Estados Unidos está cediendo el control de la verificación a las Naciones Unidas, donde nuestra influencia es débil.
El Presidente Obama cree que el “marco” nuclear concluido el viernes en Suiza es un logro histórico. El Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Javad Zarif, dice que cree lo mismo. Esas dos posiciones son incompatibles.
El Sr. Zarif es tambié
n un servidor leal del Líder Supremo ayatolá Ali Jomeini, quien cree que el Occidente, en particular Estados Unidos, e Irán están encerrados en una “colisión del mal y caminos malos por un lado y el camino de… la obediencia y devoción religiosa por el otro”, como dijo en julio del 2014.
El líder supremo dice que la República Islámica tiene un llamado divino para alejar a los musulmanes del Occidente y su sedición cultural. El gobierno de Obama nunca ha explicado adecuadamente por qué el jefe implacablemente ideológico del Sr. Zarif vendería una campaña de tres décadas para desarrollar armas nucleares.
Las estrategias defensiva y ofensiva de la República Islámica, dada la debilidad crónica de su ejército convencional, tiene finalmente sentido sólo si son sumadas las armas nucleares a la mezcla. Los gobiernos estadounidense, francés e israelí han recopilado expedientes grandes sobre la búsqueda de armas nucleares del régimen clerical. Nadie que haya leído este material puede creer en forma posible las afirmaciones iraníes sobre el nacimiento e intención pacíficos del programa nuclear. La historia de esta campaña ha involucrado niveles norcoreanos de deshonestidad, con plantas clandestinas, fábricas y redes de adquisición que importan exitosamente equipo nuclear altamente sensible, incluso de Estados Unidos.
Una Casa Blanca menos desesperada por hacer un acuerdo consideraría cuán fácilmente son eludidos los acuerdos nucleares con actores malos. Charles Duelfer ha escrito un relato intrincado en lo político sobre cómo Saddam Hussein ató en nudos al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y a sus inspectores nucleares en la década de 1990, haciéndolos incapaces de afirmar la verdad sobre las armas de destrucción masiva de Irak.
El régimen de inspecciones en Irán ideado por la administración Obama ni siquiera se acercará a la intrusión de las inspecciones fallidas en Irak. Peor, una vez que las sanciones sean levantadas y miles de millones de dolares de comercio iraní comiencen a fluir nuevamente a las empresas europeas y asiáticas, Estados Unidos probablemente estará lidiando con una ONU aún más dividida políticamente, y más incapaz de la acción, que en los días de Saddam y el período que llevó a la guerra de Irak en el año 2003.
En un intento por eludir la posible desaprobación del Congreso de su acuerdo, el Sr. Obama está rindiendo en forma voluntaria el control de la implementación y verificación de cualquier acuerdo ante el Consejo de Seguridad, donde el liderazgo e influencia estadounidenses son débiles. La Agencia Internacional de Energía Atómica (AEIA) de la ONU, una organización pequeña decente de burócratas e inspectores mal financiados, puede hacer un buen trabajo cuando el Consejo de Seguridad está unificado. La utilidad de la AIEA cae en picada cuando el consejo está dividido.
El acuerdo nuclear con Irán ahora obviamente pasará sin que el régimen clerical tenga que responder todas las preguntas que la AIEA tiene todavía sobre las “posibles dimensiones militares”. Es perverso pensar que la AIEA, habiendo sido frustrada con éxito por Irán en el pasado, puede ahora servir como una salvaguarda contra el engaño iraní futuro.
El muy promovido regreso inmediato a su lugar de las sanciones económicas por parte del Presidente, ahora el único instrumento de coacción que tiene el Sr. Obama contra el incumplimiento iraní, seguramente también caerá como víctima de la política y codicia humana del Consejo de Seguridad. Ya los rusos están resistiendo cualquier provisión de regreso inmediato a su lugar que neutralice su veto protector de regímenes delincuentes.
Las sanciones contra Irán son el producto de años de esfuerzo tenaz y buena suerte (especialmente el aumento en suministros petroleros). El Sr. Obama ahora parece que probablemente abandonará su posición que las sanciones sean aminoradas con los años para probar el cumplimiento iraní. Y una vez que sean aflojadas las restricciones, con importantes empresas internacionales, especialmente europeas, compitiendo por el mercado iraní, será políticamente imposible exigir que estas empresas partan nuevamente.
Peor, el acuerdo nuclear del Sr. Obama fracturará la alianza occidental contra Teherán. Lo más atroz, perderemos a los franceses, que han tratado, a pesar de su economía abismal y el caos político de la Unión Europea, de mantener una línea firme contra las aspiraciones nucleares iraníes y el reflejo de concesiones del Sr. Obama. Enfrentados con otros países que acudirán con prisa al mercado iraní y a los estadounidenses que han renunciado a la lucha, los franceses probablemente nos abandonen, como lo hicieron con Irak 20 años atrás. Sin los franceses, las sanciones económicas contra Irán nunca habrían tenido mucho impacto europeo.
Los críticos de los esfuerzos del Sr. Obama van a perderse en los detalles técnicos de este acuerdo. Pero detrás de todos los cálculos de fuga de un año,el signo de interrogación enorme sobre la verificación y posibles dimensiones militares, y provisiones de regreso inmediato a su lugar sustentables, la cuestión fundamental sigue siendo: ¿Está dispuesto a amenazar con la guerra para lograr un mejor acuerdo, y preparado para atacar preventivamente si Teherán se mueve hacia una bomba?
Cualquier posibilidad que los negociadores estadounidenses tuvieron de detener el avance nuclear iraní dependía de esta amenaza, como reveló el presidente iraní Hasan Rouhani en sus escritos cuando estuvo a cargo de las negociaciones nucleares con los europeos después de la invasión estadounidense de Irak en el año 2003.
“El principio fundamental en las relaciones de Irán con Estados Unidos—nuestro enfoque entero—es la fuerza nacional,” escribió el Sr. Rouhani en un artículo académico en diciembre del 2003. “La fuerza en la política, cultura, economía, y defensa—especialmente en el campo de la tecnología avanzada—es la bsae para la preservación y desarrollo general del Sistema, y obligará al enemigo a rendirse.”
El Sr. Obama nunca ha entendido esto, tampoco ha estado preparado para actuar en forma acorde. El apenas ha estado preparado para pedir más sanciones contra los mullahs.
A excepción de la capacidad siempre presente del líder supremo iraní simplemente de decir “no”, este acuerdo nuclear probablemente se sostendrá a menos que 67 senadores estadounidenses—el número necesario para superar un veto presidencial—estén preparados para ver colapsar estas conversaciones. ¿Está dispuesto el líder de los demócratas del Senado con respecto a Irán, Charles Schumer, a alejarse de la obra del presidente, y a obligarlo a amenazar con la guerra si el Sr. Jomeini hace algo inconveniente?
Seguramente no. En todos los detalles del marco, el senador, y tantos otros, encontrarán esperanza, como un peregrino en el desierto mirando al horizonte y viendo un espejismo.
Reuel Marc Gerecht, ex oficial de objetivos iraníes en la CIA, miembro principal en la Fundación para la Defensa de las Democracias y Mark Dubowitz, director ejecutivo de la fundación y dirige su Centro sobre Sanciones y Financiación Ilícita.
Traducción: Marcela Lubczanski
Fuente: The Wall Street Journal
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