No hay nada más infame para un combatiente islámico fanático que morir a manos de una mujer, como lo confiesan ellos mismos. Así, casi diariamente, infames acaban su vida muchos extremistas del Estado Islámico (EI) abatidos por tres valientes mujeres kurdas que formaron una unidad de lucha armada para detener el genocidio de yazidíes en Sinjar, asediado por los extremistas.
En agosto pasado, cuando los terroristas atacaron a la minoría yazidí en el monte Sinjar, las mujeres tomaron la extraordinaria decisión de dejar su vida en Turquía y viajar al norte de Irak para poner fin al derramamiento de sangre de los yazidíes.
"Cuando nos enteramos de que el EI llegó a Sinjar y empezó a matar a las mujeres, se nos ocurrió detener la crisis humanitaria", confesó Roza, de 22 años. La combatiente más joven del grupo calificó de "crimen contra la humanidad" lo que está perpetrando el EI en Irak y Siria.
"Hubo casos en que matamos a diez de ellos [terroristas] en un día al comienzo de la liberación de Sinjar", afirmó Raparin, de 26 años. "Nos hemos unido con los yazidíes y lucharemos contra el EI para vengar lo que ha pasado con las mujeres", sostuvo otra combatiente, Deijly, de 29 años, citada por Daily Mail.
Las tres mujeres forman parte del batallón femenino de las milicias del Partido de los Trabajadores de Kurdistán, una organización que batalla desde hace décadas contra Turquía por la independencia de los kurdos. Considerada por EE.UU. como una organización terrorista, estas milicias resultaron formidables combatientes en la batalla contra el EI.
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