lunes, 20 de junio de 2016

Dólares en un convento y 'coimas' de amiguetes: tropelías de la política argentina

El Presidente argentino Carlos Menem declarando en los tribunales en 1994

En Argentina, la corrupción no tiene color político, como han vuelto a recordar varios episodios en los últimos días y que afectan tanto al kirchnerismo como a sus rivales

La historia que acaparó las portadas de la prensa argentina desde la madrugada del pasado martes cuenta con ingredientes dignos de la mejor novela negra: José Francisco López, quien fuera la mano derecha del ex ministro Julio de Vido al frente de la cartera de Planificación durante los doce años de gobiernos kirchneristas, fuedetenido dentro de un convento mientras intentaba esconder más de ocho milones de dólares guardados en bolsos. Según contaría después a las autoridades una de las monjas, de más de 90 años, López les dijo a las religiosas que ese dinero lo había robado y que, antes de ir preso, quería donarlo al convento. Los funcionarios del Ministerio de Seguridad bonaerense creen que López usaba ese lugar como escondite para la fortuna que amasó, presupuntamente, con el dinero de sobornos en obra pública. Finalmente, el ex secretario de Obras Públicas fue detenido por portación de armas y lavado de dinero.

El recuento del dinero se demoró durante horas, no sin dificultades: las máquinas no pudieron contar algunos de los billetes porque estaban húmedos y pegados. Finalmente, la suma alcanzada fue de 8.982.047 dólares, 153.610 euros, 425 yuanes, 49.800 pesos argentinos, 2 riyales de Qatar y seis relojes de lujo. Para darle más ribetes cinematográficos al asunto, la defensora de López ante la justicia será Fernanda Herrera, también conocida como “Doctora Cumbia” porque, además de abogada, es cantante de cumbia y modelo.


La contundencia de los hechos fue tal que los defensores de la gestión kirchnerista no trataron de proteger a López, pero sí trataron de desvincular este hecho del modelo “nacional y popular”: “Vamos a volver sin los que robaron mientras la mejor presidenta de la historia de argentina transformaba el país”, afirmó Gabriela Cerruti. “Es un chorro [un ladrón], pero no tiene por qué llevarse puesto el proyecto popular, nacional y democrático”, aseguró por su parte el titular de Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella. Frente a esta visión que trata de desvincular la manzana podrida del resto del cesto, los medios críticos con el kirchnerismo, como los diarios Clarín y La Nación, relacionaron el estrambótico caso con la ruta del “dinero K”; según esta versión, se usó la obra pública para recaudar dinero que iba hacia los Kirchner.

Paquetes de dólares en el maletero del coche de José Francisco López, tras su detención, el 14 de junio de 2016 (Reuters)

No es el primer cargo destacado del kirchnerismo que termina su andadura política de forma aparatosa. En abril de 2016, la ex ministra de Economía Felisa Miceli logró escabullirse de la cárcel, si bien quedó inhabilitada para ejercer cargos públicos durante seis años, después de llorar literalmente al tribunal, asegurarse arrepentida y prometer que devolvería los 100.000 pesos (6.500 euros al cambio actual) y 31.000 dólares que había escondido en el baño de su despacho. No menos polémica generó, en 2007, encontrar en el Aeropuerto de Aeroparque 790.000 dólares en la maleta del empresario venezolano Guido Antonini Wilson, supuestamente destinados a financiar la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner.

El kirchnerismo acumuló en doce años nada menos que 2.160 denuncias por corrupción, aunque sólo unas pocas avanzaron judicialmente “por diversas razones, todas deplorables”, afirma el diario conservador La Nación. Este destaca la causa por presunto pago de 'coimas' y sobreprecios en la ampliación de dos gasoductos realizados en 2005 por la constructura sueca Skanska, cuyos directivos llegaron a admitir el pago de sobornos. El manejo de fondos de la secretaría de Transporte, Fútbol para Todos y Sueños Compartidos son los casos más graves de corrupción durante doce años de kirchnerismo, según el auditor general de la Nación, Leandro Despouy, que acaba de publicar "La Argentina auditada".

La familia Macri, en la mira

Pero en Argentina la corrupción no tiene color político. Maurcio Macri utilizó el hartazgo contra las corruptelas K para hacer una campaña por el cambio y la transparencia; sin embargo, las acusaciones que rodean su gestión en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, del que estuvo al frente entre 2007 y 2015, no lo dejan mejor parado.

Tal vez el aspecto más polémico de la gestión de Macri, pese a que la prensa, más amable con sus deslices, no le halla dado tanto bombo, es la relación del mandatario con el empresario Nicolás Caputo, su amigo personal. El Gobierno de la Ciudad asignó a empresas de Caputo licitaciones por mil millones de pesos(unos 65 millones de euros) mientras Macri fue jefe de gobierno de la capital porteña, según publicó el diario Perfil. Las cosas le van mejor a Caputo desde que su amigo está en la Casa Rosada: en el mes de marzo, en apenas cinco días, la Ciudad de Buenos Aires le asignó tres contratos por 300 millones de pesos (más de 19 millones de euros) para refaccionar escuelas. Los mercados deben haber entendido que al empresario le va a ir bien con Macri en la jefatura de Estado, porque desde que se conocieron los resultados de la primera vuelta electoral del pasado octubre, cuando la victoria de Macri sorprendió a propios y extraños, la cotización en bolsa de sus empresas se disparó.

Manifestación contra el Presidente Macri en Buenos Aires, el 2 de junio de 2016 (Reuters)

El propio Macri se ha visto envuelto en el escándalo de los Papeles de Panamá, por figurar, junto con su padre, Franco Macri, y su hermano Mariano, en el directorio de la empresa Fleg Trading, con sede en Bahamas desde 1998. Llamado a declarar, el mandatario argentino aseguró que ese dinero es el mismo que el que declaró en cuentas en Suiza y Estados Unidos, y argumentó que el banco suizo Julius Baer compró Merill Lynch y cambió el domicilio a Bahamas. Sea como fuere, esta semana se hizo público que Macri repatrió los 18 millones de pesos (unos 1,6 millones de euros) a Argentina, para invertirlo en bonos locales emitidos por su gobierno, con el objetivo de “demostrar confianza en la economía y el país”, según afirma el círculo macrista. Y no faltan investigaciones periodísticas que involucran al Presidente, además, con otras empresas off shore.

Tampoco la “primera dama” está libre de sospecha. La siempre impecable Juliana Awada ha sido involucrada en una megacausa judicial por proveerse para sus negocios textiles de talleres clandestinos que utilizaban mano de obra esclava, según documentó la Fundación La Alameda. Y la propia familia Macri tiene atrás una polémica historia. Los negocios de Franco Macri lograron un espectacular crecimiento en la época de la dictadura militar (1976-1983): la Sociedad Macri (SOCMA) poseía siete empresas en 1973; una década después, eran 46 empresas.

Dictadura aparte, y puestos a hacer historia, el menemismo sigue siendo la etapa más recordada por la corrupción generalizada y la impunidad. Fue lo que algunos llamaron “pizza con champagne”, los años de la “plata fácil” y del paraíso del negocio especulativo. Entre los escándalos de aquellos años figuran el llamado Swiftgate, en referencia a los sobornos que se pidieron a la empresa norteamericana Swift para la importación de maquinaria de alta tecnología, o el Yomagate, la denuncia de que fuertes sumas de dinero proveniente del narcotráfico eran transportadas desde Estados Unidos para ser blanqueadas en Argentina con la participación de altos cargos del gobierno. A día de hoy, Carlos Menem sigue siendo senador de la República y la impunidad de los políticos y empresarios corruptos es antes la norma que la excepción.

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