martes, 7 de abril de 2015

Sayyed Nasralá: el fracaso saudí en Yemen cambiará la región


El secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, ha afirmado que la región atraviesa un período crucial, señalando que los conflictos en la misma -como en Siria, Iraq o Yemen- son políticos por excelencia. Sus instrumentos son religiosos, pero los objetivos son políticos, señaló.


En una entrevista exclusiva con el canal por satélite sirio Al Ijbariya, Sayyed Nasralá habló de Siria, Yemen y las repercusiones del acuerdo nuclear de Lausana en la región.

He aquí los principales puntos de su discurso:

El conflicto en la región es político

No hay ninguna duda de que el conflicto en la región es político, pero sus instrumentos son religiosos. No se trata de una utilización de la religión en el buen sentido, como por ejemplo en la lucha contra la ocupación israelí.

Doy un ejemplo, el de Irán. Irán en la época del Shah era shií, pero el régimen del Shah estaba en el eje norteamericano. Era un aliado de Arabia Saudí pese a que él alentaba los eslóganes shiíes, su mujer visitaba el Mausoleo del Imam Rida. El Shah recitaba el Corán, igual que hace el rey saudí, pero nunca se le acusó de representar una amenaza shií para los sunníes o una amenaza persa para los árabes.

Sin embargo, cuando el Imam Jomeini desencadenó la Revolución Islámica para fundar la República Islámica de Irán a fin de devolver al pueblo iraní su independencia y su poder de decidir por sí mismo, cuando devolvió a su pueblo la confianza en sí mismo y se liberó de la tutela norteamericana, es en ese momento que voces árabes comenzaron a poner en guardia contra la amenaza persa o shií que quería “conquistar la región”. Lo importante es la elección que los pueblos realizan: ya sea adherirse al eje de EEUU o al de la resistencia y la causa palestina. Y así pues, nuestro problema es con la ocupación israelí, que lleva a cabo masacres y guerras: nuestra batalla no es contra los judíos, sino contra los sionistas.

Participación de Hezbolá en el conflicto de Siria

Hemos escogido y decidido participar en el conflicto sirio y hemos presentado en numerosas ocasiones nuestras razones y argumentos. En primer lugar, éramos plenamente conscientes de la amplitud del complot contra Siria.

Ciertamente, sabíamos que el conflicto prometía ser largo y duro. Bastaba leer los análisis y los pronósticos que esperaban la caída del gobierno sirio en pocos meses.  Sólo esto nos daba ya una idea acerca de la amplitud del complot de los estados implicados en él a nivel regional e internacional. Es por eso que estimamos siempre que el conflicto en Siria estaba abierto en todos los frentes.

Al principio, había una lista de objetivos a conseguir en esta guerra contra Siria. Yo he hablado de esto en mis discursos anteriores en los que afirmé que se quería reemplazar al gobierno sirio porque Siria forma parte del eje de la resistencia y apoya la resistencia en el Líbano y en la Palestina ocupada.

Hay otra cosa más grave para ellos: Siria es, desde hace décadas, ya durante el mandato del presidente Hafez el Assad, un estado independiente que establece sus propias estrategias y decide quiénes son sus aliados y sus adversarios. Buscad en la región un solo estado que disfrute de una independencia como la de Siria.

Asimismo, la posición de Siria en la región es crucial. No podemos hablar del futuro de la región sin Siria ni de la cuestión iraquí sin Siria, ni de la cuestión palestina sin Siria ni del futuro de la Cuenca del Mediterráneo sin Siria.

Sin embargo, después de la partida de Hafez el Assad, algunos países árabes del Golfo y Occidente creyeron que Bashar tendría necesidad de apoyo para imponerse y, de este modo, todos los países se abrieron a Siria: Turquía, Qatar, Arabia... Todos ofrecieron su apoyo y sus buenos servicios y buscaron comprar Siria, quitarle su voluntad y decidir por este país.

De este modo, en 2003, cuando Iraq fue ocupado por EEUU y el mundo árabe temblaba, (el entonces secretario de Estado de EEUU) Colin Powell fue a Siria con una lista de demandas, creyendo que el presidente Bashar al Assad iba a someterse a la potencia norteamericana. Sin embargo, para su sorpresa, él encontró a un presidente valeroso, tenaz, determinado y en absoluto impresionado por la fuerza estadounidense, y que rechazó toda la lista.

En 2005, con el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, aquellos que lo mataron prepararon todo un escenario. Siria se retiró del Líbano, pero siguió sin someterse al eje norteamericano.

Con la guerra israelí de 2006 contra el Líbano se esperaba que la resistencia libanesa se derrumbara y después de haber acabado con el Líbano sería el turno de Siria.

Su proyecto contra el Líbano fracasó, sin embargo; el proyecto era estadounidense y su instrumento de ejecución israelí.

Y Siria no se sometió. Ella continuó su apoyo a la resistencia. Ellos descubrieron entonces que no podían hacer nada para someter a Siria y, de este modo, decidieron destruirla.

La lucha en Siria es la de la resistencia, pero también la de la independencia del país y su soberanía.

No hay que olvidar otras razones. Está la cuestión del petróleo y los oleoductos y el gas. Ellos quieren que Siria sea un punto de paso para su gas y su petróleo sin que el pueblo sirio pueda beneficiarse de ello. Hay grandes proyectos energéticos que están en juego.

Ellos han hecho venir a Al Qaida para servir sus intereses, pero Al Qaida tiene también su propio proyecto en Siria. Ella quiere dominar Siria. Sin embargo, hay un interés común por agredir a ese país.

Siria, desde el inicio del conflicto, y puedo dar testimonio de ello, estaba dispuesta a todo diálogo. El presidente sirio estaba dispuesto a responder a las demandas del pueblo, pero cuando los otros constataron que era capaz de escuchar a las diversas oposiciones del país, ellos intensificaron la guerra y sumergieron a Siria en un conflicto sangriento contra unos grupos armados sin misericordia.

La situación sobre el terreno tras cinco años de guerra

Cuando queremos evaluar cualquier guerra, estudiamos los objetivos que el agresor quiere conseguir en el conflicto, como en el caso de Yemen. En Siria, el gobierno es muy sólido, apoyado por su Ejército y su pueblo, y, así pues, la guerra contra Siria no ha conseguido su primer objetivo declarado: la caída del régimen. La gran mayoría de las principales ciudades y la capital están bajo la soberanía del Estado. Ha habido unas elecciones presidenciales allí mientras que nosotros, en el Líbano, somos incapaces de organizar unas, y también unas legislativas, lo que quiere decir que las riendas del poder siguen en manos del Estado.

Las victorias conseguidas por los grupos armados en diversas zonas sirias, como en Idleb, no son suficiente para conseguir el objetivo principal. Son victorias parciales y limitadas geográficamente. No son victorias estratégicas. Ellas no puede hacer caer al régimen. Mirad en Iraq. Este país ha perdido importantes regiones en manos del EI, pero ha podido reconquistarlas. Lo importante es que el Estado ha mantenido su soberanía gracias a su Ejército, su pueblo e incluso la oposición iraquí.

Así pues, en Siria ciertas zonas han caído militarmente en las manos de grupos armados por razones objetivas, pero eso no afecta a las instituciones del Estado, que funcionan normalmente. El pueblo está siempre detrás de su presidente. Eso es por lo que ellos se vieron sorprendidos por el apoyo del pueblo sirio hacia él. Yo les advertí que no pueden comparar a Assad con Mubarak o cualquier otro presidente árabe, que no dudaría en huir si estuviera en la misma situación que el presidente sirio.

Siria está bendecida por la presencia de un presidente valeroso, tenaz y patriota, que jamás abandonará su país para refugiarse en un país amigo.

Y como he dicho ya, la razón que nos ha empujado a participar en el conflicto en Siria es lo que está en juego en Siria porque la pérdida de Siria significaría la pérdida de la cuestión palestina, de la resistencia y el eje de la resistencia. Se trata también de conjurar un peligro para los pueblos de la región. Si Al Qaida tomara toda Siria, ¿qué le ocurriría a Jordania? ¿o a Iraq? ¿o al Líbano?

En Siria estamos presentes sobre el terreno allí donde nuestras capacidades nos permiten estar. No somos una potencia regional y no hemos pretendido nunca serlo. Somos un simple movimiento de resistencia que dispone de ciertas capacidades militares y una experiencia en guerra de guerrillas y estamos allí donde la urgencia nos requiere.

Esta evaluación la hacemos en función de varios factores. Veamos, por ejemplo la batalla de Qalamún. Era urgente cerrar el acceso a Qalamún, un paso obligado para las armas y municiones de los grupos armados en el interior de Siria. Del lado libanés, había grupos armados a lo largo de la frontera que se servían de este paso para enviar coches bomba hacia el Líbano.

Nosotros estamos presentes en Siria en términos de hombres y no de armas. No hemos hecho venir nuestras armas desde el Líbano.

La cooperación de Hezbolá y el Ejército sirio

En primer lugar, no soy un jefe militar. Hay responsables militares en Hezbolá sobre el terreno y ellos me consultan acerca de las grandes líneas, pero no somos más que un factor de apoyo para el Ejército sirio. Las decisiones son tomadas por los responsables militares sirios.

Es normal que algunas regiones caigan en las manos de los takfiris- ¿Acaso el Ejército de EEUU podría estar en todas partes en un conflicto similar? Ciertamente no. Sin embargo, Damasco ha resistido, la situación en Alepo ha cambiado en nuestro favor y en Homs nuestro frente está en progresión. El hecho de que tal o cual zona caiga no significa que la ecuación sobre el terreno haya cambiado.

Los movimientos de resistencia en Siria e Iraq no tienen más opción que luchar y aguantar porque saben lo que pasa con los que se han rendido: ellos han perdido sus iglesias, sus mezquitas, sus casas, sus vidas... Hacemos frente a un enemigo que no tiene corazón ni misericordia. No hay más opción que resistir y eso no nos supone un problema porque sólo los pueblos que aceptan los mayores sacrificios merecen vivir.

La respuesta de Shebaa

Mediante nuestra respuesta en las Granjas de Shebaa hemos enviado un mensaje al enemigo y al amigo, a saber: no hay reglas del enfrentamiento, todos los frentes están abiertos. Esto era muy importante en los planos político y estratégico puesto que si hubiéramos respondido desde el territorio sirio, el impacto estratégico hubiera sido menos relevante para el enemigo israelí, sobre todo dado que el frente libanés es muy importante para el este último, ya que existen colonias en su proximidad y, de este modo, la apuesta estratégica es mayor.

La eficacia del diálogo intersirio en Moscú

La solución reside, en primer lugar, en los verdaderos opositores sirios. Ellos deben hacer gala de una voluntad independiente. El presidente sirio está abierto al diálogo político. El techo del diálogo es muy alto. Incluso yo le pregunté si aceptaba un sistema multipartidista y su respuesta fue afirmativa.

Sin embargo, nadie enfrente está dispuesto a un diálogo, ni Turquía ni los países del Golfo. Ellos creen que aceptar un diálogo es “dar oxígeno” al gobierno. Ellos no quieren reformas políticas en el país sino la caída del sistema.

La verdad es que los opositores sirios están bajo el control de los servicios de inteligencia saudíes, jordanos o turcos. Y cuando éstos crearon el EI en Siria ellos buscaron sabotear cualquier oportunidad de diálogo en ese país, ya que la cultura del EI y su doctrina no reconocen a nadie.

Hoy en día, los estados que financian a los grupos armados rehúsan una solución política. Ellos disfrutan del paisaje devastado que presenta Siria, como pasa en Yemen. Ellos quieren que Siria “arda en el infierno”. Ésta es su mentalidad.

Sin embargo, esto no significa que debamos cerrar la puerta al diálogo. Por el contrario, hace falta buscar la menor ventana de diálogo porque ella puede disminuir la tensión y animar a otras partes a participar en él. De ahí el interés de la mesa de diálogo de Moscú.

Irán, Arabia Saudí, Yemen

No es sorprendente que el que habla de ocupación iraní de Siria no sea otro que Saúd al Faisal, el ministro de Exteriores saudí.

Cuando Arabia constató que Siria resistía y luchaba, ella no lo toleró puesto que el régimen saudí no puede comprender o aceptar que los pueblos sean libres y luchen por su independencia. Para los Al Saúd, todos los pueblos deben ser tratados como vasallos.

Frente a su fracaso. Saúd al Faisal no ha encontrado otra cosa que decir que Irán ocupa Siria. Esto no sólo es irracional e ilógico, sino también una total estupidez. Lo mismo cabe decir de los libaneses. ¿Acaso los libaneses pueden ocupar Siria? Ciertamente no, y menos aún puede hacerlo Hezbolá.

Del mismo modo, ellos acusan a Yemen de estar ocupado por Irán dado que antes de la agresión saudí contra Yemen había allí algunos consejeros iraníes, cuyo número, por otra parte, no ha cesado de disminuir.

Hace unos días, insistí en el hecho de que el régimen saudí quiere reimponer su hegemonía sobre Yemen.

Arabia ha agredido a Yemen, pero no cabe omitir el papel de EEUU en esta guerra. El pueblo yemení quería recuperar su independencia y redinamizar sus movimientos de resistencia. El pueblo yemení apoya la causa palestina y fue el primero en apoyar a Siria frente al complot dirigido contra ella.

De este modo, si Yemen ya no es pro-saudí, esto significa que no está ya en el eje norteamericano, sin olvidar la importancia estratégica de Bab el Mandeb para la entidad sionista.

Dicho de otro modo, si Yemen se convierte en un país independiente, es una amenaza para la entidad sionista y EEUU.

Hace falta también subrayar la necesidad que tienen los Al Saúd de desencadenar una guerra a causa de la situación interna del país, que es alarmante. Con todos su petrodólares, el país sufre un desempleo crónico, una extrema pobreza y una grave crisis social. A este respecto, su amigo Obama les previno hoy afirmando que los problemas de los países del Golfo proceden del interior y que la cultura takfiri es una amenaza para estos regímenes.

La más grande base que apoya al EI es Arabia Saudí, puesto que Arabia está dominada por el wahabismo. El EI es el núcleo del wahabismo. Hace falta comprender que cuando estos regímenes se ven amenazados en el interior ellos desencadenan una guerra y, con el fin de desembarazarse de estos takfiris, les abren un frente.

Queda decir que lo importante es que, por primera vez, Arabia se ha implicado directamente en la guerra. Antes, ofrecía sumas colosales para que otros hicieran las guerras en su lugar. Sin embargo, no tiene ninguna estrategia en Yemen.

La solución no es negociar con Arabia, sino organizar un diálogo interno bajo la égida de la ONU. El pueblo yemení ha exigido que Arabia ponga fin a su agresión. Si yo estuviera en el lugar del pueblo yemení no aceptaría dialogar con mi agresor, que ha matado a mujeres, hombres y niños y destruido el país.

Arabia decidió lanzar su agresión unas horas más tarde antes de la cumbre árabe de Sharm al Sheij. Ellos han hecho la guerra y luego se han dirigido a la cumbre con el fin de legitimar su agresión y buscar una cobertura árabe y esto es la prueba de que Arabia se burla de los jefes de Estado árabes y no los respeta. Esto es grave. Algunos jefes de estado árabes no fueron puestos al corriente más que algunas horas antes de la agresión.

Pakistán y Turquía

Yo pienso que Pakistán no ha aplaudido la agresión, pero tiene una deuda con Arabia. Es una deuda de dinero, aunque no cabe olvidar que Al Qaida está financiada por Arabia y Arabia crea problemas a los pakistaníes con sus talibanes. Acordaos de la masacre de alumnos pakistaníes en una escuela porque eran hijos de oficiales militares pakistaníes: ella fue una hermosa bendición saudí.

Si los pakistaníes tuvieran la oportunidad de elegir, no tomarían parte en esta guerra. La oposición pakistaní se niega a participar. Pakistán ha buscado una salida al afirmar que participará en un conflicto para defender el territorio saudí frente a una posible infiltración terrestre yemení, pero no es una guerra en Yemen. Ciertamente, Pakistán hace frente también a la presión estadounidense.

Con respecto a Turquía, sus cálculos son diferentes. Este país busca revisar su estrategia tras su fracaso en Siria, en Libia y en Egipto y ve una oportunidad para restablecer su relación con Arabia, que se ha deteriorado en estos años, anunciando su apoyo a esta última en Yemen. Pero, aparte de eso, no creo que Turquía se implique en la guerra.

Yo no dispongo de informaciones sobre una operación terrestre en Yemen, pero si analizamos la agresión saudí constatamos que Arabia no ha conseguido ningún objetivo más allá de masacrar a civiles en una agresión que es una copia de las guerras lanzadas por Israel contra Gaza y el Líbano. Eso nos da una idea de quien dirige esta operacion.

Pero en Yemen, hace falta saber que todos los yemeníes están armados. Y, así pues, en el momento preciso, ellos se defenderán.

Entre los objetivos de la agresión saudí estaba el impedir que los huthis llegaran a Adén y tomasen el control del aeropuerto y otros puntos. Se trata de un fracaso total para Arabia.

Arabia no ha conseguido ningún éxito militar estratégico. Su único logro es el haber unido al pueblo yemení en su odio contra ella. Millones de yemeníes han descendido a las calles gritando “Muerte a los Al Saúd”. Y hoy en día, todo el Yemen está movilizado. Se trata de una movilización popular sin precedentes, que se reforzará a causa de las masacres.

Además, la administración yemení, que condena la agresión, no ha cerrado el Estrecho de Bab el Mandeb, como Arabia ha querido hacer creer.

Los yemeníes disponen de muchas opciones de respuesta, con misiles, pero también con la movilización de las provincias fronterizas, que han comenzado a adoptar medidas de este tipo, sobre todo después de la destrucción de 90 pueblos fronterizos por los saudíes por temor a que los yemeníes penetrasen en el territorio saudí.

Hay dos dimensiones en este conflicto: la dimensión humanitaria en la que el pueblo yemení es masacrado por la aviación saudí, la infraestructura de Yemen es destruida y el Ejército es atacado. Hace falta denunciar esto. Y está la dimensión política, militar y estratégica, donde la derrota de Arabia es evidente y la victoria del pueblo yemení resulta clara también. Y esta derrota saudí tendrá repercusiones que darán un vuelco a la situación en la región.

La declaración de Lausana

Se trata de una declaración que no es todavía un acuerdo definitivo, pero basta ver la postura de Israel, su cólera y la de los saudíes para comprender que esta declaración es un éxito. Es una experiencia diplomática que merece ser estudiada y que producirá sus frutos en la región.

La primera consecuencia de esta declaración es la de alejar el espectro de una guerra regional, que se arriesgaba a evolucionar y convertirse en una guerra mundial. Esto es evidente.

A continuación, todos los que esperan un fracaso van a tratar de sabotear la firma de un acuerdo final. Ellos van a activar sus presiones, pagar sumas colosales y utilizar todas las estrategias maquiavélicas.

Hace falta subrayar que cuando Irán estaba negociando, se dijo que todos los temas estaban ligados a las negociaciones: los dossiers sirio, libanés, iraquí y palestino.

Yo me informé con los iraníes y ellos me aseguraron que estas negociaciones no tenían ningún otro objeto que el tema nuclear y me revelaron que en los últimos años EEUU trató de incluir otros asuntos, pero sin resultado. Los iraníes rechazaron siempre esta inclusión. Para los iraníes no es cuestión de negociar cualquier dossier porque esto aumentaría la presión sobre ellos y sus aliados.

Hoy en día, el mundo constata que no se puede dialogar con Irán por medio de las amenazas porque Irán es una potencia militar. Las sanciones y el embargo no le han impedido progresar y reforzarse y, de este modo, no les quedó (a los norteamericanos) otra opción que la diplomacia para resolver la cuestión nuclear. Irán, por su parte, ha creído siempre en la diplomacia como único medio dirigido a preservar su derecho a la energía nuclear.

Se ha intentado esgrimir la “amenaza de la bomba atómica iraní” mientras que Sayyed Ali Jamenei no ha cesado de repetir que esta arma está contra la Sharia islámica.

No hay que olvidar tampoco que estas negociaciones han sido con la comunidad internacional y no con EEUU.

Toda la gente, los amigos, los aliados, los enemigos y los adversarios han reconocido las consecuencias estratégicas de estas negociaciones. Con el levantamiento de las sanciones Irán será más poderoso, pero nunca abandonará a sus aliados y amigos.

La cuestión palestina

A pesar de todo lo que ocurre, la causa palestina no se ha perdido. Los regímenes árabes han obrado desde hace décadas para ahogarla y la consideran como una carga, pero lo que les deja en una situación embarazosa es el pueblo palestino, que insiste en su derecho al retorno.

Esta causa está ligada a la voluntad de un pueblo y pervive a través de las generaciones. Es un pueblo en quien yo creo mucho, incluso si algunos palestinos han cometido ciertos errores, como el habernos enviado atacantes suicidas contra el Suburbio del Sur de Beirut. Cabe preguntarse ¿por qué eran ellos palestinos y no otros? La respuesta es: para empujarnos a abandonar la causa palestina.

En Siria, la posición del presidente no ha cambiado, ni la del pueblo sirio, incluso la de todos los pueblos de la región, como el pueblo yemení.

Estimamos que debemos apoyar a todas las facciones que luchan contra la ocupación israelí incluso si no compartimos las mismas posturas políticas en todos los temas, como el dossier sirio, puesto que deseamos preservar nuestra relación con todas las facciones y podemos resolver nuestras diferencias a través del diálogo. 

Es nuestro deber no revelar nuestras capacidades. Esto forma parte de nuestra estrategia de sorpresa y si el enemigo afirma que disponemos de tal o cual misil, no nos corresponde a nosotros confirmarlo o desmentirlo. Les dejaremos creer lo que quieran.

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