Asimismo, expone los desafíos que enfrenta la estructura de “una fuerza militar árabe”, anunciada por la Liga de Estados Árabes, además de referirse al rol norteamericano en la campaña contra Yemen.
El anuncio dado a conocer en la última cumbre árabe celebrada en la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh sobre la creación de una fuerza militar árabe conjunta, integrada por 40000 efectivos representa el reconocimiento de los regímenes oficiales árabes del liderazgo saudita y constituye un respaldo a sus planes y alianzas internacionales.
A pesar del clima de tranquilidad que trata de difundir el anuncio, sobre todo entre los países del Golfo, se trata de debilidad y no de fortaleza en la movilización frente al supuesto “peligro iraní”, sobre todo porque Arabia Saudita emprendió sus ataques aéreos contra un país árabe que no le había agredido, sin esperar a que hubiese un acuerdo o consenso de la Cumbre al respecto. La intervención directa de Arabia Saudita acrecentó la complejidad de los factores regionales, imprimiendo un matiz confesional a la confrontación .Lo cual conllevará a que se complique aún más y se prolongue por más tiempo.
El ex embajador norteamericano en Riad Robert Jordan esclareció que los sauditas aterrorizan a una gran parte de la población con sus incursiones aéreas contra centros vitales como depósitos de combustibles y almacenes de alimentos. La magnitud de la aventura emprendida por el monarca Salman y su hijo se evidenció en el incremento en el número de víctimas y los modestos resultados en la destrucción de la infraestructura yemenita. Medios norteamericanos señalan que las incursiones sauditas han contribuido a que algunos opositores a los hauzitas yemenitas, proyecten su indignación contra Arabia Saudita y no contra los huthis.
La fuerza militar, que aún no ha sido conformada, será alimentada con fuerzas terrestres, aéreas y marítimas, además de los diferentes tipos de armas y tropas especiales, con el fin de enfrentar a Irán, la fuente de amenazas, y estabilizar a los regímenes árabes, luego de que el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Al Arabi, le responsabilizó de intervenir en varios países, sin tomarse el trabajo de presentar pruebas ni evidencias, excepto lo que consideró la salida de Yemen del sayón de la hegemonía saudita.
El Reino saudita sigue apostando a la participación de Pakistán, que aún mantiene 8000 efectivos allí a raíz de las maniobras militares conjuntas. Pero la participación con tropas terrestres es rechazada por la jefatura militar pakistaní y por otras fuerzas y organizaciones civiles. Ellos se enfrentan a crecientes desafíos provenientes de los Talibanes y otras ramificaciones de Al Qaeda. Pakistán informó oficialmente a Arabia Saudita que apoya sus planes, pero no se refirió a la participación directa. Una encuesta sobre la intervención militar de su país en Yemen, realizada el 31 de marzo por el diario Al Fajar–Duna con la participación de 22000 personas, arrojó que el 77% de los pakistaníes rechaza enérgicamente la participación en la intervención saudita en Yemen. Tal vez el momento de su publicación es lo más importante, justamente antes de la visita de los ministros pakistaní de Relaciones Exteriores y de Defensa a Arabia Saudita para consultas vinculadas a la solicitud saudita de ayuda militar.
El Instituto de Inteligencia “STRATFOR” esclareció que, según sus fuentes privadas, Arabia Saudita y Egipto continúan movilizando a sus fuerzas terrestres para que participen en la recuperación de la ciudad de Adén, controlada desde el 2 de abril por las fuerzas nacionales yemenitas. Y añadió que las fuerzas sauditas concentradas en la frontera sur con Yemen quizás reciban instrucciones de penetrar en el territorio yemenita con el fin de controlar la ciudad de Sanaa. A la vez que se percatan que una aventura de este tipo tendrá un costo muy alto. No consideran que Arabia Saudita adopte esa decisión sin coordinar los esfuerzos con EEUU.
El plan saudita no ha encontrado un apoyo considerable en las élites intelectuales. A pesar de que la mayoría de ellas reciben financiamiento y regalos de parte del Reino.
El anuncio dado a conocer en la última cumbre árabe celebrada en la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh sobre la creación de una fuerza militar árabe conjunta, integrada por 40000 efectivos representa el reconocimiento de los regímenes oficiales árabes del liderazgo saudita y constituye un respaldo a sus planes y alianzas internacionales.
A pesar del clima de tranquilidad que trata de difundir el anuncio, sobre todo entre los países del Golfo, se trata de debilidad y no de fortaleza en la movilización frente al supuesto “peligro iraní”, sobre todo porque Arabia Saudita emprendió sus ataques aéreos contra un país árabe que no le había agredido, sin esperar a que hubiese un acuerdo o consenso de la Cumbre al respecto. La intervención directa de Arabia Saudita acrecentó la complejidad de los factores regionales, imprimiendo un matiz confesional a la confrontación .Lo cual conllevará a que se complique aún más y se prolongue por más tiempo.
El ex embajador norteamericano en Riad Robert Jordan esclareció que los sauditas aterrorizan a una gran parte de la población con sus incursiones aéreas contra centros vitales como depósitos de combustibles y almacenes de alimentos. La magnitud de la aventura emprendida por el monarca Salman y su hijo se evidenció en el incremento en el número de víctimas y los modestos resultados en la destrucción de la infraestructura yemenita. Medios norteamericanos señalan que las incursiones sauditas han contribuido a que algunos opositores a los hauzitas yemenitas, proyecten su indignación contra Arabia Saudita y no contra los huthis.
La fuerza militar, que aún no ha sido conformada, será alimentada con fuerzas terrestres, aéreas y marítimas, además de los diferentes tipos de armas y tropas especiales, con el fin de enfrentar a Irán, la fuente de amenazas, y estabilizar a los regímenes árabes, luego de que el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Al Arabi, le responsabilizó de intervenir en varios países, sin tomarse el trabajo de presentar pruebas ni evidencias, excepto lo que consideró la salida de Yemen del sayón de la hegemonía saudita.
El Reino saudita sigue apostando a la participación de Pakistán, que aún mantiene 8000 efectivos allí a raíz de las maniobras militares conjuntas. Pero la participación con tropas terrestres es rechazada por la jefatura militar pakistaní y por otras fuerzas y organizaciones civiles. Ellos se enfrentan a crecientes desafíos provenientes de los Talibanes y otras ramificaciones de Al Qaeda. Pakistán informó oficialmente a Arabia Saudita que apoya sus planes, pero no se refirió a la participación directa. Una encuesta sobre la intervención militar de su país en Yemen, realizada el 31 de marzo por el diario Al Fajar–Duna con la participación de 22000 personas, arrojó que el 77% de los pakistaníes rechaza enérgicamente la participación en la intervención saudita en Yemen. Tal vez el momento de su publicación es lo más importante, justamente antes de la visita de los ministros pakistaní de Relaciones Exteriores y de Defensa a Arabia Saudita para consultas vinculadas a la solicitud saudita de ayuda militar.
El Instituto de Inteligencia “STRATFOR” esclareció que, según sus fuentes privadas, Arabia Saudita y Egipto continúan movilizando a sus fuerzas terrestres para que participen en la recuperación de la ciudad de Adén, controlada desde el 2 de abril por las fuerzas nacionales yemenitas. Y añadió que las fuerzas sauditas concentradas en la frontera sur con Yemen quizás reciban instrucciones de penetrar en el territorio yemenita con el fin de controlar la ciudad de Sanaa. A la vez que se percatan que una aventura de este tipo tendrá un costo muy alto. No consideran que Arabia Saudita adopte esa decisión sin coordinar los esfuerzos con EEUU.
El plan saudita no ha encontrado un apoyo considerable en las élites intelectuales. A pesar de que la mayoría de ellas reciben financiamiento y regalos de parte del Reino.
El NY Times dijo que la interferencia saudita en Yemen amenaza con desatar una confrontación regional a mayor escala que abarcaría a Irán. Y disipa cualquier esperanza de que se logre la estabilidad.
El diario instó a Obama a emplear su influencia para alentar a todas las partes a la búsqueda de una solución política.
En cuanto al Centro de Estudios Políticos, que se opone a las políticas intervencionistas, estima que la invasión sionista es una prolongación de la política entronizada por los EEUU al lanzar su guerra abierta contra el terrorismo de forma que viola la legalidad internacional. Añade que la justificación de enfrentar la influencia iraní es una falacia y desconoce los intereses y la vida de los pueblos de Yemen, Siria, Iraq, Líbano y Bahréin.
El 31de marzo, el diario Washington Post consideró que la campaña de propaganda de Arabia Saudita y EEUU contra Irán constituye un medio efectivo para desviar la atención de la peligrosa tensión existente entre los regímenes árabes y propicia una oportunidad para alejarse de la amarga competencia entre las diferentes fuerzas. El rotativo expresó sus dudas acerca de que la alianza continúe bajo la jefatura saudita, pues se desmoronará aceleradamente cuando la campaña militar llegue a un callejón sin salida y no habrá más opciones que la retirada o una peligrosa escalada. Les recordó su estéril apuesta, que fracasaron y no pudieron derrotar a los huthies a lo largo de la década pasada.
El 3 de abril, el Foreign Policy Journal dijo que Arabia Saudita se fortalece a través de Egipto y con ello envía un mensaje a Washington “su política de complacencia con Irán responde a una proyección demencial y consideró que el hecho de que los sauditas se hayan sentido marginados por Washington fue uno de los factores que conllevó a la aventura militar.
El diario instó a Obama a emplear su influencia para alentar a todas las partes a la búsqueda de una solución política.
En cuanto al Centro de Estudios Políticos, que se opone a las políticas intervencionistas, estima que la invasión sionista es una prolongación de la política entronizada por los EEUU al lanzar su guerra abierta contra el terrorismo de forma que viola la legalidad internacional. Añade que la justificación de enfrentar la influencia iraní es una falacia y desconoce los intereses y la vida de los pueblos de Yemen, Siria, Iraq, Líbano y Bahréin.
El 31de marzo, el diario Washington Post consideró que la campaña de propaganda de Arabia Saudita y EEUU contra Irán constituye un medio efectivo para desviar la atención de la peligrosa tensión existente entre los regímenes árabes y propicia una oportunidad para alejarse de la amarga competencia entre las diferentes fuerzas. El rotativo expresó sus dudas acerca de que la alianza continúe bajo la jefatura saudita, pues se desmoronará aceleradamente cuando la campaña militar llegue a un callejón sin salida y no habrá más opciones que la retirada o una peligrosa escalada. Les recordó su estéril apuesta, que fracasaron y no pudieron derrotar a los huthies a lo largo de la década pasada.
El 3 de abril, el Foreign Policy Journal dijo que Arabia Saudita se fortalece a través de Egipto y con ello envía un mensaje a Washington “su política de complacencia con Irán responde a una proyección demencial y consideró que el hecho de que los sauditas se hayan sentido marginados por Washington fue uno de los factores que conllevó a la aventura militar.
Perspectivas militares de la fuerza árabe conjunta
La intensa concentración de fuerzas y de pertrechos militares no fructificará por falta de un plan militar claro.
Ha habido cuestionamientos acerca de la posibilidad real de formar la fuerza que se pretende crear, o si sucederá lo mismo que con otras resoluciones de la Liga Árabe, y se alude a las dificultades confrontadas en el año 1984 para crear una fuerza de disuasión árabe integrada por dos mil hombres distribuidos en dos brigadas con el mando central en Arabia Saudita y que tenía campamentos en la fronteras con Iraq y Kuwait. Esta fuerza creció a 40000 hombres. La experiencia histórica señala la dispersión de la misma y sus limitaciones para lograr los objetivos trazados.
En marzo de 2013, Arabia Saudita invadió Bahréin bajo la cobertura de fuerzas de disuasión de la Península, conjuntamente con fuerzas de los Emiratos Árabes Unidos. Los Estados petroleros del Golfo invirtieron cantidades ingentes de dinero para comprar barcos modernos armados con las más modernas armas y pertrechos, superiores a aquellos con los que cuenta Irán, con el fin de enfrentar la supuesta interferencia iraní. A pesar de todo eso, esas fuerzas conjuntas no han podido cristalizar un plan específico para responder a cualquier amenaza que atente contra las vías del comercio marítimo y, más bien, se mantienen a la defensiva sin la posibilidad real de ganar en cualquier enfrentamiento que se produzca, y lo único que logren sea tal vez disminuir el daño que se le pueda causar a las flotas del comercio marítimo. Ni la concentración de fuerzas, ni de naves de guerra ni de aviones de guerra ha dado sus frutos por la falta de un plan claro.
Ha habido cuestionamientos acerca de la posibilidad real de formar la fuerza que se pretende crear, o si sucederá lo mismo que con otras resoluciones de la Liga Árabe, y se alude a las dificultades confrontadas en el año 1984 para crear una fuerza de disuasión árabe integrada por dos mil hombres distribuidos en dos brigadas con el mando central en Arabia Saudita y que tenía campamentos en la fronteras con Iraq y Kuwait. Esta fuerza creció a 40000 hombres. La experiencia histórica señala la dispersión de la misma y sus limitaciones para lograr los objetivos trazados.
En marzo de 2013, Arabia Saudita invadió Bahréin bajo la cobertura de fuerzas de disuasión de la Península, conjuntamente con fuerzas de los Emiratos Árabes Unidos. Los Estados petroleros del Golfo invirtieron cantidades ingentes de dinero para comprar barcos modernos armados con las más modernas armas y pertrechos, superiores a aquellos con los que cuenta Irán, con el fin de enfrentar la supuesta interferencia iraní. A pesar de todo eso, esas fuerzas conjuntas no han podido cristalizar un plan específico para responder a cualquier amenaza que atente contra las vías del comercio marítimo y, más bien, se mantienen a la defensiva sin la posibilidad real de ganar en cualquier enfrentamiento que se produzca, y lo único que logren sea tal vez disminuir el daño que se le pueda causar a las flotas del comercio marítimo. Ni la concentración de fuerzas, ni de naves de guerra ni de aviones de guerra ha dado sus frutos por la falta de un plan claro.
La guerra contra Yemen
La revista Foreign Policy Journal alertó a Egipto de que no cayera en el pantano de un nuevo Viet Nam. A todo esto le antecede la experiencia que conmocionó a Egipto cuando acudió a ayudar a Yemen frente a Arabia Saudita en el año 1962-1967. Como han evidenciado muchos expertos norteamericanos, involucrarse en la guerra contra Yemen equivale al impasse británico-soviético-norteamericano en Afganistán y serán igualmente derrotados todos. Se maneja por algunas fuentes la presencia real de fuerza egipcias en Arabia Saudita, en la zona de la frontera con Iraq, en el norte, y en la frontera con Yemen, en el sur.
EEUU ha avivado los conflictos y guerras en Yemen, a raíz del 11-9. Los drones volaban constantemente el espacio yemenita y en muchas ocasiones mataron yemenitas inocentes. A partir del 2004 se produce una escalada del enrolamiento de EEUU en Yemen con participación de sus fuerzas armadas y de personal de la CIA en intensos ataques contra civiles, por lo que se fue generando cada vez mayor oposición dentro de EEUU a esta participación, sobre todo después de la muerte de dos ciudadanos norteamericanos en el 2011, uno de ellos de origen yemenita. Coinciden los expertos, políticos y militares, en que las incursiones sauditas no son de utilidad y alertan a Arabia Saudita que no han tenido en cuenta la historia, que nos enseña que los ataques aéreos no conducen a la victoria. Coinciden también en que Arabia Saudita sola no puede lanzar esa guerra, sobre todo porque no cuenta con un plan militar bien estructurado, ni tampoco sus aliados.
EEUU ha avivado los conflictos y guerras en Yemen, a raíz del 11-9. Los drones volaban constantemente el espacio yemenita y en muchas ocasiones mataron yemenitas inocentes. A partir del 2004 se produce una escalada del enrolamiento de EEUU en Yemen con participación de sus fuerzas armadas y de personal de la CIA en intensos ataques contra civiles, por lo que se fue generando cada vez mayor oposición dentro de EEUU a esta participación, sobre todo después de la muerte de dos ciudadanos norteamericanos en el 2011, uno de ellos de origen yemenita. Coinciden los expertos, políticos y militares, en que las incursiones sauditas no son de utilidad y alertan a Arabia Saudita que no han tenido en cuenta la historia, que nos enseña que los ataques aéreos no conducen a la victoria. Coinciden también en que Arabia Saudita sola no puede lanzar esa guerra, sobre todo porque no cuenta con un plan militar bien estructurado, ni tampoco sus aliados.
Oficialmente, EEUU bendijo las incursiones sauditas y expresó su involucramiento con apoyo logístico y de Inteligencia, pero sin enviar fuerzas. Los medios de información árabes se han referido a la participación de drones norteamericanos en las incursiones, además de brindar información detallada sobre los objetivos a bombardear.
EEUU y Arabia Saudita temen que sus aliados yemenitas pierdan en el terreno y que se les aleje del paso estratégico de Bab El Mandeb y perder los privilegios marítimos concertados con ellos en el Puerto de Adén.
El Instituto de Inteligencia Stratford se refirió a los fuertes disturbios y al temor de que fuerzas de la oposición controlen Adén y su puerto, y ha expresado sus dudas de que Arabia Saudita sea capaz de emprender una campaña exitosa para recuperar el control antes de que sea demasiado tarde. Desde el 2 de abril, los hauzitas controlan la mayor parte de Adén y su puerto.
Las limitadas opciones que se vislumbran no auguran nada bueno para EEUU, que tal vez se vea precisado a entrar con sus fuerzas bajo la justificación de brindar entrenamiento a las tropas de sus aliados, a la usanza de la guerra no convencional. Y ya sus fuerzas desempeñaron este rol antes de que madurara la etapa de la guerra abierta contra el terrorismo, lo que podría ser el preludio de otra guerra en otro escenario contra Yemen y su pueblo.
La historia de las confrontaciones en Yemen indica que el país se insubordina ante a las intervenciones militares.
La invasión saudita ha ocasionado algunos daños y destrucción de la infraestructura, pero la prueba real reside en la capacidad de la jefatura encubierta de la invasión, es decir EEUU, para asimilar las lecciones y apoyar una solución política que aleje el fantasma de la guerra prolongada y a gran escala en Yemen y en la región. De manera que la victoria de la aventura saudita no sea más que sueños irrealizables.
EEUU y Arabia Saudita temen que sus aliados yemenitas pierdan en el terreno y que se les aleje del paso estratégico de Bab El Mandeb y perder los privilegios marítimos concertados con ellos en el Puerto de Adén.
El Instituto de Inteligencia Stratford se refirió a los fuertes disturbios y al temor de que fuerzas de la oposición controlen Adén y su puerto, y ha expresado sus dudas de que Arabia Saudita sea capaz de emprender una campaña exitosa para recuperar el control antes de que sea demasiado tarde. Desde el 2 de abril, los hauzitas controlan la mayor parte de Adén y su puerto.
Fuente: Oficina de Al Mayadeen en Washington y Centro de Estudios Norteamericanos y arabes
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