La guerra en la República Centroafricana (RCA), definida tantas veces como religiosa por las matanzas entre musulmanes y cristianos, tenía un trasfondo más prosaico: el poder y el dinero; la carrera desenfrenada de diversos grupos armados destinada a controlar lo que el economista británico Paul Collier define como “la maldición de los recursos naturales” del continente africano. El brillo de los diamantes y del oro; el potencial energético del uranio y la promesa del petróleo, competían con otra riqueza menos aparente pero enormemente lucrativa: la madera tropical, un material que, en su mayor parte, ha terminado en los jardines y terrazas de Europa, fundamentalmente de Alemania, Francia y Reino Unido, y, en menor medida, de España, que también compra este producto centroafricano.
Global Witness, una organización británica sin ánimo de lucro especializada en desvelar el vínculo entre guerras, corrupción y recursos naturales, acaba de confirmar en un informe titulado “Madera de sangre; cómo Europa contribuyó a financiar la guerra centroafricana” que este comercio –y de forma involuntaria los consumidores europeos– financió el conflicto en el país africano, una violencia en la que dejaron sus vidas al menos 5.000 personas, en un cálculo considerado “muy a la baja” por Naciones Unidas y que no refleja “en absoluto el alcance y la brutalidad de las matanzas”. Los muertos fueron quienes se llevaron la peor parte de una guerra que ha dejado a casi uno de cada cuatro centroafricanos –un millón de personas sobre una población total de sólo 4,6 millones– refugiado o desplazado.
En el informe se confirma que empresas europeas son los principales clientes de tres sociedades madereras con sede legal en el país africano –SEFCA, IFB y Vicwood Group–, pero de capital libanés, francés y chino, respectivamente. Estas empresas conforman un oligopolio que controla el 99% de las exportaciones del sector en la RCA. Las conexiones con Europa no se quedan en meras ventas pues los dueños de SEFCA, los riquísimos empresarios libaneses Nessrallah y Jamel el Sahely, poseen a su vez el 50% de una de las compañías europeas, la francesa Tropica-Bois, identificada por Global Witness como la principal importadora de madera centroafricana.
Un hombre arrastra el cadáver de un supuesto Seleka en Bangui (Reuters).
En 2013, en lo peor de la guerra que sacudía Centroáfrica desde diciembre del año anterior, cuando la alianza de mayoría musulmana Seleka lanzó una ofensiva sangrienta para derrocar al presidente François Bozizé, estas tres empresas abonaron más de 3,4 millones de euros a ese grupo armado en concepto de pagos directos, sobornos, “peajes” en controles ilegales de carreteras y “escolta” armada para los camiones que transportan los enormes troncos arrancados a una selva que hasta hace pocas décadas aún era virgen. “Nuestras investigaciones han mostrado que las empresas madereras que exportan ilegalmente a Europa han pagado millones de euros a los rebeldesculpables de masacres, secuestros, violaciones y reclutamiento de niños soldado”, sostiene Alexandra Pardal, responsable de campaña de Global Witness.
De acuerdo con las estadísticas oficiales de la República Centroafricana, El 59% de las exportaciones de madera acaba en el mercado europeo, esencialmente en Alemania (32%), Francia (20%), Reino Unido (5%) y en menor medida en otros países, entre los que los autores del informe citan a España. El Confidencial ha solicitado al Ministerio de Agua y Bosques centroafricano los datos de las exportaciones de madera a nuestro país. Su respuesta ha sido citar a este periódico para la semana que viene, pues un responsable ha asegurado no disponer en ese momento de los datos.
La “protección” de los grupos armados
Mientras la actividad económica del país se paralizaba por la guerra en 2013 y 2014, los camiones de la sociedad SEFCA y de sus dos competidoras, IFB y Vicwood Group, transitaban sin ser inquietados por las pistas forestales plagadas de milicianos armados hasta los dientes que asaltaban a todo el que pasara por allí. En privado, responsables de la sociedad SEFCA reconocían entonces, en conversación con este diario, haberse visto “obligados” a contratar a sicarios de la Seleka como “guardias de seguridad” so pena de ver sus instalaciones saqueadas. Lo que sus responsables no decían era que estas tres empresas llegaron a acuerdos, siempre según Global Witness, con la Seleka que incluían pagos mensuales, “peajes” para atravesar puestos de control ilegales, escolta armada e incluso pagos directos al Gobierno golpista del presidente seleka Michel Djotodia.
Estas tres empresas abonaron 3,4 millones al grupo armado de los Seleka, de mayoría musulmana y culpable de masacres y violaciones
En el caso de la sociedad SEFCA, consta un pago de 380.876 euros a los rebeldes. Los sobornos a la Seleka pudieron servir, según la organización británica, para financiar los supuestos crímenes de guerra y contra la Humanidad que, de acuerdo con la ONU, esta alianza rebelde podría haber cometido desde 2012.
Cuando los Seleka fueron desalojados del poder por la comunidad internacional en enero de 2014, sus enemigos de otro grupo armado, losAntibalaka, casi todos cristianos y animistas, tomaron el relevo en los controles ilegales de carretera en la región suroeste. Y, de nuevo en esta ocasión, precisa el informe, las tres compañías madereras cerraron los ojos ante las atrocidades de esta milicia –también sospechosa de crímenes de guerra y contra la Humanidad–y efectuaron pagos por valor de 127.864 euros sólo en 2014.
De acuerdo con las leyes europeas, la madera explotada en estas dudosas condiciones de legalidad debería tener su acceso vetado a los mercados de la UE. Sobre el papel, porque, si bien las exportaciones de diamantes centroafricanos se prohibieron para acabar con una fuente de financiación de las milicias, la madera ha seguido entrando tranquilamente en Europa. Una indiferencia que ha resultado enormemente lucrativa para los dueños de las tres empresas que conforman el oligopolio del sector en Centroáfrica.
Un miliciano Antibalaka posa en un control de carretera cercano a la ciudad de Yaloke (Reuters).
“No es una guerra contra los blancos”
“Durante el conflicto, la madera se convirtió en el primer producto de las exportaciones de la RCA, un lugar ocupado hasta entonces por los diamantes.Este producto llegó en masa a Europa, violando la legislación europea concebida para luchar contra la madera ilegal –el llamado Reglamento Madera de la UE–. El más importante importador de madera centroafricana, la sociedad francesa Tropica-Bois, basada en Francia, obtuvo un récord de beneficios en 2013, registrando un alza del 247% en relación con 2010”, desvela Global Witness.
La organización se puso en contacto con esta sociedad francesa, propiedad al 50% de los hermanos Sahely, los también dueños de SEFCA, la empresa centroafricana que hizo pagos directos a la Seleka. Sin saber que estaba siendo grabada en vídeo, una representante de la compañía se refirió a la actividad de Tropica-Bois en Centroáfrica en estos términos: “Se trata de África. La guerra es tan habitual que en realidad ya no le prestamos atención… No es una guerra dirigida contra los blancos. No es una guerra a la que no se pueda ir”.
'Se trata de África. La guerra es tan habitual que en realidad ya no le prestamos atención. No es una guerra contra los blancos'
La Unión Europea no sólo no ha vetado el acceso de este producto obtenido en medio de una guerra, sino que además SEFCA, IFB y Vicwood Group disfrutan de un acceso preferencial a los mercados europeos. En 2011, la UE firmó con la República Centroafricana un VPA (Acuerdo de Partenariado Voluntario en sus siglas en inglés), que concedía ventajas arancelarias a cambio de un compromiso explícito del ya entonces fallido Estado centroafricano de controlar a las empresas madereras, establecer un plan de lucha contra la tala ilegal y proteger sus bosques húmedos tropicales. Los bosques húmedos de la República Centroafricana son, junto con las selvas de los otros países de la cuenca del río Congo, el segundo pulmón del planeta solo por detrás de la Amazonia.
Al acuerdo de la Unión Europea se sumó una financiación directa por parte de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) que, antes de la guerra, concedió 1, 4 millones de euros a la sociedad SEFCA para elaborar un plan de explotación sostenible de las áreas que explota, un plan que nunca se ha aplicado, según los resultados de una auditoría conducida en 2012.
La motivación de Europa era garantizar la viabilidad de un sector que consideraba vital para el desarrollo económico del país. Pero nada parece más lejos de la realidad a la luz de los datos. La industria maderera emplea hoy directamente en la RCA a poco más de 2.000 personas y además, según denunció la propia ministra de Aguas y Bosques centroafricana, Isabelle Gaudeuille, durante una reunión con la delegación de la UE en el país, en 2013 y 2014 estas empresas ni siquiera pagaron los impuestos a los que les obliga la ley.
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