La entidad sionista conmemoró el domingo el décimo aniversario de la guerra de Julio de 2006 contra el Líbano, según el calendario hebraico, lanzando un cierto número de amenazas.
Naftali Bennet, el jefe de la organización ultra Hogar Judío, declaró que Israel debía prepararse para una nueva guerra, en la que el conjunto del Líbano se convertiría en un objetivo porque “el Líbano es igual que Hezbolá y Hezbolá es igual que el Líbano”. El general Gadi Eizenkot, jefe de Estado Mayor del Ejército israelí, amenazó con transformar el Líbano en un “Suburbio del Sur”, el bastión de Hezbolá en Beirut, que ya fue bombardeado por Israel durante el conflicto.
Tales amenazas no proceden de políticos y comandantes que estén seguros de su victoria. Se trata, en realidad, de gentes que viven en un estado de pánico y buscan tranquilizar a los colonos judíos después de la derrota que sufrió su ejército hace diez años.
Tras un asalto de 22 días en los que Israel utilizó todos sus medios militares, incluyendo aviones de combate modernos, tanques Merkava y unidades de infantería especiales, las fuerzas de asalto fracasaron a la hora de progresar un solo kilómetro en los territorios libaneses debido a la resistencia los combatientes de la Resistencia Islámica.
Aunque los aviones israelíes lograron destruir edificios y ciertas localidades del Sur del Líbano -una medida de puro terrorismo cuyo objetivo era cubrir la derrota del Ejército israelí a manos de Hezbolá- todos aquellos que visitan el Sur en estos días no verán ningún rastro de la destrucción causado por la guerra y podrán constatar una voluntad aún más fuerte de resistir y hacer frente a toda nueva agresión israelí.
El líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, ha declarado en un reciente discurso que la parte que esté dispuesta a más sacrificios será la que ganará la próxima guerra. Nosotros no dudamos de que el partido de la resistencia esté más dispuesto a ofrece a sus mártires como ocurrió en las guerras precedentes. Hay más de 100.000 misiles dispuestos para responder a cualquier agresión y esta vez no habrá líneas rojas ni verdes ni amarillas. Los israelíes viven, pues, en un estado de pánico y de terror.
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