El resultado del referéndum del 23 de junio, que avaló la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sacó a relucir los problemas de algunos ciudadanos europeos con esta organización. Michael Birnbaum, del diario The Washington Post, explica siete razones por las que algunos europeos detestan la UE.
El salario de los burócratas de la Unión
Más allá de las políticas de austeridad que rigen en algunos países, que incluso han reducido los salarios de los trabajadores gubernamentales, la mayoría de los empleados de la UE recibe grandes salarios, sobre los que se aplican impuestos especiales, mucho más generosos que los de un empleado normal. En 2014, de hecho, The Telegraph denunció que algunos empleados de medio nivel de la UE tenían salarios más elevados que los del primer ministro británico, David Cameron.
Viajes ineficientes
Otro aspecto que molesta a muchos europeos es la cantidad de dinero que se gasta para mantener el Parlamento europeo. Uno de los mayores problemas es que, a pesar de que Bruselas, en Bélgica, es el centro de operaciones de la UE, el Parlamento europeo solo puede reunirse oficialmente en Estrasburgo, Francia.
Esto significa que, cada mes, más de 10.000 personas tienen que viajar durante cinco horas para poder reunirse y legislar.
Regulación excesiva
Cuando Bruselas impuso una normativa que obligaba a que las bananas estuvieran "libres de cualquier malformación o de una curvatura anormal", salieron a relucir los excesos en materia regulatoria que se permite la UE. Las personas que votaron a favor de la salida del Reino Unido de la UE ironizaban sobre su opción afirmando que querían decidir por sí mismos la curvatura de sus bananas.
Falta de responsabilidad pública
Al contrario de lo que sucede en los parlamentos nacionales, cuyas decisiones suelen ser públicas, en la Comisión Europea y en las reuniones de ministros y líderes de la UE las decisiones importantes se toman a puerta cerrada. Al final, la prensa tiene que jugar a los detectives para tratar de adivinar quién dijo qué y quién apoyó a quién.
Rechazo de las decisiones de los votantes
La Unión Europea ha demostrado su capacidad de ser derrotada en las urnas, pero al final encontrar la forma de salirse con la suya, dice el artículo de The Washington Post. En 2005, por ejemplo, Francia y Holanda rechazaron en una votación popular la ratificación del tratado que establecía una constitución para Europa. Sin embargo, un par de años más tarde, apareció el Tratado de Lisboa, un documento que implementaba muchos de los cambios que esos países habían rechazado. Esta vez salió adelante sin la necesidad de la aprobación del pueblo.
Una torre de Babel muy costosa
La decisión de la Unión Europea de traducir todos los documentos oficiales y públicos de la organización, así como de las reuniones de alto nivel, a cada uno de los 24 idiomas oficiales de los países miembros puede ser vista como un ejemplo del valor de su internacionalismo o como un gasto de recursos innecesario. Según datos de la Comisión Europea, en la organización trabajan 1.750 lingüistas, 600 intérpretes a tiempo completo y 3.000 traductores 'freelance'.
Burocracia innecesaria
Con el crecimiento de la UE y la necesidad de trabajar en la resolución de distintos temas, la organización se ha subdividido en comisiones de todo tipo: para la cooperación internacional, para el desarrollo, para el comercio, para el trabajo, para el crecimiento, para la inversión, para problemas económicos y financieros, para el mercado internacional, para la industria, para el emprendimiento, para las empresas pequeñas y medianas, etc. Además, cada país miembro de la UE nombra un representante para cada una de estas organizaciones.
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