“Ninguna brutalidad maltrato o tortura me ha doblegado porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU, sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres”. (Carta escrita a su esposa e hijos por Patricio Lumumba pocos días antes de su muerte).
El mes de enero de cada año, aunque el poder mediático mundial hace lo posible por borrar de la memoria histórica la existencia del genocidio negro en el continente africano, provocado por las potencias occidentales en su afán de hacerse por las grandes riquezas de su pueblos, es meritorio recordar al gran líder negro Patrice E Lumumba.
Hace ya 49 años, Patrice Lumumba, jefe del gobierno de la República del Congo, fue asesinado por una conspiración organizada por el gobierno de Bélgica, con la complicidad de los Estados Unidos, de Gran Bretaña y de las Naciones Unidas. Su cadáver condenó al Congo a la rapaz dictadura de Mobutu y una sucesión de sangrientas guerras civiles. Durante más de cuarenta años se ha mantenido el silencio sobre este crimen, en donde se rumora que su cadáver y el de otros colaboradores, fueron disueltos en ácido sulfúrico para no dejar rastros.
El pensamiento de Lumumba, constituyó un peligro para las potencias occidentales explotadoras de los pueblos africanos, fue Ministro, líder, enemigo del colonialismo y pionero por la unidad de los pueblos africanos y por su liberación. Buscaba la des-colonización del Congo y destruir totalmente el poder colonia-lista Europeo presente en África, erradicar el ultraje y el expolio que durante siglos había sufrido el continente, una persona así, no merecía continuar viviendo y por eso, se fraguó su asesinato a pocos meses de haber asumido el poder en la República del Congo.
A 49 años del asesinato del líder africano Patrice Lumumba, en su patria, la República Democrática del Congo, la guerra es un genocidio oculto que ha producido más de 5 millones de muertos en los últimos años; este genocidio puede ser detenido, pero la comunidad internacional, las democracias del Norte, no quieren detenerlo, convirtiendo al Congo en un pueblo activamente crucificado.
La ironía: poseer grandes riquezas naturales como las que tiene la República Democrática del Congo, se ha convertido en una tragedia.
En las montañas orientales del Congo hay valiosos minerales como el coltán y niobio, además de oro, diamantes, cobre y estaño. El coltán, abreviatura de colombio-tantalio, está en suelos de una antigüedad de tres mil millones de años. Se usa con el niobio para fabricar los condensadores para manejar el flujo eléctrico de los teléfonos celulares. Cobalto y uranio son elementos esenciales para las industrias nuclear, química, aeroespacial y de armas de guerra. Alrededor del 80% de las reservas mundiales de coltán están en el Congo.
Por el control de estos minerales escasos hay una guerra tremenda. Los poderes multinacionales quieren controlar la minería de la región. Conclusión: “el motivo del genocidio son estos minerales que buscan las corporaciones” y además están destruyendo la segunda área verde del planeta después del también amenazado Amazona.
Cuando se trata de actuar en África, hay una discriminación inherente”. Lo afirmó el antiguo coordinador de operaciones humanitarias de Naciones Unidas Jan Egeland, quien, junto con otros 15 dirigentes mundiales de conocido prestigio, ha firmado una carta enviada a los jefes de Estado de los países de la Unión Europea llamando la atención sobre la falta de acción internacional en el Este de la República Democrática del Congo.
Jan Egeland, que durante su periodo en Naciones Unidas siempre tuvo una reputación de decir las cosas directamente sin andarse por las ramas, dijo: “Nunca hubo esta indecisión cuando se trató de intervenir en los Balcanes, en Irak o en Oriente Medio”. Ciertamente no la hubo, pero cuando se trata de intervenir en crisis africanas parece como si la vida humana no tuviera el mismo valor en todas partes”. Esta es la doble la moral que practican los abanderados de los derechos humanos en el mundo.
Zenit, agencia de noticias del Vaticano, dijo hace poco que “la crisis humanitaria más olvidada en nuestro planeta es la del Congo”. De vez en cuando en los medios asoma la tragedia pues ya no hay modo de ocultarla. Pero lo que se dice de ella es todavía irrisorio e insultante en comparación con la magnitud de la barbarie y el genocidio. Y no hay llanto, ni pedir perdón, ni propósito de enmienda.
En el fondo, no se trata sólo de que a África se la discrimine cuando ocurren guerras que se ceban en los más inocentes, sino de algo más que merece la pena escarbar y descubrir que detrás de esta guerra se esconden los intereses de potencias como Estados Unidos, Inglaterra, Holanda y Bélgica, quienes apoyan al régimen de Kagame en Ruanda, de cuyos aeropuertos salen para estos países el preciado coltán (indispensable en la fabricación de armamento, teléfonos móviles y ordenadores portátiles de última generación, etc) que los soldados extraen con el trabajo forzado de niños y jóvenes en el Este del Kivu y envían en camiones y helicópteros a Kigali. Es triste constatar que en muchas ocasiones, esas “indecisiones” ante los problemas africanos podrían ser una forma camuflada de dejar que los acontecimientos se desarrollen de forma provechosa para los más poderosos, aunque sea a costa de que mueran millones de inocentes.
Hoy entiendo más que antes las razones por las cuales, un enero de 1961 fue atroz mente asesinado el patriota africano Patrice E. Lumumba, un ser humano así era imposible que continuara con vida, cometió el pecado capital de soñar que Otra Africa era Posible, una África unida en el desarrollo, en combatir la injusticia social y en la cooperación entre países para la educación. Devolver las riquezas del continente al pueblo africano, era su más profundo Sueño. El pensamiento de Lumumba se apoyaba sobre los siguientes tres pilares: la justicia, la independencia y la libertad.
Hoy hace 49 años, murió como un mártir de la lucha de los pueblos contra la injusticia, la expoliación, la humillación impuesta por las potencias europeas que a los cuatro vientos se proclaman democráticas. Es un mártir de la causa popular por un mundo más justo y más humano, por la fraternidad humana. Lumumba fue asesinado pero vivirá siempre en nuestros corazones. Él forma parte del genocidio olvidado de millones de hermanos africanos que han caído en el camino para que en el mundo blanco, unos pocos disfruten de grandes comodidades y amasen fortunas impregnadas de sangre inocente.
Me enorgullezco, al igual que decenas de miles de egresados que habitamos los cinco continentes, de haber estudiado en la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, centro de estudios universitarios de clase mundial fundado en su memoria y que en febrero próximo cumple 50 años de vida en la preparación de cuadros profesionales para los países en vías de desarrollo.
50 años sin Lumumba:
Medio siglo del asesinato de Patrice Lumumba, un símbolo de la resistencia al neocolonialismo
Lumumba, 50 años después
José Naranjo
Guin Guin Bali
El 17 de enero de 1961, hace hoy cincuenta años, Patrice Lumumba era asesinado en el Congo. Su vida y su muerte, orquestada por Estados Unidos y ejecutada por Bélgica, se han convertido en un símbolo de la resistencia al neo-colonialismo. Sin embargo, medio siglo después, su familia sigue luchando para que se haga justicia. Patrice Émery Lumumba nació el 2 de julio de 1925 en Sankuru, una región del centro de la República Democrática del Congo (RDC) cuando este país estaba aún bajo la dominación Belga. Tras formarse en distintas escuelas y trabajar para una sociedad minera, su vocación política le llevó, a los veinte años, a ejercer como periodista, desarrollando esta tarea en Leopoldville (la actual Kinshasa) y Stanleyville (la actual Kisangani).
En 1958, con motivo de la Exposición Universal, es invitado junto a otros congoleños a visitar Bruselas. Allí, se siente horrorizado por la mirada occidental sobre África y, más en concreto, por la imagen denigrante que se muestra de los congoleños. A su regreso, funda el Movimiento Nacional Congolés (MNC), con el que participa en la Conferencia Panafricana de Accra organizada por el gran líder africano Kwame Nkrumah.
Tras algunos enfrentamientos con las autoridades Belgas, el 30 de junio de 1960 Bruselas concede la independencia al Congo y Patrice Lumumba es designado primer ministro Congolés a las órdenes del presidente Joseph Kasavubu. Sin embargo, como ocurriera en otros países, la potencia colonial no parece dispuesta a irse sin dejarlo todo bien atado y las maniobras de desestabilización al nuevo gobierno de coalición en el que participa el MNC, claramente nacionalista y anti-colonial, se suceden.
Patrice Émery Lumumba
El Ejército, rebautizado como Ejército Colonial del Congo, sigue manteniendo a personas afines al poder colonial entre sus altos mandos, lo que genera una revuelta entre los soldados; cuando se van, los funcionarios Belgas se llevan hasta los aparatos de teléfono y las compañías mineras Belgas maniobran para mantener a sus próximos en el poder en las regiones donde estaban operando. Y Bélgica contaba con el apoyo de EEUU para llevar a cabo sus planes en el Congo.
La provincia minera de Katanga, dirigida por Moïse Kapenda Tschombe, se declara independiente con el apoyo Belga, interesada en los yacimientos. Entonces y ante las maniobras de Bruselas y Estadounidenses, Lumumba pide ayuda a la URSS, que envía asesores y agentes militares al Congo. Y Lumumba, sin saberlo, firma su sentencia de muerte.
En septiembre, el presidente Kasavubu destituye a Lumumba, pero éste decide mantenerse en el cargo, lo que genera una grave crisis entre ambos. El día 14 de septiembre de 1960, el oficial Joseph Desiré Mobutu, que había sido designado comandante en jefe del Ejército por el propio Lumumba, da un golpe de estado orquestado por la CIA y ordena el arresto domiciliario del primer ministro, manteniendo en el cargo al presidente Kasavubu.
Sin embargo, Lumumba se escapa e intenta huir hacia Stanleyville, donde cuenta con más apoyos, para intentar reorganizar sus fuerzas. Pero es arrestado de nuevo por los hombres de Mobutu, que le golpean y torturan salvaje-mente ante los ojos de las fuerzas de la ONU, que deciden no intervenir. Finalmente, el 17 de enero de 1961 es trasladado a Katanga, la provincia separatista, donde es ejecutado esa misma tarde junto a algunos de sus colaboradores.
DETALLES DEL CRIMEN
En los últimos años se han ido conociendo algunos detalles de este crimen. Por ejemplo, que en agosto de 1960, dos meses después de la independencia del Congo, el presidente estadounidense Dwight Eisenhower ordenó el asesinato de Lumumba y que uno de los agentes encargados de esta tarea fue Frank Carlucci, quien había sido designado subsecretario de la Embajada norteamericana en Leopoldville y quien, con el tiempo, llegó a ser secretario de Estado durante la Presidencia de Ronald Reagan.
También se ha sabido que, días antes de su arresto por los hombres de Mobutu, el ministro Belga de Asuntos Africanos ordenó a los líderes separatistas de Katanga la eliminación de Lumumba. De hecho, las torturas a las que fue sometido se hicieron bajo la presencia de soldados Belgas. Y su ejecución se llevó a cabo por un pelotón dirigido por un oficial belga.
La muerte de Patrice Lumumba supuso una gran conmoción en el Congo, hasta el punto de que pocos años después, en 1966, uno de los responsables de su asesinato, el general Mobutu, ya como presidente del país, tuvo que rehabilitar su figura y nombrarlo héroe nacional.
En 2002, el gobierno Belga reconoció su responsabilidad en este asesinato de una manera un tanto vaga, porque sigue negándose a investigar en profundidad lo sucedido y a reparar a los familiares de Lumumba. De hecho, sus hijos han emprendido una cruzada judicial y presentaron en 2010 una denuncia contra doce ciudadanos Belgas, policías, militares y funcionarios, a quienes les acusan haber participado en el crimen de manera directa.
Patrice Émery Lumumba
El asesinato de Lumumba está directamente relacionado con el imperialismo y el neo-colonialismo de las potencias occidentales que siempre han pretendido hacer y deshacer en África a su antojo. Su muerte se convirtió en un símbolo de la resistencia frente a estos poderes extranjeros, pero sus discursos y sus palabras aún son recordados y han servido de inspiración a muchos africanos.
Poco antes de morir, en enero de 1961, Patrice Lumumba escribió una carta a su mujer en la que incluyó una frase que se ha repetido desde entonces una y otra vez y que se ha convertido en parte de su legado y que hoy, 50 años después, sigue vigente: "Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres".
Para saber más, el sociólogo e historiador flamenco Ludo de Witte publicó en 2002 un desgarrador libro titulado El asesinato de Lumumba, editado en español por Editorial Crítica. Y en 2001, el director haitiano Raoul Peck rodó una película titulada Lumumba en la que arroja nueva luz sobre este crimen.
Algún día el imperialismo caerá, pero depende de que la gente se quiera enterarse de la historia, como la de Lumumba,
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