La Fuerza Aérea keniana bombardeó ayer campamentos del grupo Al Shabab en la región Gedo en Somalia, cuatro días después de que los insurgentes islamistas mataran a 148 personas en una universidad de Kenia. Los ataques, que según el Ejército keniano destruyeron dos bases de estos insurgentes vinculados con Al Qaeda, coincidieron con el segundo día de luto nacional en el país por la masacre del jueves mientras las fuerzas de seguridad seguían anoche buscando a los responsables.
La matanza, la más grave en Kenia desde el ataque en 1998 contra la embajada estadounidense en Nairobi, mató a 142 estudiantes, tres policías y tres soldados. Según informaron las autoridades locales, todo ocurrió de madrugada en la Universidad de Garissa, cuando los combatientes de Al Shabab entraron en la casa de estudios, reunieron a los alumnos no musulmanes y los exterminaron, en lo que el Presidente keniano, Uhuru Kenyatta, describió como “una matanza medieval bárbara”.
Masacres como la del jueves son comunes en Africa, que enfrenta una creciente presencia de grupos yihadistas en el continente, como Boko Haram en Nigeria y el Estado Islámico en el norte del continente.
Kenia ha tenido dificultades para detener el flujo de yihadistas y armas de Al Shabab a través de la frontera de 700 kilómetros que la separa de Somalia, país sumido en un estado de guerra, anarquía y caos desde hace más de dos décadas.
Desde 2011, el Ejército keniano lleva a cabo ataques aéreos en el sur de Somalia contra las bases de Al Shabab y más tarde se incorporó a la fuerza de la Unión Africana que lucha contra los islamistas.
Ese mismo año, Al Shabab huyó de la capital somalí, Mogadiscio, pero siguen luchando contra la Misión de la Unión Africana en Somalia (Amisom), que incluye soldados de Burundi, Djibouti, Etiopía, Kenia y Uganda.
Como respuesta a su participación en la Amisom, Al Shabab ha llevado a cabo ataques de represalia en varios países, principalmente Kenia y Uganda. Por ejemplo, en septiembre de 2013, mataron a 67 personas durante la toma de cuatro días del centro comercial Westgate en Nairobi, e incluso el sábado pasado amenazaron con una “larga y horrible guerra” a menos que Kenia retire sus tropas de Somalia.
Por este motivo, Kenia ha recibido ayuda internacional para combatir el terrorismo, especialmente después del ataque al mall. Según la cadena BBC, el gobierno ha aumentado la seguridad en el país, pero la policía y el Ejército, a menudo, fracasan al momento de trabajar de forma conjunta y efectiva.
Los analistas advierten que los ataques contra poblaciones no musulmanas podrían gatillar tensiones religiosas en Kenia. También podrían llevar a prejuicios contra los somalíes, independiente de que sean kenianos, o refugiados o migrantes de Somalia. Kenia tiene casi 500 mil refugiados, muchos de los cuales huido de décadas de conflicto en Somalia. La cadena británica dice que mientras más alienados se sientan de Kenia, mayor es la probabilidad de que simpaticen con Al Shabab. De hecho, el presunto autor intelectual del ataque, Mohamed Mohamud, era un profesor keniano. Y uno de los cuatro shebabs muertos en el ataque también es keniano.
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