El petróleo y la crisis vinculada a él han marcado la historia de los últimos 70 años en Oriente Medio.
Los Gobiernos de la región venden crudo y, mientras este negocio constituye su principal ingreso, invierten grandes sumas en la compra de armas procedentes de países occidentales, entre ellos Estados Unidos, Alemania y Francia, las cuales emplean después en guerras y conflictos que se desarrollan en esta región.
En otras palabras, hay una especie de círculo vicioso entre la venta de armas, su adquisición y las crisis y guerras que se producen en Oriente Medio. Por un lado, el petróleo de Oriente Medio es enviado a Occidente y otras partes del mundo, mientras su dinero llega a Oriente Medio. Después se origina una crisis o una guerra en la región que provoca el flujo de este dinero hacia Europa y EE. UU. y la llegada de armas a la región.
De esto hemos sido testigo en las últimas décadas, y hoy en día más que nunca. Siria, Irak, Yemen, Libia, entre otros países de la región están sumergidos en el caos y las campañas bélicas que han dado como resultado la muerte de miles de personas y el desplazamiento de millones más.
Estas guerras conllevan enormes gastos tanto para aquellos gobiernos incendiarios de los conflictos como para aquellos que se ven afectados o involucrados; dado que estos países no poseen otro recurso que el petróleo, sacrifican fortunas en reconstruir infraestructuras, alojar a los desplazados, comprar municiones y armas, entre otras cosas, dejando muy poco para el desarrollo del país y el bienestar social.
Un claro ejemplo es el de Arabia Saudí, país que lanzó el pasado 25 de marzo una guerra directa contra su vecino sureño, Yemen. Según los informes, el gobierno saudí ha anunciado que aumentará el techo de la producción de petróleo hasta 12 millones de barriles al día para poder correr con los gastos de esta campaña bélica, además de disponer del dinero requerido para la compra de armas a Francia. De acuerdo con los informes, París ha suscrito un acuerdo militar con Riad por valor de 18 mil millones de dólares.
De hecho, la guerra de Yemen ha sido un pretexto para que EE. UU., Francia y el Reino Unido, entre otros, se apoderen de los petrodólares saudíes, de ahí que se hayan opuesto, en el Consejo de Seguridad de la ONU, a cualquier propuesta basada en el cese de los bombardeos, justificando su apoyo a Al Saud con el alegato de la lucha contra el terrorismo.
En este sentido, en la reunión del Consejo de Seguridad, Rusia planteó un cese al fuego inmediato en Yemen, un plan que fue rechazado por los representantes de EEUU, Francia y el Reino Unido, quienes afirmaron que deben consultarlo con sus gobiernos.
Asimismo, cada vez que inicia una guerra en la región de Oriente Medio, de inmediato, somos testigos de la presencia de las autoridades estadounidenses y europeas en la región. Esto podría tener dos aspectos; por un lado, intentar encontrar una solución a la situación y, por otro, ofrecer la venta de armas y apoyo logístico con sus correspondientes gastos, tanto para el agresor como para el agredido.
Exactamente en este contexto, desde el inicio de la invasión saudí a Yemen, las autoridades estadounidenses y europeas, entre ellas, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry; el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius; y el propio presidente galo, Francois Hollande; viajaron a Riad, mientras otros como Alemania hicieron llamadas telefónicas, para apoyar a Al Saud en su agresión al pueblo yemení. Quizás lo aparente sea encontrar una solución, pero, también, se puede tocar la otra cara de la moneda, es decir, el comercio de armas, tal como han declarado Francia y EE.UU. con su apoyo logístico y armamentístico a los saudíes.
En este contexto, cabe destacar que un informe proporcionado por los expertos del IHS Janes, en Londres, consideran que el reino saudí es el primer y principal importador de equipamientos militares a nivel mundial, superando a la India, durante el año 2014, con una compra por valor de 6400 millones de dólares.
Riad experimentó un aumento del 54 por ciento en 2014, y se estima que, en 2015, tenga otra subida de un 52 % para alcanzar los 9800 millones de dólares. Cabe mencionar que, en este año, Arabia Saudí emplea uno de cada siete dólares destinados a la compra de armas, cuyo proveedor principal es Estados Unidos.
Este tema no solo se limita a Arabia Saudí, sino también a otros países de la región, como Catar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Egipto, entre otros.
Por supuesto que la venta de armas a los países de la región no recompensa todo el dinero que los países europeos y EE.UU. pagan por el petróleo, pero la tensión existente motiva a los países de Oriente Medio a sentirse siempre bajo una eventual amenaza, así que recurren estas compras y a firmar contratos militares con sus “socios europeos” para sentirse un poco más seguros.
Con todo lo expuesto hay que plantear dos cosas; en primer lugar, los conflictos ocurren siempre en países en vía de desarrollo y, en el fondo del caos vivido en la región, siempre ha habido un apoyo exterior, como el caso de la invasión saudí a Yemen, que ha estado acompañada por diferentes países, como Francia, el Reino Unido, EE.UU., entre otros. Además, el mundo entero es consciente de que las ecuaciones internacionales han cambiado mucho con el tiempo y ya ningún país puede beneficiarse de las guerras ni superpotencias como EEUU se adentran en contiendas directas, puesto que afecta la imagen del país agresor ante la opinión pública, además de los enormes gastos que conlleva. Así que los países de la región deben estar atentos ante las acciones de aquellos que los incitan a provocar una guerra.
Asimismo, cuando un país dedica toda su riqueza a lanzar guerras o intervenir en otros territorios, especialmente en los países en vía de desarrollo, para "prevenir posibles amenazas", es natural que el gobierno se vea obligado a hacer caso omiso de las demandas internas, dando pie a la generación de una bomba de tiempo en su propio territorio, a causa de la insatisfacción popular, cuyo resultado podría ser el fin de los gobernantes. Mientras tanto, si no hay guerras ni intervenciones, la atención y esfuerzo se pueden centrar la el mejoramiento de la situación del país para garantizar su seguridad y prosperidad, como el caso de Noruega, que tiene petróleo y se considera uno de los mejores países del mundo en cuanto a bienestar social.
Escrito por Rasoul Goudarzi
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