieron estudios de secundaria y superiores, menos él, quien desde niño se interesó por la religión. La guerra de Afganistán, que siguió a la invasión soviética de 1979, marcó su adolescencia. En medio de estos acontecimientos destacaba la figura del palestino Abdulá Azzam, que se convirtió en uno de los teóricos de la yihad global y fue mentor de Osama bin Laden. Belmujtar lo veneraba y su muerte, en un misterioso atentado con coche bomba en 1989 en Peshawar, funcionó como un revulsivo para que
Belmujtar decidiera enrolarse con los 'muyahidin' que combatían a los soviéticos en Afganistán. Allí estaría poco tiempo, aunque le dio para luchar en varios frentes, perder su ojo izquierdo y conocer a varias figuras que luego se convertirían en 'pares' del yihadismo internacional.
Al volver a su país, Argelia ya está inmersa en una sangrienta deriva, la guerra civil que se desató en 1992 entre islamistas y militares. Lucha en las filas del Grupo Islámico Armado (GIA) y después, en el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), que sería el germen de AQMI, a finales de los 90 y del que Belmujtar se convertiría en uno de sus emires más temidos.
A partir de ahí, su actividad terrorista va desplazándose a través del Sahel. El sur de Argelia, Mauritania, Mali y posteriormente, Túnez y Libia se van convirtiendo en sus santuarios. Sus blancos suelen ser fuerzas de seguridad, cooperantes y turistas. Las decapitacionesque practica Estado Islámico fueron ya realizadas por el AQMI de Belmujtar. En 2008 el grupo terrorista decapitó, por ejemplo, a dos soldados mauritanos. Los secuestros y asesinatos de turistas (en 2007 AQMI mató a cuatro franceses y en 2009 secuestró a tres españoles en Mauritania) hicieron que gran parte del Sáhara y del Sahel fueran zona prohibida para los occidentales.

Un islamista convencido

A finales de 2012, creó su propio grupo, Los signatarios de sangre (luego Al Murabitun), que daría su gran golpe en enero de 2013, con el secuestro y ataque del complejo gasístico de In Amenas, en el desierto argelino. La acción se saldó con 37 extranjeros, un argelino y 29 secuestradores muertos. Los militares franceses intentaron darle caza en Mali e incluso se le dio por muerto en un bombardeo en mayo de 2013. Pero poco después él mismo apareció en un vídeo para desmentirlo. Los expertos consideran que se escondía últimamente en Libia.
Allí, Belmujtar habría seguido amasando una gran fortuna gracias al contrabando de todo tipo: tabaco, drogas, armas, tráfico de seres humanos... Según datos facilitados  por Alaya Allani, experto en salafismo de la Universidad de Manuba (Túnez), la red de tabaco de contrabando de Belmujtar movió 2,5 millones de dólares en Libia y la frontera tunecina. Los secuestros también le han proporcionado grandes cantidades de dinero para financiarse.
Pese a ello, el experto mauritano Lemine Uld Mohamed Salem, autor del libro 'El Bin Laden del Sáhara', sobre Belmujtar, desestima que sea un simple contrabandista en una entrevista publicada por 'Sahara Media'. "No es un narcotraficante. Es un islamista convencido de que la yihad es la única vía que devolverá al mundo musulmán la antigua gloria de antaño y que le llevará, a él personalmente, al Paraíso", afirma.

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