jueves, 16 de julio de 2015

Arsenal nuclear israelí: la VERDADERA amenaza real para Oriente Medio Y EL PLANETA

Una de las razones por las que el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, teme más el acuerdo nuclear con Irán es el hecho de que éste va a atraer inevitablemente la atención del mundo hacia el programa nuclear militar de Israel, un estado que cuenta con un número de ojivas nucleares situado entra las 200 y las 400, según los expertos.

La posesión por parte del régimen israelí de tal armamento supone una grave amenaza para la región de Oriente Medio y el mundo entero. Cabe recordar que el régimen israelí, a diferencia de Irán, agrede de vez en cuando a sus vecinos y utiliza en tales agresiones bombas de racimo, de fósforo y otras armas prohibidas con el fin de perpetrar masacres contra poblaciones civiles.

Algunos expertos israelíes han hecho sonar la campana de alarma con respecto a este arsenal, incluyendo Mordechai Vanunu, el científico que continúa en prisión por haber desvelado la existencia y el estado actual del programa nuclear israelí, y el profesor Uzi Even, un antiguo responsable del centro de investigación nuclear de Dimona, en el Desierto del Neguev, que puso de manifiesto el peligro que entraña esta central nuclear israelí.

En 2003, el general israelí Van Creveld se jactó de la capacidad de Israel de alcanzar la mayor parte de las capitales europeas con sus armas nucleares.

Israel posee al menos dos sitios nucleares prohibidos, el de Dimona, un regalo del gobierno socialista francés de Guy Mollet en 1956 y el centro de investigaciones nucleares de Nahal Sorek, al oeste de Jerusalén, que fue un regalo del presidente estadounidense Eisenhower. La central de Dimona fue un pago por los servicios prestados por Israel al colonialismo francés durante la Guerra de Independencia de Argelia, en la que Israel ayudó a Francia a luchar contra el FLN argelino por medio de la actuación de las redes sionistas en el país norteafricano.


Vanunu, aterrado por el belicismo israelí, desveló públicamente por primera vez en 1.986 la existencia de la central nuclear y su capacidad en lo que se refiere a la fabricación de ojivas nucleares. Esto le valió el ser secuestrado y pasar 18 años en prisión. También se le prohibió hablar con la prensa.

En 2008, un periódico italiano desveló un escándalo importante: el profesor palestino Mahmud Saada, experto y miembro de una comisión internacional encargada de la protección frente a las guerras nucleares y las radiaciones,  informó que “las radiaciones que emanan del reactor israelí de Dimona y de los residuos nucleares que están enterrados en tres depósitos subterráneos adyacentes son, sin duda, la causa de muy raras formas de tumores en los ojos y el cerebro entre los niños palestinos del distrito de Daheriyeh, en el sur de Al Jalil (Hebrón), en Cisjordania. El aumento en un 60% de este tipo de cánceres no tenía otra explicación.

Dos años antes, médicos palestinos, con el apoyo del experto israelí Michael Shapira, denunciaron el aumento de los cánceres y abortos espontáneos en cinco pueblos situados al sur de Hebrón.

En 2009, un grupo de trabajadores israelíes de Dimona acusó a la dirección del Centro de haberlos utilizado como cobayas al hacer que su cuerpo absorbiera uranio con fines experimentales.

Sin embargo, y a pesar de los crímenes de los locos furiosos que están en el poder en Israel, este último continúa disfrutando de una impunidad en este tema. Se niega a firmar el Tratado de No Proliferación e impidiendo inspecciones en sus instalaciones, sin que se planteen sanciones contra dicho estado. El Organismo Internacional de la Energía Atómica sigue haciendo la vista gorda frente a lo que constituye el mayor peligro nuclear del planeta.

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