Los enemigos de mis enemigos no se sabe ya de quién son amigos. Esa es la geopolítica contemporánea de Medio Oriente, que el diario israelí Haaretz, con lapidaria capacidad de síntesis, ha resumido así: “EE UU combate contra Irán en Siria; junto a Irán en Irak; y negocia con Irán en Suiza”. Esas son las guerras posimperiales de nuestro tiempo, en el que no hay potencia o potencias que delimiten campos ni alianzas. Pero ¿qué las impulsa? Huntington diría que los hechos corroboran su teoría de que, disipadas las ideologías en versión Fukuyama, los conflictos bélicos se darían entre civilizaciones. Y, sobre el papel, el politólogo norteamericano tendría donde agarrarse: suníes, encabezados por Arabia Saudí y Egipto, montan una operación general panárabe contra el chiísmo iraní. ¿Hay que creer, sin embargo, en la aparente naturaleza de ese enfrentamiento?
No otra realidad es la que aparece en el escenario medio-oriental.Civilizaciones enfrentadas: el chiísmo autoritario en Irán, mayoritario en Irak y emparentado en Siria, contra el neo-califato del Estado Islámico y Al Qaeda, que son ferozmente suníes. Y flotando por ahí en medio Arabia Saudí y Egipto, cuyo enemigo principal es Irán, y en mucha menor medida las fuerzas del sunismo terrorista. Pero la definición última de la lucha se da entre potencias que aspiran a la hegemonía en el Golfo. Si a Riad le garantizaran la victoria haciéndose cismática, no apostemos a que no encontraría la fórmula para conciliar éxito político y rigorismo wahabí. La guerra de civilizaciones tiene un fuerte componente cultural pero no deja de ser una lucha secular por el poder territorial y económico en ese rompecabezas que es Medio Oriente, ahora que ya no hay potencia exterior capaz de inspirar una geometría de amigos y enemigos. Es un ensayo general para la redemarcación de esa parte del mundo.
Miguel Ángel Bastenier
Fuente: elpais.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario