Los Medios de información han reaccionado internacionalmente al atentado ocurrido este domingo en Ankara, cuyo resultado inicial deja cerca de 40 muertos y 130 heridos.
Lo primero que hay que determinar es el tipo de violencia empleado y las condiciones en que se ha dado, para luego establecer la posible autoría y, por tanto, el objetivo perseguido. Lo fundamental es saber si quien sufre dicha acción posee variados enemigos y las causas que provoca su posición política.
El evento ha sido en el centro de la capital turca lo que indica desde ya varios factores a considerar: crear temor en la población sobre el peligro que implica transitar en una zona de congestión e importancia comercial deteniendo el flujo normal, instaurar el temor a un enemigo interno o externo que desea atacar a una nación, demostrar que ningún gobierno está exento de ser agredido en el mismo corazón de su vida nacional, comprobar que las fuerzas de seguridad son incapaces de prever con antelación actos de esta naturaleza, entre otros. El hecho que la explosión se ha producido a la salida de una de las estaciones del metro más transitadas de la ciudad, provocado por un coche bomba, hace crecer el miedo a estar en lugares públicos.
Sin embargo, pese a que aún no se reivindicaba el hecho por ningún grupo, medios internacionales (como en el caso de América Latina), ya entregaban como un supuesto autor al Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK), con el fin expreso de crear una matriz de opinión intencionada en la sociedad. Naturalmente este hecho que viola la transparencia de la información y constriñe la ética no tendrá ningún contradictor debido al dominio casi pleno de la propiedad comunicativa. Es decir, se ha presentado una “teoría” a partir de la cual se construye una imagen adecuada a los intereses del emisor.
Al respecto, la pregunta es: ¿quién lo efectuó y a qué se debe dicho atentado?
Existen varias posibilidades: una, un autoatentado para atacar inmisericordemente a los kurdos, a Siria o a todo opositor; dos, que el PKK lo hubiese realizado como respuesta a las masacres perpetradas en su contra; tres, que grupos terroristas de Daesh exijan a Turquía mayor protección o se encuentren en conflicto; cuatro, sectores inmigrantes que se han visto perjudicados en extremo frente a las políticas turcas de concentrarlos en campos donde la vida se reduce a un mínimo vital.
Lo preocupante es que Turquía puede ir en camino de un estado fallido pues la conculcación del derecho a conocer la verdad o incluso las imágenes, ya prohibidas, implica que los niveles de tensión social comienzan a incrementarse a un nivel muy alto. Saber que piensan los diversos actores de la política referente a la situación de crisis es fundamental pues esta forma de ver la situación puede conducir a un nuevo desenlace, incluso cruento. Parece ser que los aliados tradicionales consideran que, pese a ser su herramienta disuasiva, a su vez no ofrece todas las condiciones de seguridad para sostener a su mandatario.
Las posiciones de Rusia, Irán, Siria y otros gobiernos consecuentes, ha sido de condena directa al terrorismo exigiendo a todas las naciones la unidad verdadera y no discursiva para combatir este flagelo. Obviamente dicha posición por la paz pone en un serio aprieto al presidente Erdogan pues su vinculación a grupos terroristas implica definir su posición: romper con éstos o aceptar las consecuencias graves que derivan de dicha alianza.
Lo cierto es que Erdogan no puede quejarse de lo ocurrido pues su política de agresión a diversos estados, la represión interna, los “convenios” comerciales para los inmigrantes con la Unión Europea y el apoyo al ejército Daesh, uno de sus brazos armados en la región, incita la ley de compensación pues todo lo que ha provocado en masacres, intervenciones, atentados, se revierte ahora por parte de contradictores anteriores o actuales. Toda nación que construya su política nacional o internacional basada en la fuerza recibe una proporcional respuesta en algún momento histórico o coyuntural.
De allí que este nuevo atentado debe servir de experiencia y análisis a los diversos gobiernos que usan la violencia para instaurar sus propósitos de esquilmar a diversos países. El destino es coherente y luego no se puede quejar quien es el responsable de lo ocurrido. Lo verdaderamente lamentable son las víctimas civiles, inocentes, que son atribuladas por quienes usan el poder para dominar y expoliar.
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