sábado, 25 de abril de 2015

A 50 años de la aventura del Che en el Congo...


La campaña del Congo

Ernesto Guevara desarrollará su segunda experiencia guerrillera en el Congo, entre abril y noviembre de 1965. Marginado de la toma de decisiones políticas en Cuba, el "Che" decide continuar su lucha en otras tierras, apoyando junto a un grupo de combatientes cubanos al Ejército de Liberación del Congo. Sin embargo, podrá cumplir su objetivo de manera muy parcial y, al término de la experiencia, él mismo la calificará de "fracaso". Pese a que ingresa de manera clandestina al territorio congolés, donde ni siquiera los combatientes africanos que están a su lado saben que ese hombre que se esconde detrás del seudónimo de "Tatú" es en realidad el comandante argentino-cubano Ernesto Guevara, la identidad del "Che" será descubierta por la CIA en junio.
Apenas pisa el Congo, Guevara se pone bajo las órdenes del alto mando del Ejército de Liberación, pero pronto se da cuenta que, de esa manera, le será imposible entrar en combate. Todas sus propuestas son rechazadas y se lo mantiene alejado de las primeras líneas de lucha. El "Che" comienza entonces a desobedecer sus órdenes y participa en dos escaramuzas. Sin embargo, la situación empeora día a día: pese al excelente armamento con que cuentan los rebeldes, su moral de combate es mal y sus tácticas peores. Guevara, presionado por la Organización de la Unidad Africana, deberá abandonar el Congo en noviembre de 1965.
¿Por qué a Africa?
Un testimonio de Dariel Alarcón Ramírez (Benigno), un hombre de indiscutible confianza del Che, podría esclarecer una parte de los motivos que indujeron al comandante Guevara a marcharse de Cuba hacia un destino poco claro, a desarrollarse en la humedad y espesura de las selvas congoleñas. Este testimonio hace referencia a una discusión que el argentino mantuvo con Raúl Castro en presencia de Fidel. Dariel Alarcón Ramírez (Benigno) cuenta: "El Che fue acusado de trotskista y de prochino. Regresando de Argelia, sé que hubo una conversación muy fuerte entre él y Fidel, en la que él salió muy disgustado, que lo llevó a irse para Tope Collantes como una semana. con unos ataques de asma muy fuertes. Lo sé por el compañero Argudín, uno de los guardaespaldas personales de él. Argudín está en sus funciones de guardaespaldas. A mí me lo platica porque él y yo somos compañeros de la escolta y yo estaba ausente y él me dice: 'Coño, estoy preocupado'. '¿Qué pasa?'. 'Oí una bronca muy grande entre el Fifo y el Che'. Y entonces le digo: '¿Y de qué era?'. Dice: 'Estaban discutiendo de la política china y estaban discutiendo de otro líder soviético', porque él era semianalfabeto. Entonces yo empecé a mencionarle algunos líderes. Me dice: 'No, es uno que ya está muerto. Es ése que le dicen Trotsky y entonces le dijeron al Che que él era trotskista. Se lo dijo Raúl. Raúl es el que le dice que es un trotskista, que estaba claro que con sus ideas era trotskista. Argudín me dice que el Che se para muy violento, como con ganas de irse arriba de Raúl y le dijo a Raúl: 'Eres un estúpido, eres un estúpido'. Dice que le repitió la palabra estúpido tres veces y de ahí él mira para Fidel, según Argudín, y Fidel no tiene respuesta. O sea, calla. Otorga. Y al ver aquella actitud sale molesto, tira la puerta y se va. Y ahí, a pocos días, viene la decisión, así prematuramente, de irse al Congo. Se fue una semana a Topes de Collante, al sanatorio que hay en el centro del país en el Escambray. Le dieron unos ataques de asma terribles, parece que por el disgusto. Entre Argudín y yo existían esas cosas, cuando él no estaba trabajando estaba trabajando yo, si teníamos alguna participación en alguna reunión muy grande de algo de eso, yo después le contaba a Argudín lo que se había dicho. Y cuando él estaba de servicio, él me contaba a mí... Así él me lo cuenta como una semana después, dos días antes de irme con el barco a Dar Salaam"
La crisis de los cohetes, con su final frustrante para Cuba y el Che, consecuencia directa de un buen intercambio soviético planteado en términos de negociar el emplazamiento misilístico en territorio cubano por la retirada de los cohetes estacionados por los EE.UU. en Turquía; el viaje de Fidel a la Unión Soviética, donde los jerarcas del Buró Político de la URSS presionan a Castro para que el jefe de la revolución cubana firme el tratado comercial que condenará a Cuba, dentro del circuito comercial socialista -división internacional del trabajo de los países del Este-a producir azúcar, desmantelando los sueños guevaristas relativos a la industrialización de Cuba. El traspaso en 1963 de los destacamentos militares cubanos de San Antonio de los Baños y el histórico bastión del Che, Pinar del Río a manos soviéticas, quienes en poco tiempo procederían a su total desmantelamiento. La posición crítica de los partidos comunistas latinoamericanos, que a partir de 1963 emprenden una campaña sistemática en contra de las posiciones políticas y económicas del Che, transforman a Cuba, según el paso del tiempo, en un lugar incómodo para el desarrollo de la vida revolucionaria y personal del comandante Ernesto Guevara. Rumores -sin fundamento, pues Guevara no adhiere a las políticas de China-sobre su posición ideológica prochina, crecen en los círculos manejados por los comunistas ortodoxos de Cuba.
Las presiones ejercidas sobre Fidel Castro por los dirigentes soviéticos, que ven con malos ojos los intentos cubanos, y en especial los del Che Guevara, de exportar la revolución en apoyo a los movimientos nacionalistas desarrollados en diferentes países de Latinoamérica y Africa, como el caso de Panamá y Argelia, van colmando la paciencia del revolucionario argentino, que comienza a dibujar proyectos de guerrillas sobre los mapas de países lejanos, extendidos sobre el escritorio de su oficina del noveno piso del Ministerio de Industrias. El discurso de Guevara en Argel cierra el círculo, la batalla de Cuba había terminado para el Che.
Una trampa política instigada por la CIA, el gobierno belga y las Naciones Unidas había allanado el camino para que en 1961 Tshombé se hiciera cargo de la conducción política del Congo. En 1964, el hasta entonces exiliado en China -que contaba con el apoyo de Zedong (Mao)-y heredero natural de Lumumba, su ex ministro de Educación Pierre Mulele, se había levantado en armas en la región centro occidental de Kwilu. En Stanleyville, al oriente, otro grupo guerrillero, el Comité Nacional de Liberación, que mantenía estrechas relaciones con el gobierno de Cuba, se sumaba a la rebelión contra Tshombé.
La aparición de guerrillas organizadas que comenzaban a operar militarmente en el Congo provocó una reacción inmediata de los EE.UU., que ordenó a la CIA, la planificación -en colaboración con los belgas-de la recuperación de Stanleyville.
Cuba recibe con agrado la noticia de la insurrección en el corazón de Africa, un continente que había permanecido, pasado el auge de las luchas anticolonialistas, paralizado durante años. El inicio de las acciones insurreccionales post independentistas de carácter nacionalista en el continente negro, que motivaron la intervención de los EE.UU., despertaron el interés inmediato del internacionalista Che Guevara, impaciente por descubrir en el mundo "una causa justa por la cual luchar". La participación directa del imperialismo norteamericano y sus aliados occidentales en un país de características tercermundistas, fue la razón necesaria y suficiente que otorgó al Che el derecho, tan largamente esperado, de participar como guerrero en una guerra de liberación nacional. El caso no importaba, pero esta vez se trataría del Congo.
Guevara planificará las operaciones militares de las fuerzas cubanas, para que éstas se inserten en una guerra que de hecho ya había finalizado en la reconquista -Operación Dragón Rouge mediante-en Stanleyville por parte de las fuerzas militares combinadas de los EE.UU. y Bélgica, que contó con la participación de tropas mercenarias enroladas en Sudáfrica y Rhodesia.
Con la renuncia del ministro congoleño Kasavubu y la designación a dedo de Moisés Tshombé -por parte de los todavía influyentes empresarios y políticos belgas-, considerado por muchos como el responsable directo del asesinato de Patricio Lumumba, la Organización de la Unidad Africana, y especialmente el denominado grupo de los seis, del que participaban Nasser por la República Arabe Unida, Ahmed Ben Bella -de Argelia-, Nkrumah -de Ghana-, Sekou Touré -de Guinea-, Nyerere y Modibo Keita -de Malí-, impulsará la creación del Comité de Liberación Nacional (CLN) del Congo, que contará con el apoyo de la URSS y Cuba. Ya en 1964, el CLN había establecido varias bases guerrilleras en territorio Burundi, sobre las orillas occidentales del lago Tangañika.
El porqué de la intervención militar de Bélgica y Estados Unidos en un conflicto tan insignificante, que hasta podría reducirse a un problema entre etnias a nivel de tribus, tiene un motor muy particular, que puede identificarse en las enormes riquezas ocultas bajo tierra a lo largo y a lo ancho de casi todo el territorio congoleño. La explotación minera ligada a la Unión Minière du Haut Katanga, de capitales belgas, veía amenazada su fuente de ingresos económicos. Por su parte, EE.UU. ubicaba al Congo como la pared de contención con la que se detendría la expansión de la URSS en Africa. Los norteamericanos habían decidido no ceder territorio, en ninguna parte del mundo, a sus competidores soviéticos.
La sangre fría con que las tropas combinadas multinacionales operaron en el Congo, recibió la condena unánime de toda la comunidad internacional. De la Operación Dragón Rojo participaron mercenarios sudafricanos comandados por el tristemente célebre Mike Hoare. Bélgica puso en territorio africano 450 soldados de élite pertenecientes a una división de paracaidistas; Estados Unidos garantizaría el transporte aéreo y la inteligencia militar a cargo de la CIA y los contrarrevolucionarios cubanos radicados en Norteamérica, pondrían parte de los aviadores. La operación fue un éxito rotundo desde el punto de vista militar. Los paracaidistas belgas fueron lanzados desde los aviones americanos sobre Stanleyville, mientras los mercenarios sudafricanos mantenían sitio a la ciudad. La masacre, que computó el asesinato de cerca de 80 rehenes occidentales -considerados testigos por la fuerza multinacional-y miles de congoleños, marcó el inicio de la finalización de la sublevación en el Congo. Las fuerzas rebeldes que lograron sobrevivir al asalto se vieron obligadas a dispersarse y buscar refugio en las zonas selváticas. Los simbas del Comité Nacional de Liberación habían sido derrotados en una sola batalla y casi sin combatir. El movimiento insurreccional congoleño dejará de representar un peligro para los intereses de los poderosos empresarios mineros belgas con la caída de Watsa, un pueblo ubicado en la zona occidental del Congo.
Con respecto a Mulele, que con su pequeña guerrilla que resistirá casi sin operar en la zona oriental del país hasta 1968, murió descuartizado después de entregarse a las fuerzas del presidente Mobuto Tsetse Seko. El cuerpo de Mulele fue arrojado en pedazos al río Congo, donde fue devorado por los cocodrilos.
La guerrilla de cubanos que el Che organizó para operar en el Congo llegó definitivamente tarde. Tarde en un sentido literal. Las fuerzan multinacionales organizadas por la CIA habían atemorizado de tal manera a las fuerzas rebeldes, que ya casi no se atrevían a operar en el terreno militar. El movimiento de masas, que había resurgido en la época poscolonial, se encontraba en pleno retroceso cuando Guevara aterriza en Tanzania.
En Argel, en los preámbulos de su segunda gira por los países africanos, el Che repasará la situación africana con los dirigentes de los movimientos de liberación nacional que encabezan la lucha de sus países por la independencia de Portugal. Participarán de la reunión, los representantes de los movimientos de liberación nacional de Angola, Mozambique, Congo y Guinea-Bissau. De la reunión, Guevara se llevará el convencimiento de que el principal problema que deberá afrontar su plan guerrillero será el concerniente a la unificación del mando militar y político en la lucha por la liberación de los gobiernos títeres y los países coloniales.
Guevara había extraído fundamentales enseñanzas en sus interminables años de lucha ideológica entablada con los soviéticos, con los que tuvo que debatir a lo largo de su vida política en Cuba. El Che había vivido en carne propia la aplicación de la "política de apoyo internacionalista de la URSS", lo que provocó una profunda desconfianza en el jefe guerrillero argentino que, desde hacía ya tiempo, dudaba sinceramente de las intenciones soviéticas a la hora de ofrecer su apoyo. Con esa posición como primer pensamiento, Guevara decidió tomar importantes recaudos antes de iniciar el accionar militar en territorio congoleño. Tal era la desconfianza del Che con respecto al papel que el gigante socialista pudiera jugar cuando las papas estuviesen sobre el fuego, que ocupó gran parte del tiempo de las reuniones que mantuvo con Ahmed Ben Bella para comprometerlo al extremo en la causa congoleña -de igual modo actuó el Che con Nasser-para no verse forzado a negociar con la URSS ningún tipo de apoyo ni pacto ni compromiso.
Según un informe de agentes de la poderosa CIA enviado a los EE.UU. desde el continente negro, la visita del Che en Africa fue alimentada por el propósito de: "Alertar a sus amigos africanos de no acercarse demasiado a los comunistas soviéticos o chinos... De acuerdo con Guevara, si bien Cuba seguía dedicada al socialismo, los funcionarios cubanos estaban muy descontentos con el grado de injerencia en sus asuntos internos por parte de la URSS y China. Guevara dijo que ya era tarde para que Cuba hiciera algo al respecto, pero no para que los africanos rectificaran. Añadió que los cubanos se encontraban especialmente preocupados por sus amigos argelinos, y que compartió su preocupación directamente con Ahmed Ben Bella".
La segunda gira que Guevara emprende por Africa comienza en Argelia. De allí viajará a Bamako, capital de Malí, a la que se dirige el 26 de diciembre de 1964. El plan de Guevara consiste en entrevistarse con el presidente Modibo Keita, el más representativo y antiguo dirigente del grupo de los seis, que impulsó en su momento la formación de la Unión Nacional de Liberación del Congo, de tendencia prosoviética. La entrevista fracasa. Keita se encontraba de vacaciones y no las suspendió para recibir al Che. La noticia de la llegada del dirigente cubano tuvo muy poco espacio en la prensa maleña y el contacto de Guevara a nivel de gobierno se realizó con funcionarios del segundo plano del gobierno de Malí, donde el médico argentino expresará con claridad a sus interlocutores el error cometido por Cuba al haberse ligado tan estrechamente a la URSS y China. El Che dejará Barmaco para dirigirse a la República Popular del Congo, donde gestionará acuerdos de cooperación militar en la lucha a realizarse en territorio africano.
El 7 de enero de 1965, Guevara visitará Guinea-Bissau, la que abandonará una semana más tarde. En el país gobernado por el abiertamente admirador de la revolución cubana Sekou Toure, Guevara participará de una reunión, en la frontera que separaba a Guinea de Senegal, en la que participará Leopold Senghor. En la entrevista, el hasta entonces segundo de Cuba planteará su teoría sobre la necesidad de la unidad de todos los movimientos revolucionarios del mundo en contra del enemigo principal de la humanidad: los Estados Unidos de Norteamérica. En Ghana, Ernesto conocerá a Laurent Kabila, dirigente político reconocido en la zona donde el Che, meses después, instalará sus bases guerrilleras en Africa, a orillas del lago Tangañika. En Ghana, Guevara se entrevistará con el líder anticolonialista Kwane Nkrumah.
Durante su gira por los países africanos, el Che ha acopiado información que le servirá para tomar importantes futuras decisiones. El análisis de la situación geopolítica de Africa señala al Congo como el país que posee las características más propicias para desarrollar un foco desde donde luego se podrá expandir la revolución a todo el continente. De regreso a Argelia, el héroe de Santa Clara le comunicará su decisión a Ahmed Ben Bella. El apoyo cubano en territorio africano tendrá como objetivo el fortalecimiento de la lucha militar en el Congo; los cubanos ingresarán a territorio congoleño con la denominación técnica de asesores.
Forma parte del análisis que Guevara realiza antes de iniciar su campaña como guerrillero en Africa, el escenario de las acciones en la lejana Vietnam, donde los EE.UU. se estaba incluyendo de a poco y voluntariamente en una guerra incomprensible, que le demandaba constantes explicaciones ante la comunidad internacional organizada, y por la que comenzaba a pagar un precio político nacional e internacional, aún difícil de valorar en nuestros días. Guevara confía en la no intervención directa de los Estados Unidos en los intentos de independencia africanos, aunque prevé la participación americana encubierta en operaciones de inteligencia, apoyo económico, asesores, entrenamiento y equipamiento militar, a lo que se sumarían las campañas de propaganda internacional en apoyo a los países occidentales y coloniales con intereses económicos compartidos con los EE.UU. en el continente africano. Guevara se equivocaba, para los estrategas norteamericanos Africa era intocable y la defenderían hasta las últimas consecuencias.
Después de una corta estadía en, el 11 de febrero de 1965, el Che Guevara arriba a El Cairo, donde el dirigente cubano se entrevistará con Nasser. Luego de una corta visita a Tanzania, el comandante argentino se reencontrará con el líder de la República Arabe Unida. En esta oportunidad, Nasser intentará por todos los medios de disuadir al Che en su intento de desarrollar una guerrilla en el Congo, a la que vaticina un futuro no muy favorable. Guevara agradecerá los consejos de Nasser y aceptará a grandes rasgos que la aventura es incierta. Además, el Che comentará a Nasser sobre sus deseos de trasladarse a Vietnam para combatir junto al pueblo vietnamita por su liberación. Un punto de la conversación entre Guevara y Nasser no admite discusiones. Es el que se refiere a la decisión del Che de abandonar Cuba.
La posición expresada por Nasser entre el Che -la referente a no operar en el Congo-es compartida por el incondicional amigo argelino de Guevara, Ahmed Ben Bella, quien afirma haber hablado con el comandante para intentar detener el plan del argentino de operar allí. A juicio de Ahmed Ben Bella: "La situación en Africa negra no era asimilable a la que imperaba en nuestros días; le advertimos al Che, Nasser y yo, de lo que podía suceder".
Según Jorge Castañeda, en su libro "La vida en rojo, una biografía del Che": "... El Che hizo dos escalas en El Cairo: una muy breve el 11 de febrero, de regreso de China, y otra, de doce días, en marzo, justo antes de su retorno a Cuba. De las conversaciones que sostuvo con Nasser se conservan los apuntes de Mohammed Heikal, publicados un año después de la muerte del Rais. De buenas a primeras, Nasser detecta en el argentino una 'profunda angustia personal' y una sombría tristeza interna. El Che al principio no quiso compartir sus penas; sólo contó que se dirigía a Tanzania para estudiar la situación de los movimientos de liberación en el Congo, pero Nasser sintió que no abrigaba un gran entusiasmo al respecto. Al regresar de Tanzania, acompañado por Pablo Rivalta, el embajador de Cuba en Dar Es Salaam, el Che le confiesa que en Tanzania recorrió los campamentos guerrilleros en la zona. Había resuelto partir al Congo a encabezar personalmente la ayuda cubana a los luchadores congoleños".
El 24 de febrero de 1965, en la alocución que el Che realiza frente a los integrantes de la Conferencia Afroasiática de Solidaridad realizada en Argel, el Che rompe pública y definitivamente con la Unión Soviética.
Esta decisión implicaba de hecho un alejamiento de Guevara de la Cuba de Fidel, que desde hacía por lo menos un año había tomado partido por la URSS en el conflicto chino-soviético. Esta posición pública del Che, no implicaba una postura de adhesión hacia los intereses particulares del país gobernado por Zedong (Mao), ya que el argentino parece optar, desde la alocución en el seminario de Argel, por el camino de una concepción socialista diferenciada de los proyectos del este de Europa y Asia.La ayuda militar cubana en el Congo, que en definitiva fue resistida por varios de los líderes africanos que no miraban con buenos ojos la participación de blancos en su conflicto y menos dirigiendo sus operaciones militares, determinó que desde un comienzo, el Che se haya comprometido a no participar directamente en las operaciones bélicas. La asistencia cubana estaría representada por dos batallones de combatientes voluntarios, armas y equipos de comunicaciones. Antes de iniciar las acciones, Che regresará transitoriamente a Cuba, en un vuelo especial de la aviación cubana que se verá obligado a hacer una escala técnica en Irlanda.
Al Congo, Che se llevaría un selecto grupo de íntimos colaboradores: Víctor Dreke como su segundo en el mando, José María Martínez Tamayo (Papi), Harry Villegas (Pombo) y una tropa de 100 cubanos, en su mayoría negros. En los últimos día de marzo, Víctor Dreke visita el campamento de entrenamiento en territorio cubano, donde los expedicionarios que participarían de la aventura congoleña se preparaban física y militarmente. Osmany Cienfuegos, hermano del legendario Camilo, informa a Dreke sobre la designación del futuro jefe de la expedición al que solo se lo identifica con el sobrenombre de "Ramón".
El 2 de abril de 1965, sin despedirse de Fidel, Che, irreconocible, con dentadura postiza y la cabeza rapada, emprenderá desde el aeropuerto cubano José Martí su aventura africana.
El 19 de abril, los primeros combatientes cubanos comandados por el Che Guevara arriban a Dar Es Salaam, donde son recibidos por el embajador cubano en Tanzania, Rivalta. Se trata de Víctor Dreke, quien viaja con un pasaporte falso a nombre de Roberto Suárez, José María Martínez Tamayo, quien viajará bajo el seudónimo de Ricardo, y el "doctor Ramón".
Gracias a las rigurosas medidas de seguridad con las que se condujo Guevara desde el comienzo de la operación Congo, recién en junio de 1965 los servicios de inteligencia norteamericanos detectaron la presencia del guerrillero argentino en el corazón africano. Guevara, que será conocido en el Congo con el seudónimo de "Tatu" (número tres en el idioma swahili), dedicará casi toda su permanencia en el país africano esperando la llegada de Kabila, dedicado a la lectura o recuperándose de algún ataque de asma. El Che en el Congo no tendrá responsabilidades de jefe y dependerá de las órdenes de los comandos militares congoleños, que nunca estaban para impartirlas, o que nunca sabían cuáles eran las que correspondía transmitir. Mientras las potencias socialistas enviaban sofisticadas armas a las tropas congoleñas, nadie parecía tener la voluntad suficiente como para querer utilizarlas. Salvo raras excepciones, los congoleños se negarían permanentemente a combatir. El objetivo militar más apetecible estaba representado por Albertville, que tenía una fuerza de defensa que superaba holgadamente las posibilidades de los congoleños y los combatientes cubanos.
Kabila ordena por fin, en los últimos días de junio, el ataque a Front de Force, que se ejecutará al mando del cubano Dreke, del que participarán más de 100 hombres entre los cuales se encontraban algunos cubanos. En los enfrentamientos que terminan con la retirada de los rebeldes sin alcanzar el objetivo propuesto, mueren cuatro soldados de nacionalidad cubana que son reconocidos por los mercenarios sudafricanos, que informan inmediatamente a la CIA del hallazgo. El Che ha sido detectado.
El 3 de octubre Fidel hará pública la carta de despedida que el Che le entregara en la casa de seguridad donde Guevara pasó sus últimos momentos antes de partir hacia el Africa. La carta, en realidad, parece haber sido escrita para liberar a Cuba de la responsabilidad de los futuros pasos que el argentino daría en el país africano. Pero también, a la luz de los acontecimientos políticos que tiñeron a Cuba de una profunda alianza con la URSS, con la que Guevara había roto en su discurso de Argel, implicaba, además, que el aporte del comandante Guevara a la construcción de Cuba había terminado. En la carta, el Che renunciará además a su derecho a la nacionalidad cubana. Fidel dará a conocer el discurso en un acto público que tiene como objetivo la presentación de la estructura política que regirá en adelante el desarrollo de la vida política en Cuba, el Comité Central, embrión de lo que sería el futuro Partido Comunista de Cuba. Fidel recordará ya en sus primeras palabras la figura del Che: "Hay una ausencia en nuestro Comité Central de quien posee todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto... Alrededor de esto el enemigo ha podido tejer mil conjeturas, ha tratado de confundir y sembrar cizaña y la duda y, pacientemente, puesto que era necesario esperar, hemos esperado...". Acto seguido Castro lee la carta que en mano le ha entregado el Che: "Fidel, me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debería avisar en caso de muerte, y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron en el camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático, porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío.
He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios. Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos (...) y dejo a un pueblo que me admitió como su hijo: eso lacera una parte de mi espíritu.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti.
Que no dejo a mis hijos y a mi mujer nada material y no me apena; me alegro que así sea. Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse. Tendría muchas cosas que decir a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas. Hasta la victoria siempre. ¡Patria o muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario. Che".

Seis meses en el Congo
Desde Cuba, donde se ha montado un estricto operativo de encubrimiento y protección personal, Guevara será trasladado en avión al Africa, adonde arribará el 19 de abril de 1965. En un futuro no muy lejano, en el mes de octubre, el Che ya no operará en nombre de la revolución cubana. El Che será, a partir de la lectura que Fidel hace en público de su carta, un socialista independiente que ha decidido sumarse al proyecto de liberación impulsado por el llamamiento efectuado por las fuerzas armadas de un movimiento de liberación que opera en un país africano.
Bajo estrictas medidas de seguridad, el Che Guevara es conducido desde el aeropuerto de Dar Es Salaam a una casa ubicada en las afueras de la ciudad, que también se encuentra fuertemente custodiada. Allí esperará a los grupos de voluntarios cubanos que, en pequeños grupos y utilizando diferentes medios de transporte, se irán sumando al proyecto del Che en Africa.
Desde Dar Es Salaam, Che planificará su ingreso a territorio congoleño. Los acuerdos sobre la responsabilidad en el mando de las fuerzas conmbinadas congoleño-cubanas que operarán en el Congo serán discutidas entre Guevara y Antoine Godefroi Chamaleso. El argentino aceptará subordinarse al mando congoleño.
El cubano Rivalta será el encargado de adquirir el pequeño "Granma" africano, un bote con el que el primer grupo de voluntarios se internará en territorio congoleño a través del lago Tangañika. Hasta las orillas del gran lago africano, el grupo se movilizará en transportes aportados por la embajada cubana en Tanzania. Cuatro cubanos esperarán en la casa de seguridad montada en las afueras de Dar Es Salaam el arribo del resto de los expedicionarios, que se irán sumando de a poco a territorio congoleño.
Antes de partir, Guevara arenga a la tropa. El médico de la expedición, Zerquera, dejó testimonio de las indicaciones impartidas por Guevara. Zerquera cuenta: "Nosotros íbamos a ayudar a un movimiento de liberación. Nuestra ayuda consistiría en asesoramiento. Hablaba -refiriéndose al Che-de las experiencias de la sierra. De que allí primero íbamos a dar y no a recibir, que había que sacrificarse, que no podíamos comer antes que los guerrilleros nativos, que no quería manifestaciones de prepotencia, que fuéramos modestos, que tuviéramos presente que éste era un país con cuatro siglos de atraso, íbamos a chocar con la miseria en su punto álgido. Allí nadie podía tener más que nadie, a no ser por causa muy justificada. Otra cosa que dijo fue que 'el que le metía mano a una africana, por supuesto tenía que cargar con ella, y era separado de la guerrilla'. Que él no garantizaba el tiempo que pasaríamos allí, que quizá en cinco años se pudiera plantear una sustitución del personal".
El 23 de abril de 1965 parten los 14 combatientes cubanos que componen la expedición; uno de los vehículos será conducido personalmente por el Che. Al anochecer del 23, la expedición arriba a Kigoma, la Gomorra africana, ubicada a orillas del lago Tangañika sobre territorio de Tanzania. Los soldados cubanos arriman el bote hasta los bordes del lago. Uno de los motores de la embarcación, por más maldiciones que se le echara, se niega a funcionar. Guevara se impacienta. Después de varios intentos, el pequeño bote de 10 metros de largo pone rumbo a Kibamba, Congo. En medio de la travesía, cerca de la medianoche, comienza a llover intensamente. El lago Tangañika levanta ahora peligrosas olas delante de los ojos de los expedicionarios que intentaban infiltrarse en territorio congoleño. El doctor Zerquera le confiesa al Che con preocupación, que no sabe nadar, el argentino, quitándole el acento cubano al habla le responde con su habitual humor natal: "Coño, mira la forma en que te vas a morir".
De madrugada, los navegantes descubren señales hechas con luces desde la costa congoleña, los guerrilleros del Ejército de Liberación del Congo habían llegado para recibirlos. Al acercarse, la embarcación, con extraña similitud a lo ocurrido con el "Granma", no puede llegar hasta las costas y encalla a unos cuantos metros de la playa. Esta experiencia y el ataque de asma que sufre el Che momentos después del desembarco, serán las únicas similitudes que existirían en relación con lo sucedido en el 59, cuando Guevara, como miembro del Ejército Rebelde, daba el primer paso en territorio cubano en el marco del proceso de liberación de Cuba. En el Congo las cosas serían muy distintas.
Los visitantes cubanos son conducidos a un campamento del Ejército de Liberación Congoleño cercano al Tangañika, donde se producen las primeras reuniones de presentación y planificación entre cubanos y congoleños. Oficia como intérprete del swahiri al francés, un africano que cumplía funciones internacionales, Chamaleso. Todavía nadie sabe que el hombre que se hace llamar "Tatu" (número 3 en swahiri) es el Che.
Guevara decide un día después de su arribo al Congo, revelar su verdadera identidad a Chamaleso. El hombre, temeroso de las consecuencias que la presencia del internacionalmente conocido guerrillero argentino pudieran producir, exhorta a Guevara a mantener en secreto su verdadera identidad y parte hacia Tanzania para consultar con Kabila sobre los pasos a seguir.
Desde la partida de Chamaleso, el tiempo en el Congo pasó muy lentamente para el Che y sus hombres. La inactividad de la guerrilla era absoluta. Todas las iniciativas de Guevara, que nunca se caracterizó por su alto grado de paciencia, eran aceptadas en principio y detenidas por la burocracia y el mal funcionamiento del mando congoleño. Guevara escribe: "Teníamos que hacer algo para evitar caer en un ocio absoluto... Todavía nuestra moral se mantenía alta, pero ya comenzaban las murmuraciones entre los compañeros, que veían pasar los días infructuosamente...".
En los primeros días de mayo se rompe la rutina por la llegada de un contingente de cubanos al mando de Santiago Terry, quien ha viajado en compañía de Leonard Mitoudini, un reconocido dirigente congoleño. Guevara recibe el primer mensaje de Kabila de boca de Mitoudini: el Che debe mantener en secreto su verdadera identidad.
Quizás impulsado por la llegada del contingente de cubanos y para que éstos no lo vieran sin nada que hacer, el Che decide trasladarse al campamento de Luluaburg, ubicado en la cima de una colina a tres mil metros de altura. El asma le hará pagar caro el atrevimiento. Más tarde, el paludismo postrará al argentino durante días, la salud de Guevara se irá deteriorando progresivamente producto del clima húmedo y las fiebres tropicales. Apenas recuperado de un violento ataque de paludismo, el Che recibe a Osmany Cienfuegos, quien de visita por Tanzania había decidido saludar a su amigo en el Congo.
En Buenos Aires, la madre de Ernesto Guevara comenzaba a transitar sus últimos días de vida. El cáncer acabará con ella el 19 de mayo de 1965. Guevara será notificado por el doctor Zerquera, que se entera de la muerte de Celia De la Serna Guevara por medio de una nota publicada en la revista "Bohemia". El médico cubano convoca al Che, que se encuentra en la base que el Ejército de Liberación del Congo mantenía en Luluaburg. Guevara baja hasta el campamento cercano al Tangañika donde el médico cubano le dará la triste noticia.
En junio de 1965 llegan hasta los campamentos del Congo informaciones alarmantes. El día 15, Ahmed Ben Bella, presidente de Argelia y amigo del Che, es derrocado por un golpe militar encabezado por Houari Boumedienne. Una base de apoyo permanente del movimiento progresista a nivel internacional ha dejado de funcionar. Esta caída marcará el comienzo de una serie de movimientos políticos en el continente africano que se producirán durante todo el año y que acabarán por mucho tiempo con los gobiernos de carácter progresista en el Africa.
Gracias a las rigurosas medidas de seguridad con las que se condujo Guevara desde el comienzo de la operación Congo, recién en junio de 1965 los servicios de inteligencia norteamericanos detectaron su presencia en el corazón africano. Kabila ordena, en los últimos días de junio, el ataque a Front de Force, que se ejecutará al mando del cubano Víctor Dreke, del que participarán más de 100 hombres entre los cuales se encontraban algunos cubanos. En los enfrentamientos, que terminan con la retirada de los rebeldes sin alcanzar el objetivo propuesto, mueren cuatro soldados de nacionalidad cubana que son reconocidos por los mercenarios sudafricanos, que informan inmediatamente a la CIA del hallazgo. El Che ha sido detectado.
Mientras las tropas combinadas cubano-congoleñas eran derrotadas en Front de Force, una columna compuesta por 160 hombres del Ejército de Liberación Congolés comandada por cubanos corrían la misma suerte en Katenga. Lejos estaban los herederos de Lumumba de la decisión y la entrega demostrada por las tropas cubanas en la guerra contra Batista. Gran parte de los 160 efectivos que participaron de la batalla en Katenga desertaron antes de que comenzaran los enfrentamientos armados. Los combatientes cubanos observaron absortos cómo los africanos abandonaban sus armas en el campo de batalla retirándose sin combatir. La conclusión a que llegan los soldados cubanos es más que lógica, los congoleños no estaban dispuestos a entrar en combate y no llegaban a comprender el sentido de la guerra. Muchos caribeños, al ver cómo los congoleños huían del frente de batalla, se presentaron ante el Che solicitándole ser relevados y devueltos a Cuba.
El Che insiste en la necesidad del mando único y lo expresa en una carta enviada a Kabila en la que, además, lo conminaba a hacerse presente para dirigir la lucha armada; Kabila arribará al poco tiempo a las bases de la guerrilla sobre el Tangañika, acompañado por miembros de su estado mayor. El Che le pide a Kabila que haga pública su presencia en el Congo, lo que le permitiría dirigir en combate a las fuerzas guerrilleras. Guevara escribirá: "Le repetí mi vieja cantinela: quería ir al frente. Mi misión más importante, donde podía ser más útil, era la de formar cuadros, y éstos se forman durante la guerra en el frente de batalla y no en la retaguardia". Después de arengar a la tropa para levantar el ánimo de su gente, Kabila abandona los campamentos de la guerrilla a los que promete volver al día siguiente; la promesa no será cumplida.
Pero no todo era inactividad: el 17 de agosto una columna al mando de Martínez Tamayo, que monta una emboscada, logra destruir un convoy enemigo. Guevara, cansado de esperar la autorización de Kabila, se escapa de la base guerrillera de Luluaburg y se pondrá al frente de la columna que operaba en los alrededores de Front de Force sobre la carretera a Albertville. Tiempo después Guevara reconocerá haberse sentido como un "delincuente" por haber actuado por el impulso desobedeciendo las órdenes expresas de Kabila.
De todas maneras el arrepentimiento no parece, a la luz de los hechos, haber sido tan grande, ya que los últimos días de agosto reencontrarán al Che con la acción armada. El jefe guerrillero, al ver cómo los congoleños y ruandeses abandonan la emboscada que habían montado a un convoy gubernamental, sale de su escondite abandonando el lugar de mando estratégico donde se encontraba y dispara contra sus enemigos ofreciendo su cuerpo como un blanco perfecto. En setiembre, otro hecho de armas lo contará como participante, una emboscada. Si bien no fue un suceso militar sin trascendencia, sirve para evaluar la poca fe que el jefe guerrillero argentino-cubano depositaba en los combatientes congoleños. El Che relata: "... Escuché un tropel casi como de elefantes a la carrera; eran los seis o siete congoleños encargados de la comida que decían desorbitados: ¡Askari Tshombé! -refiriéndose los congoleños al arribo de soldados enemigos-. Los habían visto allí mismo a unos 20 o 30 metros de la posición. Apenas tuve tiempo de ponerme mis arreos de combate, dejando hamaca y mochila libradas a su suerte... La situación se complicaba más, ya que no podía contar con los congoleños y no tenía conmigo más de cuatro cubanos, uno de ellos enfermo. Enseguida envié rápidamente a este último a avisar a Dreke para que me enviara refuerzos e hice que se llevara también a los congoleños que, en estas condiciones, servían más bien de estorbo...". En esa oportunidad se trató de una falsa alarma, el enemigo no llegó, el combate se producirá días después, solo se trataba de unos campesinos que pasaban por el lugar, pero alcanza para imaginar la poca confianza que el Che les tenía a los congoleños a la hora de combatir. También, el "simulacro de combate" recuperó en parte la salud de Guevara. Otra vez, la adrenalina funcionó como la mejor medicina para combatir el asma que sufría el guerrillero.
El frustrado ataque a Front de Force en junio de 1965 había sido contrarrestado por los éxitos en las emboscadas de agosto, que habían levantado la moral de los cubanos. Pero estas acciones militares habían incluido otra consecuencia fundamental para el desarrollo de la guerra en el Congo, se había alertado a los mandos belgas y sudafricanos sobre la presencia de cubanos en las zonas de operaciones en las orillas del Tangañika. Ante el descubrimiento, los belgas, después de la Operación Dragón Rojo, con la consecuente recuperación de Stanleyville, habían mantenido un perfil bajo en las operaciones militares producto del escándalo internacional que había provocado la masacre perpetrada por la fuerza multinacional. Era el momento de pasar nuevamente a la ofensiva militar en el Congo, con el argumento de la aparición de fuerzas comunistas cubanas operando en la región. El carnicero de Stanleyville Mike Hoare, al mando del Quinto Batallón de Comandos sudafricanos, es enviado al Congo con el objetivo de exterminar a los rebeldes que operaban en la zona. Al poco tiempo, dos batallones de mercenarios sudafricanos y tropas regulares congoleñas que apoyaban al presidente Tshombé, logran poner cerco a la base guerrillera de Kibamba. Los rebeldes, quizá por la situación, que implicaba defenderse o morir, ya que la experiencia de Stanleyville les recordaba permanentemente la imposibilidad de una rendición con toma de prisioneros, decidieron resistir combatiendo el ataque combinado impulsado por los belgas. Los rebeldes, entre los que se distinguieron por la decisión en el combate de los ruandeses, lograron romper el cerco impuesto por los gubernamentales y sudafricanos y huyen a refugiarse en Tanzania.
En setiembre de 1965, Guevara se dedicará a recorrer las zonas de operaciones. Visitará Fizi, Baraka y Lilamba, donde el argentino mantendrá conversaciones con los principales jefes rebeldes para evaluar el desarrollo de la guerra. Los planes del Che pendulan ilógicamente entre unificar a todas las fuerzas y lanzarse a la contraofensiva u organizar pequeños destacamentos móviles de guerrilleros que operen aisladamente el uno del otro en la estrategia de una guerra prolongada.
Guevara no logra comprender cómo, teniendo un armamento excelente aportado tanto por soviéticos como por chinos, hombres en cantidades que nunca hubiera soñado en la campaña en Cuba y un lugar óptimo como la selva y la sierra para operar, el desarrollo de las acciones en la búsqueda de la formación de un ejército rebelde no prosperaran. Tarde Guevara reconocerá su error. "Nuestra situación se iba tornando cada vez más difícil y diluyéndose entre nuestras manos el proyecto de ejército, con todo su arsenal de armas, hombres y municiones. Todavía impregnado de no sé qué ciego optimismo, no era capaz de ver esto...". Resulta extraño que el Che, quien tantas veces habló de la conciencia como único generador de la voluntad suficiente como para llevar adelante un proyecto revolucionario, no haya comprendido que la ausencia de esa conciencia en el porqué de la lucha era el principal obstáculo de los congoleños en el momento de combatir. Que la estructura tribal y sectaria, el atraso cultural y la incomprensión de la meta revolucionaria del pueblo congoleño, habían predeterminado ya desde su comienzo el resultado final de la guerra.
El 24 de octubre de 1965, el campamento donde residía Guevara es atacado. Che llama a sus soldados a resistir, pero ante la sorpresa del ataque y al ver que los combatientes congoleños corren despavoridos en busca de refugio en la selva, el médico argentino se verá obligado a impartir la orden de retirada. El ataque al campamento del Che no era un hecho aislado, formaba parte de una ofensiva generalizada de las tropas combinadas de mercenarios sudafricanos y gubernamentales en un intento de despejar de guerrilleros las costas del Tangañika. Paulatinamente irán cayendo en manos de los sostenedores de Thsombé, los principales bastiones rebeldes del Congo.
A esta altura de los acontecimientos, la moral de la tropa cubana es pésima, y la congoleña ya no existe. Ningún combatiente cubano acepta como posible un mayor sacrificio en aras del triunfo de la revolución en el Congo, cuando los mismos congoleños no quieren participar de la lucha por la liberación de sus país. En el último informe escrito por Guevara desde Africa, donde el argentino hará un análisis sobre los acontecimientos de octubre, el guerrillero atestiguará: "Mes de desastre sin atenuante. A la caída vergonzosa de Baraka, Fisi y Lubonja, se agrega un descorazonamiento total de los congoleños... Los cubanos no están mucho mejor, desde 'Tembo' y 'Siki' (Aragonés y Fernández Mell) hasta los soldados".
Fidel comprende la situación en que han caído los expedicionarios cubanos y comienza a dar pasos que puedan permitir una retirada honrosa del Congo. Castro ya ha leído la carta de despedida que el Che ha dejado en Cuba y teme que Guevara no quiera regresar a territorio cubano por ese motivo. El barbudo líder cubano ha decidido brindar su apoyo al Che para retirarlo de Africa. Como primera medida adoptada en esa dirección, Castro envía nuevamente a Osmany Cienfuegos con expresas órdenes para intentar convencer al Che de la conveniencia de finalizar la campaña militar en territorio congoleño. Paralelamente, en una carta fechada el 4 de noviembre de 1965, Fidel Castro intentará persuadir al guerrillero argentino, confesándole que por fin le cree y que debe retirarse para evitar una catástrofe mayor. Fidel deja de insinuar, y afirma: "Debemos hacer todo lo absurdo; si a juicio de Tatu nuestra presencia se hace injustificable e inútil debemos pensar en retirarnos; debe actuar conforme situación objetiva y espíritu hombres nuestros; si consideran deba permanecer, trataremos de enviar cuantos recursos humanos y materiales consideren necesarios; nos preocupa que ustedes erróneamente tengan temor que la actitud que asuman sea considerada derrotista o pesimista; si deciden salir, Tatu puede mantener actual regresando aquí o permaneciendo otro sitio; cualquier decisión la apoyaremos; evitar todo aniquilamiento".
El golpe de gracia a la campaña del Che en Africa será dado por el propio Nyerere, único líder africano que a estas alturas apoyaba la lucha de los congoleños, que al reconocerse acorralado, solicitará a comienzo de setiembre, la retirada de los cubanos de Africa ante la Organización de la Unidad Africana. El proceso se cerrará definitivamente el 1º de noviembre de 1965 -día de todos los muertos-, cuando el Che recibe en el campamento guerrillero donde reside una solicitud con tinte oficial firmada por el propio Nyerere, con la exigencia del retiro de la misión militar cubana de Africa. Guevara responderá la intimación convocando a los últimos jefes guerrilleros congoleños que se encontraban en el frente de batalla, a una reunión para que ellos mismos decidan si los cubanos debían morir en el último combate a realizarse en el Congo o si se retiraban del país sin combatir. Guevara no hace caso de la intimación de Nyerere, quiere que los propios mandos congoleños decidan la suerte de su país y de la ayuda cubana en apoyo a esa lucha. El Che recomendará, en uno de los últimos diálogos de la reunión, después de mantener largas discusiones con los mandos congoleños: "Miren, ya están aquí, están acá, la situación para nosotros es la de estar preparados para el enterramiento final; aquí la cosa es clara: resistencia y muerte o retirada". Los congoleños liberan a los cubanos de la responsabilidad de seguir combatiendo. Las tropas de Fidel se encaminarán inmediatamente hacia las playas del Tangañika. Todos saben que al cruzar el gran lago africano y arribar a Kigoma, habrán salvando sus vidas, pero Che, por alguna razón misteriosa, que habría que buscarla más allá de su comprensión política y del análisis que el guerrillero ya habría hecho de la situación, sobre todo en lo referente a la correlación de fuerzas, se resiste a abandonar el Congo y se lo comunica a Fernández Mell y a Aragonés. Físicamente destruido por el asma y las fiebres tropicales que habían reducido su peso a 50 kilos, Guevara informa a sus colaboradores más cercanos a la orilla del lago Tangañika, con el ejército mercenario pisándoles los talones, que ha decidido quedarse en el Congo, que no se irá. Que se incorporará a la guerrilla de Mulele en el occidente -para lo cual deberá viajar mil kilómetros a pie a través de una selva húmeda e impenetrable-para continuar con la lucha. Aragonés intenta convencer al Che del terrible error que va a cometer diciendo: "Oyeme, Che, yo he seguido aquí todo lo que tú has dicho, sin discutir, con muchas ganas a veces de discutir, al pie del cañón, como un subordinado. Pero Che, te lo digo, no cojones que tú te atrevas a decirme a mí que me vaya con la tropa y tú te quedas". El Che aceptará la derrota y abandonará el Congo.
La conspiración del atraso
Guevara comprende tarde la realidad cultural y social del pueblo congoleño. El deseo primero del Che, unificar el accionar armado bajo un solo mando, chocó de frente con la estructura tribal, que identificaba y unía a los diferentes grupos que conformaban las fuerzas congoleñas rebeldes que operaban en el Congo.
Tal era el atraso en que vivían las comunidades que participan de la resistencia en el Congo, que Guevara se ocupará de describir una conversación que mantuvo, en abril de 1965, días después de su arribo al Africa, con un coronel rebelde de apellido Lambert. El Che testimonió: "El teniente coronel Lambert, simpático, con aire festivo, me explicó cómo para ellos los aviones no tenían ninguna importancia, porque poseían la 'dawa', medicamento que hace invulnerable a las balas. Al poco tiempo me di cuenta de que la cosa iba en serio.
Esta 'dawa' hizo bastante daño para la preparación militar. El principio es el siguiente: un líquido donde están disueltos jugos de yerbas y otras materias mágicas se echa sobre el combatiente al que se le hacen algunos signos cabalísticos y, casi siempre, una mancha de carbón en la frente; está ahora protegido contra toda clase de armas del enemigo (aunque esto también depende del poder del brujo), pero no puede tocar ningún objeto que no le pertenezca, mujer, ni tampoco sentir miedo, so pena de perder la protección. La solución a cualquier falla es sencilla. Hombre muerto, hombre con miedo, hombre que robó, o se acostó con alguna mujer, hombre herido, hombre con miedo. Como el miedo acompaña a las acciones de la guerra, los combatientes encontraban muy natural el achacarle la herida al temor, es decir, a la falta de fe. Y los muertos no hablan; se les puede cargar con las tres faltas.
La creencia es tan fuerte que nadie va al combate sin hacerse la 'dawa'. Siempre temí que esta superstición se volviera contra nosotros y que nos echaran la culpa del fracaso de algún combate en que hubiera muchos muertos, y busqué varias veces la conversación con distintos responsables para tratar de ir haciendo una labor de convencimiento contra ella. Fue imposible; es reconocida como un artículo de fe. Los más evolucionados políticamente dicen que es una forma natural, material, y que, como materialistas dialécticos, reconocen el poder de la 'dawa' cuyos secretos dominan los brujos de la selva".
Otro testimonio del Che pone de relieve el estado de la situación sanitaria en que se encontraba la población congoleña, producto del atraso tecnológico y cultural. "... Aparte, en mi calidad de médico (epidemiológico), lo que, con perdón de esa ilustre rama de Esculapio, me daba derecho a no saber nada de medicina, trabajé unos días en el dispensario con Kumi, observando varios hechos alarmantes. En primer lugar, la cantidad de enfermedades venéreas, provocadas en una buena medida por contagio en Kigoma. No me preocupaba en esos momentos el estado sanitario de la población o las prostitutas de Kigoma, pero sí el que fueran capaces de contagiar a tanta gente... ¿Quién pagaría a esas mujeres? ¿Con qué dinero? ¿Cómo se gastaba el dinero de la revolución?

Fidel no abandona al Che
El informe que Guevara envía a Fidel sobre la derrota de Front de Force, en junio de 1965, despierta una profunda preocupación en el jefe de la revolución cubana. Guevara describe la situación en Africa con lujo de detalles haciendo especial hincapié en la falta de motivación de parte de los congoleños para el combate. Con los primeros disparos, la gran mayoría de los congoleños habían huido y abandonado sus armas en el campo de batalla. Una gran parte de la tropa había desertado antes de que comenzaran las hostilidades. La gravedad de la situación hace que Castro comisione a Aragonés y a Fernández Mell a reunirse con el Che en el Congo. Los jefes cubanos tenían como misión evaluar la situación y según el resultado de las entrevistas mantenidas con Guevara, determinar si era conveniente apoyarlo o, si consideraban que todo estaba perdido, deberían sacar al Che de Africa.
Entre los meses de agosto y setiembre de 1965, las peticiones de los combatientes cubanos de abandonar la lucha en el Congo se acrecientan. Los isleños se niegan a combatir en una guerrilla que solo avanza cuando los cubanos se lanzan al combate, mientras los congoleños se niegan sistemáticamente a empuñar las armas en defensa de su país y su pueblo.
Fernández Mell y Aragonés, que comprendieron inmediatamente la situación de derrota de la expedición, pasarán a ser desde el momento en que pisaron el Congo, custodios personales de Guevara. No lo abandonarán en ningún momento hasta el día en que el Che decida retirarse del continente negro.

El aparato conspira contra Guevara
Guevara suplica desde el Congo: "... Confíen en mi criterio y no juzguen por las apariencias. Sacudan a los encargados de suministrar una información veraz, que no son capaces de desentrañar estas madejas y presentar imágenes utópicas, que nada tienen que ver con la realidad. He tratado de ser explícito y objetivo, sintético y veraz; ¿me creen?". El Che se refiere específicamente al equipo enviado por Piñeiro al Africa para seguir la cosa africana. El mismo equipo, un año después, será el encargado del seguimiento del desarrollo de la guerrilla comandada por Guevara en Bolivia.
En junio de 1965, Manuel Piñeiro, viceministro del Interior, se hará cargo del seguimiento del frente africano, donde Guevara desarrollaba su actividad guerrillera, a través de un organismo de la cartera de Interior denominado "Sección de Liberación". Dos colaboradores estrechos de Piñeiro, Ulises Estrada y Rafael Padilla, serán enviados a Dar Es Salaam. A la vez, dos hombres que respondían a los criterios de Guevara, como Aragonés y Cienfuegos, son asignados con responsabilidades en el exterior de Cuba, lo que deja sin voz al Che frente a Fidel.
Los informes de Estrada y Padilla emitidos desde Tanzania, no representaban el verdadero desarrollo de los acontecimientos que se estaban produciendo en el Congo. Las evaluaciones estaban cargadas de subjetividades. Se exageraba en la descripción de las victorias y se desestimaba el verdadero sentido de las derrotas. Estos informes mal proporcionados crearon la imagen en la dirección revolucionaria cubana, de que el Che veía con un sentido demasiado pesimista el proceso de liberación del Congo. Las evaluaciones de Piñeiro que fueron transmitidas a Fidel Castro y a su hermano Raúl, crearon una visión errada del desarrollo de la lucha en las márgenes del Tangañika y de la actuación de su jefe el Che Guevara.
Jorge Castañeda, en su libro "La vida en rojo", describe la situación vivida por el Che en el Congo y la futura derrota de Bolivia; y la responsabilidad que les cabría a Piñeiro y su equipo en los fracasos del Che. Castañeda deduce: "... Piñeiro y sus colaboradores siempre fueron los mejores abanderados de las luchas en América latina y en Africa; su entusiasmo y su fe nunca flaquearon. Pero la contrapartida de ese fanatismo consistió de manera inevitable en informes ilusos, ingenuos o francamente maquillados del estado real de cada gesta. La tendencia a la exageración, el menosprecio de los obstáculos, a la incapacidad de evaluar con sensatez las correlaciones de fuerza, figura como una constante consustancial al trabajo del llamado Ministerio de la Revolución. El Che sufrió las consecuencias de las quimeras del aparato. En Africa, no fueron mortales; en Bolivia, sí... El encargado en La Habana -el que 'llevaba' los asuntos del Congo, Bolivia, El Salvador o Nicaragua-dependía del responsable en el terreno; Piñeiro descansaba en ambos, y Fidel en Piñeiro. La información procedente del frente va a resultar desastrosa, y las conclusiones que de ella deducían Piñeiro, Raúl y Fidel Castro eran totalmente falsas. Por eso el Che les pide que no hagan caso a los informes que llegan de Dar Es Salaam; por eso el Che aterrizó en Bolivia un año más tarde en condiciones totalmente contrarias a cualquier posibilidad de éxito".

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