Los gobiernos saudí e israelí están incitando un nuevo conflicto en Oriente Próximo con el fin de acabar con la organización chií de Hizbolá, que representa un obstáculo para sus ambiciones regionales. Los acontecimientos de los últimos días indican que estamos más cerca que nunca del estallido de otro conflicto bélico en territorio libanés.
Esta semana Arabia Saudí ha abierto un nuevo frente en el caótico Oriente Próximo al cancelar su ayuda a Líbano y declarar a Hizbolá “organización terrorista”, unas decisiones que pueden acarrear consecuencias dramáticas para ese pequeño país y que muestran que la política de Riad es cada vez más beligerante con respecto a sus rivales en la región.
Ahora mismo los saudíes están en conflicto directo en varios países: Irán, Yemen, Siria e Irak, al que hay que añadir Líbano. Ali Rizk, una analista político libanés próximo a Hizbola, ha dicho al New York Times que los saudíes “se han vuelto locos” desde el acuerdo a que llegaron Occidente y Teherán el verano pasado y que se ha aplicado en enero.
El deterioro de las relaciones entre Riad y Beirut entró en una nueva fase precisamente en enero, cuando los saudíes decapitaron al jeque Nimr al Nimr, un líder chií de la Provincia Oriental que había denunciado la situación de su comunidad en el reino y que había criticado directamente a la familia real, incluido el monarca Salman.
La ejecución de Nimr suscitó una inmediata condena de países y grupos chiíes de Oriente Próximo, incluido Hizbolá. El líder de esta organización libanesa, Hasan Nasrallah, declaró entonces que Arabia Saudí estaba gobernada por un régimen “tiránico, criminal y terrorista”, unos calificativos que no se encajaron bien en Riad.
Los saudíes se enfurecieron aún más cuando el ministro de Exteriores libanés se negó a condenar el asalto a la embajada de Riad en Teherán en protesta por la ejecución de Nimr. Beirut, donde la influencia de Hizbola es considerable, no quiso sumarse a la condena de los demás países suníes, lo que agravó la crisis con Riad.
Riad propuso a EEUU que una fuerza árabe invadiera Líbano para acabar con Hizbolá
La respuesta de los saudíes ha llegado esta semana con la suspensión de la ayuda a Líbano, por un montante de 4.000 millones de dólares, que en su mayor parte debía destinarse al ejército libanés, y que ahora, según ha dicho este sábado Riad, esas armas de fabricación francesa destinadas en principio a Líbano serán recibidas por los propios saudíes, que andan necesitados de armamento a causa del conflicto de Yemen.
La intolerancia de Arabia Saudí con los chiíes, y en particular con los chiíes libaneses, viene de lejos. Un despacho de WikiLeaks de 2010 reveló que Riad había propuesto a Estados Unidos que una fuerza árabe invadiera Líbano para acabar con Hizbolá.
Ahora, los intereses saudíes coinciden plenamente con los de Israel, y las apariencias que antes se guardaban hasta cierto punto han desaparecido. Este viernes el emir de Bahrein, aliado de Arabia Saudí, ha declarado que Israel está preparado para defender los intereses de los países árabes “moderados”, lo que abunda aún más en una confluencia de intereses.
Para complicar las cosas, el diario beirutí Al Ajbar, que defiende posiciones socialmente progresistas y está vinculado a Hizbolá, ha revelado que dirigentes libaneses se han reunido en los últimos días con altos funcionarios americanos en Washington y el mensaje que han recibido es bastante preocupante.
Según los dirigentes libaneses, los altos funcionarios americanos les han dicho que Israel está buscando un pretexto para lanzar una guerra contra Hizbolá puesto que Israel “quiere la guerra”. Esta actitud israelí, según esos altos funcionarios americanos, coincide con la de Riad, que desea acabar para siempre con la pequeña potencia chií de Líbano.
Saudíes e israelíes están furiosos con Washington por haber acabado con el aislamiento de Irán
Tanto saudíes como israelíes están furiosos con Washington por haber acabado con el aislamiento de Irán, y puesto que atacar a Irán en este contexto sería menos justificable en estos momentos, saudíes e israelíes podrían decidir acabar con el brazo de Irán en Líbano en una primera fase, incluso antes de que Barack Obama abandone la Casa Blanca en enero próximo.
En los últimos días la prensa hebrea ha multiplicado sus informaciones sobre Hizbolá. Según el diario Haaretz, Hizbolá posee una fuerza de 45.000 combatientes y más de 100.000 cohetes y misiles, cada vez más precisos, incluidos varios millares de medio alcance, que amenazan a buena parte del territorio israelí.
Los israelíes siguen muy de cerca la implicación de Hizbolá en la guerra siria, que mantiene ocupados a algunos millares de combatientes libaneses. Responsables militares hebreos estiman que en Siria han muerto unos 1.500 hombres de Hizbolá y 5.000 han resultado heridos. Naturalmente, Hizbolá no ha dado cifras al respecto y la estimación israelí podría ser incorrecta por ser demasiado elevada.
El líder de Hizbolá Nasrallah declara periódicamente que la guerra en Siria es vital para los intereses de su organización puesto que es necesario derrotar a las fuerzas yihadistas suníes, especialmente al Estado Islámico y al Frente al Nusra, aunque no solo a ellos, que representan un peligro para los chiíes de la región y para la estabilidad del conjunto de Oriente Próximo.
En este contexto, el riesgo de una inminente guerra en Líbano es preocupante. La precariedad de la situación es alarmante y un incidente deliberado o no puede hacer estallar la región por un nuevo frente. Todo indica que saudíes e israelíes están interesados en llevar el conflicto bélico a Líbano para acabar con Hizbolá, cada uno de estos dos países por sus propios intereses.
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