domingo, 21 de junio de 2015

¿Cómo es ser verdugo? La profesión más buscada y cruel del Reino Terrorista de Arabia Saudita


Las autoridades de Arabia Saudita buscan a ocho "funcionarios religiosos", cuya función principal será "la ejecución de sentencias de muerte". O, en otras palabras, se buscan ocho verdugos, cuya función principal será cortar cabezas.

Lo que a muchos defensores de derechos humanos parecerá una barbaridad, es una oferta de trabajo publicada en la página web del Ministerio de Servicio Civil de Arabia Saudita, país que se muestra firme en su intención de seguir aplicando la pena de muerte tanto a sus ciudadanos como a extranjeros.
Y es que en lo que va de 2015, Riad ya ha acabado con la vida de 85 personas, casi el mismo número de convictos que durante todo el año pasado, un aumento drástico que las autoridades de la monarquía no han explicado.
¿Cómo es el trabajo y la vida de un verdugo? ¿Sienten compasión por sus víctimas? ¿Por qué Riad sigue practicando ejecuciones públicas a pesar de la condena internacional? A continuación, intentamos responder a estas y otras preguntas acerca de la pena de muerte en esta monarquía del Golfo.

Verdugo: un 'funcionario religioso' mal pagado

Oficialmente, el puesto de trabajo hecho público por el Ministerio de Servicio Civil este lunes se denomina 'funcionario religioso', según se detalla en un formulario de solicitud PDF descargable.
Mientras que su función principal será la ejecución de la pena de muerte, habrá también otras responsabilidades, como la de realizar amputaciones por delitos menores.
La oferta no exige al candidato requisitos especiales, ni tampoco haber tenido experiencia laboral. En cuanto al salario, será uno de los más reducidos que se ofrecen para los empleados civiles. 
Entretanto, se trata de una de las profesiones más buscadas en el reino saudita. Tanto es así, que en 2013 las autoridades del país se vieron obligadas a autorizar el fusilamiento en lugar de las 'tradicionales' decapitaciones por la escasez de verdugos capacitados para degollar.
Según informó entonces el Ministerio del Interior, la Fiscalía General dio permiso a los gobernadores provinciales para ordenar fusilamientos ante la escasez de verdugos capaces de ejecutar con sable.
El Gobierno explicó que los verdugos sufrían "sobrecarga laboral" y que a veces no tenían tiempo para ejecutar a todos los condenados. Además, se veían obligados frecuentemente a viajar "por cuestiones de trabajo" a otras regiones, lo que provocaba demoras en las ejecuciones y generaba, por consiguiente, "rumores malsanos".

¿Cómo es el trabajo de un verdugo?
En 2013, el Instituto de Investigación de Medios del Oriente Medio (MEMRI, por sus siglas en inglés), publicó una recopilación de declaraciones y entrevistas de los verdugos estatales egipcios y saudíes durante el periodo entre 2006 y 2013.
Uno de ellos es Abdallah Al-Bishi, el verdugo estatal de Arabia Saudita para la Meca, que habla sobre su vocación y cuenta cuáles son sus armas y métodos.
Al-Bishi heredó el trabajo de su difunto padre, al que solía acompañar. "En mi primera misión, estaba aterrorizado. No tenía miedo de que la ejecución fuera un fracaso, no: estaba preocupado porque si fallaba, la gente se reiría de mí", recuerda.
"Cada persona está un poco preocupada cuando empieza un nuevo trabajo, y tiene miedo de un error", agrega.
Al-Bishi confiesa haber decapitado a muchas personas que fueron sus amigos, pero, según él, "quien comete un delito se lo merece".
Aparte de cortar cabezas, ha cortado las manos a ladrones, o "una mano y una pierna en lados alternos, así como está escrito en el Corán".
Según el verdugo, la amputación de manos y piernas se efectúa con anestesia local, a diferencia de la decapitación.
Sin embargo el ejecutor dice no tener compasión de sus víctimas. "Si sintiera compasión por la persona a la que ejecuto, [esta persona] sufriría. Si el corazón es compasivo, la mano falla. Puedo necesitar dos, tres, cuatro o cinco golpes. Dios sabe cuántos. Y aun así puede que no muera. Si el corazón es compasivo, la mano no puede funcionar correctamente. Tu mano te traiciona", explica.

La vida de un verdugo: "Todo es muy normal"
En las declaraciones citadas por MEMRI, Al-Bishi cuenta también si afecta su trabajo a su vida personal. "A nivel personal, soy muy normal. Me levanto por la mañana, rezo (...), preparo mi desayuno. Espero a que venga a por mí el coche de la Policía, y me voy a trabajar. Es todo muy normal. Termino el trabajo, y me voy a casa. Es todo muy normal", insiste.
"Una vez cumplida la misión, me siento aliviado. Llego a casa relajado. Puedo jugar con los niños. Nos divertimos. Comemos. A veces salimos. Otras veces, nos quedamos en casa. Todo es normal. No tiene efecto en mí", agrega.
El hijo de Al-Bishi también asiste a algunas ejecuciones.
"A veces, nos unimos a él durante una ejecución. La primera vez que fui allí, estaba asustado", cuenta Al-Bishi hijo.
Sin embargo, cuando fue ejecutado "el primer chico", y cuando vio "que no había ninguna razón para tener miedo", se acercó para verlo. "No había ningún problema", agrega.

Ejecutar mujeres, "un poco más difícil"
Abdallah Ahmad Al-Bakhit Ghamedi, otro verdugo saudí, dice que prefiere cortar cabezas de delincuentes de sexo masculino. Sin embargo, precisa que no se trata de una cuestión de sentimientos, sino más bien de un reto técnico que supone la vestimenta de las mujeres, que están "completamente cubiertas".
"Se deja una abertura estrecha en el cuello. Un verdugo experto entra con la espada justo en esta abertura. Si la espada cae un poco más bajo, golpea la bata. Si cae encima, golpea su cabeza cubierta. Esto puede causarle más dolor. Lo hice tres veces y fue muy bien, gracias a Dios", explicó el ejecutor saudita en un debate televisivo, según el MEMRI.
El hombre, por su parte, tiene el pecho desnudo durante la ejecución, agregó Ghamedi.
"Una ejecución es una ejecución. La diferencia es que a veces, cuando se ejecuta a un hombre, este no puede controlar sus nervios, y sentarse o mantenerse erguido, para que se pueda hacer el trabajo", opina al respecto Abdallah Al-Bishi.

El máximo verdugo: "¿Yo? Yo duermo muy bien"
Una de las entrevistas más difundidas de los ejecutores sauditas fue la del máximo verdugo de condenas a muerte de Arabia Saudita, Muhammad Saad Al-Beshi, al periódico Okaz en 2003.
Al-Beshi empezó su carrera en la prisión de la ciudad de Taif, al oeste de Arabia Saudita, donde se encargaba de esposar y vendar los ojos a los prisioneros antes de su ejecución. "Debido a estos antecedentes, desarrollé el deseo de ser verdugo", relató Al-Beshi, citado por Arab News.
Por lo tanto, en cuanto salió una plaza de verdugo, la solicitó y fue aceptado. Su primera ejecución tuvo lugar en 1998, en la ciudad de Yeda.
"El criminal estaba atado y con los ojos vendados", recordó el verdugo durante la entrevista, confesando que estaba nervioso porque había mucha gente mirando. "Lo decapité con la espada de un solo golpe. Su cabeza rodó varios metros", contó.

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