Imagina que naces en un país y que te digan que no tienes derechos como ciudadano; que no te quieren ahí. Eso es exactamente lo que les está ocurriendo desde hace algún tiempo a los dominicanos descendientes de haitianos.
Ya pasó la reciente fecha límite del 17 de junio para que aproximadamente medio millón de personas de origen haitiano nacidas en República Dominicana se registren con las autoridades o enfrenten la deportación. Para muchos observadores, el problema central ha pasado de ser simplemente un problema de desnacionalización a uno de deshumanización. Se ha usado el término ‘limpieza étnica’ para describir el filtro que está ocurriendo, pues el gobierno tiene como objetivo a dominicanos de piel oscura, de apariencia haitiana para expulsarlos.
Hace dos años, una resolución judicial les negó la ciudadanía dominicana a los hijos de migrantes haitianos retroactivamente hasta 1929, con lo que los convirtió en apátridas. En ese momento, aun cuando el país trató de afirmar su autonomía con respecto a lo que se considera un asunto migratorio, destacados autores como el dominicano Junot Díaz y el haitiano Edwidge Danticat dijeron en una carta publicada en el New York Times que la resolución “creaba instantáneamente una clase marginal dispuesta para el abuso”.
La indignación en los medios sociales en la región fue rápida, aunque limitada. Allan Tam, trinitense que vive fuera del país, llamó a la situación “una tragedia en proceso”.
En Facebook, Rhoda Bharath observó:
Aunque esta percepción de que la Comunidad del Caribe no dijo nada sobre el problema fue generalizada, el periodista independiente Wesley Gibbings llamó la atención de la gente de que CARICOM sí se había pronunciado sobre la situación, y que había emitido su primera declaración en noviembre de 2013, a la que siguió otro comunicado en marzo de 2015. La declaración más reciente fue clara y dura, y decía que CARICOM “observó con gran preocupación una serie de novedades que afectan seriamente a los dominicanos descendientes de migrantes haitianos en República Dominicana”:
Esto fue una visible divergencia con la declaración inicial de CARICOM, en donde decía que estaba “preparada para enfrentar a la República Dominicana, pero el gobierno de la República Dominicana debe mostrar buena fe y dar pasos inmediatos creíbles como parte de un plan general para resolver los problemas de nacionalidad y colaterales en el menor tiempo posible”.
En toda la región y desde fuera, los cibernautas han hecho eco de este sentimiento y hecho lo que han podido para generar sensibilidad de lo que consideran una tremenda injusticia con sus hermanos caribeños. Muchos firmaron y divulgaron una petición en Avaaz.org que pedía a los gobiernos del Caribe que “Detengan el apartheid de la República Dominicana contra los dominicanos descendientes de haitianos”, y llamaron a la situación “una afrenta para el regionalismo”.
En la página de la comunidad de blogueros haitianos en Facebook, los cibernautas publicaron reacciones sobre las deportaciones forzadas por parte de celebridadeshaitianas y hasta del alcalde de la Ciudad de Nueva York.
En el marco de las deportaciones previstas, el blog kiskeácity republicó el audio de un panel de discusión llevado a cabo a fines de 2014 sobre la resolución de la ciudadanía de la República Dominicana. Más al sur en el archipélago caribeño, Groundation Grenada mostró su indignación, con escritores como Angelique V. Nixon y Alissa Trotz llamando un problema de derechos humanos a la realidad que los descendientes de haitianos han debido enfrentar en la República Dominicana– y hasta en las Bahamas:
El artículo luego especificó varios casos de violencia y abuso contra haitianos en ambos territorios, y criticó el plan de regularización de República Dominicana, que dio un plazo no realista para que los migrantes indocumentados pudieran solicitar la ciudadanía.
Citando a la escritora haitiano-canadiense Myriam Chancy, el artículo agregó que lo que debe preocupar a los ciudadanos caribeños es la “muerte civil” que se ha impuesto a sus hermanos haitianos. Winston Dookeran, ministro de Asuntos Exteriores de Trinidad y Tobago, dijo que se tomaría una iniciativa diplomática cuando los líderes regionales se reunieran del 2 al 3 de julio en la Conferencia de Jefes de Gobierno. Aun así, la opinión de Groundation Grenada era que “la región está lejos de encontrar más caminos éticos para lidiar con la migración y los derechos de ciudadanía”:
Recientes informes sugieren que Andrés Navarro García, el ministro del Exterior de la República Dominicana, ha extendido el plazo para las deportaciones en un intento de ayudar a que el proceso sea más “creíble”. El futuro de los dominicanos descendientes de haitianos –muchos de los cuales nunca han estado en Haití y no hablan el idioma– sigue en riesgo.
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